Tailandia - Laos - Camboya 2015
Desde siempre he sido un apasionado de Asia, sus templos, su naturaleza y sobre todo sus gentes hacen que años tras año intente volver al que es para mi el contienen más mágico del mundo. En esta ocasión tenía una deuda pendiente, visitar los mágicos templos de Angkor, tengo que reconocer que estaba un poco nervioso por si había generado demasiadas expectativas... como siempre se dice la realidad superó a la ficción, no sólo que me maravillaron sino que mi mente no hubiera sido capaz de imaginar tal esplendor.
El otro destino de mi viaje era recorrer Laos, el país menos visitado del Sureste Asiático. Recorrer sus pueblos y aldeas sin la presencia de apenas turistas, poder casi integrarnos con sus habitantes y alquilar una moto para adentrarnos en la espectacular Meseta de Bolaven es algo que jamás olvidaré.
Durante 18 días estuvimos recorriendo por nuestra cuenta tanto Laos como Camboya con las divertidas situaciones de buscar autobuses, tuk tuks o canoas para poder desplazarnos.
También visitamos Bangkok ya que nuestro avión aterrizaba en la capital de Tailandia. Quizás sea la parte menos atractiva de nuestro viaje, sobre todo porque soy amante de los lugares tranquilos, sin turistas y de contrastes, tres características que no cumple esta ciudad.
Sin lugar a dudas no puedo hacer más que recomendar a todo aquel que ame viajar a que se deje llevar por la maravillosa Asia y disfrute de un mundo completamente diferente.
El otro destino de mi viaje era recorrer Laos, el país menos visitado del Sureste Asiático. Recorrer sus pueblos y aldeas sin la presencia de apenas turistas, poder casi integrarnos con sus habitantes y alquilar una moto para adentrarnos en la espectacular Meseta de Bolaven es algo que jamás olvidaré.
Durante 18 días estuvimos recorriendo por nuestra cuenta tanto Laos como Camboya con las divertidas situaciones de buscar autobuses, tuk tuks o canoas para poder desplazarnos.
También visitamos Bangkok ya que nuestro avión aterrizaba en la capital de Tailandia. Quizás sea la parte menos atractiva de nuestro viaje, sobre todo porque soy amante de los lugares tranquilos, sin turistas y de contrastes, tres características que no cumple esta ciudad.
Sin lugar a dudas no puedo hacer más que recomendar a todo aquel que ame viajar a que se deje llevar por la maravillosa Asia y disfrute de un mundo completamente diferente.
Ubicación
Itinerario
Consejos y advertencias
- Para entrar en los tres países no necesitáis hacer ningún trámite previo para la obtención de los visados. En Tailandia para los españoles ya no existe ni visado, con un seño en el pasaporte os dejarán entrar. En Laos y Camboya si que necesitáis un visado, pero que se tramita en la propia frontera, ya lleguéis por tierra o aire. El trámite es tan sencillo como rellenar un formulario de entrada y otro de salida, pagar los 35 dólares al funcionario de aduanas y os pondrán el visado en el pasaporte.
- Para reservar hoteles siempre uso Booking.com, pero sin embargo cuando uno se adentra en el continente asiático es mucho más fácil y cómodo usar Agoda.com ya que encontraréis muchas más hoteles que en Booking.com, sobre todo si pensáis aventuraros en zonas más rurales.
- La seguridad en estos tres países es total, más incluso que en Europa. Se os acercarán tuk-tuks y personas para venderos cosas, pero si no hacéis caso os dejarán tranquilo. Por la noche las ciudades están poco iluminadas pero igualmente son tranquilas y no hay ningún tipo de peligro. Como siempre hay que usar el sentido común, no irse con extraños que os digan que conocen un templo secreto o no ir enseñando un fajo de billetes cada vez que abráis la cartera. Para las mujeres es una zona totalmente accesible y fácil de visitar, no sólo porque el budismo no hace distinciones entre sexos, sino porque la mayoría de gente que encontraréis en la calle y mercados son mujeres. Durante mi viaje puedo decir que vimos más grupos de chicas que de chicos.
- Muchas veces encontrar los autobuses para ir de un lugar a otro es complicado, sobre todo porque prácticamente nadie habla inglés, sin embargo debido a la cantidad de mochileros que hay por la zona los propios hoteles tienen el servicio de compra de billetes y por el módico precio de un dólar os ayudarán a adquirir vuestros billetes. Muchas veces los autobuses de líneas hace más de veinte paradas entre los destinos, con lo que llegar puede ser una verdadera odisea, pero sin embargo hay empresas de autobuses privadas que hacen el recorrido más directo por apenas un par de dólares más.
- Desplazarse en la ciudad e Bangkok puede ser toda una aventura, los tuk tuks son más caros que los taxis, pero encontrar uno que quiera encender el taxímetro es realmente complicado. Cuando lleguéis al aeropuerto internacional de Bangkok, la mejor forma de ir al centro es dirigirse a la salida de los taxis pero no coger el primero que veáis sino que andando por el andén de los taxis veréis una máquina que os dará un ticket, en este se encuentra el número de taxi, así os aseguráis que es uno oficial y no un pirata que os cobrará lo que quiera. El precio del trayecto incluyendo los dos peajes que hay que pasar es alrededor de 500 baths, unos 12 euros. Eso sí el trayecto puede ser desde cuarenta minutos a dos horas, dependiendo del tráfico. A diferencia de otras ciudades los taxis aquí no cobran por tiempo sino por kilometro, por lo que si estáis en un atasco parado durante media hora el taxímetro no subirá.
- Para reservar hoteles siempre uso Booking.com, pero sin embargo cuando uno se adentra en el continente asiático es mucho más fácil y cómodo usar Agoda.com ya que encontraréis muchas más hoteles que en Booking.com, sobre todo si pensáis aventuraros en zonas más rurales.
- La seguridad en estos tres países es total, más incluso que en Europa. Se os acercarán tuk-tuks y personas para venderos cosas, pero si no hacéis caso os dejarán tranquilo. Por la noche las ciudades están poco iluminadas pero igualmente son tranquilas y no hay ningún tipo de peligro. Como siempre hay que usar el sentido común, no irse con extraños que os digan que conocen un templo secreto o no ir enseñando un fajo de billetes cada vez que abráis la cartera. Para las mujeres es una zona totalmente accesible y fácil de visitar, no sólo porque el budismo no hace distinciones entre sexos, sino porque la mayoría de gente que encontraréis en la calle y mercados son mujeres. Durante mi viaje puedo decir que vimos más grupos de chicas que de chicos.
- Muchas veces encontrar los autobuses para ir de un lugar a otro es complicado, sobre todo porque prácticamente nadie habla inglés, sin embargo debido a la cantidad de mochileros que hay por la zona los propios hoteles tienen el servicio de compra de billetes y por el módico precio de un dólar os ayudarán a adquirir vuestros billetes. Muchas veces los autobuses de líneas hace más de veinte paradas entre los destinos, con lo que llegar puede ser una verdadera odisea, pero sin embargo hay empresas de autobuses privadas que hacen el recorrido más directo por apenas un par de dólares más.
- Desplazarse en la ciudad e Bangkok puede ser toda una aventura, los tuk tuks son más caros que los taxis, pero encontrar uno que quiera encender el taxímetro es realmente complicado. Cuando lleguéis al aeropuerto internacional de Bangkok, la mejor forma de ir al centro es dirigirse a la salida de los taxis pero no coger el primero que veáis sino que andando por el andén de los taxis veréis una máquina que os dará un ticket, en este se encuentra el número de taxi, así os aseguráis que es uno oficial y no un pirata que os cobrará lo que quiera. El precio del trayecto incluyendo los dos peajes que hay que pasar es alrededor de 500 baths, unos 12 euros. Eso sí el trayecto puede ser desde cuarenta minutos a dos horas, dependiendo del tráfico. A diferencia de otras ciudades los taxis aquí no cobran por tiempo sino por kilometro, por lo que si estáis en un atasco parado durante media hora el taxímetro no subirá.
Costes
Aquí marco los costes que nosotros tuvimos durante el viaje, pero estos dependen mucho de los tipos de hoteles que elijáis. Nosotros no somos muy sibaritas por los que estuvimos en hoteles céntricos y en buenas condiciones, aunque no son ningún cinco estrellas.
Aviones: 835,30 €
- Madrid - Bangkok: 521,30 € ( ida y vuelta )
- Bangkok - Luang Prabang: 115 €
- Luang Prabang - Pakse: 120 €
- Siem Reap - Bangkok: 79 €
Hoteles: Total por persona: 243,50 €
- Adamaz House: 28 € habitación doble por una noche. 14 € por persona.
- Lakhangthong Boutique Hotel: 79 € habitación doble por tres noches. 39,50 € por persona.
- Champasak Palace Hotel: 70 € habitación doble por dos noches. 35 € por persona.
- Tadlo Lodge: 35 € habitación doble por una noche. 17,50 € por persona.
- Little Eden Hotel: 39 € habitación doble por una noche. 19,50 € por persona.
- Town View Hotel Khan 7 Makara: 63 € habitación doble por dos noches. 31,50 € por persona.
- Secrets Pavilion Urban Boutique Hotel: 71 € habitación doble por tres noches. 35,50 € por persona.
- Nouvo City Hotel: 102 € habitación doble por dos noches. 51 € por persona.
Excursiones: Total por persona: 80 €
- Cuevas de Pak Ou: 12 €
- Cascadas de Kuang Si: 5 €
- Guía dos días Siem Reap: 37 € por persona.
- Pueblo flotante Kompong Pluk: 26 €
Visados: 35 $ Laos, 35 $ Camboya : 70 $ ( 61 €)
Seguro de viaje: 84,27 €.
Alquiler de moto: 17,50 € por dos días
Alquiler de bicicletas: 1 € todo el día
Autobús Don Det - Phnom Penh: 30 $ (26 €)
Autobús Phnom Penh - Siem Reap: 12 € (11 €)
Restaurantes: 161,20 € por persona.
Monumentos: 49,50 € por persona.
Taxis, Tuk-Tuks y barcos: 47,40 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 1.617 €
Aviones: 835,30 €
- Madrid - Bangkok: 521,30 € ( ida y vuelta )
- Bangkok - Luang Prabang: 115 €
- Luang Prabang - Pakse: 120 €
- Siem Reap - Bangkok: 79 €
Hoteles: Total por persona: 243,50 €
- Adamaz House: 28 € habitación doble por una noche. 14 € por persona.
- Lakhangthong Boutique Hotel: 79 € habitación doble por tres noches. 39,50 € por persona.
- Champasak Palace Hotel: 70 € habitación doble por dos noches. 35 € por persona.
- Tadlo Lodge: 35 € habitación doble por una noche. 17,50 € por persona.
- Little Eden Hotel: 39 € habitación doble por una noche. 19,50 € por persona.
- Town View Hotel Khan 7 Makara: 63 € habitación doble por dos noches. 31,50 € por persona.
- Secrets Pavilion Urban Boutique Hotel: 71 € habitación doble por tres noches. 35,50 € por persona.
- Nouvo City Hotel: 102 € habitación doble por dos noches. 51 € por persona.
Excursiones: Total por persona: 80 €
- Cuevas de Pak Ou: 12 €
- Cascadas de Kuang Si: 5 €
- Guía dos días Siem Reap: 37 € por persona.
- Pueblo flotante Kompong Pluk: 26 €
Visados: 35 $ Laos, 35 $ Camboya : 70 $ ( 61 €)
Seguro de viaje: 84,27 €.
Alquiler de moto: 17,50 € por dos días
Alquiler de bicicletas: 1 € todo el día
Autobús Don Det - Phnom Penh: 30 $ (26 €)
Autobús Phnom Penh - Siem Reap: 12 € (11 €)
Restaurantes: 161,20 € por persona.
Monumentos: 49,50 € por persona.
Taxis, Tuk-Tuks y barcos: 47,40 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 1.617 €
Hoteles
- Bangkok: Adamaz House.
Es un pequeño hotel, casi familiar diría yo que esta ubicado en un estrecho callejón en la parte norte de la ciudad. Esta a cinco minutos andando de la calle de mochileros Khao San Road y a unos quince minutos del palacio real. La habitación al estar en un callejón el pequeño balcón da al patio del vecino por lo que las vistas no son gran cosa. La habitación no esta mal aunque el cuarto de baño no es nada del otro mundo, tiene una de esas duchas en medio del baño que no tienen pie de ducha y cuando la usas inundas todo. Para pasar una noche de transito no esta mal pero si pensáis estar más días en Bangkok yo buscaría otra opción.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Luang Prabang: Lakhangthong Boutique Hotel.
Si estáis pensando pasar unos días en esta maravillosa ciudad no hay nada mejor que un hotel como éste. Es una casa colonial con un balcón corrido donde cada habitación tiene su mesa para desayunar. Los encargados del hotel son dos chicos jóvenes que aunque no hablan bien inglés harán todo lo posible para que vuestra estancia en el hotel sea perfecta. Las habitaciones son bonitas y el cuarto de baño esta totalmente reformado. Los desayunos son deliciosos y muy variados, ya que puedes elegir entre siete diferentes y los zumos naturales que hacen son una delicia sobre todo el de sandía. Esta ubicado a solo cinco minutos de la calle principal por lo que si os apetece tranquilidad podéis estar tranquilamente en el hotel, sabiendo que paseando durante cinco minutos estaréis en el centro del pueblo. Por el precio, la ubicación y como es el hotel me parece perfecto, aunque por precios más caros siempre podréis encontrar mejores y con piscina.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Tat Lo (Meseta de Bolaven): Tadlo Lodge.
Este hotel no es en sí un hotel al uso, sino que son unas casas de maderas en el cauce de un río. tienen una habitación muy grande, mosquiteras en la cama, un cuarto de baño decente y lo mejor es la ubicación, se encuentra justo en unas cascadas rodeadas de selva por todos los lados y hay un par de elefantes. Es la mejor opción para dormir por la zona del norte de la Meseta de Bolaven, porque el resto de sitios son casas particulares donde os dejan una parte del salón para dormir.
Booking. (no existe)
Agoda.
Tripadvisor.
- Pakse: Champasak Palace Hotel.
Este hotel esta ubicado en el antiguo palacio del emperador. Es un edificio gigante lleno de habitaciones y unos balcones corridos donde podremos estar tranquilos en la hamacas que encontraremos. Las habitaciones son enormes y las camas muy cómodas, el cuarto de baño esta reformado con bañera europea. La ubicación no es la mejor, ya que esta en una punta de la calle principal, pero tampoco hay mucho para hacer en Pakse por lo que no importa mucho su ubicación. Los únicos peros que les pongo al hotel es que el Wi-fi no iba del todo bien y que no tengan opción de alquilar moto, cosa extraña ya que la mayoría de turistas que acaban en esta ciudad es básicamente para alquilar una moto y adentrarse en la meseta de Bolaven.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Don Det: Little Eden Hotel.
Sin lugar a dudas después de recorrer tanto la isla de Don Det como la isla de Don Khon puedo decir sin miedo a equivocarme que es el mejor hotel de la zona. Esta situado en la parte norte de la isla Don Det pero eso no es problema ya que podemos alquilar una bicicleta al lado del hotel por un euro al día y movernos por donde nos plazca. La habitación es grande, limpia, baño europeo y wi-fi. El desayuno se hace en una terraza que da al río con unas vistas inmejorables y lo mejor de todo es que después de un día de calor recorriendo las islas y pedaleando no hay nada mejor que darse un buen chapuzón en la recién construida piscina del hotel. Si queréis pasar unos días en la zona de las 4.000 islas este es el lugar.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Phnom Penh: Hotel Town View Hotel Khan 7 Makara.
Elegir cualquier otro hotel que queráis, pero no vayáis a este. Esta en un lugar que no hay nada, ni para cenar, encima nos decían que no había habitaciones, cuando yo llevaba la reserva de Booking, tuve que pelearme para que me dieran una habitación. Debido a todas las quejas Booking.com lo acaba de sacar de su web. La piscina del ático esta congelada. Esta cadena tiene otro hotel justo la lado pero tercermundista e intentaron meternos en ese con el precio que habíamos pagado del otro. Una vez conocida la zona la mejor ubicación es cerca del Palacio Real ya que en el río se hace bastante vida y cerca del palacio hay muchos bares y lugares donde tomarse una cerveza. Fuera de la zona del palacio no hay nada abierto por la noche.
Booking. (ya no está en la web por la cantidad de reclamaciones que ha tenido)
Agoda.
Tripadvisor.
- Siem Reap: Hotel Secrets Pavilion Urban Boutique Hotel.
Un hotel céntrico, bonito, limpio, con un desayuno increíble y sobre todo con una estupenda piscina para relajaros una vez que lleguéis de visitar los templo de Angkor. Esta ubicado a cinco minutos de la zona del centro donde podréis llegar dando un pequeño paseo o con tuk tuk. Es un sitio tranquilo donde poder relajarte. La habitación es grande y el cuarto de baño moderno, aunque no tiene pie de ducha no se inunda como si pasa en muchos otros en Asia. Calidad precio inmejorable.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Bangkok: Nouvo City Hotel.
