Marruecos 2016
La última vez que visité Marruecos hicimos una ruta por el Medio Atlas y la verdad es que me quede con la miel en los labios de no haber intentado ascender su cima más alta, el mítico Toubkal. Dicha idea fue cobrando forma en mi mente y finalmente decidí que era el momento de superar la famosa cuota de los 4.000 metros y aprovechar para conocer de cerca los pueblos bereberes del Atlas.
Después de mucho buscar por internet encontré un guía de montaña que te hacía el trekking a medida y por los días que nosotros le dijésemos, por lo que contacte con Lahcen Bouredda ( [email protected] ) y concretamos un bonito viaje donde intentaríamos conquistar el techo de África Occidental.
Finalmente realizamos cinco días de trekking durmiendo en los poblados bereberes intentando coronar el último día el Toubkal y para finalizar nuestra estancia en el país decidimos ir a descansar al desierto, para ver con nuestro propios ojos las famosas dunas de Erg Chebbi.
Después de mucho buscar por internet encontré un guía de montaña que te hacía el trekking a medida y por los días que nosotros le dijésemos, por lo que contacte con Lahcen Bouredda ( [email protected] ) y concretamos un bonito viaje donde intentaríamos conquistar el techo de África Occidental.
Finalmente realizamos cinco días de trekking durmiendo en los poblados bereberes intentando coronar el último día el Toubkal y para finalizar nuestra estancia en el país decidimos ir a descansar al desierto, para ver con nuestro propios ojos las famosas dunas de Erg Chebbi.
Ubicación
Itinerario
Consejos y advertencias
- Los españoles no necesitamos ningún tipo de trámite para entrar al país por lo que con un pasaporte en regla será suficiente para cruzar la aduana.
- Es un país completamente seguro, tanto si eres hombre como mujer. Están muy acostumbrados a los turistas y nos ven más como billetes de euros con patas que como una amenaza. Las mujeres en ciudades como Marrakech van vestidas de todas las formas posibles, aunque si nos alejamos mucho de las zonas más turísticas si que las veremos más rectadas y con velo.
- La comida es espectacular aunque quizás poco variada. No hay que tener miedo al picante ya que no se usa prácticamente en el país y aunque la comida esta un poco especiada tampoco es nada exagerado. Básicamente esta compuesta de cous cous, estofados de carne y ensaladas.
- Para adentrarte en la zona del Toubkal todo el mundo contrata guías, ya sea desde España o desde Imlil (Chamonix marroquí). Si tu intención es hacer Imlil-Refugio en un día y al día siguiente Refugio-Toubkal-Imlil, no te hará mucha falta pero por unos cincuenta euros puedes conseguir un guía que te ayudará en la ascensión y os podrá explicar cualquier duda que tengáis tanto a nivel de montaña como cultural. Pensar también que estaréis aportando un poco de dinero a la economía local.
- Es un país completamente seguro, tanto si eres hombre como mujer. Están muy acostumbrados a los turistas y nos ven más como billetes de euros con patas que como una amenaza. Las mujeres en ciudades como Marrakech van vestidas de todas las formas posibles, aunque si nos alejamos mucho de las zonas más turísticas si que las veremos más rectadas y con velo.
- La comida es espectacular aunque quizás poco variada. No hay que tener miedo al picante ya que no se usa prácticamente en el país y aunque la comida esta un poco especiada tampoco es nada exagerado. Básicamente esta compuesta de cous cous, estofados de carne y ensaladas.
- Para adentrarte en la zona del Toubkal todo el mundo contrata guías, ya sea desde España o desde Imlil (Chamonix marroquí). Si tu intención es hacer Imlil-Refugio en un día y al día siguiente Refugio-Toubkal-Imlil, no te hará mucha falta pero por unos cincuenta euros puedes conseguir un guía que te ayudará en la ascensión y os podrá explicar cualquier duda que tengáis tanto a nivel de montaña como cultural. Pensar también que estaréis aportando un poco de dinero a la economía local.
Costes
Aquí marco los costes que nosotros tuvimos durante el viaje, como contactamos con el guía desde España por emial ya teníamos prácticamente cerrado el presupuesto.
Avión: Vuelo directo Madrid - Marrakech con la compañía Ryanair por 119 €
Itinerario trekking: Total por persona: 360 €
Itinerario desierto: Total por persona: 180 €
Comidas fuera del itinerario: 50 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 709 €
Avión: Vuelo directo Madrid - Marrakech con la compañía Ryanair por 119 €
Itinerario trekking: Total por persona: 360 €
Itinerario desierto: Total por persona: 180 €
Comidas fuera del itinerario: 50 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 709 €
Hoteles
- Marrakech: Riad Omar
En el mismo centro de Marrakech a dos minutos andando de su famosa plaza se encuentra este bonito riad. Las habitaciones están limpias con baños renovados y aire acondicionado en todas las habitaciones. El desayuno se sirve en la terraza a base de pan, mantequilla, mermeladas y crepes. Está suficientemente alejado de la plaza como para que por la noche sea un lugar tranquilo y se pueda dormir bien. Sin lugar a dudas una buena opción para pasar unos días de visita por la ciudad.
Booking.
Tripadvisor.
- Imlil: Auberge Lepiney
Cuando volvimos de hacer cima dormimos en el pueblo de Imlil donde nuestro guía regenta un albergue. Está limpio, los cuartos de baño están bien y hay agua caliente. También hay un comedor donde nos sirvieron el desayuno y la cena. Para pasar una noche después de una larga caminata estuvo muy bien.
Booking.
Tripadvisor.
- Garganta de Dades: Kasbah de la Valle
Es un hotel que se encuentra en al carretera de camino a la Garganta de Dades. Estaba muy limpio, el cuarto de baño pequeño pero muy bien y las camas cómodas. El comedor era amplio y bonito. El desayuno estaba muy completo y la cena fue deliciosa. Al estar en medio de la nada es un lugar más de paso que para quedarse ya que no hay nada alrededor. Para pasar una noche de camino a otro sitio me pareció un buen lugar.
Booking. (no se encuentra)
Tripadvisor.
- Merzoug: Palais des dunes
Estuvimos en este hotel bañando nos en su piscina y pudimos dejar las mochilas en la habitación, pero la noche la pasamos en el desierto. El hotel te organiza una excursión en camello y pasar una noche en una haima. El trayecto fue espectacular y cuando llegamos mientras preparaban la cena nos dejaron una tabla de snowboard y pudimos tirarnos de las dunas. La cena fue un tajin a la lecha que estaba para chuparse los dedos y antes de irnos a dormir nos amenizaron con unos cantos acompañados de tambores típicos de la zona. La verdad es que fue una experiencia irrepetible.
Booking. (no se encuentra)
Tripadvisor.
En el mismo centro de Marrakech a dos minutos andando de su famosa plaza se encuentra este bonito riad. Las habitaciones están limpias con baños renovados y aire acondicionado en todas las habitaciones. El desayuno se sirve en la terraza a base de pan, mantequilla, mermeladas y crepes. Está suficientemente alejado de la plaza como para que por la noche sea un lugar tranquilo y se pueda dormir bien. Sin lugar a dudas una buena opción para pasar unos días de visita por la ciudad.
Booking.
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- Imlil: Auberge Lepiney
Cuando volvimos de hacer cima dormimos en el pueblo de Imlil donde nuestro guía regenta un albergue. Está limpio, los cuartos de baño están bien y hay agua caliente. También hay un comedor donde nos sirvieron el desayuno y la cena. Para pasar una noche después de una larga caminata estuvo muy bien.
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- Garganta de Dades: Kasbah de la Valle
Es un hotel que se encuentra en al carretera de camino a la Garganta de Dades. Estaba muy limpio, el cuarto de baño pequeño pero muy bien y las camas cómodas. El comedor era amplio y bonito. El desayuno estaba muy completo y la cena fue deliciosa. Al estar en medio de la nada es un lugar más de paso que para quedarse ya que no hay nada alrededor. Para pasar una noche de camino a otro sitio me pareció un buen lugar.
Booking. (no se encuentra)
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- Merzoug: Palais des dunes
Estuvimos en este hotel bañando nos en su piscina y pudimos dejar las mochilas en la habitación, pero la noche la pasamos en el desierto. El hotel te organiza una excursión en camello y pasar una noche en una haima. El trayecto fue espectacular y cuando llegamos mientras preparaban la cena nos dejaron una tabla de snowboard y pudimos tirarnos de las dunas. La cena fue un tajin a la lecha que estaba para chuparse los dedos y antes de irnos a dormir nos amenizaron con unos cantos acompañados de tambores típicos de la zona. La verdad es que fue una experiencia irrepetible.
Booking. (no se encuentra)
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Restaurantes
- Marrakech:
Taj'in Darman:
Este restaurante se encuentra ubicado en una de las esquinas de la famosa plaza Djemaa el-Fna. La comida es inmejorable y las vistas simplemente impresionantes. Se encuentra justo al lado de una mezquita, por lo que te puede pasar que a mitad cena empiece a sonar la llamada a la oración y puedas ver con tus propios ojos como parte de la gente de la plaza deja sus trabajos para ir a rezar junto a la mezquita. Sin lugar a dudas lo recomiendo más para cenas que para comidas ya que por las noches la plaza esta iluminada y llena de gente, por lo que las vistas son más espectaculares.
Trip_advisor.
Cafe des Epices:
Se encuentra ubicado en la pequeña plaza de las especies. Tiene una planta baja, una planta media con aire acondicionado y una terraza con vistas a la plaza. La comida es deliciosa y sus zumos naturales son refrescantes y sabrosos. Es mejor para comer y así podrás ver todo el movimiento que tiene esta parte de la ciudad, donde la gente compra especies o los turistas regatean para conseguir buenos precios.
Trip_advisor.
- Ouarzazate:
La Rose du Sable:
No está exactamente en Ouarzazate sino que es un hotel-restaurante que se encuentra de camino a esta ciudad y frente a la famosa ciudad de Ait Ben Haddou. Es el típico lugar donde te llevan cuando vas con algún viaje programado, nosotros íbamos con el guía por lo que también nos llevaron. Se come un menú muy bueno con ensalada bereber o marroquí y después un plato principal para elegir. De postre se come fruta de temporada o algún pastel típico de la zona. El sitio esta muy limpio y puedes elegir entre comer en el salón o en una pequeña terraza con vistas a la ciudad de barro. La verdad es que comimos realmente muy bien.
Trip_advisor.
Les Jardins de Ouarzazate:
Otro lugar también donde nos llevó el guía, seguramente porque el dueño era primo o cuñado suyo. No me gusto tanto como el anterior, ni la comida estaba tan buena ni el camarero fue tan amble. El sitio era espectacular y también era un hotel con una piscina rodeadas de palmeras que daba ganas de bañarse, pero como restaurante no me pareció nada del otro mundo.
Trip_advisor.
Taj'in Darman:
Este restaurante se encuentra ubicado en una de las esquinas de la famosa plaza Djemaa el-Fna. La comida es inmejorable y las vistas simplemente impresionantes. Se encuentra justo al lado de una mezquita, por lo que te puede pasar que a mitad cena empiece a sonar la llamada a la oración y puedas ver con tus propios ojos como parte de la gente de la plaza deja sus trabajos para ir a rezar junto a la mezquita. Sin lugar a dudas lo recomiendo más para cenas que para comidas ya que por las noches la plaza esta iluminada y llena de gente, por lo que las vistas son más espectaculares.