Este hotel ubicado cerca de la calle Khao San Road y a quince minutos andando del Palacio Real es un gran lugar para descansar, ducharse como Dios manda y relajarse en su piscina ubicada en la parte alta del hotel. Es un poco caro para lo que se ofrece en Bangkok, pero si tu intención es pasar unos días en la ciudad recomiendo que el hotel este decente para poder alejarte un poco del caos de la capital de Tailandia. El desayuno es muy caro, pero justo enfrente del hotel hay unos restaurantes que por unos pocos dólares te prepararan un desayuno increíble. Recomendado para una estancia media en la ciudad.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
Es un pequeño hotel, casi familiar diría yo que esta ubicado en un estrecho callejón en la parte norte de la ciudad. Esta a cinco minutos andando de la calle de mochileros Khao San Road y a unos quince minutos del palacio real. La habitación al estar en un callejón el pequeño balcón da al patio del vecino por lo que las vistas no son gran cosa. La habitación no esta mal aunque el cuarto de baño no es nada del otro mundo, tiene una de esas duchas en medio del baño que no tienen pie de ducha y cuando la usas inundas todo. Para pasar una noche de transito no esta mal pero si pensáis estar más días en Bangkok yo buscaría otra opción.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Luang Prabang: Lakhangthong Boutique Hotel.
Si estáis pensando pasar unos días en esta maravillosa ciudad no hay nada mejor que un hotel como éste. Es una casa colonial con un balcón corrido donde cada habitación tiene su mesa para desayunar. Los encargados del hotel son dos chicos jóvenes que aunque no hablan bien inglés harán todo lo posible para que vuestra estancia en el hotel sea perfecta. Las habitaciones son bonitas y el cuarto de baño esta totalmente reformado. Los desayunos son deliciosos y muy variados, ya que puedes elegir entre siete diferentes y los zumos naturales que hacen son una delicia sobre todo el de sandía. Esta ubicado a solo cinco minutos de la calle principal por lo que si os apetece tranquilidad podéis estar tranquilamente en el hotel, sabiendo que paseando durante cinco minutos estaréis en el centro del pueblo. Por el precio, la ubicación y como es el hotel me parece perfecto, aunque por precios más caros siempre podréis encontrar mejores y con piscina.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Tat Lo (Meseta de Bolaven): Tadlo Lodge.
Este hotel no es en sí un hotel al uso, sino que son unas casas de maderas en el cauce de un río. tienen una habitación muy grande, mosquiteras en la cama, un cuarto de baño decente y lo mejor es la ubicación, se encuentra justo en unas cascadas rodeadas de selva por todos los lados y hay un par de elefantes. Es la mejor opción para dormir por la zona del norte de la Meseta de Bolaven, porque el resto de sitios son casas particulares donde os dejan una parte del salón para dormir.
Booking. (no existe)
Agoda.
Tripadvisor.
- Pakse: Champasak Palace Hotel.
Este hotel esta ubicado en el antiguo palacio del emperador. Es un edificio gigante lleno de habitaciones y unos balcones corridos donde podremos estar tranquilos en la hamacas que encontraremos. Las habitaciones son enormes y las camas muy cómodas, el cuarto de baño esta reformado con bañera europea. La ubicación no es la mejor, ya que esta en una punta de la calle principal, pero tampoco hay mucho para hacer en Pakse por lo que no importa mucho su ubicación. Los únicos peros que les pongo al hotel es que el Wi-fi no iba del todo bien y que no tengan opción de alquilar moto, cosa extraña ya que la mayoría de turistas que acaban en esta ciudad es básicamente para alquilar una moto y adentrarse en la meseta de Bolaven.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Don Det: Little Eden Hotel.
Sin lugar a dudas después de recorrer tanto la isla de Don Det como la isla de Don Khon puedo decir sin miedo a equivocarme que es el mejor hotel de la zona. Esta situado en la parte norte de la isla Don Det pero eso no es problema ya que podemos alquilar una bicicleta al lado del hotel por un euro al día y movernos por donde nos plazca. La habitación es grande, limpia, baño europeo y wi-fi. El desayuno se hace en una terraza que da al río con unas vistas inmejorables y lo mejor de todo es que después de un día de calor recorriendo las islas y pedaleando no hay nada mejor que darse un buen chapuzón en la recién construida piscina del hotel. Si queréis pasar unos días en la zona de las 4.000 islas este es el lugar.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Phnom Penh: Hotel Town View Hotel Khan 7 Makara.
Elegir cualquier otro hotel que queráis, pero no vayáis a este. Esta en un lugar que no hay nada, ni para cenar, encima nos decían que no había habitaciones, cuando yo llevaba la reserva de Booking, tuve que pelearme para que me dieran una habitación. Debido a todas las quejas Booking.com lo acaba de sacar de su web. La piscina del ático esta congelada. Esta cadena tiene otro hotel justo la lado pero tercermundista e intentaron meternos en ese con el precio que habíamos pagado del otro. Una vez conocida la zona la mejor ubicación es cerca del Palacio Real ya que en el río se hace bastante vida y cerca del palacio hay muchos bares y lugares donde tomarse una cerveza. Fuera de la zona del palacio no hay nada abierto por la noche.
Booking. (ya no está en la web por la cantidad de reclamaciones que ha tenido)
Agoda.
Tripadvisor.
- Siem Reap: Hotel Secrets Pavilion Urban Boutique Hotel.
Un hotel céntrico, bonito, limpio, con un desayuno increíble y sobre todo con una estupenda piscina para relajaros una vez que lleguéis de visitar los templo de Angkor. Esta ubicado a cinco minutos de la zona del centro donde podréis llegar dando un pequeño paseo o con tuk tuk. Es un sitio tranquilo donde poder relajarte. La habitación es grande y el cuarto de baño moderno, aunque no tiene pie de ducha no se inunda como si pasa en muchos otros en Asia. Calidad precio inmejorable.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Bangkok: Nouvo City Hotel.
Este hotel ubicado cerca de la calle Khao San Road y a quince minutos andando del Palacio Real es un gran lugar para descansar, ducharse como Dios manda y relajarse en su piscina ubicada en la parte alta del hotel. Es un poco caro para lo que se ofrece en Bangkok, pero si tu intención es pasar unos días en la ciudad recomiendo que el hotel este decente para poder alejarte un poco del caos de la capital de Tailandia. El desayuno es muy caro, pero justo enfrente del hotel hay unos restaurantes que por unos pocos dólares te prepararan un desayuno increíble. Recomendado para una estancia media en la ciudad.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
Día 1
Madrid - Bangkok
Como siempre que uno se decide a realizar un viaje a Asia sabe que debe pasar por el trámite de cruzar medio mundo, por lo que las 14 o 15 horas de avión no se las puede evitar nadie. También es cierto que como es el viaje de ida uno esta ilusionado y con ganas de aventura, por lo que hasta uno se emociona cuando le traen la comida, que suele ser casi siempre asiática, sobre todo si se vuela con una compañía de aquel continente.
En este caso nuestro vuelo era de Madrid a Bangkok con parada en Doha, ya que la compañía elegida había sido Qatar. Después de mirar muchos vuelos y escalas esta nos resultó la más cómoda y barata. El billete de ida y vuelta nos costó 521 euros. El trayecto era siete horas de Madrid a Doha, tres de enlace en el aeropuerto y después otras siete más hasta llegar a Bangkok.
Debido a que los aviones son muy confortables, tienen decenas de películas, videojuegos y hasta series el trayecto se acaba haciendo ameno. Ahora no solo eso, sino que todos los asientos tiene USB por lo que si os lleváis un pen drive con películas que queráis ver podéis aprovechar más el tiempo si cabe.
Solo decir que el avión que cogimos en Doha para el trayecto hasta Bangkok fue espectacular, era de dos plantas y la de arriba era la sala VIP para los turistas de primera, con recepción, sillones y toda clase de lujos para aquel que pudiese pagarlo.
Entre cabezada, comida, película y videojuego.... llegamos a nuestro destino ya por la mañana del día siguiente.
Madrid - Bangkok
Como siempre que uno se decide a realizar un viaje a Asia sabe que debe pasar por el trámite de cruzar medio mundo, por lo que las 14 o 15 horas de avión no se las puede evitar nadie. También es cierto que como es el viaje de ida uno esta ilusionado y con ganas de aventura, por lo que hasta uno se emociona cuando le traen la comida, que suele ser casi siempre asiática, sobre todo si se vuela con una compañía de aquel continente.
En este caso nuestro vuelo era de Madrid a Bangkok con parada en Doha, ya que la compañía elegida había sido Qatar. Después de mirar muchos vuelos y escalas esta nos resultó la más cómoda y barata. El billete de ida y vuelta nos costó 521 euros. El trayecto era siete horas de Madrid a Doha, tres de enlace en el aeropuerto y después otras siete más hasta llegar a Bangkok.
Debido a que los aviones son muy confortables, tienen decenas de películas, videojuegos y hasta series el trayecto se acaba haciendo ameno. Ahora no solo eso, sino que todos los asientos tiene USB por lo que si os lleváis un pen drive con películas que queráis ver podéis aprovechar más el tiempo si cabe.
Solo decir que el avión que cogimos en Doha para el trayecto hasta Bangkok fue espectacular, era de dos plantas y la de arriba era la sala VIP para los turistas de primera, con recepción, sillones y toda clase de lujos para aquel que pudiese pagarlo.
Entre cabezada, comida, película y videojuego.... llegamos a nuestro destino ya por la mañana del día siguiente.
Día 2
Bangkok
Después de la paliza de avión llegamos a la capital de Tailandia sobre las 07:35 de la mañana. Lo primero que queríamos era ir al hotel para pegarnos una ducha y despejarnos. La mejor manera de ir al centro es con taxi, ya que las otras opciones es ir con el Bus Expres ( pero no te dejará en el centro ) o con el Sky Train pero tendrás que hacer transbordos y tampoco te dejará en la parte del centro, por lo que la mejor opción es el taxi. Para que no os engañen los piratas y aseguraros que es un taxi homologado lo mejor es seguir las indicaciones de taxi hasta salir del aeropuerto y una vez fuera veréis una máquina que os expenderá un ticket con el número de taxi que debéis coger. El precio hasta el centro es de unos 500 baths ( 12 euros ) y el tiempo puede variar, si no hay tráfico puede que tardéis unos cuarenta minutos y si hay tráfico unas dos horas... por lo que hay que armarse de paciencia y disfrutar del trayecto.
Hoy nos hospedaríamos en el Adamaz Hotel, no estaba mal, pero tampoco era como para tirar cohetes.
Una vez duchados nos fuimos directamente a disfrutar de la ciudad. Lo primero que hicimos fuer dirigirnos hacia el norte para ver un par de templos que habíamos leído y así bajarnos hacia el palacio más tarde.
Puedo decir que no es fácil moverse por la parte antigua de la ciudad, sobre todo cuando empiezas a callejear y a dar vueltas sobre uno mismo, siempre llevo un mapa offline en el móvil, pero aún así uno acaba dando vueltas. Nuestra primera parada fue en Wat Intharawihan Temple. El templo en sí no tiene nada pero sin embargo tiene un buda gigante en el patio que la verdad impresiona. Al estar fuera de la zona turística estuvimos solos y pudimos hacer un par de fotos por la zona.
De camino hacía la parte sur de la ciudad también pudimos ver el Wat Tri Thotsathep Worawihan, un bonito templo de mármol que esta pintado en su interior. Una vez visitados estos dos templos y de perdernos un poco por las calles decidimos ir hacía la parte sur, para visitar el Palacio Real.
Durante toda la mañana todas las personas que nos encontramos nos decían que el Palacio Real estaba cerrado por ser una fiesta budista y que hasta las 17:00 no abrían, ya había leído sobre esto, pero como nos lo decían tantas personas al final dudamos y pensamos en retrasar la visita al Palacio. Como era nuestro primer día en Bangkok pagamos el pato de turistas y un hombre nos mareo tanto hasta que subimos en un tuk tuk que paró él y acabamos nuevamente en el norte de la ciudad en un embarcadero donde querían cobrarnos 20 euros por un paseo en barco. Yo había leído que el barco-bus costaba menos de un euro por lo que después de discutir con el hombre y de mis negativas a pagar el hombre del tuk tuk se fue y nos dejó tirados en medio de la nada. Nuevamente tuvimos que volver a bajar andando hacía el sur, después de haber perdido otra hora más.
Por fin estábamos en las puertas del Palacio Real, pero justo en ese momento entraron tres autobuses de chinos y lo llenaron todo, como ya estabamos un poco cansados de líos nos fuimos al Wat Pho que está al lado para volver más tarde al Palacio.
Bangkok
Después de la paliza de avión llegamos a la capital de Tailandia sobre las 07:35 de la mañana. Lo primero que queríamos era ir al hotel para pegarnos una ducha y despejarnos. La mejor manera de ir al centro es con taxi, ya que las otras opciones es ir con el Bus Expres ( pero no te dejará en el centro ) o con el Sky Train pero tendrás que hacer transbordos y tampoco te dejará en la parte del centro, por lo que la mejor opción es el taxi. Para que no os engañen los piratas y aseguraros que es un taxi homologado lo mejor es seguir las indicaciones de taxi hasta salir del aeropuerto y una vez fuera veréis una máquina que os expenderá un ticket con el número de taxi que debéis coger. El precio hasta el centro es de unos 500 baths ( 12 euros ) y el tiempo puede variar, si no hay tráfico puede que tardéis unos cuarenta minutos y si hay tráfico unas dos horas... por lo que hay que armarse de paciencia y disfrutar del trayecto.
Hoy nos hospedaríamos en el Adamaz Hotel, no estaba mal, pero tampoco era como para tirar cohetes.
Una vez duchados nos fuimos directamente a disfrutar de la ciudad. Lo primero que hicimos fuer dirigirnos hacia el norte para ver un par de templos que habíamos leído y así bajarnos hacia el palacio más tarde.
Puedo decir que no es fácil moverse por la parte antigua de la ciudad, sobre todo cuando empiezas a callejear y a dar vueltas sobre uno mismo, siempre llevo un mapa offline en el móvil, pero aún así uno acaba dando vueltas. Nuestra primera parada fue en Wat Intharawihan Temple. El templo en sí no tiene nada pero sin embargo tiene un buda gigante en el patio que la verdad impresiona. Al estar fuera de la zona turística estuvimos solos y pudimos hacer un par de fotos por la zona.
De camino hacía la parte sur de la ciudad también pudimos ver el Wat Tri Thotsathep Worawihan, un bonito templo de mármol que esta pintado en su interior. Una vez visitados estos dos templos y de perdernos un poco por las calles decidimos ir hacía la parte sur, para visitar el Palacio Real.
Durante toda la mañana todas las personas que nos encontramos nos decían que el Palacio Real estaba cerrado por ser una fiesta budista y que hasta las 17:00 no abrían, ya había leído sobre esto, pero como nos lo decían tantas personas al final dudamos y pensamos en retrasar la visita al Palacio. Como era nuestro primer día en Bangkok pagamos el pato de turistas y un hombre nos mareo tanto hasta que subimos en un tuk tuk que paró él y acabamos nuevamente en el norte de la ciudad en un embarcadero donde querían cobrarnos 20 euros por un paseo en barco. Yo había leído que el barco-bus costaba menos de un euro por lo que después de discutir con el hombre y de mis negativas a pagar el hombre del tuk tuk se fue y nos dejó tirados en medio de la nada. Nuevamente tuvimos que volver a bajar andando hacía el sur, después de haber perdido otra hora más.
Por fin estábamos en las puertas del Palacio Real, pero justo en ese momento entraron tres autobuses de chinos y lo llenaron todo, como ya estabamos un poco cansados de líos nos fuimos al Wat Pho que está al lado para volver más tarde al Palacio.
Para llegar al Wat Pho solo tendréis que rodear el palacio y seguir los carteles que lo anuncian. La entrada cuesta 100 baths (2,5 €). Para mí fue uno de los lugares más bonitos de todo Bangkok. Dentro del complejo veréis decenas de estupas, todas decoradas y bien conservadas. También hay unos cuatro templos con sus tejados típicos y sus bonitos acabados. No se si es normal o que tuvimos suerte pero apenas había turistas dentro del complejo, no se si todo el mundo estaba en el palacio o simplemente que como llovía un poco los turistas prefirieron quedarse en el hotel. El plato fuerte de esta visita es el impresionante Buda reclinado. Una estatua de proporciones gigantescas con una belleza fuera de toda duda y para rematar la espectacularidad del lugar el templo donde se encuentra esta figura es gigantesco, ya que tiene que albergar a dicha escultura. Sin lugar a dudas es de visita obligada si vais a Bangkok, ya que aunque hayáis visto cientos de fotos no tiene nada que ver cuando estáis ante semejante lugar.
Una vez visitado este templo decidimos que era hora de comer. Justo al lado de donde estábamos se encuentra el Museo Siam y nos habían recomendado comer en la cafetería que hay justo dentro, ubicada en unos jardines. El nombre del restaurante es Muse Kitchen By Elefin, y aunque el lugar es bonito, ubicado en un jardín y los camareros fueron muy amables, la comida que nos sirvieron no fue ninguna maravilla. Pedimos un par de sopas y la verdad es que ninguna estuvo muy buena, quizás fuese que no supimos elegir bien. Si estáis por la zona, vale la pena, pero si no, ni os molestéis en ir.
Después de una comida muy floja decidimos ir al Palacio Real, pero cuando llegamos cual fue nuestra sorpresa que estaba cerrado..... después de tanto marear la gente de que abría tarde, de que era día festivo y mil artimañas más para marear nos topamos con que el Palacio cierra a las 17:00. Nos miramos... y bueno no pasa nada a la vuelta de Camboya aún nos quedan dos días en Bangkok así que decidimos dejarlo para otra ocasión.