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Cafe des Epices:
Se encuentra ubicado en la pequeña plaza de las especies. Tiene una planta baja, una planta media con aire acondicionado y una terraza con vistas a la plaza. La comida es deliciosa y sus zumos naturales son refrescantes y sabrosos. Es mejor para comer y así podrás ver todo el movimiento que tiene esta parte de la ciudad, donde la gente compra especies o los turistas regatean para conseguir buenos precios.
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- Ouarzazate:
La Rose du Sable:
No está exactamente en Ouarzazate sino que es un hotel-restaurante que se encuentra de camino a esta ciudad y frente a la famosa ciudad de Ait Ben Haddou. Es el típico lugar donde te llevan cuando vas con algún viaje programado, nosotros íbamos con el guía por lo que también nos llevaron. Se come un menú muy bueno con ensalada bereber o marroquí y después un plato principal para elegir. De postre se come fruta de temporada o algún pastel típico de la zona. El sitio esta muy limpio y puedes elegir entre comer en el salón o en una pequeña terraza con vistas a la ciudad de barro. La verdad es que comimos realmente muy bien.
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Les Jardins de Ouarzazate:
Otro lugar también donde nos llevó el guía, seguramente porque el dueño era primo o cuñado suyo. No me gusto tanto como el anterior, ni la comida estaba tan buena ni el camarero fue tan amble. El sitio era espectacular y también era un hotel con una piscina rodeadas de palmeras que daba ganas de bañarse, pero como restaurante no me pareció nada del otro mundo.
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Día 1
Madrid - Marrakech
Nuestro avión salía casi a las 22:00 de Madrid por lo que la hora de llegada a Marrkech era sobre las 23:00 debido al cambio horario. Nada mas cruzar la salida del aeropuerto nos esperada Lahcen con su eterna sonrisa. Después de los saludos correspondientes y nuestras presentaciones nos acompañó a su coche para llevarnos a la ciudad.
El trayecto es corto por lo que a los veinte minutos nos encontrábamos frente al Riad Omar. Nos tomamos un té, nos explicó en que consistirían nuestros diez días con él y nos informó que la ruta de montaña la haríamos con su sobrino, ya que él acababa de llegar de hacer una ruta de quince días con otros españoles y necesitaba descansar un poco.
Ya era tarde y al día siguiente habíamos quedado sobre las 07:30 con Lahcen en el recibidor del hotel, pero al ser nuestra primera noche de viaje decidimos ir a dar una vuelta por los alrededores. El Riad estaba ubicado a solo cinco minutos de la plaza por lo que pudimos empaparnos del movimiento del lugar y las calles adyacentes.
No se si fue porque ya la había visto o porque cada vez este lugar está más preparado para el turismo, pero la plaza me pareció con menos vida que la primera vez. He visto fotos de la plaza de principios del siglo XX donde cientos de marroquís vestidos con sus túnicas negocian con los locales, rodeados de un aire a oriente medio que impresiona. Hoy en día esto no es más que gente espabilada que busca turistas desprevenidos para sacarle algunos euros. Monos atados por el cuello, apuestas de peleas de niños, mujeres que ponen henna en las manos a las turistas, si alguna vez esta plaza tuvo un encanto especial tuvo que ser hace muchos años.
Como siempre pasa los turistas acabamos transformando todo aquello que visitamos y Marrakech no iba a ser una excepción.
Nuestro avión salía casi a las 22:00 de Madrid por lo que la hora de llegada a Marrkech era sobre las 23:00 debido al cambio horario. Nada mas cruzar la salida del aeropuerto nos esperada Lahcen con su eterna sonrisa. Después de los saludos correspondientes y nuestras presentaciones nos acompañó a su coche para llevarnos a la ciudad.
El trayecto es corto por lo que a los veinte minutos nos encontrábamos frente al Riad Omar. Nos tomamos un té, nos explicó en que consistirían nuestros diez días con él y nos informó que la ruta de montaña la haríamos con su sobrino, ya que él acababa de llegar de hacer una ruta de quince días con otros españoles y necesitaba descansar un poco.
Ya era tarde y al día siguiente habíamos quedado sobre las 07:30 con Lahcen en el recibidor del hotel, pero al ser nuestra primera noche de viaje decidimos ir a dar una vuelta por los alrededores. El Riad estaba ubicado a solo cinco minutos de la plaza por lo que pudimos empaparnos del movimiento del lugar y las calles adyacentes.
No se si fue porque ya la había visto o porque cada vez este lugar está más preparado para el turismo, pero la plaza me pareció con menos vida que la primera vez. He visto fotos de la plaza de principios del siglo XX donde cientos de marroquís vestidos con sus túnicas negocian con los locales, rodeados de un aire a oriente medio que impresiona. Hoy en día esto no es más que gente espabilada que busca turistas desprevenidos para sacarle algunos euros. Monos atados por el cuello, apuestas de peleas de niños, mujeres que ponen henna en las manos a las turistas, si alguna vez esta plaza tuvo un encanto especial tuvo que ser hace muchos años.
Como siempre pasa los turistas acabamos transformando todo aquello que visitamos y Marrakech no iba a ser una excepción.
Día 2
Marrakech - Asni - Tiziane
Hoy daba comienzo realmente el viaje, empezamos el trekking por el Alto Atlas, por lo que primeramente subimos a la terraza del hotel para tomarnos un sabroso y completo desayuno. Volvimos a las habitaciones, ordenamos todo y dividimos los macutos en dos, el pequeño que llevaremos nosotros mientras andamos y el grande que iría encima de las mulas.
Puntual como un reloj aparece nuestro guía en el hotel y nos subimos en una pequeña furgoneta para ir al inicio de la ruta. Dicha puntualidad es inexistente en el pueblo marroquí, pero debido a tratar con el turista muchos ya lo han integrado en su propia cultura.
Recorremos pequeños pueblos por donde pasa la carretera y a lo lejos ya empezamos a vislumbrar nuestras montañas, el lugar por donde deberemos de pasar para acabar coronando el mítico Toubkal.
Llegamos al pueblo desde el que comienza todo, Asni. Una vez allí bajamos de la furgoneta, descargamos las cosas y nuevamente nos tomamos un té. Lahcen extiende un mapa sobre la mesa y nos explica detalladamente que vamos a recorrer durante los siguientes cinco días, pero para nosotros en estos momentos no son más que nombres sobre un papel, sin embargo la escena despierta en mi el recuerdo de esas películas de aventura donde todo comienza con un mapa extendido sobre una mesa mientras un ligero humo sale de una taza de te caliente.
Cuando ya nos hemos tomado el té nos presenta a nuestros tres acompañantes, Abdul, Ahmed y Mohammed. El primero es el guía de montaña y los otros dos son los muleros que guiaran a nuestras mulas durante todo el camino. Ahmed es también el cocinero jefe y descubriremos que tiene una de las mejores manos en la cocina de todo Marruecos.
Nos despedimos de Lahcen y comenzamos nuestra aventura.
Lo primero que hacemos es salir del pueblo en dirección a la montaña, y como no podía ser de otra manera empiezan las cuestas de tierra para calentar. El sol es implacable, ya que hoy entre salir de Marrakech y llegar aquí se nos han hecho sobre las 12:00, hora no muy propicia para empezar una ruta de senderismo, pero como es el primer día el cuerpo no se queja en exceso.
Aún no tenemos confianza con el guía y los muleros, por lo que la mayor parte del camino vamos en silencio y desentumeciendo las piernas para prepararlas para lo que les espera.
La ruta transcurre toda de subida por un bosque de enebros rojos y robles verdes, que aunque no nos consiguen tapar el sol si hacen la subida mucho más agradable.
Mientras estamos en esta parte del camino encontramos a un guía con un grupo de gente francesa donde una de ellas le estaba costando demasiado subir estas primeras pendientes del camino. Fueron la única vez que coincidimos con gente no autóctona hasta el último día que llegamos al refugio, y aunque en ese momento no lo sabíamos la ruta sería enteramente para nosotros.
Finalmente llegamos a un collado llamado Tacht, donde Abdul se detuvo bajo un árbol, se quitó la mochila y extrajo una bolsa de papel blanca, la cual nos la ofreció. No teníamos ni idea lo que contenía pero sin miedo metimos la mano en ella, hasta que nuestros dedos tocaron frutos secos en su interior. Después de este pequeño comienzo los frutos secos nos supieron a gloria, sobre todo los cacahuetes cubiertos de miel y sésamo. Desde ese día cada vez que empezábamos una ruta nueva, esperaba con entusiasmo el momento de poder meter la mano en la bolsa y poder degustar nuevamente ese manjar marroquí.
Una vez recuperado fuerzas empezamos a bajar por un camino estrecho que fue ensanchándose conforme íbamos recorriéndolo, hasta que llegamos a una zona boscosa donde el guía nos dijo que sería nuestro lugar de comida.
En apenas cinco minutos nuestros tres acompañantes montaron un picnic digno de una película. Pusieron unas colchonetas en el suelo, unos cojines para sentarnos y se pusieron a preparar la comida.
El manjar de ese día fue unas bolas de carne en salsa y una buena ensalada bereber. Repelamos los platos y nos dimos cuenta por primera vez que llevábamos con nosotros a un cocinero excepcional. Para finalizar nos llevaron unas rebanadas de una sandía dulce y sabrosa. Si todos los días iban a ser así creo que al final en lugar de perder kilos por la ruta acabaríamos llegando más gordos a España.
Para finalizar nuestra primera ruta teníamos que bajar por una pista ancha hacía un vergel que se veía en un pequeño valle rodeado de montañas. En medio de todo habían unos cinco pueblos y uno de ellos era Tiziane, nuestro primer contacto con un verdadero pueblo bereber del Alto Atlas.
Hoy daba comienzo realmente el viaje, empezamos el trekking por el Alto Atlas, por lo que primeramente subimos a la terraza del hotel para tomarnos un sabroso y completo desayuno. Volvimos a las habitaciones, ordenamos todo y dividimos los macutos en dos, el pequeño que llevaremos nosotros mientras andamos y el grande que iría encima de las mulas.
Puntual como un reloj aparece nuestro guía en el hotel y nos subimos en una pequeña furgoneta para ir al inicio de la ruta. Dicha puntualidad es inexistente en el pueblo marroquí, pero debido a tratar con el turista muchos ya lo han integrado en su propia cultura.
Recorremos pequeños pueblos por donde pasa la carretera y a lo lejos ya empezamos a vislumbrar nuestras montañas, el lugar por donde deberemos de pasar para acabar coronando el mítico Toubkal.
Llegamos al pueblo desde el que comienza todo, Asni. Una vez allí bajamos de la furgoneta, descargamos las cosas y nuevamente nos tomamos un té. Lahcen extiende un mapa sobre la mesa y nos explica detalladamente que vamos a recorrer durante los siguientes cinco días, pero para nosotros en estos momentos no son más que nombres sobre un papel, sin embargo la escena despierta en mi el recuerdo de esas películas de aventura donde todo comienza con un mapa extendido sobre una mesa mientras un ligero humo sale de una taza de te caliente.
Cuando ya nos hemos tomado el té nos presenta a nuestros tres acompañantes, Abdul, Ahmed y Mohammed. El primero es el guía de montaña y los otros dos son los muleros que guiaran a nuestras mulas durante todo el camino. Ahmed es también el cocinero jefe y descubriremos que tiene una de las mejores manos en la cocina de todo Marruecos.
Nos despedimos de Lahcen y comenzamos nuestra aventura.
Lo primero que hacemos es salir del pueblo en dirección a la montaña, y como no podía ser de otra manera empiezan las cuestas de tierra para calentar. El sol es implacable, ya que hoy entre salir de Marrakech y llegar aquí se nos han hecho sobre las 12:00, hora no muy propicia para empezar una ruta de senderismo, pero como es el primer día el cuerpo no se queja en exceso.
Aún no tenemos confianza con el guía y los muleros, por lo que la mayor parte del camino vamos en silencio y desentumeciendo las piernas para prepararlas para lo que les espera.
La ruta transcurre toda de subida por un bosque de enebros rojos y robles verdes, que aunque no nos consiguen tapar el sol si hacen la subida mucho más agradable.
Mientras estamos en esta parte del camino encontramos a un guía con un grupo de gente francesa donde una de ellas le estaba costando demasiado subir estas primeras pendientes del camino. Fueron la única vez que coincidimos con gente no autóctona hasta el último día que llegamos al refugio, y aunque en ese momento no lo sabíamos la ruta sería enteramente para nosotros.
Finalmente llegamos a un collado llamado Tacht, donde Abdul se detuvo bajo un árbol, se quitó la mochila y extrajo una bolsa de papel blanca, la cual nos la ofreció. No teníamos ni idea lo que contenía pero sin miedo metimos la mano en ella, hasta que nuestros dedos tocaron frutos secos en su interior. Después de este pequeño comienzo los frutos secos nos supieron a gloria, sobre todo los cacahuetes cubiertos de miel y sésamo. Desde ese día cada vez que empezábamos una ruta nueva, esperaba con entusiasmo el momento de poder meter la mano en la bolsa y poder degustar nuevamente ese manjar marroquí.
Una vez recuperado fuerzas empezamos a bajar por un camino estrecho que fue ensanchándose conforme íbamos recorriéndolo, hasta que llegamos a una zona boscosa donde el guía nos dijo que sería nuestro lugar de comida.
En apenas cinco minutos nuestros tres acompañantes montaron un picnic digno de una película. Pusieron unas colchonetas en el suelo, unos cojines para sentarnos y se pusieron a preparar la comida.
El manjar de ese día fue unas bolas de carne en salsa y una buena ensalada bereber. Repelamos los platos y nos dimos cuenta por primera vez que llevábamos con nosotros a un cocinero excepcional. Para finalizar nos llevaron unas rebanadas de una sandía dulce y sabrosa. Si todos los días iban a ser así creo que al final en lugar de perder kilos por la ruta acabaríamos llegando más gordos a España.
Para finalizar nuestra primera ruta teníamos que bajar por una pista ancha hacía un vergel que se veía en un pequeño valle rodeado de montañas. En medio de todo habían unos cinco pueblos y uno de ellos era Tiziane, nuestro primer contacto con un verdadero pueblo bereber del Alto Atlas.
Tiziane es pequeño, tiene unas decenas de casa, una pequeña mezquita y un minúsculo supermercado, bueno más que un supermercado es una entrada a una casa llena de productos envasados. A este tipo de pueblo no se puede llegar en coche, pero en la parte alta del valle hay una pista donde una vez por semana llega un camión con provisiones para el pueblo. Desde aquí se distribuye en mulas por el resto de los pequeños pueblos.
Nada más llegar teníamos que dormir en una pequeña casa albergue que hay, pero estaba llena, ya que unos chicos de otra parte de marruecos estaban de visita y dormían en esa casa. Después de que nuestros guías se moviesen, hablasen con la gente del pueblo y se preocupasen, los dueños del albergue nos dijeron que nos cedían una habitación de su casa. Nos comentaron si nos importaba dormir allí y le respondimos que todo lo contario que estaríamos encantados.
La habitación tenía una pequeña ventana y se accedía por una puerta que daba a un pequeño patio. Sin lugar a dudas era una habitación acogedora, sobre todo por la vida que se hacía en ese patio donde no paraba de entrar y salir gente.
No había mucho que hacer en el pueblo, por lo que después de dar una vuelta y jugar con unos niños decidimos sentarnos en el patio que había en la casa y disfrutar del ajetreo del pueblo.
A media tarde nos trajeron té y galletas para merendar. En un primer momento pensé que esa comida era de la casa, pero cuando vi a los niños como miraban las galletas me di cuenta de que la comida estaba en las mulas y que estos niños no veían muy a menudo galletas. Para integrarnos les ofrecimos a los niños galletas, venían con reparo, nos sonreían y cuando se las llevaban en lugar de comérselas las compartían con otros niños que habían jugando por el lugar.
Llevábamos rotuladores que habíamos comprado en España y le dimos unos cuantos a los niños, con lo que volvimos a recibir una sonrisa como gratitud, y no sólo de ellos, sino también de sus padres ya que veían como compartíamos todo con ellos.
A la hora de cenar también nuestra comida era diferente de la de la gente de la casa y hasta teníamos Coca-Cola, por lo que parte de ésta la compartimos con unas mujeres que estaban cenando junto a nosotros.
Ellas nos habían cedido su cuarto y estábamos durmiendo en su propia casa, que menos que compartir nuestras cosas con ellos. La hospitalidad de los bereberes es bien conocida, pero sin lugar a dudas esta gente nos demostró lo que significa compartir con los demás.
Justo cuando nos íbamos a dormir empezamos a escuchar música en la calle, salimos a ver que pasaba y estaban unos hombres y niños cantando, dando palmas y bailando. Salí fuera para hacer fotos y grabar un poco, pero soy de los que me gusta integrarme, aunque me daba un poco de apuro meterme en medio de la gente que no se como reaccionaría al verme hacer el ganso entre ellos, ya que yo lo de bailar y cantar no lo llevo muy bien. Cuando ya pensaba que sería imposible participar el dueño de la casa donde nos alojábamos me cogió de la mano y me metió de lleno con él en el festival y pude disfrutar de unos minutos dando palmas, gritando y moviéndome como si no hubiese un mañana. Tengo que reconocer que me gusta todo eso, me gusta sentirme parte de la gente y me gusta ver como la gente te acepta y disfruta viéndote a ti reír.
Sólo llevábamos un día y la experiencia estaba siendo muy enriquecedora, por este motivo había escogido una ruta sin turistas, para integrarme lo más posible con estos maravillosos pueblos bereberes.
Nada más llegar teníamos que dormir en una pequeña casa albergue que hay, pero estaba llena, ya que unos chicos de otra parte de marruecos estaban de visita y dormían en esa casa. Después de que nuestros guías se moviesen, hablasen con la gente del pueblo y se preocupasen, los dueños del albergue nos dijeron que nos cedían una habitación de su casa. Nos comentaron si nos importaba dormir allí y le respondimos que todo lo contario que estaríamos encantados.
La habitación tenía una pequeña ventana y se accedía por una puerta que daba a un pequeño patio. Sin lugar a dudas era una habitación acogedora, sobre todo por la vida que se hacía en ese patio donde no paraba de entrar y salir gente.
No había mucho que hacer en el pueblo, por lo que después de dar una vuelta y jugar con unos niños decidimos sentarnos en el patio que había en la casa y disfrutar del ajetreo del pueblo.
A media tarde nos trajeron té y galletas para merendar. En un primer momento pensé que esa comida era de la casa, pero cuando vi a los niños como miraban las galletas me di cuenta de que la comida estaba en las mulas y que estos niños no veían muy a menudo galletas. Para integrarnos les ofrecimos a los niños galletas, venían con reparo, nos sonreían y cuando se las llevaban en lugar de comérselas las compartían con otros niños que habían jugando por el lugar.
Llevábamos rotuladores que habíamos comprado en España y le dimos unos cuantos a los niños, con lo que volvimos a recibir una sonrisa como gratitud, y no sólo de ellos, sino también de sus padres ya que veían como compartíamos todo con ellos.
A la hora de cenar también nuestra comida era diferente de la de la gente de la casa y hasta teníamos Coca-Cola, por lo que parte de ésta la compartimos con unas mujeres que estaban cenando junto a nosotros.
Ellas nos habían cedido su cuarto y estábamos durmiendo en su propia casa, que menos que compartir nuestras cosas con ellos. La hospitalidad de los bereberes es bien conocida, pero sin lugar a dudas esta gente nos demostró lo que significa compartir con los demás.
Justo cuando nos íbamos a dormir empezamos a escuchar música en la calle, salimos a ver que pasaba y estaban unos hombres y niños cantando, dando palmas y bailando. Salí fuera para hacer fotos y grabar un poco, pero soy de los que me gusta integrarme, aunque me daba un poco de apuro meterme en medio de la gente que no se como reaccionaría al verme hacer el ganso entre ellos, ya que yo lo de bailar y cantar no lo llevo muy bien. Cuando ya pensaba que sería imposible participar el dueño de la casa donde nos alojábamos me cogió de la mano y me metió de lleno con él en el festival y pude disfrutar de unos minutos dando palmas, gritando y moviéndome como si no hubiese un mañana. Tengo que reconocer que me gusta todo eso, me gusta sentirme parte de la gente y me gusta ver como la gente te acepta y disfruta viéndote a ti reír.
Sólo llevábamos un día y la experiencia estaba siendo muy enriquecedora, por este motivo había escogido una ruta sin turistas, para integrarme lo más posible con estos maravillosos pueblos bereberes.
Día 3
Tiziane - Tizgui
Nuevamente el despertador sonó sobre las 07:00 para empezar un nuevo día. Como siempre arreglamos nuestras mochilas y lo dejamos todo preparado para empezar la marcha cuando los guías lo dijesen. Cual fue nuestra sorpresa cuando la mesa que habíamos usado para cenar la noche anterior esta llena de nutella, mantequilla, mermelada y todo lo que os podáis imaginar. Eso si, la leche era de cabra, ya que era lo que más abundaba por la zona.
Mohammed se nos acercó y nos comentó que tenía que volver al pueblo principal y que la ruta la seguiríamos con Adbul y Ahmed, supongo que le surgió algún compromiso de última hora.
Una vez que tuvimos el estomago lleno recogimos las cosas y nos dispusimos a salir del pueblo, pero antes de irnos el dueño de la casa nos comentó que su mujer tenía mucho dolor en un diente y no tenían ningún tipo de medicamentos para paliarlo, por lo que les dimos una caja de paracetamol para poder ayudarle a sobrellevarlo. Nuevamente nos dieron las gracias y partimos hacía nuestro siguiente destino.
La ruta empezaba en un barranco donde no nos daba el sol, por lo que pudimos disfrutar de una primera parte de ruta sin que el astro rey nos calentase las espaldas. Poco a poco fuimos ganando desnivel mientras salíamos del barranco. Cuando ya llevábamos más de dos horas alcanzamos la cima del barranco y encontramos un claro con arboles donde Abdul decidió parar para sacar su mágica bolsa y entregarnos un buen puñado de frutos secos.
Desde aquí la ruta empezó a perder desnivel y transcurrir por una senda muy pisada, ya que la usaban los autóctonos de la zona para ir de un pueblo al otro.