Teníamos ilusión de ver el Wat Saket ( Monte dorado ) y la verdad es que no nos decepcionó, ya que para mi junto con el Wat Pho son los dos lugares más impresionantes de la ciudad. Esto no es más que una pequeña colina donde en su parte más alta hay ubicado un templo y aunque éste no tiene nada de especial, si lo es el lugar en sí. Deberás ir subiendo decenas de escalones donde te irás encontrando diferentes niveles y donde estarás casi todo el tiempo cubierto por los arboles de la montaña. Veréis imágenes de buda, campanas para llamar a la oración, pequeños templos con sus monjes.... y arriba del todo podréis contemplar una panorámica de la capital de Tailandia. La verdad es que es un bonito lugar para visitar y quedarte unos minutos tranquilo disfrutando del ambiente y el entorno.
Habíamos quedado más tarde con unos amigos por la zona de Chinatown por lo que decidimos coger el barco-bus que recorre todo el río y ver la ciudad desde otro ángulo. Probamos un tuk-tuk para llegar al embarcadero que deseábamos y nos costo 100 baths, con trayecto directo porque te lo pueden hacer más barato si te llevan primero a casa de su primo para que veas ropa de marca, vosotros pedir siempre "Non Stop".
Para dar una vuelta no hay nada mejor que estos barcos que son realmente baratos y van de norte a sur o de sur a norte ahorrándote una importante pateada. Para disfrutar más tiempo nos fuimos a la parada número 13 Phra Arthit. Las paradas están señalizadas con números para que sea más fácil para los extranjeros y los barcos están diferenciados con banderas de colores. Cada color hace un recorrido diferente por eso vosotros tenéis que saber a que punto queréis ir para saber que barco coger. Es realmente fácil, vosotros vais a la parada que queráis ( en este caso nosotros fuimos a la 13 ) y allí hay un mapa con los colores de los barcos y las paradas que hacen. Por ejemplo si queréis llegar hasta la parada 4 que era nuestro caso debéis de coger el color naranja. Si por el contrario queréis otra parada, pues miráis en el mapa que color para en vuestra parada y sale de vuestra salida y cogéis ese. Es muy fácil y el precio... 15 baths ( 0,50 € ) vamos... un regalo. Desplazarse así por la ciudad es la manera más barata y rápida, aunque solo podréis ir a los lugares que hay río, si intentáis ir a la zona nueva pues este medio de transporte no os servirá.
Nosotros paramos en el número 4 Marine Dept, desde allí nos dirigimos por la calle Th Charoen Krung hacía Chinatown. Cuando llegáis a la Gate of China Town justo al lado esta el templo Wat Traimit, que aunque es curioso de ver, tampoco tiene nada sorprendente, un templo más que visitar en la ciudad de Bangkok.
Una vez visitado este templo decidimos que era hora de comer. Justo al lado de donde estábamos se encuentra el Museo Siam y nos habían recomendado comer en la cafetería que hay justo dentro, ubicada en unos jardines. El nombre del restaurante es Muse Kitchen By Elefin, y aunque el lugar es bonito, ubicado en un jardín y los camareros fueron muy amables, la comida que nos sirvieron no fue ninguna maravilla. Pedimos un par de sopas y la verdad es que ninguna estuvo muy buena, quizás fuese que no supimos elegir bien. Si estáis por la zona, vale la pena, pero si no, ni os molestéis en ir.
Después de una comida muy floja decidimos ir al Palacio Real, pero cuando llegamos cual fue nuestra sorpresa que estaba cerrado..... después de tanto marear la gente de que abría tarde, de que era día festivo y mil artimañas más para marear nos topamos con que el Palacio cierra a las 17:00. Nos miramos... y bueno no pasa nada a la vuelta de Camboya aún nos quedan dos días en Bangkok así que decidimos dejarlo para otra ocasión.
Teníamos ilusión de ver el Wat Saket ( Monte dorado ) y la verdad es que no nos decepcionó, ya que para mi junto con el Wat Pho son los dos lugares más impresionantes de la ciudad. Esto no es más que una pequeña colina donde en su parte más alta hay ubicado un templo y aunque éste no tiene nada de especial, si lo es el lugar en sí. Deberás ir subiendo decenas de escalones donde te irás encontrando diferentes niveles y donde estarás casi todo el tiempo cubierto por los arboles de la montaña. Veréis imágenes de buda, campanas para llamar a la oración, pequeños templos con sus monjes.... y arriba del todo podréis contemplar una panorámica de la capital de Tailandia. La verdad es que es un bonito lugar para visitar y quedarte unos minutos tranquilo disfrutando del ambiente y el entorno.
Habíamos quedado más tarde con unos amigos por la zona de Chinatown por lo que decidimos coger el barco-bus que recorre todo el río y ver la ciudad desde otro ángulo. Probamos un tuk-tuk para llegar al embarcadero que deseábamos y nos costo 100 baths, con trayecto directo porque te lo pueden hacer más barato si te llevan primero a casa de su primo para que veas ropa de marca, vosotros pedir siempre "Non Stop".
Para dar una vuelta no hay nada mejor que estos barcos que son realmente baratos y van de norte a sur o de sur a norte ahorrándote una importante pateada. Para disfrutar más tiempo nos fuimos a la parada número 13 Phra Arthit. Las paradas están señalizadas con números para que sea más fácil para los extranjeros y los barcos están diferenciados con banderas de colores. Cada color hace un recorrido diferente por eso vosotros tenéis que saber a que punto queréis ir para saber que barco coger. Es realmente fácil, vosotros vais a la parada que queráis ( en este caso nosotros fuimos a la 13 ) y allí hay un mapa con los colores de los barcos y las paradas que hacen. Por ejemplo si queréis llegar hasta la parada 4 que era nuestro caso debéis de coger el color naranja. Si por el contrario queréis otra parada, pues miráis en el mapa que color para en vuestra parada y sale de vuestra salida y cogéis ese. Es muy fácil y el precio... 15 baths ( 0,50 € ) vamos... un regalo. Desplazarse así por la ciudad es la manera más barata y rápida, aunque solo podréis ir a los lugares que hay río, si intentáis ir a la zona nueva pues este medio de transporte no os servirá.
Nosotros paramos en el número 4 Marine Dept, desde allí nos dirigimos por la calle Th Charoen Krung hacía Chinatown. Cuando llegáis a la Gate of China Town justo al lado esta el templo Wat Traimit, que aunque es curioso de ver, tampoco tiene nada sorprendente, un templo más que visitar en la ciudad de Bangkok.
Quizás la parte más bonita de Bangkok sea este barrio de Chinatown. Desde el portal del pueblo chino deberéis ir por la calle Th Yaowarat y podréis disfrutar de una parte muy diferente de la ciudad. Las aceras están completamente llenas de puestos callejeros, bullicio, olores.... un gran lugar para perderse. Puedes ir sorteando los puestos callejeros y cuando te das cuenta estás dentro de un local donde te venden móviles o juguetes para niños. Deambular por este lugar sin un rumbo fijo puede ser una manera muy divertida de conocer esta parte de la ciudad. Hay que saber también que este es el Chinatown más grande que existe fuera de las fronteras de China.
Una vez paseado por las calles y disfrutado con la experiencia nos fuimos al restaurante Mango Tree que habían reservado nuestro amigos. Para llegar a él tuvimos que coger taxi y nos costó un poco parar a uno que quisiera poner el taxímetro. La cena estuvo muy bien y el restaurante era muy bueno, pero quizás un poco caro para ser Bangkok, nos costó unos 24 euros la cena para dos personas, con cerveza incluida, aunque hay que decir que los noodles que me comí estaban impresionantes.
Para terminar la noche nos fuimos al hotel de nuestros amigos y nos tomamos una última copa, despidiéndonos de ellos, ya que al día siguiente nosotros nos íbamos para Laos y ellos emprendían su viaje al norte de Tailandia.
Una vez paseado por las calles y disfrutado con la experiencia nos fuimos al restaurante Mango Tree que habían reservado nuestro amigos. Para llegar a él tuvimos que coger taxi y nos costó un poco parar a uno que quisiera poner el taxímetro. La cena estuvo muy bien y el restaurante era muy bueno, pero quizás un poco caro para ser Bangkok, nos costó unos 24 euros la cena para dos personas, con cerveza incluida, aunque hay que decir que los noodles que me comí estaban impresionantes.
Para terminar la noche nos fuimos al hotel de nuestros amigos y nos tomamos una última copa, despidiéndonos de ellos, ya que al día siguiente nosotros nos íbamos para Laos y ellos emprendían su viaje al norte de Tailandia.
Día 3
Bangkok - Luang Prabang
Hoy empezaba realmente nuestro viaje. Nos levantamos 06:00 de la mañana ya que deberíamos coger el avión a las 10:25 con destino a Laos. Como el día anterior habíamos tardado tanto en llegar al centro de Bangkok desde el aeropuerto decidimos ir con tiempo, ya que no queríamos perder el avión que nos llevaría al verdadero inicio del viaje. Hablamos con el conserje del hotel para pedir un taxi y nos comentó que no hacía falta, que por 500 baths un conocido suyo nos llevaría al aeropuerto sin problemas. Era más barato que el taxi del día anterior por lo que por 12 euros nos llevaron nuevamente al aeropuerto. En esta ocasión tardamos mucho menos por lo que cuando llegamos aún no se podía ni facturar, así que estuvimos un rato tirados por las sillas.
Nuestro vuelo lo habíamos contratado con Lao Airlines por 115 euros. Habíamos leído muchas cosas de la compañía, unas buenas y otras no tanto, pero la verdad es que resulto estar muy bien. Facturamos sin problemas, todo estuvo perfecto, hasta que llegamos al avión, ya que no era exactamente un avión como los que estamos acostumbrados de Ryanair, sino era más bien una avioneta grande. En lugar de tener el típico motor lo que nos encontramos fue un pequeño avión de hélices. Por lo demás todo bien, no se movía mucho en el aire y el despegue y el aterrizaje estuvo muy bien. Yo lo volvería a coger sin problemas, pero la verdad es que daba un sensación un poco cutre. Eso sí nos dieron unas bolsitas de fruta deshidrata para almorzar que estaban realmente deliciosas.
Cuando el avión ya se encuentra cerca de a Luang Prabang uno aprecia donde esta. Colinas completamente verdes, el río serpenteando por ellas y ni una sola construcción alrededor. Realmente son unas vistas muy bonitas de un lugar realmente mágico.
A todo aquel que visite Laos le recomiendo encarecidamente que pase unos días en esta pequeña joya, un lugar tranquilo y autentico, de los que no quedan mucho por el mundo. Casas de dos alturas, mercados locales, decenas de templos budistas, el Mekong en su estado más puro y lo más importante casi no hay turistas. Uno se puede sentir realmente integrado en este pequeño y maravilloso pueblo.
Una vez aterrizado hay que pasar por la aduana para que el funcionario de turno te ponga el visado en el pasaporte. Todo fue realmente rápido. Uno te recoge el pasaporte, a otro le pagas los 30 dólares de rigor y un tercero te devuelve el pasaporte con tu ansiado visado. Eso sí todos con una agradable y sincera sonrisa, por lo que ya empiezas a vislumbrar el tipo de gente con la que te vas a encontrar.
Habíamos quedado con el chico del hotel para que viniese a recogernos, miramos los cartelitos de la gente que esperaba y entre ellos no estaba mi nombre. Esperamos un rato largo hasta que nos dimos cuenta de que nadie vendría a recogernos. En ese momento una chica española que vivía en Autralia se nos acerco para saber si íbamos al centro, por lo que ella, una americana que también vimos en el aeorpuerto y nosotros dos decidimos ir por nuestra cuenta al centro de la ciudad. Vimos un par de carteles y nos dimos cuenta de que por unos seis euros podías coger unas furgonetas con un conductor local para que nos llevasen al pueblo. Nadie hablaba ingles por lo que al final después de mucho dialogo absurdo conseguimos llegar a un acuerdo, que nos dejase en la oficina de correos de Luang Prabang y después cada uno iría por su cuenta a buscar su hotel.
El trayecto es de apenas diez minutos, por lo que en cuanto nos quisimos dar cuenta ya estábamos en la calle principal de la ciudad, nos despedimos de la española y la americana y nos dirigimos a nuestro hotel. Empezó a llover, por lo que cuando llegamos al hotel ya estábamos un poco mojados. Nuestro hotel estaba a diez minutos andando del centro y la verdad es que no podía ser más bonito. Lakhangthong Boutique Hotel es de esos pequeños lugares que siempre quedarán en mi recuerdo. No esperéis un complejo hotelero enorme, sino una casa de estilo asiático de dos plantas, con una terraza corrida que da acceso a las habitaciones. Es exactamente como los hoteles que se ven en las películas sobre Indochina, una verdadera joya. Para entrar a las habitaciones había que quitarse los zapatos y dejarlos en al puerta. En cada parte del balcón frente a la puerta de la habitación hay una pequeña mesa con dos sillas para poder desayunar o leer un rato mientras uno ve la gente pasar por la calle. Y que decir de Ming, el chico que lleva el hotel. Realmente es la persona más servicial que me encontré en el viaje, en todo momento esta atento de que todo este de tu gusto y prepara unos zumos de sandía que eran una delicia. Sin embargo no habla ni una palabra de inglés, pero no os preocupéis, no pasa nada, se desvivirá por haceros la estancia agradable.
Una vez dejado las cosas nos fuimos al centro de Luang Prabang para empezar a disfrutar de Laos. Es muy fácil recorrer esta ciudad ya que uno sólo debe ir a la calle principal Th Sisavangvong e ir mirando hacia izquierda y derecha e ir disfrutando de las cosas.
Bangkok - Luang Prabang
Hoy empezaba realmente nuestro viaje. Nos levantamos 06:00 de la mañana ya que deberíamos coger el avión a las 10:25 con destino a Laos. Como el día anterior habíamos tardado tanto en llegar al centro de Bangkok desde el aeropuerto decidimos ir con tiempo, ya que no queríamos perder el avión que nos llevaría al verdadero inicio del viaje. Hablamos con el conserje del hotel para pedir un taxi y nos comentó que no hacía falta, que por 500 baths un conocido suyo nos llevaría al aeropuerto sin problemas. Era más barato que el taxi del día anterior por lo que por 12 euros nos llevaron nuevamente al aeropuerto. En esta ocasión tardamos mucho menos por lo que cuando llegamos aún no se podía ni facturar, así que estuvimos un rato tirados por las sillas.
Nuestro vuelo lo habíamos contratado con Lao Airlines por 115 euros. Habíamos leído muchas cosas de la compañía, unas buenas y otras no tanto, pero la verdad es que resulto estar muy bien. Facturamos sin problemas, todo estuvo perfecto, hasta que llegamos al avión, ya que no era exactamente un avión como los que estamos acostumbrados de Ryanair, sino era más bien una avioneta grande. En lugar de tener el típico motor lo que nos encontramos fue un pequeño avión de hélices. Por lo demás todo bien, no se movía mucho en el aire y el despegue y el aterrizaje estuvo muy bien. Yo lo volvería a coger sin problemas, pero la verdad es que daba un sensación un poco cutre. Eso sí nos dieron unas bolsitas de fruta deshidrata para almorzar que estaban realmente deliciosas.
Cuando el avión ya se encuentra cerca de a Luang Prabang uno aprecia donde esta. Colinas completamente verdes, el río serpenteando por ellas y ni una sola construcción alrededor. Realmente son unas vistas muy bonitas de un lugar realmente mágico.
A todo aquel que visite Laos le recomiendo encarecidamente que pase unos días en esta pequeña joya, un lugar tranquilo y autentico, de los que no quedan mucho por el mundo. Casas de dos alturas, mercados locales, decenas de templos budistas, el Mekong en su estado más puro y lo más importante casi no hay turistas. Uno se puede sentir realmente integrado en este pequeño y maravilloso pueblo.
Una vez aterrizado hay que pasar por la aduana para que el funcionario de turno te ponga el visado en el pasaporte. Todo fue realmente rápido. Uno te recoge el pasaporte, a otro le pagas los 30 dólares de rigor y un tercero te devuelve el pasaporte con tu ansiado visado. Eso sí todos con una agradable y sincera sonrisa, por lo que ya empiezas a vislumbrar el tipo de gente con la que te vas a encontrar.
Habíamos quedado con el chico del hotel para que viniese a recogernos, miramos los cartelitos de la gente que esperaba y entre ellos no estaba mi nombre. Esperamos un rato largo hasta que nos dimos cuenta de que nadie vendría a recogernos. En ese momento una chica española que vivía en Autralia se nos acerco para saber si íbamos al centro, por lo que ella, una americana que también vimos en el aeorpuerto y nosotros dos decidimos ir por nuestra cuenta al centro de la ciudad. Vimos un par de carteles y nos dimos cuenta de que por unos seis euros podías coger unas furgonetas con un conductor local para que nos llevasen al pueblo. Nadie hablaba ingles por lo que al final después de mucho dialogo absurdo conseguimos llegar a un acuerdo, que nos dejase en la oficina de correos de Luang Prabang y después cada uno iría por su cuenta a buscar su hotel.