Finalmente llegamos a un nuevo valle, con las características similares al anterior, un vergel en el fondo y montañas enormes a los lados, con una pequeña diferencia, éste parecía estar más asilado que el del día anterior.
Recorrimos todo el pueblo y llegamos a una gran casa justo al lado de la mezquita, allí nos recibió Ahmed con la sonrisa de siempre y diciéndonos que cuando tuviésemos hambre se lo dijésemos para comer.
La casa estaba vacía y nos alojaron en la parte alta, donde había una terraza enorme, una habitación parecida a la del día anterior y un cuarto de baño enorme. No solamente estaba limpio sino que tenía un aseo occidental y una ducha con agua caliente, sin lugar a dudas era un lugar privilegiado.
Después de tomar un sabroso tajin y una reconfortante ducha decidimos tomarnos una pequeña siesta, no sólo por que estábamos madrugando sino porque hacía tanto calor que no se podía salir a la calle.
Nuevamente el despertador sonó sobre las 07:00 para empezar un nuevo día. Como siempre arreglamos nuestras mochilas y lo dejamos todo preparado para empezar la marcha cuando los guías lo dijesen. Cual fue nuestra sorpresa cuando la mesa que habíamos usado para cenar la noche anterior esta llena de nutella, mantequilla, mermelada y todo lo que os podáis imaginar. Eso si, la leche era de cabra, ya que era lo que más abundaba por la zona.
Mohammed se nos acercó y nos comentó que tenía que volver al pueblo principal y que la ruta la seguiríamos con Adbul y Ahmed, supongo que le surgió algún compromiso de última hora.
Una vez que tuvimos el estomago lleno recogimos las cosas y nos dispusimos a salir del pueblo, pero antes de irnos el dueño de la casa nos comentó que su mujer tenía mucho dolor en un diente y no tenían ningún tipo de medicamentos para paliarlo, por lo que les dimos una caja de paracetamol para poder ayudarle a sobrellevarlo. Nuevamente nos dieron las gracias y partimos hacía nuestro siguiente destino.
La ruta empezaba en un barranco donde no nos daba el sol, por lo que pudimos disfrutar de una primera parte de ruta sin que el astro rey nos calentase las espaldas. Poco a poco fuimos ganando desnivel mientras salíamos del barranco. Cuando ya llevábamos más de dos horas alcanzamos la cima del barranco y encontramos un claro con arboles donde Abdul decidió parar para sacar su mágica bolsa y entregarnos un buen puñado de frutos secos.
Desde aquí la ruta empezó a perder desnivel y transcurrir por una senda muy pisada, ya que la usaban los autóctonos de la zona para ir de un pueblo al otro.
Finalmente llegamos a un nuevo valle, con las características similares al anterior, un vergel en el fondo y montañas enormes a los lados, con una pequeña diferencia, éste parecía estar más asilado que el del día anterior.
Recorrimos todo el pueblo y llegamos a una gran casa justo al lado de la mezquita, allí nos recibió Ahmed con la sonrisa de siempre y diciéndonos que cuando tuviésemos hambre se lo dijésemos para comer.
La casa estaba vacía y nos alojaron en la parte alta, donde había una terraza enorme, una habitación parecida a la del día anterior y un cuarto de baño enorme. No solamente estaba limpio sino que tenía un aseo occidental y una ducha con agua caliente, sin lugar a dudas era un lugar privilegiado.
Después de tomar un sabroso tajin y una reconfortante ducha decidimos tomarnos una pequeña siesta, no sólo por que estábamos madrugando sino porque hacía tanto calor que no se podía salir a la calle.
Cuando estábamos despertándonos de la siesta para ir a dar una vuelta al pueblo, apareció una nube negra sobre nuestras cabezas y empezó a dejar caer con fuerza toda el agua que llevaba dentro, e incluso en algunos momentos también cayó algo de granizo. Decidimos esperar un poco para ver si la cosa aminoraba y en ese momento nos ocurrió una de las anécdotas del viaje, apareció ante nosotros un simpático hombre de unos sesenta años. No sabíamos muy bien quien era ni lo que quería pero lo que hizo fue sentarse en una silla junto a nosotros. Empezamos a preguntarle cosas, pero ni nosotros hablamos bereber ni él hablaba español, por lo que nuestra conversación no fue muy fluida, aunque por lo que pudimos averiguar era el jefe de la casa.
Estábamos hospedados en la casa de este magnífico individuo que parecía divertirse mucho estando con nosotros. Le hicimos fotos y se acerco a verlas, hacíamos fotos con nuestra cámara réflex y las miraba dándonos su opinión moviendo la cabeza de un lado a otro, tengo que reconocer que no le gusto mucho nuestras fotos "artísticas". Cuando dejo de llover el hombre se acercó a un gran nogal que había en la calle cuyas ramas entraban por la terraza y empezó a coger nueces y pelárnoslas para que nos las comiésemos, nosotros lo hicimos encantados pero la verdad es que estaban un poco verdes. El hombre estuvo pasando un rato más con nosotros y sin previo avisó se fue de la terraza, creo que le hacía mucha ilusión tener extranjeros en su casa y por la sensación que daba era un hecho que no ocurría muy a menudo.
Como este pueblo tenía un poco más de vida que el del día anterior, decidimos ir a dar una vuelta y visitar sus casas supermercados para ver que tenían y probar algo, pero cual fue nuestras sorpresa cuando Abdul nos dijo que nos quería acompañar.
Lo que iba a ser un pequeño paseo por el pueblo se convirtió casi en una pequeña ruta, ya que nos salimos del pueblo y para subir a su parte alta ascendimos por una rambla que estaba formada por la lluvia. Abdul no sabía distinguir muy bien entre un paseo y un trekking.
Cuando volvimos de nuestra excursión nos enteramos que el jefe había vuelto a la terraza y como Manolo no había querido salir de paseo se había pasado todo el tiempo hablando con él, bueno hablando tampoco, más bien gesticulando el uno con el otro. Sin lugar a dudas hubiese estado muy bien haber grabado esa situación para rememorarla en tiempos venideros.
Finalmente Ahmed nos hizo una cena increíble y nos dispusimos a descansar ya que al día siguiente teníamos una nueva ruta de montaña.
Estábamos hospedados en la casa de este magnífico individuo que parecía divertirse mucho estando con nosotros. Le hicimos fotos y se acerco a verlas, hacíamos fotos con nuestra cámara réflex y las miraba dándonos su opinión moviendo la cabeza de un lado a otro, tengo que reconocer que no le gusto mucho nuestras fotos "artísticas". Cuando dejo de llover el hombre se acercó a un gran nogal que había en la calle cuyas ramas entraban por la terraza y empezó a coger nueces y pelárnoslas para que nos las comiésemos, nosotros lo hicimos encantados pero la verdad es que estaban un poco verdes. El hombre estuvo pasando un rato más con nosotros y sin previo avisó se fue de la terraza, creo que le hacía mucha ilusión tener extranjeros en su casa y por la sensación que daba era un hecho que no ocurría muy a menudo.
Como este pueblo tenía un poco más de vida que el del día anterior, decidimos ir a dar una vuelta y visitar sus casas supermercados para ver que tenían y probar algo, pero cual fue nuestras sorpresa cuando Abdul nos dijo que nos quería acompañar.
Lo que iba a ser un pequeño paseo por el pueblo se convirtió casi en una pequeña ruta, ya que nos salimos del pueblo y para subir a su parte alta ascendimos por una rambla que estaba formada por la lluvia. Abdul no sabía distinguir muy bien entre un paseo y un trekking.
Cuando volvimos de nuestra excursión nos enteramos que el jefe había vuelto a la terraza y como Manolo no había querido salir de paseo se había pasado todo el tiempo hablando con él, bueno hablando tampoco, más bien gesticulando el uno con el otro. Sin lugar a dudas hubiese estado muy bien haber grabado esa situación para rememorarla en tiempos venideros.
Finalmente Ahmed nos hizo una cena increíble y nos dispusimos a descansar ya que al día siguiente teníamos una nueva ruta de montaña.
Día 4
Tizgui - Azib N' Tamsoult
Hoy como siempre volvimos a despertarnos pronto, tomamos un nutritivo desayuno y nos dispusimos a empezar la ruta. Cuando ya estaba todo preparado en la puerta de la calle apareció el jefe para despedirse de nosotros, como hombre curioso que es nos cogió los palos de andar para verlos, los toco, los miro por todos los lados y los separó hasta que sacó uno del otro, puso cara de sorpresa, intentó arreglarlo y cuando vio que no sabía arreglarlo nos lo devolvió con cara de póker. Es muy curioso ver como alguien que vive en un pueblo aislado del mundo tiene tanta curiosidad y se divierte tanto mirando las cosas extrañas que llevan los extranjeros.
Nos despedimos con un abrazo de nuestro jefe y empezamos nuevamente la ruta. En total teníamos que hacer unos quince kilómetros y mil cuatrocientos metros de desnivel positivo. La primera parte era realmente bonita, se subía por unos caminos tallados en la piedra de la montaña y de vez en cuando cruzábamos pequeños molinos que usaban el agua de los riachuelos para funcionar. Las montañas que nos rodeaban ya empezaban a ser diferentes, estábamos cambiando las cimas redondeadas por picos más agrestes, empezaba realmente la aventura.
Después de unas dos horas de subidas llegamos a un pequeño paso entre montañas, una zona realmente espectacular, un lugar donde ya parecía que estábamos en alta montaña. En este punto fue donde Ahmed con las dos mulas nos dio alcance y ese día hizo el camino junto a nosotros.
Una hora más tarde hicimos la primera parada, como siempre debajo de un enorme nogal donde Abdul sacó la famosa bolsa de papel, que parecía que no se acababa y nos deleitó con esos frutos secos tan sabrosos, aún puedo recordar el sabor a miel junto al sésamo.
El resto de la ruta fue más tranquila, pasando por pequeñas zonas con arboles y moviéndonos siempre por el cauce del río, nuestro destino un pueblo perdido de pastores donde nos esperaba una suculenta comida.
Hoy como siempre volvimos a despertarnos pronto, tomamos un nutritivo desayuno y nos dispusimos a empezar la ruta. Cuando ya estaba todo preparado en la puerta de la calle apareció el jefe para despedirse de nosotros, como hombre curioso que es nos cogió los palos de andar para verlos, los toco, los miro por todos los lados y los separó hasta que sacó uno del otro, puso cara de sorpresa, intentó arreglarlo y cuando vio que no sabía arreglarlo nos lo devolvió con cara de póker. Es muy curioso ver como alguien que vive en un pueblo aislado del mundo tiene tanta curiosidad y se divierte tanto mirando las cosas extrañas que llevan los extranjeros.
Nos despedimos con un abrazo de nuestro jefe y empezamos nuevamente la ruta. En total teníamos que hacer unos quince kilómetros y mil cuatrocientos metros de desnivel positivo. La primera parte era realmente bonita, se subía por unos caminos tallados en la piedra de la montaña y de vez en cuando cruzábamos pequeños molinos que usaban el agua de los riachuelos para funcionar. Las montañas que nos rodeaban ya empezaban a ser diferentes, estábamos cambiando las cimas redondeadas por picos más agrestes, empezaba realmente la aventura.
Después de unas dos horas de subidas llegamos a un pequeño paso entre montañas, una zona realmente espectacular, un lugar donde ya parecía que estábamos en alta montaña. En este punto fue donde Ahmed con las dos mulas nos dio alcance y ese día hizo el camino junto a nosotros.
Una hora más tarde hicimos la primera parada, como siempre debajo de un enorme nogal donde Abdul sacó la famosa bolsa de papel, que parecía que no se acababa y nos deleitó con esos frutos secos tan sabrosos, aún puedo recordar el sabor a miel junto al sésamo.
El resto de la ruta fue más tranquila, pasando por pequeñas zonas con arboles y moviéndonos siempre por el cauce del río, nuestro destino un pueblo perdido de pastores donde nos esperaba una suculenta comida.
Una vez saciada nuestra hambre y descansando un poco tuvimos que volver a ponernos en marcha, ya que hoy no dormiríamos en un pueblo sino en un refugio de montaña. Salimos del pueblo por la parte alta y fuimos ganando desnivel a la vez que abandonábamos el valle. Sin prácticamente parar en ningún momento cambiamos de valle y pudimos ver al fondo el refugio donde deberíamos pasar la noche.
La zona era muy bonita, una montañas altas, un rio ancho, un riachuelo que caía directamente de la montaña y estábamos completamente solos. El refugio no tenía pinta de usarse mucho ya que estaba cerrado cuando llegamos, por lo que primeramente tuvimos que abrirlo y preparar las cosas.
Para descansar un poco los pies nos fuimos al riachuelo y los metimos dentro del agua, pero no podíamos aguantar más de unos pocos segundos porque se nos congelaban. Cierto es que esto viene muy bien para descargar los pies, pero tampoco era cuestión de quedarnos con los pies azules.
Terminamos de preparar los sacos en la habitación que había y fuimos al comedor donde nuevamente Ahmed había preparado una magnífica cena y en esta ocasión nos habían cocinado patatas fritas para hacernos un pequeño detalle. Nosotros se lo agradecimos, pero la verdad es que no hubiese hecho falta porque la comida que nos estabamos metiendo entre pecho y espalda todos los días era deliciosa.
Para finalizar el día nos fuimos a dormir, ya que la siguiente jornada era la más dura en cuanto a desnivel y distancia.
La zona era muy bonita, una montañas altas, un rio ancho, un riachuelo que caía directamente de la montaña y estábamos completamente solos. El refugio no tenía pinta de usarse mucho ya que estaba cerrado cuando llegamos, por lo que primeramente tuvimos que abrirlo y preparar las cosas.
Para descansar un poco los pies nos fuimos al riachuelo y los metimos dentro del agua, pero no podíamos aguantar más de unos pocos segundos porque se nos congelaban. Cierto es que esto viene muy bien para descargar los pies, pero tampoco era cuestión de quedarnos con los pies azules.
Terminamos de preparar los sacos en la habitación que había y fuimos al comedor donde nuevamente Ahmed había preparado una magnífica cena y en esta ocasión nos habían cocinado patatas fritas para hacernos un pequeño detalle. Nosotros se lo agradecimos, pero la verdad es que no hubiese hecho falta porque la comida que nos estabamos metiendo entre pecho y espalda todos los días era deliciosa.
Para finalizar el día nos fuimos a dormir, ya que la siguiente jornada era la más dura en cuanto a desnivel y distancia.
Día 5
Azib N' Tamsoult - Refugio de Netler
Por la planificación que teníamos apuntada hoy debería ser la ruta más dura ya que tendríamos que recorrer unos doce kilómetros con un desnivel aproximado de mil quinientos metros, teniendo en cuenta que llegaríamos hasta casi los tres mil seiscientos metros de altitud, nos esperaba una buena marcha de preparación para el Toubkal.
Nos levantamos antes de la seis de la mañana, desayunamos y nos dispusimos a recoger las cosas en las mulas, pero con un pequeño problema, debido a las lluvias de los últimos días los caminos por los que debíamos pasar no estarían preparados para que los cruzasen las mulas, por lo que Ahmed tenía que bajarse hasta el pueblo de Imlil y subir al refugio de Netler por lo que se conoce como la "vía normal". Nuestra ruta nos llevaría unas seis horas mientras que Ahmed tardaría unas siete, por lo que lo esperaríamos tranquilamente en el refugio una vez que llegásemos.
El inicio de la ruta se hacía por la zona del riachuelo donde nos mojamos los pies el día anterior, una zona agreste y bonita llena de piedras, donde muchas veces el camino no terminaba de ser visible, y ya se empezaba a notar que nos encontrábamos de lleno en alta montaña. Cuando llevábamos transcurrido una hora nos encontramos con una bonita cascada que era la causante del frio riachuelo que corría hacía el fondo del valle. Hicimos una parada de rigor para hacernos unas fotos y Abdul aprovechó para hacer su segundo rezo matutino.
El siguiente tramo era una subida en un pequeño zigzag muy cómodo para ir ganando desnivel, ahora ya nos encontrábamos rodeados de montañas cercanas a los cuatro mil metros y el paraje era realmente fantástico. Todo esto en invierno está completamente nevado y hace falta crampones para avanzar, pero debido a que estábamos en Agosto las cimas de estas grandes montañas se encontraban totalmente libres de su manto invernal.
Poco a poco se nos fue oscureciendo el cielo y unas pequeñas nubes empezaron a descargar unas pequeñas gotas de lluvia sobre nuestras cabezas, que en lugar de molestar se agradecían ya que refrescaban y permitían que la ruta fuese más cómoda y sin el sol abrasador de otros días.
Cuando estábamos cerca de alcanzar el primer collado del día empezó a llover con fuerza, lo que había sido hasta ese momento un poco de lluvia se transformó rápidamente en un diluvio en toda regla, por lo que paramos para ponernos los chubasqueros y evitar así mojarnos la ropa.
Durante la ruta cruzamos un collado a mas de tres mil seiscientos metros de altura, rodeados de cimas de cuatro mil metros, sin lugar a dudas fue la ruta más espectacular del viaje, pero no pudimos disfrutarla debido a las condiciones del tiempo.
Para llegar al refugio de Netler tuvimos que sortear distintos riachuelos que se habían creado por la tormenta, por lo que teníamos que ir tirando piedras al río hasta conseguir hacer un pequeño puente y cruzar al otro lado.
Después de más de cuatro interminables horas llegamos al refugio completamente empapados y sin posibilidad de cambiarnos porque Ahmed no había llegado todavía con las mulas, por lo que los del refugio nos dieron mantas, nos desnudamos y nos metimos dentro de las mantas para poder entrar un poco en calor, ya que el problema no había sido sólo el agua sino también que hacía viento y frio.
Sin lugar a dudas fue la etapa más dura climatológicamente hablando que he sufrido nunca, hasta tal punto que ya no sentíamos las manos y parte de la gente empezaba a tener problemas con los movimientos normales de los brazos. Sin lugar a dudas la alta montaña nos mostró su cara más dura.
Ese día nadie pudo alcanzar la cima del Toubkal y nuestra preocupación aumento cuando el tiempo para el día siguiente no parecía que iba a ser mucho mejor.
Por la planificación que teníamos apuntada hoy debería ser la ruta más dura ya que tendríamos que recorrer unos doce kilómetros con un desnivel aproximado de mil quinientos metros, teniendo en cuenta que llegaríamos hasta casi los tres mil seiscientos metros de altitud, nos esperaba una buena marcha de preparación para el Toubkal.
Nos levantamos antes de la seis de la mañana, desayunamos y nos dispusimos a recoger las cosas en las mulas, pero con un pequeño problema, debido a las lluvias de los últimos días los caminos por los que debíamos pasar no estarían preparados para que los cruzasen las mulas, por lo que Ahmed tenía que bajarse hasta el pueblo de Imlil y subir al refugio de Netler por lo que se conoce como la "vía normal". Nuestra ruta nos llevaría unas seis horas mientras que Ahmed tardaría unas siete, por lo que lo esperaríamos tranquilamente en el refugio una vez que llegásemos.
El inicio de la ruta se hacía por la zona del riachuelo donde nos mojamos los pies el día anterior, una zona agreste y bonita llena de piedras, donde muchas veces el camino no terminaba de ser visible, y ya se empezaba a notar que nos encontrábamos de lleno en alta montaña. Cuando llevábamos transcurrido una hora nos encontramos con una bonita cascada que era la causante del frio riachuelo que corría hacía el fondo del valle. Hicimos una parada de rigor para hacernos unas fotos y Abdul aprovechó para hacer su segundo rezo matutino.
El siguiente tramo era una subida en un pequeño zigzag muy cómodo para ir ganando desnivel, ahora ya nos encontrábamos rodeados de montañas cercanas a los cuatro mil metros y el paraje era realmente fantástico. Todo esto en invierno está completamente nevado y hace falta crampones para avanzar, pero debido a que estábamos en Agosto las cimas de estas grandes montañas se encontraban totalmente libres de su manto invernal.
Poco a poco se nos fue oscureciendo el cielo y unas pequeñas nubes empezaron a descargar unas pequeñas gotas de lluvia sobre nuestras cabezas, que en lugar de molestar se agradecían ya que refrescaban y permitían que la ruta fuese más cómoda y sin el sol abrasador de otros días.
Cuando estábamos cerca de alcanzar el primer collado del día empezó a llover con fuerza, lo que había sido hasta ese momento un poco de lluvia se transformó rápidamente en un diluvio en toda regla, por lo que paramos para ponernos los chubasqueros y evitar así mojarnos la ropa.
Durante la ruta cruzamos un collado a mas de tres mil seiscientos metros de altura, rodeados de cimas de cuatro mil metros, sin lugar a dudas fue la ruta más espectacular del viaje, pero no pudimos disfrutarla debido a las condiciones del tiempo.
Para llegar al refugio de Netler tuvimos que sortear distintos riachuelos que se habían creado por la tormenta, por lo que teníamos que ir tirando piedras al río hasta conseguir hacer un pequeño puente y cruzar al otro lado.
Después de más de cuatro interminables horas llegamos al refugio completamente empapados y sin posibilidad de cambiarnos porque Ahmed no había llegado todavía con las mulas, por lo que los del refugio nos dieron mantas, nos desnudamos y nos metimos dentro de las mantas para poder entrar un poco en calor, ya que el problema no había sido sólo el agua sino también que hacía viento y frio.
Sin lugar a dudas fue la etapa más dura climatológicamente hablando que he sufrido nunca, hasta tal punto que ya no sentíamos las manos y parte de la gente empezaba a tener problemas con los movimientos normales de los brazos. Sin lugar a dudas la alta montaña nos mostró su cara más dura.
Ese día nadie pudo alcanzar la cima del Toubkal y nuestra preocupación aumento cuando el tiempo para el día siguiente no parecía que iba a ser mucho mejor.
Cuando llegó Ahmed ya estábamos secos y calientes por lo pudimos vestirnos con ropa seca y bajar al comedor para coger fuerzas. Como siempre nuestro cocinero había preparado una riquísima comida y dimos buena cuenta de ella.
Como estábamos bastante cansados decidimos dar una pequeña cabezada pero tampoco mucha ya que deberíamos acostarnos pronto para intentar hacer cima al día siguiente.