El trayecto es de apenas diez minutos, por lo que en cuanto nos quisimos dar cuenta ya estábamos en la calle principal de la ciudad, nos despedimos de la española y la americana y nos dirigimos a nuestro hotel. Empezó a llover, por lo que cuando llegamos al hotel ya estábamos un poco mojados. Nuestro hotel estaba a diez minutos andando del centro y la verdad es que no podía ser más bonito. Lakhangthong Boutique Hotel es de esos pequeños lugares que siempre quedarán en mi recuerdo. No esperéis un complejo hotelero enorme, sino una casa de estilo asiático de dos plantas, con una terraza corrida que da acceso a las habitaciones. Es exactamente como los hoteles que se ven en las películas sobre Indochina, una verdadera joya. Para entrar a las habitaciones había que quitarse los zapatos y dejarlos en al puerta. En cada parte del balcón frente a la puerta de la habitación hay una pequeña mesa con dos sillas para poder desayunar o leer un rato mientras uno ve la gente pasar por la calle. Y que decir de Ming, el chico que lleva el hotel. Realmente es la persona más servicial que me encontré en el viaje, en todo momento esta atento de que todo este de tu gusto y prepara unos zumos de sandía que eran una delicia. Sin embargo no habla ni una palabra de inglés, pero no os preocupéis, no pasa nada, se desvivirá por haceros la estancia agradable.
Una vez dejado las cosas nos fuimos al centro de Luang Prabang para empezar a disfrutar de Laos. Es muy fácil recorrer esta ciudad ya que uno sólo debe ir a la calle principal Th Sisavangvong e ir mirando hacia izquierda y derecha e ir disfrutando de las cosas.
Uno de los primeros lugares que te encuentras es el Palacio Real. No es gran cosa, pero en la entrada del recinto a mano derecha hay una bonita pagoda. Dar una vuelta en el recinto y entrar en la pagoda es interesante, pero entrar en el palacio no tiene mucha cosa, por lo que después de dar una vuelta lo mejor es volver a la calle principal. Saliendo del reciento justo frente a nosotros están las escalera para subir al Monte Phu Si. Es una colina sagrada donde se supone que hay una huella de Buda. Hay que pagar 3 $ por ascender los cientos de escalones tallados en la piedra. Es una bonita experiencia y lo mejor de todos son las vistas desde arriba. Podréis haceros una idea de donde estáis y ver como el Mekong va deslizándose silenciosamente por el verdor de Laos.
Bajamos de la montaña sagrada y volvemos a estar nuevamente en la calle principal. Si seguimos el camino como lo dejamos a nuestra izquierda encontramos un nuevo templo, Wat Mai Suwannapumaram. Este es un buen lugar para disfrutar un rato de la tranquilidad. Esto no es un templo propiamente dicho sino que es un complejo con muchas casas de madera donde los monjes viven, rezan y van a la escuela. Aquí podréis ver a los monjes ducharse en la calle con una manguera, barrer, cortar las ramas secas de los arboles.... vamos que podréis disfrutar de vivir unos momentos rodeados de monjes. Nosotros estábamos deambulando por allí cuando vimos una chica de origen chino que nos pregunto por la famosa ceremonia del rezo, nosotros no teníamos ni idea, por lo que preguntamos a un monje. Nos dijeron que se hacía en veinte minutos y que si queríamos estábamos invitados. Dicha ceremonia empezó a las 17:30. Primero tocan el gran tambor para avisar a los monjes que es hora de rezar. En ese momento el que parece ser el monje con más galones empieza a rezar con ese sonido tan característico de los budistas. Poco a poco van entrando en el templo el resto de monjes, se sientan con las rodillas en el suelo y empiezan a rezar al compas del primero. Lo que en un momento había empezado como un pequeño rezo, se acabó convirtiendo en más de veinte monjes rezando con sus tonalidades características. Puede ser una gran experiencia dentro de vuestro viaje a este maravilloso país.
Después de estos momentos mágicos salimos nuevamente a la calle principal y seguimos caminando para llegar al siguiente templo, Wat Xieng Thong. Este sea quizás el conjunto de templos más bonitos de la ciudad, pero la verdad es que yo soy más de vivir experiencias que de ver cosas, por lo que para mi el que más me gusto fue el anterior donde pudimos vivir una ceremonia budista y charlar con los monjes.
Hay muchas más cosas para visitar en esta ciudad, pero donde radica su mayor belleza es en el ambiente, en sus calles, en sus gentes, lo mejor deambular sin rumbo fijo para disfrutar de la atmosfera del lugar. Tomar una cerveza en una pequeña mesa del centro y ver pasar a la gente con sus carros, los monjes riendo vestidos con sus telas de color azafrán o a las mujeres cargadas con decenas de cosas mientras intentan mantener el equilibrio en sus viejas bicicletas. Esto es Luang Prabang, quizás uno de los lugares más auténticos y especiales de todo el sureste asiático.
Al día siguiente queríamos ir a visitar las cuevas de Pak Ou. Teníamos pensado preguntárselo al encargado del hotel, pero aunque era un chico muy servicial y amable fue imposible comunicarnos, ya que no hablaba ingles. En la calle principal por la zona de correos encontramos una agencia de viajes que organizaba excursiones, entramos a preguntar para ir al día siguiente a surcar las aguas del Mekong en dirección a la cueva, la chica nos comentó que por 90.000 Kips (10 €) podríamos hacer la excursión. No me pareció caro por lo que lo contratamos con ellos. Nos dijeron que al día siguiente estuviésemos en el río para coger la barca.
Después del largo día que llevábamos entre avión, pateo y templos decidimos ir a cenar y descansar ya que al día siguiente queríamos madrugar para ver la famosa ceremonia de la limosna.
Cenar en esta ciudad es sencillo y barato. Si andáis por la calle principal desde correos hasta el palacio, antes de llegar a este último veréis una calle que sale hacia la izquierda en dirección al rio llena de puestos de comida. Este es el lugar para comer. Toda la calle esta llena de puestos callejeros, algunos apetecibles, otros los descartaréis enseguida. Al lado de cada puesto hay unas mesas largas con taburetes corridos, donde podréis sentaros y disfrutar de la maravillosa comida laosiana. El mecanismo es el siguiente, deberéis coger un bol vacío que encontraréis en el puesto, después llenarlo con todo lo que os quepa, pedís de beber y os sentáis en la mesa adjunta a vuestro puesto. Una vez terminado pagareis la cena por el módico precio de unos 3 €. Si lo habéis leído bien, cena en la calle, con ambiente de Asia, cerveza y todo lo que os quepa en el bol por 3 $. No volvimos a comer tan barato en todo el viaje. También hay que ser sinceros, la comida no era de las mejores, ya que es como cuando uno va a un buffet libre y esta todo recalentado, pero bueno por ese precio y ese ambiente uno se lo comía con mucho gusto.
Después de la suculenta cena decidimos irnos tranquilamente al hotel para poder descansar ya que el día de mañana empezaría a las 04:00.
Día 4
Luang Prabang (Cuevas de Pak Ou)
Hoy el día empezaba muy temprano. Queríamos ver la famosa ceremonia de la limosna y nos habían comentado que empezaba sobre las 04:30 a.m. Nos levantamos muy temprano y decidimos ir directamente al centro del pueblo. Cuando llegamos a la puerta principal del hotel donde estábamos descubrimos que estaba cerrado, se podía abrir, pero no cerrar después desde fuera, por lo que fuimos a la recepción que estaba justo frente a la puerta y nos dimos cuenta de que el chico encargado estaba durmiendo en una hamaca con una mosquitera. Cuando nos vio dio un salto y nos empezó a preguntar en su idioma algo como que pasaba, le explicamos como pudimos que queríamos salir, nos abrió la puerta y se volvió a dormir.
Recorrer las calles completamente oscuras y casi en silencio es una experiencia curiosa. Poco a poco empieza a verse movimiento, nosotros fuimos a la intersección que hay frente a correos y decidimos sentarnos en un banco a esperar como va yendo la cosa. A los pocos minutos empezamos a ver a los primeros habitantes locales de la zona que aparecen portando en sus manos como unos pequeños cuencos de bambú. Al lado nuestro aparece una mujer con un puesto donde tiene unos seis o siete de esos cuencos, nos ofrece uno por el precio de 3 euros. Decidimos comprárselo para poder participar activamente de la ceremonia.
Cuando empieza a amanecer ya somos una decena de personas que esperamos en la calle a la llegada de los monjes, pero estos aún no han aparecido. Prácticamente todo esta en silencio por lo que empezamos a escuchar el sonido de unos pasos, nos levantamos y vemos diferentes filas de jóvenes monjes vestidos con las típicas togas de color azafrán. No es una fila larga de monjes, sino que hay muchas pequeñas filas que van pasando por una u otra calle recogiendo la comida que los locales y turistas les ofrecemos.
Por lo que se ve cada fila pertenece a un templo y la comida que recogen es para todos los monjes de dicho lugar. Por lo que nos enteramos después hacen dos comidas al día, una por la mañana y otra a las doce. Vimos pasar en las diferentes aceras a las filas de monjes, hasta que nos llegó el turno. Ante nosotros aparecieron unos veinte monjes sonriendo y portando colgado del hombro un cuenco el cual destapaban cuando estaban frente a nosotros y con la comida que habíamos comprando ( a base de arroz y fruta ) llenamos sus recipientes. Mientras que hacíamos estos ellos sonreían y a diferencia de nosotros, cuando alguna persona local les entregaba comida les hacían una reverencia en señal de respeto. La verdad es que es una experiencia única, una costumbre milenaria que llega desde los inicios de esta maravillosa religión. Sólo hay dos lugares hoy en día donde se conserve esta costumbre, uno es Luang Prabang y otro es un pueblo de Myanmar. Sin lugar a dudas bien merece el madrugón que nos pegamos.
Luang Prabang (Cuevas de Pak Ou)
Hoy el día empezaba muy temprano. Queríamos ver la famosa ceremonia de la limosna y nos habían comentado que empezaba sobre las 04:30 a.m. Nos levantamos muy temprano y decidimos ir directamente al centro del pueblo. Cuando llegamos a la puerta principal del hotel donde estábamos descubrimos que estaba cerrado, se podía abrir, pero no cerrar después desde fuera, por lo que fuimos a la recepción que estaba justo frente a la puerta y nos dimos cuenta de que el chico encargado estaba durmiendo en una hamaca con una mosquitera. Cuando nos vio dio un salto y nos empezó a preguntar en su idioma algo como que pasaba, le explicamos como pudimos que queríamos salir, nos abrió la puerta y se volvió a dormir.
Recorrer las calles completamente oscuras y casi en silencio es una experiencia curiosa. Poco a poco empieza a verse movimiento, nosotros fuimos a la intersección que hay frente a correos y decidimos sentarnos en un banco a esperar como va yendo la cosa. A los pocos minutos empezamos a ver a los primeros habitantes locales de la zona que aparecen portando en sus manos como unos pequeños cuencos de bambú. Al lado nuestro aparece una mujer con un puesto donde tiene unos seis o siete de esos cuencos, nos ofrece uno por el precio de 3 euros. Decidimos comprárselo para poder participar activamente de la ceremonia.
Cuando empieza a amanecer ya somos una decena de personas que esperamos en la calle a la llegada de los monjes, pero estos aún no han aparecido. Prácticamente todo esta en silencio por lo que empezamos a escuchar el sonido de unos pasos, nos levantamos y vemos diferentes filas de jóvenes monjes vestidos con las típicas togas de color azafrán. No es una fila larga de monjes, sino que hay muchas pequeñas filas que van pasando por una u otra calle recogiendo la comida que los locales y turistas les ofrecemos.
Por lo que se ve cada fila pertenece a un templo y la comida que recogen es para todos los monjes de dicho lugar. Por lo que nos enteramos después hacen dos comidas al día, una por la mañana y otra a las doce. Vimos pasar en las diferentes aceras a las filas de monjes, hasta que nos llegó el turno. Ante nosotros aparecieron unos veinte monjes sonriendo y portando colgado del hombro un cuenco el cual destapaban cuando estaban frente a nosotros y con la comida que habíamos comprando ( a base de arroz y fruta ) llenamos sus recipientes. Mientras que hacíamos estos ellos sonreían y a diferencia de nosotros, cuando alguna persona local les entregaba comida les hacían una reverencia en señal de respeto. La verdad es que es una experiencia única, una costumbre milenaria que llega desde los inicios de esta maravillosa religión. Sólo hay dos lugares hoy en día donde se conserve esta costumbre, uno es Luang Prabang y otro es un pueblo de Myanmar. Sin lugar a dudas bien merece el madrugón que nos pegamos.
Después de disfrutar de esa experiencia única decidimos volver al hotel para poder desayunar tranquilamente. Como siempre nuestro amigo del hotel nos preparó junto al desayuno un zumo natural de sandía delicioso.
Teníamos contratado con la agencia ir a visitar las cuevas de Pak Ou, por lo que nos dirigimos nuevamente al centro para buscar al supuesto barquero. Bajamos por la calle principal donde habíamos estado viendo a los monjes y una vez que llegamos al río fuimos recorriéndolo dejando a nuestra izquierda el río y a nuestra derecha las casas. No teníamos muy claro si habría más de uno o si sería difícil encontrarlo, así que caminamos un poco. Vimos a unas personas locales junto a unas pequeñas barcas y les preguntamos como pudimos Pak Ou y nos indicaron que siguiésemos andando. No hay realmente perdida porque llega un momento que encontramos una pequeña caseta junto al río con unos bancos como para sentarse, ese es el lugar donde había que esperar al barquero. En nuestro caso el horario de salida era a las 09:00, pero nos dijeron que podía variar por lo que si pensáis ir más vale que vayáis la tarde de antes para aseguraros y llegar con tiempo. Una vez allí nos dimos cuenta de que si no lo hubiésemos contratado con la agencia local, sino que hubiésemos ido directamente por nuestra cuenta nos hubiésemos ahorrado un dólar. La cuestión es que enseñé el ticket de la agencia, nos lo cambió por otro y dos dijo que esperásemos.
En un momento dado llegan diferentes barcas a la orilla y el chico que esta en la caseta se pone a repartir turistas por barcos. Como cuando yo estuve no había muchos turistas prácticamente íbamos solos en el barco.
Se pasa por una pequeña pasarela de madera para llegar a la embarcación y una vez listos empieza el paseo en barco. Cuando yo fui era temporada de lluvias por lo que el río estaba lleno de agua y había mucha corriente, por lo que el viaje nos llevo unas dos horas y media. El trayecto es realmente espectacular, a ambos lados del camino todo es vegetación rodeado de pequeñas colinas que dan una agradable sensación de estar en Asia. En un momento dado el barquero se acerco a una orilla donde había un pequeño embarcadero improvisado y nos hizo bajar. Subiendo unas escaleras de madera llegamos a un pequeño pueblo. Dentro de las dos calles de tierra con casas de ladrillos que encontramos habían niñas vendiendo telas y mujeres enseñándonos bufandas y pañuelos. Fue muy curiosa la visita y muy autentica, aunque imagino que si hubieses estado llena de turistas occidentales en temporada alta, la sensación hubiese sido completamente diferentes. Creo que nosotros paramos en ese pueblo porque habíamos contratado la excursión con la agencia local, mientras que aquellos que habían comprado el ticket en el puesto fueron directamente a las cuevas. No estoy seguro porque no conseguí a nadie que me lo pudiese explicar.
Una vez visitado esta curiosa aldea pusimos nuevamente rumbo a las cuevas. Después de otra media hora de barca llegamos al embarcadero de Pak Ou. Aquí si habían muchas barcas, estaba lleno de turistas y como siempre antes de empezar a subir los escalones que daban acceso a las figuras de buda nos hicieron pagar un dólar. Donde hay turistas siempre hay una mesa improvisada para sacar algún dólar, y la verdad es que me parece bien ya que es una manera de conservar un poquito mejor estos lugares.
Una vez en la cueva tengo que decir que no son nada del otro mundo. Esta compuesta por dos, una llena de pequeñas figuras de Buda justo la lado del embarcadero y otra más arriba donde deberemos subir cientos de escaleras para llegar al inicio de la gruta. Una vez dentro de la grande deberemos llegar hasta el final para ver alguna estatua mas de Buda.
Después de un paseo por la cueva volvemos a la embarcación y ponemos rumbo nuevamente a Luang Prabang. Como ahora vamos a favor de la corriente en una hora aproximadamente llegamos nuevamente al pueblo. Si pensamos que la excursión en sí es la visita de la cuevas, no tiene mucho sentido ya que no valen mucho la pena, pero sin embargo el paseo en barca por el Mekong es realmente inolvidable. Si estás por el Sureste Asiático y vas a cruzar el Mekong en otro punto yo no haría la excursión pero si por el contrario no tienes planeado recorrer el río, si que haría este itinerario para poder disfrutar de unos de los más importantes de Asia.
Teníamos contratado con la agencia ir a visitar las cuevas de Pak Ou, por lo que nos dirigimos nuevamente al centro para buscar al supuesto barquero. Bajamos por la calle principal donde habíamos estado viendo a los monjes y una vez que llegamos al río fuimos recorriéndolo dejando a nuestra izquierda el río y a nuestra derecha las casas. No teníamos muy claro si habría más de uno o si sería difícil encontrarlo, así que caminamos un poco. Vimos a unas personas locales junto a unas pequeñas barcas y les preguntamos como pudimos Pak Ou y nos indicaron que siguiésemos andando. No hay realmente perdida porque llega un momento que encontramos una pequeña caseta junto al río con unos bancos como para sentarse, ese es el lugar donde había que esperar al barquero. En nuestro caso el horario de salida era a las 09:00, pero nos dijeron que podía variar por lo que si pensáis ir más vale que vayáis la tarde de antes para aseguraros y llegar con tiempo. Una vez allí nos dimos cuenta de que si no lo hubiésemos contratado con la agencia local, sino que hubiésemos ido directamente por nuestra cuenta nos hubiésemos ahorrado un dólar. La cuestión es que enseñé el ticket de la agencia, nos lo cambió por otro y dos dijo que esperásemos.