Ya por la tarde bajamos al comedor y conversamos con dos catalanas y un rumano que dormían en el mismo cuarto que nosotros, haciendo de la tarde una experiencia diferente mientras íbamos conociendo gente de diferentes lugares. Con las que más relación acabamos haciendo fue con las catalanas que iban también a intentar al día siguiente coronar el mítico Toubkal.
Teníamos que secar la ropa, por lo que repartimos todas nuestras pertenencias por los radiadores que habían por el refugio, consiguiendo finalmente secar tanto ropa como zapatillas, ya que las necesitaríamos para la marcha del día siguiente.
Como estábamos bastante cansados decidimos dar una pequeña cabezada pero tampoco mucha ya que deberíamos acostarnos pronto para intentar hacer cima al día siguiente.
Ya por la tarde bajamos al comedor y conversamos con dos catalanas y un rumano que dormían en el mismo cuarto que nosotros, haciendo de la tarde una experiencia diferente mientras íbamos conociendo gente de diferentes lugares. Con las que más relación acabamos haciendo fue con las catalanas que iban también a intentar al día siguiente coronar el mítico Toubkal.
Teníamos que secar la ropa, por lo que repartimos todas nuestras pertenencias por los radiadores que habían por el refugio, consiguiendo finalmente secar tanto ropa como zapatillas, ya que las necesitaríamos para la marcha del día siguiente.
Día 6
Refugio de Netler - Toubkal - Imlil
Hoy era el día más importante del viaje ya que íbamos a intentar coronar el mítico Toubkal, objetivo principal de nuestro segundo viaje a Marruecos. El día anterior había sido realmente duro debido sobre todo a las inclemencias meteorológicas y nadie pudo coronar la cima, por lo que hoy estábamos a la espera de ver los partes del tiempo. Dormimos plácidamente en nuestra literas hasta que mi despertador sonó, en un primer momento no sabía exactamente donde estaba pero al verme rodeado de mochilas y ropa de montaña mi cabeza volvió a funcionar. Me vestí rápido y baje al comedor principal para ver lo que allí se estaba preparando, cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que era el único occidental entre todos los guías de montaña marroquís. El cocinero de mi expedición me saludo efusivamente como siempre y yo le devolví el saludo sinceramente, se había convertido en uno más del grupo con sus sonrisa y bromas en todo momento, sin mediar más palabra se fue a la cocina a empezar a preparar nuestro suculento desayuno. Fui a ver como estaban nuestras zapatillas y por suerte estaban completamente secas, tanto que se habían quedado como acartonadas, era una gran noticia porque pasar todo el día con los pies mojados no era algo que me hiciese especial ilusión. Entre tanto barullo conseguí encontrar a Abdul y le pregunte por el estado del tiempo y las posibilidades de coronar hoy la cima, me comentó que aún estaban pensando si salir o no, pero que él creía que saliendo pronto tendríamos más posibilidades de hacer cumbre. Después de unos minutos donde pensé en la mala suerte de no poder seguir con nuestra ruta Abdul se volvió a acercar a mi y me dijo que íbamos a salir los primeros para intentar asegurar que el mal tiempo nos cogía como mucho de bajada y así lo hicimos. Los cuatro componentes de mi expedición junto con Abdul desayunamos, nos abrigamos y salimos fuera del abrigo del refugio. Era aún noche cerrada ya que el reloj marcaba las cinco de la mañana por lo que sin perder más tiempo empezamos a andar siguiendo siempre los pasos de nuestro guía. El camino es relativamente cómodo y con los frontales se podía ver perfectamente por donde discurríamos pero la verdad es que las piernas ya no respondían con tanta alegría, debido a los días que ya llevábamos acumulados. Mi objetivo hoy era coronar cima por lo que no me preocupé de mucho más que agachar la cabeza, sacar fuerzas de donde no las había y seguir el ritmo tranquilo pero firme de Abdul. Cuando llevábamos una media hora en silencio vimos las primeras luces que salían del refugio, el resto de grupos se estaban poniendo en marcha para seguir este largo sendero hacía nuestro objetivo. Seguimos nuestra marcha, sin apenas hablar ni parar hasta que a las seis de la mañana nuestro guía paro cerca de un riachuelo y nos dijo que necesitaba unos momentos para rezar, como invitados en un país extranjero respetamos las costumbres que en él se tienen y aprovechamos para descansar unos minutos y beber agua mientras nuestro guía realizaba el primer rezo del día del islam.
Finalizada esta parada inesperada seguimos con nuestro ritmo, ya se empezaba a vislumbrar algo de luz y se veía claramente el collado al que intentábamos llegar. Justo en ese momento nos adelantó un chico rumano que conocimos la tarde anterior con su guía de montaña, la verdad es que estaban muy fuertes y nos adelantaron como si nosotros no fuésemos más que mera decoración de ese impresionante lugar. Al cabo de una media hora más conseguimos coronar el collado donde pudimos parar para tomar un poco de agua, unos frutos secos y ver por fin el triangulo de hierro que señala la cima del Atlas. El día no podía ser mejor, cielo despejado, sin mucho frío y sobre todo ni una pizca de viento, los dioses de la montaña nos estaban regalando un día espectacular para grabar en nuestros recuerdos.
Desde el collado hay que seguir un pequeño camino bordeando parte de la montaña y desde allí se entra en una arista grande y ancha que da acceso a la cima más alta de África Occidental. Cuando uno ve el triangulo a pocos pasos sólo puede sentirse pleno y feliz de haber cumplido un reto, de pensar en la preparación del viaje, los entrenos y los esfuerzos que uno ha tenido que hacer para estar en ese momento en ese lugar. Ese día todos pudimos hacer cima y en nuestros rostros se podía ver claramente la satisfacción de haber realizado juntos esta mágica aventura con un final que no podía ser más perfecto.
Hoy era el día más importante del viaje ya que íbamos a intentar coronar el mítico Toubkal, objetivo principal de nuestro segundo viaje a Marruecos. El día anterior había sido realmente duro debido sobre todo a las inclemencias meteorológicas y nadie pudo coronar la cima, por lo que hoy estábamos a la espera de ver los partes del tiempo. Dormimos plácidamente en nuestra literas hasta que mi despertador sonó, en un primer momento no sabía exactamente donde estaba pero al verme rodeado de mochilas y ropa de montaña mi cabeza volvió a funcionar. Me vestí rápido y baje al comedor principal para ver lo que allí se estaba preparando, cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que era el único occidental entre todos los guías de montaña marroquís. El cocinero de mi expedición me saludo efusivamente como siempre y yo le devolví el saludo sinceramente, se había convertido en uno más del grupo con sus sonrisa y bromas en todo momento, sin mediar más palabra se fue a la cocina a empezar a preparar nuestro suculento desayuno. Fui a ver como estaban nuestras zapatillas y por suerte estaban completamente secas, tanto que se habían quedado como acartonadas, era una gran noticia porque pasar todo el día con los pies mojados no era algo que me hiciese especial ilusión. Entre tanto barullo conseguí encontrar a Abdul y le pregunte por el estado del tiempo y las posibilidades de coronar hoy la cima, me comentó que aún estaban pensando si salir o no, pero que él creía que saliendo pronto tendríamos más posibilidades de hacer cumbre. Después de unos minutos donde pensé en la mala suerte de no poder seguir con nuestra ruta Abdul se volvió a acercar a mi y me dijo que íbamos a salir los primeros para intentar asegurar que el mal tiempo nos cogía como mucho de bajada y así lo hicimos. Los cuatro componentes de mi expedición junto con Abdul desayunamos, nos abrigamos y salimos fuera del abrigo del refugio. Era aún noche cerrada ya que el reloj marcaba las cinco de la mañana por lo que sin perder más tiempo empezamos a andar siguiendo siempre los pasos de nuestro guía. El camino es relativamente cómodo y con los frontales se podía ver perfectamente por donde discurríamos pero la verdad es que las piernas ya no respondían con tanta alegría, debido a los días que ya llevábamos acumulados. Mi objetivo hoy era coronar cima por lo que no me preocupé de mucho más que agachar la cabeza, sacar fuerzas de donde no las había y seguir el ritmo tranquilo pero firme de Abdul. Cuando llevábamos una media hora en silencio vimos las primeras luces que salían del refugio, el resto de grupos se estaban poniendo en marcha para seguir este largo sendero hacía nuestro objetivo. Seguimos nuestra marcha, sin apenas hablar ni parar hasta que a las seis de la mañana nuestro guía paro cerca de un riachuelo y nos dijo que necesitaba unos momentos para rezar, como invitados en un país extranjero respetamos las costumbres que en él se tienen y aprovechamos para descansar unos minutos y beber agua mientras nuestro guía realizaba el primer rezo del día del islam.
Finalizada esta parada inesperada seguimos con nuestro ritmo, ya se empezaba a vislumbrar algo de luz y se veía claramente el collado al que intentábamos llegar. Justo en ese momento nos adelantó un chico rumano que conocimos la tarde anterior con su guía de montaña, la verdad es que estaban muy fuertes y nos adelantaron como si nosotros no fuésemos más que mera decoración de ese impresionante lugar. Al cabo de una media hora más conseguimos coronar el collado donde pudimos parar para tomar un poco de agua, unos frutos secos y ver por fin el triangulo de hierro que señala la cima del Atlas. El día no podía ser mejor, cielo despejado, sin mucho frío y sobre todo ni una pizca de viento, los dioses de la montaña nos estaban regalando un día espectacular para grabar en nuestros recuerdos.
Desde el collado hay que seguir un pequeño camino bordeando parte de la montaña y desde allí se entra en una arista grande y ancha que da acceso a la cima más alta de África Occidental. Cuando uno ve el triangulo a pocos pasos sólo puede sentirse pleno y feliz de haber cumplido un reto, de pensar en la preparación del viaje, los entrenos y los esfuerzos que uno ha tenido que hacer para estar en ese momento en ese lugar. Ese día todos pudimos hacer cima y en nuestros rostros se podía ver claramente la satisfacción de haber realizado juntos esta mágica aventura con un final que no podía ser más perfecto.
Habíamos conquistado nuestro objetivo, nuestra primera cima de mas de 4.000 metros y como no podía ser de otra manera nos dedicamos durante un buen rato a hacernos las fotos de rigor, darnos las típicas palmaditas en la espalda y contemplar el deslumbrante amanecer junto a esos colosos marroquís. La idea inicial era ir a Imlil por una ruta alternativa, pero debido a lo complicado de la meteorología y las lluvias del día anterior, el guía decidió hacer la ruta clásica, bajando nuevamente al refugio de Netler y desde allí por el camino normal al famoso pueblo de montaña de Imlil.
La bajada hasta el refugio fue muy cómoda, entre otras cosas debido a la adrenalina que tenía nuestro cuerpo después de alcanzar la cima, sin embargo el resto de la ruta hasta el pueblo no fue tan cómoda. Siendo sinceros el camino está muy bien y es fácil de seguir pero debido a los días de caminata que ya llevábamos y que era una bajada infinita, las piernas ya pedían un poco de descanso en tierra llana.
A mitad camino hay un pequeño poblado que sirve para tomar un refrigerio para las decenas de montañeros que llevan el camino contrario a nosotros y que todas sus esperanzas están puestas en el día siguiente para coronar la gran cima.
Antes de llegar a nuestro destino, se pasa cerca del pueblo de Sidi Chemharouch, un lugar donde habitaba un hombre santo que era capaz de sanar diferentes enfermedades mentales, de eso no vimos nada la verdad pero un pueblo entre montañas con una mezquita sobresaliendo de sus casas es una bonita estampa para acabar el día.
Justo antes de llegar a Imlil nos volvió a caer una tromba de agua que nos dejo nuevamente calados hasta los huesos, pero la cara de felicidad que llevábamos en nuestros rostros no iba a ser borrada por una simple tormenta veraniega del Atlas.
Una vez en el pueblo nos dirigimos directamente a la casa de nuestro guía, donde íbamos a pasar la noche y donde nos darían una suculenta y sabrosa cena a base de carne recién cocinada y verduras muy bien asadas.
Su casa es como un pequeño albergue muy bien acondicionado, con agua caliente, duchas muy limpias, camas cómodas y un patio exterior donde uno podía quedarse maravillado viendo el paisaje tan espectacular que nos regalaba el Atlas.
Antes de irnos a comer nos reunimos con Bouredda Lahcen y nos explicó el plan para los siguientes días, ahora ya no seríamos montañeros, sino simples turistas recorriendo las zonas más típicas de Marruecos, para acabar llegando a nuestro último destino, las dunas de Erg Chebbi.
La bajada hasta el refugio fue muy cómoda, entre otras cosas debido a la adrenalina que tenía nuestro cuerpo después de alcanzar la cima, sin embargo el resto de la ruta hasta el pueblo no fue tan cómoda. Siendo sinceros el camino está muy bien y es fácil de seguir pero debido a los días de caminata que ya llevábamos y que era una bajada infinita, las piernas ya pedían un poco de descanso en tierra llana.
A mitad camino hay un pequeño poblado que sirve para tomar un refrigerio para las decenas de montañeros que llevan el camino contrario a nosotros y que todas sus esperanzas están puestas en el día siguiente para coronar la gran cima.
Antes de llegar a nuestro destino, se pasa cerca del pueblo de Sidi Chemharouch, un lugar donde habitaba un hombre santo que era capaz de sanar diferentes enfermedades mentales, de eso no vimos nada la verdad pero un pueblo entre montañas con una mezquita sobresaliendo de sus casas es una bonita estampa para acabar el día.
Justo antes de llegar a Imlil nos volvió a caer una tromba de agua que nos dejo nuevamente calados hasta los huesos, pero la cara de felicidad que llevábamos en nuestros rostros no iba a ser borrada por una simple tormenta veraniega del Atlas.
Una vez en el pueblo nos dirigimos directamente a la casa de nuestro guía, donde íbamos a pasar la noche y donde nos darían una suculenta y sabrosa cena a base de carne recién cocinada y verduras muy bien asadas.
Su casa es como un pequeño albergue muy bien acondicionado, con agua caliente, duchas muy limpias, camas cómodas y un patio exterior donde uno podía quedarse maravillado viendo el paisaje tan espectacular que nos regalaba el Atlas.
Antes de irnos a comer nos reunimos con Bouredda Lahcen y nos explicó el plan para los siguientes días, ahora ya no seríamos montañeros, sino simples turistas recorriendo las zonas más típicas de Marruecos, para acabar llegando a nuestro último destino, las dunas de Erg Chebbi.
Día 7
Imlil - Ourzazate - Dades
Después de un reparador y necesario sueño nos dispusimos a cambiar totalmente el estilo de viaje y dejarnos llevar cómodamente por nuestro guía para visitar la parte sur de este fabuloso país. Lo primero que hicimos fue parar en el pueblo de Imlil para comprar algo de comida para el viaje que nos esperaba. Tuvimos que pasar muchas horas en el coche de viaje hacía el sur pero la verdad es que entre que nuestra piernas necesitaban un descanso y las zonas por las que pasábamos eran bonitas, se hizo una mañana verdaderamente amena.
Lahcen se paso todo el tiempo haciéndonos el trayecto más divertido, contándonos historias de otros viajes que había hecho y explicándonos el significado de cada sitio por el que pasábamos.
Nuestra primera parada fue ya a la hora de comer y hay que reconocer que como siempre nuestro guía escogió un lugar con unas vistas increíbles y una comida realmente sabrosa. El restaurante era realmente un hotel, pero la verdad es que tenía una cocina estupenda, la Rose du sable.
Una vez saciada nuestra hambre fuimos a visitar el pueblo fortificado de Ksar de Ait Ben Hadu. Es un lugar realmente increíble que quedará grabado en tu retina durante mucho tiempo. Aquí se rodaron muchas películas, como Lawrence de de Arabia y Gladiator debido a la espectacularidad del fondo que supone tener estás casas de bereberes rodeadas por una sólida muralla. Recorrer a pie el pueblo es zambullirse en un lugar parado en el tiempo, ver sus gentes vender alfombras en las calles, respirar el aroma a historia y sobre todo sentir el frescor que da los muros de barro de las casas en horas realmente cálidas. Lo más típico es ir subiendo por las calles hasta llegar a la parte alta donde hay una especie de templo o casa grande donde seguramente viviría el jefe del poblado.
Después de un reparador y necesario sueño nos dispusimos a cambiar totalmente el estilo de viaje y dejarnos llevar cómodamente por nuestro guía para visitar la parte sur de este fabuloso país. Lo primero que hicimos fue parar en el pueblo de Imlil para comprar algo de comida para el viaje que nos esperaba. Tuvimos que pasar muchas horas en el coche de viaje hacía el sur pero la verdad es que entre que nuestra piernas necesitaban un descanso y las zonas por las que pasábamos eran bonitas, se hizo una mañana verdaderamente amena.
Lahcen se paso todo el tiempo haciéndonos el trayecto más divertido, contándonos historias de otros viajes que había hecho y explicándonos el significado de cada sitio por el que pasábamos.
Nuestra primera parada fue ya a la hora de comer y hay que reconocer que como siempre nuestro guía escogió un lugar con unas vistas increíbles y una comida realmente sabrosa. El restaurante era realmente un hotel, pero la verdad es que tenía una cocina estupenda, la Rose du sable.
Una vez saciada nuestra hambre fuimos a visitar el pueblo fortificado de Ksar de Ait Ben Hadu. Es un lugar realmente increíble que quedará grabado en tu retina durante mucho tiempo. Aquí se rodaron muchas películas, como Lawrence de de Arabia y Gladiator debido a la espectacularidad del fondo que supone tener estás casas de bereberes rodeadas por una sólida muralla. Recorrer a pie el pueblo es zambullirse en un lugar parado en el tiempo, ver sus gentes vender alfombras en las calles, respirar el aroma a historia y sobre todo sentir el frescor que da los muros de barro de las casas en horas realmente cálidas. Lo más típico es ir subiendo por las calles hasta llegar a la parte alta donde hay una especie de templo o casa grande donde seguramente viviría el jefe del poblado.
Una vez que visitamos la ciudad nos dispusimos a recorrer la cercana ciudad de Ouarzazate. Es una ciudad básicamente destinada a los complejos de estudios cinematográficos pero conservaba una Kasbah antigua donde vivía el rey y la población más cercana a éste. Pensar en esas caravanas que llegaban del desierto y se hospedaban en esas casas para poder descansar un poco del trasiego del viaje te hace sentir un poco como un antiguo comerciante bereber.
Tampoco hay mucho más que hacer por lo que nos fuimos en dirección a Dades.
Para finalizar nuestro día nos hospedamos en el hotel Kasbah de la Valle , un bonito lugar cerca de la gran Garganta de Todra. El trato fue increíble y pudimos disfrutar de una amena tarde descansando en uno de los increíbles salones que tiene este hotel.
Antes de irnos a dormir, dimos una pequeña vuelta por la parte alta del hotel para ver el río y los alrededores montañosos que rodeaban el hotel.
Tampoco hay mucho más que hacer por lo que nos fuimos en dirección a Dades.
Para finalizar nuestro día nos hospedamos en el hotel Kasbah de la Valle , un bonito lugar cerca de la gran Garganta de Todra. El trato fue increíble y pudimos disfrutar de una amena tarde descansando en uno de los increíbles salones que tiene este hotel.
Antes de irnos a dormir, dimos una pequeña vuelta por la parte alta del hotel para ver el río y los alrededores montañosos que rodeaban el hotel.
Día 8
Dades - Merzoug - Dunas de Erg Chebbi
Las noches en Marruecos están rodeadas de silencio, paz y sosiego. Después de un reparados sueño que sirvió también para reponer a nuestras resentidas piernas, nos dispusimos a devorar el suculento desayuno que nos habían preparado en el hotel. Un buffet libre que combinada la comida típica marroquí con los desayunos típicos occidentales.
Con las pilas cargadas y el estomago lleno nos dirigimos a la famosa Garganta de Todra. Como su propio nombre indica es un barranco gigante bordeado por paredes casi verticales que le dan un aire místico al lugar. El coche te deja en una punta de la garganta y tu vas caminando de un extremo a otro sin prisa y sin demasiados turistas, para poder ir haciendo las fotos que más te gusten. No es el lugar más espectacular del mundo, pero es un bonito sitio para descubrir un poco del interior de un país maravilloso.
Las noches en Marruecos están rodeadas de silencio, paz y sosiego. Después de un reparados sueño que sirvió también para reponer a nuestras resentidas piernas, nos dispusimos a devorar el suculento desayuno que nos habían preparado en el hotel. Un buffet libre que combinada la comida típica marroquí con los desayunos típicos occidentales.
Con las pilas cargadas y el estomago lleno nos dirigimos a la famosa Garganta de Todra. Como su propio nombre indica es un barranco gigante bordeado por paredes casi verticales que le dan un aire místico al lugar. El coche te deja en una punta de la garganta y tu vas caminando de un extremo a otro sin prisa y sin demasiados turistas, para poder ir haciendo las fotos que más te gusten. No es el lugar más espectacular del mundo, pero es un bonito sitio para descubrir un poco del interior de un país maravilloso.
Nuevamente en marcha nos dirigíamos finalmente a nuestra primera experiencia con el desierto de Erg Chebbi. Cuando llegamos a Merzoug debíamos ir al hotel Palais des dunes ya que desde aquí marcharíamos hacia el desierto subidos a lomos de camellos.
Cuando llegaron los camellos nos pusimos a hacerles fotos y entre risas acabamos subiéndonos a lomos de estos maravillosos animales. Estos iban atados unos a otros formando una fila de cinco, nosotros cuatro y otro turista marroquí que había venido también para hacer noche en el desierto. Puedo decir firmemente que es una turistada, pero la verdad es que muy divertida y si no has visto otro desierto es una experiencia enriquecedora. Durante el trayecto íbamos subiendo y bajando dunas mientras nuestros camellos no dejaban de moverse, haciendo del trayecto algo muy especial pero a la vez dejándonos el culo destrozado. Al cabo de un rato bajamos para hacernos las típicas fotos con las dunas y volvimos a subir para ir al campamento. Una de las mejores cosas es que se realiza este paseo al atardecer, por lo que se va viendo como el sol llena de color las cimas de las dunas, dándole un color a todo que te deja sin habla. Es un bueno momento para estar en silencio y disfrutar de un panorama inigualable.
Una vez que llegas al campamento te das cuenta de que todo está perfectamente preparado, las casetas donde vamos a dormir son muy bonitas y hay un comedor improvisado con alfombras en medio del campamento donde disfrutaremos de una noche mágica.