En un momento dado llegan diferentes barcas a la orilla y el chico que esta en la caseta se pone a repartir turistas por barcos. Como cuando yo estuve no había muchos turistas prácticamente íbamos solos en el barco.
Se pasa por una pequeña pasarela de madera para llegar a la embarcación y una vez listos empieza el paseo en barco. Cuando yo fui era temporada de lluvias por lo que el río estaba lleno de agua y había mucha corriente, por lo que el viaje nos llevo unas dos horas y media. El trayecto es realmente espectacular, a ambos lados del camino todo es vegetación rodeado de pequeñas colinas que dan una agradable sensación de estar en Asia. En un momento dado el barquero se acerco a una orilla donde había un pequeño embarcadero improvisado y nos hizo bajar. Subiendo unas escaleras de madera llegamos a un pequeño pueblo. Dentro de las dos calles de tierra con casas de ladrillos que encontramos habían niñas vendiendo telas y mujeres enseñándonos bufandas y pañuelos. Fue muy curiosa la visita y muy autentica, aunque imagino que si hubieses estado llena de turistas occidentales en temporada alta, la sensación hubiese sido completamente diferentes. Creo que nosotros paramos en ese pueblo porque habíamos contratado la excursión con la agencia local, mientras que aquellos que habían comprado el ticket en el puesto fueron directamente a las cuevas. No estoy seguro porque no conseguí a nadie que me lo pudiese explicar.
Una vez visitado esta curiosa aldea pusimos nuevamente rumbo a las cuevas. Después de otra media hora de barca llegamos al embarcadero de Pak Ou. Aquí si habían muchas barcas, estaba lleno de turistas y como siempre antes de empezar a subir los escalones que daban acceso a las figuras de buda nos hicieron pagar un dólar. Donde hay turistas siempre hay una mesa improvisada para sacar algún dólar, y la verdad es que me parece bien ya que es una manera de conservar un poquito mejor estos lugares.
Una vez en la cueva tengo que decir que no son nada del otro mundo. Esta compuesta por dos, una llena de pequeñas figuras de Buda justo la lado del embarcadero y otra más arriba donde deberemos subir cientos de escaleras para llegar al inicio de la gruta. Una vez dentro de la grande deberemos llegar hasta el final para ver alguna estatua mas de Buda.
Después de un paseo por la cueva volvemos a la embarcación y ponemos rumbo nuevamente a Luang Prabang. Como ahora vamos a favor de la corriente en una hora aproximadamente llegamos nuevamente al pueblo. Si pensamos que la excursión en sí es la visita de la cuevas, no tiene mucho sentido ya que no valen mucho la pena, pero sin embargo el paseo en barca por el Mekong es realmente inolvidable. Si estás por el Sureste Asiático y vas a cruzar el Mekong en otro punto yo no haría la excursión pero si por el contrario no tienes planeado recorrer el río, si que haría este itinerario para poder disfrutar de unos de los más importantes de Asia.
Entre las más de dos horas de ida, la parada en el pueblo, la visita de las cuevas y la vuelta llegamos a Luang Prabang reventados, hay que tener en cuenta que llevábamos desde las cuatro de la mañana despiertos. Por eso fuimos al hotel, nos pegamos una ducha y nos fuimos directamente a comer algo. Teníamos pensado en ir a unos restaurantes que encontramos en TripAdivor y LonelyPlanet, pero debido la hora que era estaban cerrados, por lo que nos fuimos deambulando a la zona del río y nos sentamos en el que nos pareció más acogedor. The Belle Rive Terrace, fue al final el restaurante elegido y la verdad es que no pudo ser mejor. Estaba ubicado en una terraza de madera sobre la ladera del río. Teniendo en cuenta que se estaba poniendo el sol no creo que hubiese habido lugar más espectacular para comer a esas horas. La comida estaba muy buena, pedimos un entrante que llevabas como unos pequeños rollitos de primavera y de plato principal dos platos de arroz diferentes. Ambos estaban espectacular y por supuesto todo regado con un par de cervezas típicas de la zona, Beerlao. El precio por todo fue de 30 $, que aunque caro para estos lugares nos pareció razonable teniendo en cuenta lo bien que habíamos comido.
Una vez saciado nuestro apetito nos fuimos directamente al hotel a disfrutar de una merecida siesta. No suelo hacerlo en los viajes, pero hoy estábamos realmente muertos.
Después de un reparador descanso nos fuimos al centro a ver como ponen el mercado de la calle principal. Estuvimos deambulando sin rumbo fijo, viendo todos los puestos y por supuesto comprando algunos regalos para amigos y familiares. Uno mientras compra puede charlar con la gente, ya que son realmente simpáticos y divertidos. Como siempre los puestos estaban llenos de mujeres, cosa que siempre veo en Asia, he llegado a pensar que solo trabajan las mujeres, mientras los hombres disfrutan de una buena cerveza con los amigos. Ellas hablan mejor ingles, son más abiertas y se puede charlar con ellas. La verdad es que en todos los puestos comprásemos o no son recibieron y nos despidieron con una sincera sonrisa. Son gente realmente maravillosa.
Para finalizar el día y después de haber disfrutado de un rato charlando por el mercado volvimos a la calle de los puestos. En esta ocasión elegimos uno diferente para probar otras especialidades y la verdad es que era parecido al del día anterior. La comida estaba buena, variada y barata, pero tampoco era nada del otro mundo. Pero por el precio irrisorio de 3 $ y el gran ambiente que se respira en esa zona decidimos volver a disfrutar de una agradable y divertida cena. Hay que pensar que en Luang Prabang no hay mucho turismo, sobre todo en época de lluvias, por lo que en esa zona a la hora de cenar se juntan los pocos mochileros que hay, por lo que es curioso ver lo zaparrastrosos que vamos todos, llenando los boles hasta arriba mientras bebemos un trago de nuestra famosa Beerlao.
Para terminar el día dimos un pequeño paseo de camino al hotel y caímos rendidos en la cama.
Una vez saciado nuestro apetito nos fuimos directamente al hotel a disfrutar de una merecida siesta. No suelo hacerlo en los viajes, pero hoy estábamos realmente muertos.
Después de un reparador descanso nos fuimos al centro a ver como ponen el mercado de la calle principal. Estuvimos deambulando sin rumbo fijo, viendo todos los puestos y por supuesto comprando algunos regalos para amigos y familiares. Uno mientras compra puede charlar con la gente, ya que son realmente simpáticos y divertidos. Como siempre los puestos estaban llenos de mujeres, cosa que siempre veo en Asia, he llegado a pensar que solo trabajan las mujeres, mientras los hombres disfrutan de una buena cerveza con los amigos. Ellas hablan mejor ingles, son más abiertas y se puede charlar con ellas. La verdad es que en todos los puestos comprásemos o no son recibieron y nos despidieron con una sincera sonrisa. Son gente realmente maravillosa.
Para finalizar el día y después de haber disfrutado de un rato charlando por el mercado volvimos a la calle de los puestos. En esta ocasión elegimos uno diferente para probar otras especialidades y la verdad es que era parecido al del día anterior. La comida estaba buena, variada y barata, pero tampoco era nada del otro mundo. Pero por el precio irrisorio de 3 $ y el gran ambiente que se respira en esa zona decidimos volver a disfrutar de una agradable y divertida cena. Hay que pensar que en Luang Prabang no hay mucho turismo, sobre todo en época de lluvias, por lo que en esa zona a la hora de cenar se juntan los pocos mochileros que hay, por lo que es curioso ver lo zaparrastrosos que vamos todos, llenando los boles hasta arriba mientras bebemos un trago de nuestra famosa Beerlao.
Para terminar el día dimos un pequeño paseo de camino al hotel y caímos rendidos en la cama.
Día 5
Luang Prabang (Cataratas de Kuang Si)
Hoy el día iba a ser mucho más tranquilo. Una vez que ya habíamos visto la ceremonia de la limosna decidimos dormir un poco más para reponernos de la paliza del día anterior. Queríamos ir a bañarnos en las cascadas de Kuang Si. Para llegar allí en muchos lugares leeréis que se puede hacer en bicicleta.... no es un camino fácil ni llano. Pensad que se tarda cerca de una hora en furgoneta en caminos de subida casi de continuo, así que a no ser que seáis expertos ciclistas, es mejor buscaros otro medio de locomoción.
Preguntamos en el hotel el día anterior y nos dijeron que por 5 € cada uno nos llevarían a las cascadas, pasaríamos la mañana bañándonos y después nos volverían a traer al hotel a medio día. Así lo hicimos. Si vuestro hotel no ofrece esta excursión podéis ir a las agencias locales que hay en la calle principal y por prácticamente el mismo precio podréis llegar a este maravilloso lugar.
Después de un suculento desayuno a base de crepes y zumo de sandia, nos fuimos al patio principal del hotel para esperar la furgoneta. Esta llegó con más de media hora de retraso y el chico del hotel nos pidió más de diez veces disculpas, no pasa nada, esto es Asía.
En la furgoneta había más gente de otros hoteles, digamos que iba hasta arriba, pero como cada uno tenía su asiento pues de la manera más cómoda que pudimos realizamos el trayecto hasta el parque natural de Tat Kuang.
Una vez llegado a la puerta del parque lo primero que te encuentras es un aparcamiento para todas las furgonetas que llegan desde Luang Prabang. Como estábamos en temporada baja había muy pocas, pero por el tamaño del aparcamiento en temporada alta supongo que estarán llenas. Desde el aparcamiento se puede ver la calle llena de puestos de comida, esta claro que es para los turistas que visitan el parque.
En la puerta de acceso tendréis que pagar la entrada (2 €) y por supuesto ir en vestido en condiciones. Esto no es un parque acuático, por lo que si vais con el pecho descubierto no os dejarán entrar.
Lo primero que os daréis cuenta es de que estáis en medio de una selva. Hay caminos ya definidos por los que transitar y el primero de ellos os llevará a una reserva de osos. Estos animales están aquí para que se recuperen de algún ataque de los cazadores furtivos, y una vez sanos son puestos en libertad para que continúen con sus vidas. Es bonito verlos en su hábitat, pero la verdad es que se pasan más tiempo durmiendo que otra cosa.
Si seguís por el camino este os llevará a las cascadas. Podéis ir subiendo hacía arriba tanto como queráis, hasta llegar a la principal, que desde un bonito puente de madera podréis apreciar la fuerza del agua.
Esta zona esta llena de pozas naturales y podréis elegir la que más os guste o la menos masificada para daros un buen baño. Nosotros estuvimos casi dos horas bañándonos, saltando y haciendo los cabras. El agua esta realmente buena, ya que no nace de ningún glaciar y la temperatura en el exterior es cálida, os podréis dar un buen baño.
Cuando ya estuvimos suficientemente a remojo salimos de las cascadas, nos vestimos y salimos del parque para tomar algo. Nada más en la puerta encontramos un puesto de una chica muy simpática que vendía uno pinchos de cerdo, pollo y gambas que tenían muy buena pinta. El de pollo no valía mucho, el de la gamba estaba bien, pero el de cerdo.... me pareció todo un manjar.
Después de darnos un refrescante baño, comer en un puesto de la calle y pasear por el lugar volvimos al aparcamiento, montamos en la furgoneta y ésta nos llevó de vuelta a nuestro hotel en Luang Prabang.
Cuando llegamos nuevamente al hotel decidimos coger prestadas las bicicletas y dar una vuelta por la ciudad. Pasear tranquilamente por la ciudad en bicicleta es muy agradable, pero debido a que no esta precisamente en un llano.. de vez en cuando teníamos que sudar un poquito para seguir avanzando.
El primer día desde la cima de la montaña sagrada habíamos visto un templo dorado fuera de la ciudad y ya que no teníamos nada mejor que hacer decidimos ir en su búsqueda. Salimos de la ciudad en dirección contraria al río porque más o menos nos sonaba que estaría por esa zona. Fuimos por la carretera principal que lleva al aeropuerto, pero como el tráfico no es denso se puede ir bastante bien.
Saliéndonos a la derecha al poco de coger la carretera, vimos unos picos que sobresalían y después de una empinada cuesta llegamos a la puerta del templo. Es un complejo con diferentes casas donde hacen vida los monjes. Al final esta el templo que buscábamos que se llama Wat Pa Phon Phao. No es gran cosas aunque las vistas de Luang Prabang desde allí son interesantes.
Decidimos volver ya a la ciudad porque estaba anocheciendo, pero como íbamos un poco mirando a todos los lados nos perdimos en la entrada, con tan buena suerte que acabamos en la entrada de un templo que no habíamos visto, el Wat Wisunalat. No parecía gran cosa pero decidimos entrar a ver que tal, dejamos las bicicletas en la puerta y fuimos a su interior. Dentro había un pequeño patio donde había colocada una red y estaban juagando a lo que ellos llaman futbol ruso. Había un monje sentado mirando y nos dirigimos a su lado para sentarnos un poco y grabar con nuestra cámara. Cual fue nuestra sorpresa cuando el joven monje se presento y nos pusimos a charlar con él. Fue una experiencia inolvidable, nos contó su vida, porque estaba estudiando en un monasterio, sus sueños de ir a la universidad y las costumbres que tienen siendo monjes. Comen dos veces al día, una por la mañana temprano y otra a las doce, no tiene objetos materiales, aprenden diferentes idiomas y por supuesto se forman en todas las disciplinas conocidas, como matemáticas, física, literatura....
Después de esta enriquecedora e inolvidable experiencia volvimos al hotel a devolver las bicicletas. Nos dimos una buena ducha y volvimos al centro de la ciudad para despedirnos como se merecía la ocasión. Una buena cena en la calle de los puestos de comida. Charlamos con otros mochileros, intercambiamos opiniones e itinerarios. Como ya estábamos más que reventados, decidimos volver al hotel a dormir, pero saboreando cada uno de nuestros pasos, sabiendo que lugares como estos en el mundo ya quedan pocos, nunca olvidaré Laos ni su ciudad más sagrada, Luang Prabang.
El primer día desde la cima de la montaña sagrada habíamos visto un templo dorado fuera de la ciudad y ya que no teníamos nada mejor que hacer decidimos ir en su búsqueda. Salimos de la ciudad en dirección contraria al río porque más o menos nos sonaba que estaría por esa zona. Fuimos por la carretera principal que lleva al aeropuerto, pero como el tráfico no es denso se puede ir bastante bien.
Saliéndonos a la derecha al poco de coger la carretera, vimos unos picos que sobresalían y después de una empinada cuesta llegamos a la puerta del templo. Es un complejo con diferentes casas donde hacen vida los monjes. Al final esta el templo que buscábamos que se llama Wat Pa Phon Phao. No es gran cosas aunque las vistas de Luang Prabang desde allí son interesantes.
Decidimos volver ya a la ciudad porque estaba anocheciendo, pero como íbamos un poco mirando a todos los lados nos perdimos en la entrada, con tan buena suerte que acabamos en la entrada de un templo que no habíamos visto, el Wat Wisunalat. No parecía gran cosa pero decidimos entrar a ver que tal, dejamos las bicicletas en la puerta y fuimos a su interior. Dentro había un pequeño patio donde había colocada una red y estaban juagando a lo que ellos llaman futbol ruso. Había un monje sentado mirando y nos dirigimos a su lado para sentarnos un poco y grabar con nuestra cámara. Cual fue nuestra sorpresa cuando el joven monje se presento y nos pusimos a charlar con él. Fue una experiencia inolvidable, nos contó su vida, porque estaba estudiando en un monasterio, sus sueños de ir a la universidad y las costumbres que tienen siendo monjes. Comen dos veces al día, una por la mañana temprano y otra a las doce, no tiene objetos materiales, aprenden diferentes idiomas y por supuesto se forman en todas las disciplinas conocidas, como matemáticas, física, literatura....
Después de esta enriquecedora e inolvidable experiencia volvimos al hotel a devolver las bicicletas. Nos dimos una buena ducha y volvimos al centro de la ciudad para despedirnos como se merecía la ocasión. Una buena cena en la calle de los puestos de comida. Charlamos con otros mochileros, intercambiamos opiniones e itinerarios. Como ya estábamos más que reventados, decidimos volver al hotel a dormir, pero saboreando cada uno de nuestros pasos, sabiendo que lugares como estos en el mundo ya quedan pocos, nunca olvidaré Laos ni su ciudad más sagrada, Luang Prabang.
Día 6
Luang Prabang - Pakse - Meseta de Bolaven
En principio hoy deberíamos coger un avión que nos llevase directamente desde Luang Prabang a Pakse, pero resultó que nuestro avión se canceló. El primer día que llegue a Luang Prabang recibí un correo de Lao Airlines indicándome que mi avión con destino a Pakse se había cancelado por lo que debería hacer escala en la capital, en Vientian. Por este motivo tuvimos que madrugar un poco más, pero tampoco resulto mucha perdida ya que la llegada a Pakse fue casi a la misma hora.
La escala en el aeropuerto de la capital fue curioso, no sólo porque era un cuchitril, sino porque los avisos de las salidas de los aviones estaba en un cartel que cambiaban a mano. Tuvimos una hora y pico de escala y pensamos salir del aeropuerto pero como no nos fiábamos de no llegar a tiempo decidimos pasar el rato leyendo nuestro respectivos libros.
Los aviones en esta ocasión eran iguales que el anterior, una avioneta grande de hélices con su interior de madera cutre, una buena experiencia para no volver a criticar a Ryanair.
Llegamos a Pakse sin mayores incidentes y el chico del hotel estaba esperándonos en el aeropuerto con una furgoneta. El hotel elegido en esta ocasión fue el Champakse Palace Hotel, era la antigua residencia de los reyes y doy fe que era antiguo. Pero en general no estaba nada mal, el único pero es que el wifi no era muy bueno.
Una vez dejado las mochilas grandes, pusimos algo de ropa en la mochila pequeña y nos dispusimos a buscar un lugar para alquilar una moto, ya que hoy empezaba nuestra aventura de moteros por Laos.
Preguntamos en el hotel y nos indicaron que el hotel al final de la calle alquilaba motos, para allí nos fuimos y resulto que al final, era al final... una larga calle con 35 grados de temperatura hizo que empezásemos a derretirnos, sobre todo cuando en el hotel indicado nos dijeron que ya no les quedaron.
Empezamos a deambular de camino a nuestro hotel buscando otros sitios para alquilar, pero solo encontramos tiendas que las vendían. Nuevamente en nuestro hotel los empleados no tenían ni idea a donde podíamos ir y mi esperanza de visitar la meseta de Bolaven estaba decayendo por momento. Un hombre que apareció por recepción viendo nuestra conversación nos comentó que al lado de la embajada de Vietnam alquilaban motos, allí que nos fuimos.
Es fácil encontrar tanto la embajada como la tienda de motos, ya que una vez frente a la embajada de Vietnam solo hay que girar por la calle que sale a la derecha y ahí esta. Después de regatear un poco y ver las motos, cogimos dos automáticas por 12 $ cada una durante dos días, la verdad es que nos pareció una ganga. Todos los foros nos recomendaron automáticas porque las manuales suelen tener las cajas de cambio bastante rotas y se hace difícil conducirlas.
Una vez motorizados empezamos nuestro camino hacía la meseta de Bolaven.
Tengo que reconocer que es importante tener un GPS ( hoy en día todos los móviles lo tienen ) ya que aunque no es complicado si nos puede ahorrar mucho tiempo de incertidumbre. Para empezar hay que salir de la ciudad, si nos ponemos en la calle principal Rte 13 en dirección al Wat Luang ese será nuestro destino.
Realmente para salir es fácil, ya que es coger todas las bifurcaciones que salgan hacía la izquierda, pero yo recomiendo tener clara la ruta y seguirla bien con el móvil.
Cómo recorrer la Meseta de Bolaven depende del tiempo que queramos dedicarle, nosotros pasamos dos días haciendo una noche por el camino, pero la ruta normal llega hasta cinco días. He adjuntado en las fotos el mapa que use yo de Lonely Planet.
Yo puse dirección a Tat Lo que era el lugar donde quería pasar la noche, ya que leí que había algún que otro sitio para pernoctar, por lo que puse dirección hacía allí. Una vez que lleguéis a la intersección Lak 21 ( mirar el mapa adjunto ), deberéis girar a la izquierda y desde aquí hasta Tat Lao no habrá ni una intersección más. La carretera es de asfalto y esta en bastante buen estado debido a que toda la zona es productora de café por lo que los camiones tiene que cruzarla, pero no os preocupéis nosotros apenas nos cruzamos con dos o tres camiones en todo el día.
Tengo que reconocer que fue una de las mejores experiencias que he tenido en todos mis viajes, porque entre otras cosas no vi ni a un solo occidental en todo el camino. Hay ratos que la carretera es larga y sin poblaciones, pero de vez en cuando aparecen aldeas, escuelas, mercados a los lados de las carreteras y la gente te mira como si no hubieses visto a un occidental en su vida.
Luang Prabang - Pakse - Meseta de Bolaven
En principio hoy deberíamos coger un avión que nos llevase directamente desde Luang Prabang a Pakse, pero resultó que nuestro avión se canceló. El primer día que llegue a Luang Prabang recibí un correo de Lao Airlines indicándome que mi avión con destino a Pakse se había cancelado por lo que debería hacer escala en la capital, en Vientian. Por este motivo tuvimos que madrugar un poco más, pero tampoco resulto mucha perdida ya que la llegada a Pakse fue casi a la misma hora.
La escala en el aeropuerto de la capital fue curioso, no sólo porque era un cuchitril, sino porque los avisos de las salidas de los aviones estaba en un cartel que cambiaban a mano. Tuvimos una hora y pico de escala y pensamos salir del aeropuerto pero como no nos fiábamos de no llegar a tiempo decidimos pasar el rato leyendo nuestro respectivos libros.
Los aviones en esta ocasión eran iguales que el anterior, una avioneta grande de hélices con su interior de madera cutre, una buena experiencia para no volver a criticar a Ryanair.
Llegamos a Pakse sin mayores incidentes y el chico del hotel estaba esperándonos en el aeropuerto con una furgoneta. El hotel elegido en esta ocasión fue el Champakse Palace Hotel, era la antigua residencia de los reyes y doy fe que era antiguo. Pero en general no estaba nada mal, el único pero es que el wifi no era muy bueno.
Una vez dejado las mochilas grandes, pusimos algo de ropa en la mochila pequeña y nos dispusimos a buscar un lugar para alquilar una moto, ya que hoy empezaba nuestra aventura de moteros por Laos.
Preguntamos en el hotel y nos indicaron que el hotel al final de la calle alquilaba motos, para allí nos fuimos y resulto que al final, era al final... una larga calle con 35 grados de temperatura hizo que empezásemos a derretirnos, sobre todo cuando en el hotel indicado nos dijeron que ya no les quedaron.
Empezamos a deambular de camino a nuestro hotel buscando otros sitios para alquilar, pero solo encontramos tiendas que las vendían. Nuevamente en nuestro hotel los empleados no tenían ni idea a donde podíamos ir y mi esperanza de visitar la meseta de Bolaven estaba decayendo por momento. Un hombre que apareció por recepción viendo nuestra conversación nos comentó que al lado de la embajada de Vietnam alquilaban motos, allí que nos fuimos.
Es fácil encontrar tanto la embajada como la tienda de motos, ya que una vez frente a la embajada de Vietnam solo hay que girar por la calle que sale a la derecha y ahí esta. Después de regatear un poco y ver las motos, cogimos dos automáticas por 12 $ cada una durante dos días, la verdad es que nos pareció una ganga. Todos los foros nos recomendaron automáticas porque las manuales suelen tener las cajas de cambio bastante rotas y se hace difícil conducirlas.
Una vez motorizados empezamos nuestro camino hacía la meseta de Bolaven.
Tengo que reconocer que es importante tener un GPS ( hoy en día todos los móviles lo tienen ) ya que aunque no es complicado si nos puede ahorrar mucho tiempo de incertidumbre. Para empezar hay que salir de la ciudad, si nos ponemos en la calle principal Rte 13 en dirección al Wat Luang ese será nuestro destino.
Realmente para salir es fácil, ya que es coger todas las bifurcaciones que salgan hacía la izquierda, pero yo recomiendo tener clara la ruta y seguirla bien con el móvil.
Cómo recorrer la Meseta de Bolaven depende del tiempo que queramos dedicarle, nosotros pasamos dos días haciendo una noche por el camino, pero la ruta normal llega hasta cinco días. He adjuntado en las fotos el mapa que use yo de Lonely Planet.
Yo puse dirección a Tat Lo que era el lugar donde quería pasar la noche, ya que leí que había algún que otro sitio para pernoctar, por lo que puse dirección hacía allí. Una vez que lleguéis a la intersección Lak 21 ( mirar el mapa adjunto ), deberéis girar a la izquierda y desde aquí hasta Tat Lao no habrá ni una intersección más. La carretera es de asfalto y esta en bastante buen estado debido a que toda la zona es productora de café por lo que los camiones tiene que cruzarla, pero no os preocupéis nosotros apenas nos cruzamos con dos o tres camiones en todo el día.
Tengo que reconocer que fue una de las mejores experiencias que he tenido en todos mis viajes, porque entre otras cosas no vi ni a un solo occidental en todo el camino. Hay ratos que la carretera es larga y sin poblaciones, pero de vez en cuando aparecen aldeas, escuelas, mercados a los lados de las carreteras y la gente te mira como si no hubieses visto a un occidental en su vida.
Una vez que lleguéis a Tat Lo os daréis cuenta de que no estáis en un pueblo sino más bien en una pequeña aldea en medio de la nada. Veréis en algunas casas que ponen carteles de que se alquilan habitaciones, si no tenéis prisa os recomiendo un lugar increíble para dormir. Si recorréis todo el pueblo hasta el final os encontraréis con TatLo Lodge, un increíble complejo con cabañas individuales donde os sentiréis como si vivieseis en medio de la selva. Realmente se puede reservar por internet con Agoda, pero nosotros que no llevábamos nada reservado nos pareció una joya en medio de ninguna parte.
Nosotros como no llevábamos nada reservado fue muy curioso porque después de ver las cabañas vimos lo que es la cabaña gigante que es la zona donde duermen los dueños. Entramos con un poco de cuidado y vimos a una pareja mayor viendo la tele, cuando me vieron entrar empezaron a hablarme en su idioma y como vieron que no entendía ni papa empezaron a gritar. Después de unos minutos apareció una chica joven por la puerta que hablaba algo de ingles, le comenté si podíamos dormir en sus cabañas y nos dijo que por cuarenta dólares podíamos dormir en una cabaña y desayunar mañana por la mañana. Sin lugar a dudas pagamos muy felices ya que el lugar era espectacular y pagar veinte euros por cabeza me pareció un regalo del cielo.
Una vez dejado nuestras mochilas y nuestras motos, bajamos al pueblo andando para ver si podíamos cenar en algún sitio, nada más lejos de nuestra imaginación no había ni restaurantes, ni nada que se le pareciese. Encontramos unos occidentales en un pequeño porche que resultó ser una casa de hippies franceses donde se podía tomar una cerveza rodeado de animales de corral, como gallinas o cerdos. Nos sentamos y no nos dirigieron ni la palabra, nos tomamos unas cervezas las pagamos y seguimos con la visita.
Cerca de la casa de hippies vimos otra casa, esta vez de gente autóctona, con la luz encendida, entramos para ver si se podía comprar más cerveza, pero nos indicaron como pudieron señalando la casa de otra vecina. Nuevamente fuimos en busca de la famosa vecina que tenía un pequeño puesto de patatas de bolsa y refrescos. Era nuestra última esperanza. Vimos lo que había y pudimos comprar unas bolsas de patatas de sabores y tres litros de cerveza. Mientras nos entregaba todo la mujer no paraba de reír, aunque no sabíamos que estaba pasando la mujer muy contenta y divertida nos lleno tres bolsas de plástico con lo que sería nuestra cena, patatas y cerveza.
Una vez conocido a la gente local decidimos volver a nuestra pequeña cabaña, sentar nuestros traseros en unas sillas de madera que se encontraban en nuestro porche privado y degustar una fresca cerveza local con unos aperitivos industriales.
Nosotros como no llevábamos nada reservado fue muy curioso porque después de ver las cabañas vimos lo que es la cabaña gigante que es la zona donde duermen los dueños. Entramos con un poco de cuidado y vimos a una pareja mayor viendo la tele, cuando me vieron entrar empezaron a hablarme en su idioma y como vieron que no entendía ni papa empezaron a gritar. Después de unos minutos apareció una chica joven por la puerta que hablaba algo de ingles, le comenté si podíamos dormir en sus cabañas y nos dijo que por cuarenta dólares podíamos dormir en una cabaña y desayunar mañana por la mañana. Sin lugar a dudas pagamos muy felices ya que el lugar era espectacular y pagar veinte euros por cabeza me pareció un regalo del cielo.
Una vez dejado nuestras mochilas y nuestras motos, bajamos al pueblo andando para ver si podíamos cenar en algún sitio, nada más lejos de nuestra imaginación no había ni restaurantes, ni nada que se le pareciese. Encontramos unos occidentales en un pequeño porche que resultó ser una casa de hippies franceses donde se podía tomar una cerveza rodeado de animales de corral, como gallinas o cerdos. Nos sentamos y no nos dirigieron ni la palabra, nos tomamos unas cervezas las pagamos y seguimos con la visita.
Cerca de la casa de hippies vimos otra casa, esta vez de gente autóctona, con la luz encendida, entramos para ver si se podía comprar más cerveza, pero nos indicaron como pudieron señalando la casa de otra vecina. Nuevamente fuimos en busca de la famosa vecina que tenía un pequeño puesto de patatas de bolsa y refrescos. Era nuestra última esperanza. Vimos lo que había y pudimos comprar unas bolsas de patatas de sabores y tres litros de cerveza. Mientras nos entregaba todo la mujer no paraba de reír, aunque no sabíamos que estaba pasando la mujer muy contenta y divertida nos lleno tres bolsas de plástico con lo que sería nuestra cena, patatas y cerveza.
Una vez conocido a la gente local decidimos volver a nuestra pequeña cabaña, sentar nuestros traseros en unas sillas de madera que se encontraban en nuestro porche privado y degustar una fresca cerveza local con unos aperitivos industriales.
Día 7
Meseta de Bolaven - Pakse
Después de una noche con un poco de resaca debido a la cantidad de cerveza ingerida y a la falta de alimento sólido me dispuse a salir de nuestra cabaña para ver de día el lugar donde estábamos. Cuando abrí la puerta me quede realmente sorprendido, mi porche daba a una zona de selva, a unos escasos cinco o seis metros se encontraba un ancho río y el ruido que escuchábamos por la noche procedía de una pequeña pero asombrosa cascada.
Para darle más espectacularidad a la imagen y dejarme más desconcertado por mi porche apareció una pareja de elefantes que caminaba lentamente camino del río para poder refrescarse y beber algo de agua. Sin lugar a dudas no recuerdo un hotel en un lugar más espectacular y acogedor. Si a esto le añadimos que éramos la única cabaña habitada, todavía daba más sensación de estar perdidos en el mundo, en un lugar donde ni internet, ni las nuevas tecnologías había llegado todavía.
Como nos habían dicho que había desayuno nos dirigimos a la casa principal del complejo donde había una terraza espectacular con vistas al río y las cataratas. Allí el desayuno fue justo, pero con el hambre que traíamos lo disfrutamos como si de un manjar se tratase. Nos hicieron unos huevos fritos, acompañados de café y pan para mojar. También nos pusieron unas tiras de beicon que devoramos como si no hubiésemos comido en días.
Teníamos que devolver las motos a mitad mañana en Pakse y aún no habíamos visto algunas de las cascadas sobre las que habíamos leído, por lo que nada más terminar de desayunar pusimos carretera en dirección a Pakson.
Lo que hay que hacer es volver por la misma carretera que habíamos traído el día anterior, hasta la bifurcación que habíamos cogido al salir de Pakse. Una vez llegada a la bifurcación en lugar de ir dirección a Pakse nos fuimos dirección a Pakson, que aunque no queríamos llegar sabíamos que en esa carretera estaban dos de las cataratas más espectaculares de la Meseta de Bolaven.
Si nos situamos en dirección a Pakson desde Pakse, que es la dirección que llevamos, nosotros visitamos dos cascadas una a la izquierda de la carretera y otra a la derecha, ambas están situadas cerca de unos complejos de hoteles.
La primera que nos encontramos esta a nuestra izquierda y se llama Baan E Tu Waterfalls. Para encontrarlo será sencillo ya que esta indicado el complejo hotelero que tiene el mimos nombre Baan E Tu Waterfalls Resort. Una vez que lleguemos a la entrada del hotel encontraremos un aparcamiento donde podremos dejar la moto sin problema. Debemos entrar en el complejo y nada más hacerlo veremos a un chico que vendrá corriendo de alguna parte y nos cobrará una entrada por verl as cataratas, aunque me da rabia cuando me cobran dinero por ver algo de naturaleza no hay más remedio y mas teniendo en cuenta de que apenas será un dólar por la visita. Si seguimos el camino veremos que unas escaleras inundadas por la vegetación de la selva nos van bajando hacia el río. Lo más bonito es el entorno, la vegetación y la sensación de que no había ni un solo turista en todo el trayecto, por la catarata no es tampoco nada del otro mundo.
Lo que si que hay que estar atento es a la fauna local, porque tuvimos la suerte de ver una serpiente de agua que se nos acerco peligrosamente, sobre todo porque estamos situados en una parte del rio que no podíamos ir hacía ningún lado, la serpiente nos miró sin ningún interés y se dirigió al río para seguir su trayecto. No debemos olvidar nunca que estamos visitando lugares metidos en medio de la selva, por lo que animales autóctonos veremos unos cuantos.
Una vez terminado de hacer las fotos de rigor y aún con el susto en el cuerpo volvemos a nuestras motos para continuar el camino.
De nuevo en la carretera principal de camino a Pakson la otra catarata esta a nuestra derecha, tuvimos que parar a preguntar un par de veces porque la verdad no esta nada indicado como encontrarlas, la suerte es que esta también tiene otro complejo hotelero, más cutre que el primero, y entre carteles y carteles conseguimos encontrarlo.