Mientras nuestros guías preparan la cena nosotros cogemos una tabla de snowboard y nos dedicamos a tirarnos por las dunas. Juego muy divertido, pero también muy cansado, ya que cada vez que llevas a la parte baja de la duna tienes que volver a subirla cargado con la tablita.
La cena es un Tajín delicioso, la carne desecha y la verdura increíble, la verdad es que durante todo el viaje la comida fue perfecta, pero esa noche estaba especialmente deliciosa. Después de cenar nos juntamos con otra pareja de turistas que eran de Tejas y disfrutamos de un pequeño concierto con música y canciones de la cultura bereber que hizo las delicias de todos nosotros para terminar una jornada increíble. Como no podía ser de otra manera antes de irnos a dormir nos subimos a una duna y disfrutamos de un cielo como pocas veces se puede disfrutar en la zona donde vivimos. Millones de estrellas nos saludaban y nos hacían darnos cuenta de cuan insignificantes somos en este mundo. Sin lugar a dudas es una experiencia que recomiendo, ya que uno se siente realmente que esta perdido en un lugar remoto donde los móviles no son más que trozos de plástico inservibles.
Cuando llegaron los camellos nos pusimos a hacerles fotos y entre risas acabamos subiéndonos a lomos de estos maravillosos animales. Estos iban atados unos a otros formando una fila de cinco, nosotros cuatro y otro turista marroquí que había venido también para hacer noche en el desierto. Puedo decir firmemente que es una turistada, pero la verdad es que muy divertida y si no has visto otro desierto es una experiencia enriquecedora. Durante el trayecto íbamos subiendo y bajando dunas mientras nuestros camellos no dejaban de moverse, haciendo del trayecto algo muy especial pero a la vez dejándonos el culo destrozado. Al cabo de un rato bajamos para hacernos las típicas fotos con las dunas y volvimos a subir para ir al campamento. Una de las mejores cosas es que se realiza este paseo al atardecer, por lo que se va viendo como el sol llena de color las cimas de las dunas, dándole un color a todo que te deja sin habla. Es un bueno momento para estar en silencio y disfrutar de un panorama inigualable.
Una vez que llegas al campamento te das cuenta de que todo está perfectamente preparado, las casetas donde vamos a dormir son muy bonitas y hay un comedor improvisado con alfombras en medio del campamento donde disfrutaremos de una noche mágica.
Mientras nuestros guías preparan la cena nosotros cogemos una tabla de snowboard y nos dedicamos a tirarnos por las dunas. Juego muy divertido, pero también muy cansado, ya que cada vez que llevas a la parte baja de la duna tienes que volver a subirla cargado con la tablita.
La cena es un Tajín delicioso, la carne desecha y la verdura increíble, la verdad es que durante todo el viaje la comida fue perfecta, pero esa noche estaba especialmente deliciosa. Después de cenar nos juntamos con otra pareja de turistas que eran de Tejas y disfrutamos de un pequeño concierto con música y canciones de la cultura bereber que hizo las delicias de todos nosotros para terminar una jornada increíble. Como no podía ser de otra manera antes de irnos a dormir nos subimos a una duna y disfrutamos de un cielo como pocas veces se puede disfrutar en la zona donde vivimos. Millones de estrellas nos saludaban y nos hacían darnos cuenta de cuan insignificantes somos en este mundo. Sin lugar a dudas es una experiencia que recomiendo, ya que uno se siente realmente que esta perdido en un lugar remoto donde los móviles no son más que trozos de plástico inservibles.
Día 9
Merzoug - Marrakech
Con las piernas cansadas y el silencio del desierto tuvimos un sueño totalmente reparador que nos dio aliento para despertarnos antes del amanecer, recoger nuestras cosas y subir nuevamente a nuestros amigos los camellos. Si el día anterior habíamos disfrutado de un atardecer mágico hoy no iba a ser menos y disfrutaríamos de un amanecer de ensueño. Mientras nuestros cuerpo se despertaba y nos acostumbrábamos al movimiento de nuestros amigos el sol empezó a reflejar sus primero rayos en las dunas del desierto, regalándonos unos de los amaneceres más espectaculares que recuerdo. Dejarse llevar, en silencio por el momento fue algo que hice sin un ápice de prisa, sino más bien deje que mi mente despertase poco a poco.
Una vez llegamos nuevamente al pequeño albergue de Merzoug donde teníamos nuestra mochilas disfrutamos de un suculento y nutritivo desayuno antes de emprender el camino de regreso a Marrakech.
El resto del día transcurrió en el coche, cruzamos el valle del Draa, el collado de Tizi-n-Tichka y decenas de pueblos y carreteras asombrosas, que nos sirvió para despedirnos poco a poco de la majestuosidad del gran Atlas marroquí.
Llegamos nuevamente al mismo riad donde estuvimos el primera día y ya era prácticamente de noche, por lo que decidimos darnos una agradable y reconfortante ducha antes de ir a cenar.
Como no podía ser de otra manera decidimos despedirnos de Marrakech a lo grande, cenando de uno de los bonitos restaurantes que tiene la plaza principal de la ciudad y degustando un sabroso plato típico de la región. En esta ocasión el lugar escogido fue Taj'in Darna que tiene posiblemente las mejor vistas de la plaza ya que está en alto y se puede ver toda la vida de la ciudad tranquilamente mientras se degusta el plato elegido. Después de dar un par de vueltas por la plaza y las calles principales decidimos ir a dormir para terminar de recuperar las fuerzas del viaje.
Con las piernas cansadas y el silencio del desierto tuvimos un sueño totalmente reparador que nos dio aliento para despertarnos antes del amanecer, recoger nuestras cosas y subir nuevamente a nuestros amigos los camellos. Si el día anterior habíamos disfrutado de un atardecer mágico hoy no iba a ser menos y disfrutaríamos de un amanecer de ensueño. Mientras nuestros cuerpo se despertaba y nos acostumbrábamos al movimiento de nuestros amigos el sol empezó a reflejar sus primero rayos en las dunas del desierto, regalándonos unos de los amaneceres más espectaculares que recuerdo. Dejarse llevar, en silencio por el momento fue algo que hice sin un ápice de prisa, sino más bien deje que mi mente despertase poco a poco.
Una vez llegamos nuevamente al pequeño albergue de Merzoug donde teníamos nuestra mochilas disfrutamos de un suculento y nutritivo desayuno antes de emprender el camino de regreso a Marrakech.
El resto del día transcurrió en el coche, cruzamos el valle del Draa, el collado de Tizi-n-Tichka y decenas de pueblos y carreteras asombrosas, que nos sirvió para despedirnos poco a poco de la majestuosidad del gran Atlas marroquí.
Llegamos nuevamente al mismo riad donde estuvimos el primera día y ya era prácticamente de noche, por lo que decidimos darnos una agradable y reconfortante ducha antes de ir a cenar.
Como no podía ser de otra manera decidimos despedirnos de Marrakech a lo grande, cenando de uno de los bonitos restaurantes que tiene la plaza principal de la ciudad y degustando un sabroso plato típico de la región. En esta ocasión el lugar escogido fue Taj'in Darna que tiene posiblemente las mejor vistas de la plaza ya que está en alto y se puede ver toda la vida de la ciudad tranquilamente mientras se degusta el plato elegido. Después de dar un par de vueltas por la plaza y las calles principales decidimos ir a dormir para terminar de recuperar las fuerzas del viaje.
Día 10
Marrakech - Madrid
Hoy teníamos la mañana libre ya que nuestro avión salía a las 18:00 de la tarde, pero la realidad es que como ya habíamos estado en otra ocasión en la ciudad y las piernas tampoco daban para mucho trote decidimos despertarnos tarde, desayunar tranquilamente y deambular por las calles dejándonos arrastras por los sonidos y olores de la ciudad.
Visitamos una especie de farmacia donde solo se vendían remedios caseros con raíces, hojas y demás ungüentos que la verdad nos gustó mucho y el trato fue inmejorable.
Cuando el hambre se hizo presente en nuestro estómagos decidimos ir a una de las pequeñas plazas de la ciudad y degustar un buen aperitivo en el famoso Café des Espices.
Para finalizar nuestro viaje volvimos al riad donde nos estaba esperando nuevamente nuestro amigo Bouredda Lahcen y nos llevó en su coche al aeropuerto. Con un sincero abrazo y una gran sonrisa nos despedimos de él sabiendo que volveremos a vernos para descubrir nuevos rincones del Alto Atlas de Marruecos.
Hoy teníamos la mañana libre ya que nuestro avión salía a las 18:00 de la tarde, pero la realidad es que como ya habíamos estado en otra ocasión en la ciudad y las piernas tampoco daban para mucho trote decidimos despertarnos tarde, desayunar tranquilamente y deambular por las calles dejándonos arrastras por los sonidos y olores de la ciudad.
Visitamos una especie de farmacia donde solo se vendían remedios caseros con raíces, hojas y demás ungüentos que la verdad nos gustó mucho y el trato fue inmejorable.
Cuando el hambre se hizo presente en nuestro estómagos decidimos ir a una de las pequeñas plazas de la ciudad y degustar un buen aperitivo en el famoso Café des Espices.
Para finalizar nuestro viaje volvimos al riad donde nos estaba esperando nuevamente nuestro amigo Bouredda Lahcen y nos llevó en su coche al aeropuerto. Con un sincero abrazo y una gran sonrisa nos despedimos de él sabiendo que volveremos a vernos para descubrir nuevos rincones del Alto Atlas de Marruecos.
Conclusiones
Viajar a Marrakech es una cosa y otra bien diferente es adentrarte en los pueblos del Atlas. Disfrutar de su cultura, saborear su comida o quedarte embriagado con su amabilidad son sólo algunas de las cosas que harás si decides aventurarte a estas tierras. También es un viaje en el que influye la surte, ya que poder haber coronado la cima más alta de África Occidental fue un verdadero privilegio.
Acabar recorriendo el desierto fue una experiencia muy bonita y poder disfrutar de un cielo despejado lleno de estrellas dio un toque final a nuestra aventura marroquí.
Sin lugar a dudas yo recomiendo estas tierras a todo aquel que desee salir un poco de la rutina de Europa y no pueda visitar el gran continente asiático, aquí descubrirás un mundo nuevo, con una cultura muy diferente a la nuestra a tan solo unas pocas horas de viaje en avión.
Y que decir que nuestros guías, fueron gente muy amable, desviviéndose en todo momento porque estuviésemos bien. Sus palabras, sus gestos y sobre todo su comida hicieron de este viaje una experiencia única que siempre recordaré.
Acabar recorriendo el desierto fue una experiencia muy bonita y poder disfrutar de un cielo despejado lleno de estrellas dio un toque final a nuestra aventura marroquí.
Sin lugar a dudas yo recomiendo estas tierras a todo aquel que desee salir un poco de la rutina de Europa y no pueda visitar el gran continente asiático, aquí descubrirás un mundo nuevo, con una cultura muy diferente a la nuestra a tan solo unas pocas horas de viaje en avión.
Y que decir que nuestros guías, fueron gente muy amable, desviviéndose en todo momento porque estuviésemos bien. Sus palabras, sus gestos y sobre todo su comida hicieron de este viaje una experiencia única que siempre recordaré.