Volvemos a dejar las motos en un aparcamiento, nos vuelven a cobrar otro ticket y volvemos a cruzar un resort para ver otra cascada. Esta si que es muy espectacular ya que es una doble catarata que cae desde más de cien metros de alto y la vemos salir desde la frondosidad de la selva. Todo el espectáculo se ve desde un pequeño balcón justo al otro lado de las cataratas por lo que las fotos y las vistas son simplemente espectaculares.
Una vez terminado la típica visita de las cataratas volvemos a Pakse con intención de devolver las motos y poder comer algo tranquilamente en la capital de la región.
Después de haber devuelto las motos nos fuimos directamente a un restaurante que habíamos mirado en Tripadvisor y que se encuentra en al calle principal, Sabaidee Pakse Restaurant. Comimos el típico plato de arroz con verduras acompañado de unos pequeños rollitos fritos parecidos a los vietnamitas. Nos vino muy bien el restaurante porque vimos en sus paredes anunciadas diferentes agencias de viajes que ofrecían el autobús hacía Don Det, ya que fuimos a ver la estación autobuses pública de la ciudad y no vendían ningún billete a turistas. Preguntamos en diferentes agencias privadas y en casi todas los precios eran los mismos. Finalmente fuimos a una agencia que estaba en al calle que sale desde el restaurante Sabaidee, pero encontraréis decenas de ellas. Os recogen en el hotel y os llevan a la zona de autobús que tiene cada una.
Para finalizar nuestro viaje por Pakse decidimos visitar la ciudad, que aunque no tiene realmente nada vale la pena pasear por ella para ver un par de templos que tiene. Lo primero que hicimos fue visitar los Wat Luang Temple, no es más que un complejo de templos con monjes en su interior, pero después de visitar Luang Prabang esto se quede un poco descafeinado. Si salimos por la calle principal en dirección a la meseta de Bolaven veremos otro complejo de templos llamado Wat Tham Fai, tampoco es nada reseñable, pero hay que pasar el tiempo de la mejor manera posible.
Después de pasear a más de 35 grados decidimos cenar bien para poder madrugar ya que habíamos quedado con la agencia a las 07:00 de la mañana en la puerta de nuestro hotel.
En esta ocasión elegimos el restaurante mejor valorado en el Tripavisor y que se encuentra al lado del que estuvimos este medio día Daolin Restaurant Café, la cena esta muy bien a base de un tipo de tallarín y un helado envasado. Después del día de ayer sin comer ni cenar todo nos parece un lujo, por lo que no creo que pueda ser objetivo en estas dos comidas.
Finalmente decidimos irnos a dormir que ya había sido un día muy largo pero muy productivo.
Teníamos que devolver las motos a mitad mañana en Pakse y aún no habíamos visto algunas de las cascadas sobre las que habíamos leído, por lo que nada más terminar de desayunar pusimos carretera en dirección a Pakson.
Lo que hay que hacer es volver por la misma carretera que habíamos traído el día anterior, hasta la bifurcación que habíamos cogido al salir de Pakse. Una vez llegada a la bifurcación en lugar de ir dirección a Pakse nos fuimos dirección a Pakson, que aunque no queríamos llegar sabíamos que en esa carretera estaban dos de las cataratas más espectaculares de la Meseta de Bolaven.
Si nos situamos en dirección a Pakson desde Pakse, que es la dirección que llevamos, nosotros visitamos dos cascadas una a la izquierda de la carretera y otra a la derecha, ambas están situadas cerca de unos complejos de hoteles.
La primera que nos encontramos esta a nuestra izquierda y se llama Baan E Tu Waterfalls. Para encontrarlo será sencillo ya que esta indicado el complejo hotelero que tiene el mimos nombre Baan E Tu Waterfalls Resort. Una vez que lleguemos a la entrada del hotel encontraremos un aparcamiento donde podremos dejar la moto sin problema. Debemos entrar en el complejo y nada más hacerlo veremos a un chico que vendrá corriendo de alguna parte y nos cobrará una entrada por verl as cataratas, aunque me da rabia cuando me cobran dinero por ver algo de naturaleza no hay más remedio y mas teniendo en cuenta de que apenas será un dólar por la visita. Si seguimos el camino veremos que unas escaleras inundadas por la vegetación de la selva nos van bajando hacia el río. Lo más bonito es el entorno, la vegetación y la sensación de que no había ni un solo turista en todo el trayecto, por la catarata no es tampoco nada del otro mundo.
Lo que si que hay que estar atento es a la fauna local, porque tuvimos la suerte de ver una serpiente de agua que se nos acerco peligrosamente, sobre todo porque estamos situados en una parte del rio que no podíamos ir hacía ningún lado, la serpiente nos miró sin ningún interés y se dirigió al río para seguir su trayecto. No debemos olvidar nunca que estamos visitando lugares metidos en medio de la selva, por lo que animales autóctonos veremos unos cuantos.
Una vez terminado de hacer las fotos de rigor y aún con el susto en el cuerpo volvemos a nuestras motos para continuar el camino.
De nuevo en la carretera principal de camino a Pakson la otra catarata esta a nuestra derecha, tuvimos que parar a preguntar un par de veces porque la verdad no esta nada indicado como encontrarlas, la suerte es que esta también tiene otro complejo hotelero, más cutre que el primero, y entre carteles y carteles conseguimos encontrarlo.
Volvemos a dejar las motos en un aparcamiento, nos vuelven a cobrar otro ticket y volvemos a cruzar un resort para ver otra cascada. Esta si que es muy espectacular ya que es una doble catarata que cae desde más de cien metros de alto y la vemos salir desde la frondosidad de la selva. Todo el espectáculo se ve desde un pequeño balcón justo al otro lado de las cataratas por lo que las fotos y las vistas son simplemente espectaculares.
Una vez terminado la típica visita de las cataratas volvemos a Pakse con intención de devolver las motos y poder comer algo tranquilamente en la capital de la región.
Después de haber devuelto las motos nos fuimos directamente a un restaurante que habíamos mirado en Tripadvisor y que se encuentra en al calle principal, Sabaidee Pakse Restaurant. Comimos el típico plato de arroz con verduras acompañado de unos pequeños rollitos fritos parecidos a los vietnamitas. Nos vino muy bien el restaurante porque vimos en sus paredes anunciadas diferentes agencias de viajes que ofrecían el autobús hacía Don Det, ya que fuimos a ver la estación autobuses pública de la ciudad y no vendían ningún billete a turistas. Preguntamos en diferentes agencias privadas y en casi todas los precios eran los mismos. Finalmente fuimos a una agencia que estaba en al calle que sale desde el restaurante Sabaidee, pero encontraréis decenas de ellas. Os recogen en el hotel y os llevan a la zona de autobús que tiene cada una.
Para finalizar nuestro viaje por Pakse decidimos visitar la ciudad, que aunque no tiene realmente nada vale la pena pasear por ella para ver un par de templos que tiene. Lo primero que hicimos fue visitar los Wat Luang Temple, no es más que un complejo de templos con monjes en su interior, pero después de visitar Luang Prabang esto se quede un poco descafeinado. Si salimos por la calle principal en dirección a la meseta de Bolaven veremos otro complejo de templos llamado Wat Tham Fai, tampoco es nada reseñable, pero hay que pasar el tiempo de la mejor manera posible.
Después de pasear a más de 35 grados decidimos cenar bien para poder madrugar ya que habíamos quedado con la agencia a las 07:00 de la mañana en la puerta de nuestro hotel.
En esta ocasión elegimos el restaurante mejor valorado en el Tripavisor y que se encuentra al lado del que estuvimos este medio día Daolin Restaurant Café, la cena esta muy bien a base de un tipo de tallarín y un helado envasado. Después del día de ayer sin comer ni cenar todo nos parece un lujo, por lo que no creo que pueda ser objetivo en estas dos comidas.
Finalmente decidimos irnos a dormir que ya había sido un día muy largo pero muy productivo.
Día 8
Pakse - Don Det
A las 07:00 puntual llego un minibús para llevarnos a la gente a la agencia principal y nos metimos en un autobús normal. Allí tuvimos que estar esperando a que llegasen todos los minibuses de los hoteles y entonces nos pusimos en marcha.
Todos teníamos las mismas caras y barbas, mochileros con muchos días de viajes y con mochilas llenas tiradas por el pasillo del autobús.
El trayecto es cómodo y aunque se tarda unas cuatro horas se nos pasa enseguida por las ganas que tenemos de ver las famosas mil islas de Laos. Una vez que llegamos el autobús nos deja en una estación de autobuses que parece que esta en medio de ninguna parte. Todos bajamos del autobús y nos quedamos sentados mirándonos las caras, pero nadie llega ni nadie sabe nada, por lo que algunos decidimos andar en dirección al río para ver que pasa. Una vez que llegamos el río hay personas con pequeñas barcas que nos llevan a las islas. Les enseñáis los billetes de la agencia con la que habéis llegado hasta aquí y os depositarán en una de ellas y os cruzarán el río en dirección a la isla grande de Don Det. Si no os llevan con el billete podéis pagar un viaje por un dólar o menos por lo que no tendréis que discutir mucho.
Las barcas son pequeñas y zozobran un poco, pero aunque hay mucha corriente no creo que pasase nada si caemos al río. Cuando cruzamos a la otra orilla ya nos encontramos en Don Det. Justo salir de aquí nos encontramos lo que es el pequeño pueblo de la isla y nuestro hotel Little Eden Hotel. Hicimos el check in, dejamos las mochilas, nos pegamos una ducha y nos dispusimos a recorrer la isla a pie.
Un consejo de amigo, alquiler una bicicleta para recorrer la isla justo en el pueblo de Don Det, porque nosotros no lo hicimos y a mitad isla nos queríamos morir de calor, pero en esa parte de la isla ya no habían bicicletas.
Hay un sólo camino de tierra que recorrer la isla hacia el sur por la misma ladera del río. Aquí podréis ver como vive la gente en las casas, cultivando arroz y usando los bueyes de labranza. Es una bonita experiencia y un lugar muy tranquilo para descansar y contemplar la Asia tradicional.
Al final de la isla veréis un puente que se puede cruzar y da acceso a la otra famosa isla Don Khon. Después de la bestial paliza andando con el sofocante calor decidimos antes de seguir comer y tomar algo fresquito porque sino nos íbamos a derretir. Justo en la parte del puente ya en la isla de Don Khon hay pequeños restaurante donde comer, por lo que nos sentamos en el primero que tenía una terraza mirando al río y nos dispusimos a pedir algo.
Pakse - Don Det
A las 07:00 puntual llego un minibús para llevarnos a la gente a la agencia principal y nos metimos en un autobús normal. Allí tuvimos que estar esperando a que llegasen todos los minibuses de los hoteles y entonces nos pusimos en marcha.
Todos teníamos las mismas caras y barbas, mochileros con muchos días de viajes y con mochilas llenas tiradas por el pasillo del autobús.
El trayecto es cómodo y aunque se tarda unas cuatro horas se nos pasa enseguida por las ganas que tenemos de ver las famosas mil islas de Laos. Una vez que llegamos el autobús nos deja en una estación de autobuses que parece que esta en medio de ninguna parte. Todos bajamos del autobús y nos quedamos sentados mirándonos las caras, pero nadie llega ni nadie sabe nada, por lo que algunos decidimos andar en dirección al río para ver que pasa. Una vez que llegamos el río hay personas con pequeñas barcas que nos llevan a las islas. Les enseñáis los billetes de la agencia con la que habéis llegado hasta aquí y os depositarán en una de ellas y os cruzarán el río en dirección a la isla grande de Don Det. Si no os llevan con el billete podéis pagar un viaje por un dólar o menos por lo que no tendréis que discutir mucho.
Las barcas son pequeñas y zozobran un poco, pero aunque hay mucha corriente no creo que pasase nada si caemos al río. Cuando cruzamos a la otra orilla ya nos encontramos en Don Det. Justo salir de aquí nos encontramos lo que es el pequeño pueblo de la isla y nuestro hotel Little Eden Hotel. Hicimos el check in, dejamos las mochilas, nos pegamos una ducha y nos dispusimos a recorrer la isla a pie.
Un consejo de amigo, alquiler una bicicleta para recorrer la isla justo en el pueblo de Don Det, porque nosotros no lo hicimos y a mitad isla nos queríamos morir de calor, pero en esa parte de la isla ya no habían bicicletas.
Hay un sólo camino de tierra que recorrer la isla hacia el sur por la misma ladera del río. Aquí podréis ver como vive la gente en las casas, cultivando arroz y usando los bueyes de labranza. Es una bonita experiencia y un lugar muy tranquilo para descansar y contemplar la Asia tradicional.
Al final de la isla veréis un puente que se puede cruzar y da acceso a la otra famosa isla Don Khon. Después de la bestial paliza andando con el sofocante calor decidimos antes de seguir comer y tomar algo fresquito porque sino nos íbamos a derretir. Justo en la parte del puente ya en la isla de Don Khon hay pequeños restaurante donde comer, por lo que nos sentamos en el primero que tenía una terraza mirando al río y nos dispusimos a pedir algo.
Con el estomago ya lleno decidimos que ya era hora de dejar de andar y alquiler una bicicleta para recorrer la otra isla Don Khon. Justo al lado donde comimos te alquilaban bicicletas por 50 céntimos de euros, por lo que alquilamos dos bicicletas. Ahora la isla se veía de una manera muy diferente, aunque el calor seguía siendo el mismo y nos abrasaba ahora ya no teníamos que andar sino que pedaleando podíamos recorrer la isla mucho más rápido.
Habíamos leído que al sur de Don Khon habían delfines de ríos y unas cascadas espectaculares, por lo que decidimos seguir el único camino que había en la isla para comprobarlo.
Hay unos carteles que te indican el nombre de las cascadas y una pequeña llanura donde dejar las bicicletas, estuvimos un poco preocupados de dejar las bicicletas en ese lugar, pero por el euro que nos habían costado si las perdíamos pues volveríamos andando a nuestra isla. Al lado mismo de lo que parecía la entrada había como un bar donde tenías que pasar, y como siempre apareció un lugareño de la nada para cobrarnos una entrada al "complejo". Si no fuese porque los precios de estas entradas son irrisorios hubiese acabado enfadándome, pero como al final resultaba ser un dólar o menos y ayudábamos a la conservación de los lugares, pues bueno tampoco puedo decir nada.
Una vez dentro lo que encontramos fue un campo gigante de palmeras que daban un aire fresco al terrible y sofocante calor que nos invadía. Ya se escuchaba el sonido de las cascadas rompiendo contra las rocas. Cuando llegamos el espectáculo era impresionante, unas cascadas llenas de agua a rebosar rompían contra las rocas erosionadas provocando pequeños remolinos en el agua, sin lugar a dudas pensé que sería una atracción increíble en cualquier parque acuático europeo.
Después de las fotos de rigor seguimos por el camino al borde del río y encontramos lo que puedo considerar un verdadero paraíso en la tierra. En medio de estas palmeras y el sonido del río apareció unas casas redondas de madera donde dentro había una mesa y unas hamacas, en un principio no sabía muy bien lo que era pero en el centro de las seis o siete cabañas había como un pequeño bar que por una consumición te permitían estar el tiempo que quisiesen en las hamacas. Entre el calor que teníamos, la pateada que llevábamos en el cuerpo y las ganas de cerveza, nos sentamos en una de esas casas nos pedimos dos cervezas y disfrutamos de lo que me a mi entender debería ser el paraíso.
Pasado una hora y sabiendo que aún nos quedada un largo trayecto en bici hasta el sur de nuestra isla y que desde allí teníamos que recorrer toda nuestra isla a pie hasta el hotel decidimos que ya era hora de dejar nuestro pequeño oasis y emprender el camino de vuelta. Llegamos al puente que une las dos islas, devolvimos las bicicletas y recorrimos nuestro camino. Lo bonito del lugar es que veías personas en las casas, niños jugando que salían a nuestro encuentro y la ausencia casi total de turistas occidentales. Eso es una de las cosas que me enamoraron de Laos, que prácticamente es un país sin turistas, debido a la falta de playas los turistas se concentran mas en Tailandia o Vietnam, dejando este lugar casi desierto de ruidosos occidentales.
De camino al hotel pasamos por muchas de las agencias que te ofrecen el billete de autobús de Don Det a Phnom Pehn. Casi todas nos dio la misma sensación de que estaban bien y el precio era exactamente el mismo. Decidimos elegir una de un chico joven que hablaba muy bien inglés, nos vendió el billete que incluía el billete de la barca desde la isla hasta el pueblo y desde allí el billete de autobús hasta la capital de Camboya pasando por el paso fronterizo terrestre entre los dos países. Al final nos costo treinta dólares, mismo precio que costaban todos.
Con nuestros billetes, la aventura de la bicicleta y el ratito en el paraíso volvimos al hotel y nos dimos cuenta de que habían inaugurado una piscina. Como volvíamos a estar mojados en nuestro propio sudor por el paseíto decidimos ir a descansar unos minutos en la piscina, pegarnos una ducha y prepararnos para cenar.
Justo al lado del hotel se puede decir que esta el pueblo más grande de la isla y en la calle principal esta llena de restaurantes. Como no teníamos referencia donde cenar nos sentamos en uno que tenía unos bancos corridos en la calle, pedimos unas cervezas, unos boles de arroz con verduras y unos aperitivos de gambas. La cena fue muy sabrosa y la compañía de los pocos occidentales que íbamos a pasar la noche en la isla hizo de la velada una noche mágica. Hay mucha gente que viene a pasar el día pero se vuelve con el último barco del día, pero sin lugar a dudas no hay mejor sitio en los alrededores que pasar la noche en la propia isla.
Para finalizar la noche y despedirnos de este país que nos había dado tanto nos tomamos otra cerveza casera "beerlao" y nos dispusimos a dormir.
Sin lugar a dudas aunque quedaba mucho viaje y todavía nos esperaban los templos de Angkor, pero sabía que una parte de mi se quedaba en unos de los países más maravillosos que he visitado.
Habíamos leído que al sur de Don Khon habían delfines de ríos y unas cascadas espectaculares, por lo que decidimos seguir el único camino que había en la isla para comprobarlo.
Hay unos carteles que te indican el nombre de las cascadas y una pequeña llanura donde dejar las bicicletas, estuvimos un poco preocupados de dejar las bicicletas en ese lugar, pero por el euro que nos habían costado si las perdíamos pues volveríamos andando a nuestra isla. Al lado mismo de lo que parecía la entrada había como un bar donde tenías que pasar, y como siempre apareció un lugareño de la nada para cobrarnos una entrada al "complejo". Si no fuese porque los precios de estas entradas son irrisorios hubiese acabado enfadándome, pero como al final resultaba ser un dólar o menos y ayudábamos a la conservación de los lugares, pues bueno tampoco puedo decir nada.
Una vez dentro lo que encontramos fue un campo gigante de palmeras que daban un aire fresco al terrible y sofocante calor que nos invadía. Ya se escuchaba el sonido de las cascadas rompiendo contra las rocas. Cuando llegamos el espectáculo era impresionante, unas cascadas llenas de agua a rebosar rompían contra las rocas erosionadas provocando pequeños remolinos en el agua, sin lugar a dudas pensé que sería una atracción increíble en cualquier parque acuático europeo.
Después de las fotos de rigor seguimos por el camino al borde del río y encontramos lo que puedo considerar un verdadero paraíso en la tierra. En medio de estas palmeras y el sonido del río apareció unas casas redondas de madera donde dentro había una mesa y unas hamacas, en un principio no sabía muy bien lo que era pero en el centro de las seis o siete cabañas había como un pequeño bar que por una consumición te permitían estar el tiempo que quisiesen en las hamacas. Entre el calor que teníamos, la pateada que llevábamos en el cuerpo y las ganas de cerveza, nos sentamos en una de esas casas nos pedimos dos cervezas y disfrutamos de lo que me a mi entender debería ser el paraíso.
Pasado una hora y sabiendo que aún nos quedada un largo trayecto en bici hasta el sur de nuestra isla y que desde allí teníamos que recorrer toda nuestra isla a pie hasta el hotel decidimos que ya era hora de dejar nuestro pequeño oasis y emprender el camino de vuelta. Llegamos al puente que une las dos islas, devolvimos las bicicletas y recorrimos nuestro camino. Lo bonito del lugar es que veías personas en las casas, niños jugando que salían a nuestro encuentro y la ausencia casi total de turistas occidentales. Eso es una de las cosas que me enamoraron de Laos, que prácticamente es un país sin turistas, debido a la falta de playas los turistas se concentran mas en Tailandia o Vietnam, dejando este lugar casi desierto de ruidosos occidentales.
De camino al hotel pasamos por muchas de las agencias que te ofrecen el billete de autobús de Don Det a Phnom Pehn. Casi todas nos dio la misma sensación de que estaban bien y el precio era exactamente el mismo. Decidimos elegir una de un chico joven que hablaba muy bien inglés, nos vendió el billete que incluía el billete de la barca desde la isla hasta el pueblo y desde allí el billete de autobús hasta la capital de Camboya pasando por el paso fronterizo terrestre entre los dos países. Al final nos costo treinta dólares, mismo precio que costaban todos.
Con nuestros billetes, la aventura de la bicicleta y el ratito en el paraíso volvimos al hotel y nos dimos cuenta de que habían inaugurado una piscina. Como volvíamos a estar mojados en nuestro propio sudor por el paseíto decidimos ir a descansar unos minutos en la piscina, pegarnos una ducha y prepararnos para cenar.
Justo al lado del hotel se puede decir que esta el pueblo más grande de la isla y en la calle principal esta llena de restaurantes. Como no teníamos referencia donde cenar nos sentamos en uno que tenía unos bancos corridos en la calle, pedimos unas cervezas, unos boles de arroz con verduras y unos aperitivos de gambas. La cena fue muy sabrosa y la compañía de los pocos occidentales que íbamos a pasar la noche en la isla hizo de la velada una noche mágica. Hay mucha gente que viene a pasar el día pero se vuelve con el último barco del día, pero sin lugar a dudas no hay mejor sitio en los alrededores que pasar la noche en la propia isla.
Para finalizar la noche y despedirnos de este país que nos había dado tanto nos tomamos otra cerveza casera "beerlao" y nos dispusimos a dormir.
Sin lugar a dudas aunque quedaba mucho viaje y todavía nos esperaban los templos de Angkor, pero sabía que una parte de mi se quedaba en unos de los países más maravillosos que he visitado.
Día 9
Don Det - Phnom Penh
Habíamos quedado con el de la agencia local a las 07:00 en el pequeño puerto de la isla, por lo que nos levantamos pronto y desayunamos tranquilamente en el hotel. En las fotos de internet el hotel tenía una terraza de madera justo en la orilla del río donde se podía desayunar pero cuando nosotros nos hospedamos estaban restaurando la terraza, ya que la última temporada de lluvias la crecida del río se la había llevado entera.
Después de esperar un poco a que empezasen a llegar las barcas nos metieron en una con gente y mochila hasta arriba. Éramos tanta gente y tantas mochilas que parecía que íbamos a hundirnos, justo antes de salir, alguien que tenía más cabeza que el dueño de la barca lo obligó a bajar a gente. Creo que fue una decisión muy acertada ya que no las tenía yo todas conmigo de que la barca aguantase todo el trayecto sin volcar o hundirse.
Una vez en la otra orilla volvimos cargados a la parada de autobuses para esperar el que nos debería llevar a nuestro nuevo destino, Camboya.
El autobús vino cuando le dio la gana, así que nosotros aprovechamos para comprar bolsas de patatas y fruta para el camino, ya que teníamos muchas horas de trayecto.
Ya sentados en el autobús empezamos a tramitar los documentos para el paso fronterizo. Es realmente muy fácil, con un pasaporte con vigencia para más de seis meses, treinta dólares y una foto de carnet. ya está todo resuelto. El encargado de la agencia nos solicitó los pasaportes para hacer el tramite sin que nosotros tuviésemos que bajar. Por este servicio cobrada cinco dólares, por lo que las opciones son dos o le das los pasaportes con una foto y te lo devuelve al otro lado de la frontera ya sellado o cuando llegas a la frontera bajas del autobús te acercas a una pequeña caseta que hay en la divisoria de los dos países y haces el tramite por ti mismo.
Como siempre en estos pasos fronterizos terrestre tuvimos que bajar del autobús para que lo revisasen y lo mejor fue que cuando bajábamos se acerco un camboyano con un termómetro eléctrico nos los metió uno a uno en la oreja y nos permitió seguir con nuestro camino.
El camino eran unas pistas de tierras realmente desastrosas, y los otros tramos de asfalto tampoco eran una maravilla, pero bueno queríamos vivir la aventura de cruzar el país en el autobús.
A mitad trayecto paramos en un sitio a comer algo y lo único que pudimos pedir fue un plato de arroz seco y frio. Durante todo el viaje comimos en mil sitios diferentes y todos espectaculares, pero este lugar en medio de ninguna parte con toda la comida flotando en líquidos verdes no nos dio buena impresión.
El resto del día lo pasamos apoyando nuestros traseros como mejor pudimos en el asiento del autobús.
Después de once horas de viaje por fin llegamos a la capital de Camobya. Era de noche y nada mas abrir la puerta del autobús se nos abalanzaron decenas de conductores de tuk tuk para llevarnos a donde quisiéramos o a un hotel espectacular que ellos conocían que nos iba a encantar. Nosotros nos pusimos nuestra mochila al fondo apartamos a todos los conductores y emprendimos nuestra marcha en dirección a nuestro hotel.
Teníamos ganas de llegar para dejar las mochilas y poder ir a cenar algo, pero no iba a ser tan sencillo. Después de encontrar la calle vimos el nombre del hotel en la fachada de un edificio muy antiguo. Entramos y le enseñamos nuestra reserva de booking al encargado. Nos dijo que no nos tenía en su lista y después de hablar por teléfono con alguien nos comento que nos daría una habitación. Sin tenerlo muy claro cogimos la llave y subimos a la habitación. Era un desastre, pequeña, sucia y con un olor a podrido. Sin pensarlo dos veces volvimos a recepción devolvimos las llaves y nos fuimos a la calle nuevamente. Buscando con el buscador del móvil me di cuenta de que no estábamos exactamente en el punto que marcaba booking, por lo que seguimos andando hasta llegar a otro hotel que tenía el mismo nombre. Más tarde nos enteramos que había dos hoteles con el mismo nombre y ambos estaban en la misma zona de la ciudad.
Cuando llegamos a este nos dijeron que habían dos partes la nueva y la vieja. No querían dar la vieja pero nosotros teníamos la reserva de la nueva donde había hasta piscina, por lo que después de discutir y pelearme durante un rato accedieron a darnos una habitación decente en la parte nueva.
Cuando decidimos ir a buscar algo para cenar era ya tan tarde que no encontramos nada abierto, pero era tanta el hambre que teníamos que paramos a un tuk tuk y le dijimos que nos llevase por la calle principal hasta que encontrásemos cualquier cosa donde comprar algo para subsistir. Tuvimos suerte porque después de unos cinco minutos de viaje vimos una cadena de hamburguesas locales que abría durante toda la noche, por lo que paramos al tuk tuk, le pagamos y entramos al restaurante a devorar hamburguesas con patatas fritas. No soy muy dado a ir a estos sitios cuando viajo y menos cuando estoy por Asia, pero esta noche me lo comí sin pestañear.
Una vez cenados y con el estomago lleno nos dispusimos a volver al hotel para descansar y prepararnos para la visita de Phnom Penh.
Día 10
Phnom Penh
Nuestro primer destino hoy era intentar ir a los Campos de Exterminio de Choeung Ek, el problema es que esta a unos 15 kilómetros de la ciudad, por lo que decidimos buscar un tuk tuk para que nos llevase. Justo en la puerta del hotel habían unos cuantos esperando a extranjeros como nosotros y después de regatear un poco decidió llevarnos por unos diez dólares con la condición de que a la vuelta en lugar de dejarnos en nuestro hotel, nos llevase al museo de Toul Sleng y después nos llevase al centro de la ciudad.
Una vez tuvimos un trato beneficioso para los dos, nos subimos en su tuk tuk y nos llevó directamente a los campos de exterminio, no sin antes un bonito y arriesgado viaje por las calles de la capital. Ya había visto otras ciudades grandes en el sureste asiático, como Ho Chi Ming o Bangkok, pero la verdad es que está me sorprendió muy gratamente. Debido a que el turismo prácticamente yo llega a esta ciudad y todo se concentra en Siem Reap la "occidentalización" de esta ciudad es casi nula. Las calles llenas de motos adelantando por doquier, casas en su mayoría de dos plantas con comercios en la parte de abajo, un ambiente tranquilo donde podías ver a un autóctono jugar con sus amigos a juegos de mesa parecidos al ajedrez, tengo que reconocer que es una bonita ciudad para admirar lo poco que queda de la verdadera Asia en el sureste asiático.
Una vez llegamos nos dejó en la puerta y nos dijo que cuando terminásemos él estaría esperándonos aparcado en la zona de los tuk tuks.
Nada más entrar en el complejo se ve una especie de torre como si de una pagoda se tratase. Pagas la pertinente entrada y te dan una audio guía, que te acompañará durante todo el territorio. Ahora lo único que tienes que hacer es seguir los números e indicaciones de las instalaciones para hacer la ruta circular e ir empapándote de la historia reciente de este país.
Soy partidario siempre de leer un poco antes de visitar un país y ya estaba informado sobre la época oscura del dictador Pol Pot, pero escuchar el audio guía mientras recorres ese lugar es escalofriante.
Para que os hagáis una idea es como el Austwicht asiático. En ese lugar miles de personas fueron torturadas y ejecutadas. Y en todo el país había decenas de lugares como estos donde mataron a millones de personas. Lo más duro es cuando los relatos te los cuentan supervivientes de esos terribles lugares, que hacían que la piel se te pusiese de gallina. Para terminar en la torre parecida a una pagoda, se encuentran los cráneos y huesos de muchas de las victimas que se desenterraron después de que se pusiese fin a la dictadura de Pol Pot. Es un lugar duro, difícil de digerir y demasiado reciente, pero si queremos conocer un poco más la vida en Camboya, es imprescindible visitar ese lugar.
Una vez fuera del complejo encontramos al conductor nuestro tomando una pequeña siesta a la sombra, después de despertarlo nos llevó a nuestro nuevo destino el
Museo de Toul Sleng. De camino vimos una pequeña pagoda donde hicimos detenerse a nuestro amigo y nos hicimos unas fotos, hasta nos dejo hacernos fotos imitando que éramos nosotros los que conducíamos el tuk tuk.
Nos dejó nuevamente en la puerta del Museo de Toul Sleng donde nos esperaría para llevarnos nuevamente al centro de la ciudad. Más que un museo esto son edificios que fueron usados durante la dictadura como cárceles para los presos. Teniendo en cuenta que para Pol Pot todas las personas eran culpables contra el régimen, necesitó improvisar decenas de cárceles como esa. Los Jemeres Rojos pensaban que todos los ciudadanos que no fuesen agricultores eran culpables de ir contra su país por lo que los estudiantes, profesores, jueces.... todos fueron encarcelados y en el mejor de los casos obligados a trabajar en los campos de cultivos en condiciones inhumanas. Aquí se puede ser una de esas cárceles, donde eran torturados, maltratados y ejecutados, como si de perros se tratasen.
Después de un paseo por el lugar y un par de fotos, decidimos volver con nuestro nuevo amigo para que nos lleve finalmente al centro, cerca del palacio real, para buscar un sitio para comer y tomar una refrescante cerveza camboyana.
En este país debido a lo pobre que es y la reciente dictadura hay muchos niños en exclusión social. Muchos de ellos viven en las calles y tienen problemas con las drogas. Por este motivo hay ONGs que ayudan a estos niños a poder salir de las calles, les educan y les dan un trabajo. Para poder integrarse esta asociación fundó unos restaurantes de comida saludable donde los empleados pertenecen al proyecto de reinserción. Fuimos a uno que esta cerca del palacio Real, Friends Restaurant y tuvimos una deliciosa comida en un pequeño jardín. El trato fue perfecto y la comida una de las más sabrosas del viaje y encima tu dinero va directamente a la ONG para que puedan seguir ayudando a estos niños de la calle. Vamos una opción perfecta.
Después de saborear nuestra primera comida camboyana nos decidimos ir al Palacio Real que se encuentra a unos pocos pasos de donde nos encontrábamos. Podemos decir que es más pequeño que el de Bangkok, pero también que es mucho más tranquilo, acogedor y silencioso que el de la capital tailandesa. Pudimos pasear tranquilamente por sus jardines, hacernos fotos en sus pequeños edificios en forma de templos y sentarnos a admirar la arquitectura local. Dentro del propio complejo podemos admirar la famosa Pagoda de Plata donde se supone que hay un pelo de la ceja de Buda. Llegado este punto del viaje no nos sorprendió demasiado este templo, aunque si que hay que reconocer que la ausencia de turistas le dio un toque de paz y tranquilidad a esta pagoda.
Para seguir con nuestro itinerario decidimos visitar el último templo que nos quedaba el Wat Phnom, una pagoda que se encuentra sobre una colina. Como vimos que estaba muy lejos y empezaba a llover decidimos parar a un tuk tuk para que nos llevase. Es un bonito templo que se encuentra al final de unas largas escaleras, justo cuando nos encontrábamos subiendo dichas escaleras nos empezó a caer un gran chaparrón por lo que tuvimos que entrar en el templo y cobijarnos. Encontramos a unos dos o tres personas más con nosotros, nos sentamos en una pared y no dedicamos a descansar tranquilamente. El silencio, la usencia casi completa de gente, el incienso y el sonido de la lluvia fuera le confirió a este momento un recuerdo único y casi mágico. Objetivamente no es más que una pequeña pagoda llena de figuras de buda, pero sin embargo mi recuerdo es de calidez y sosiego. Como siempre digo, cuanto menos turistas encuentre uno en estos lugares más se puede hacer una idea del lugar maravilloso donde se encuentra.
Como la lluvia seguí sin parar decidimos ir a visitar el Psar Thmei Mercado Central, que se encuentra realmente de camino a nuestro hotel. Como la mayoría de los mercados de asía era grande, caótico y lleno de copias de casi cualquier cosa, móviles, relojes, carteras, bolsos. También tiene un supermercado de estilo Mercadona y decidimos probar unos refrescos. Entre ellos uno estaba espectacular. Hay una fruta en estos lugares llamada Durían que huele realmente mal, tan mal, que en los hoteles de Bangkok estaba prohibida meterla en la habitación. Pues hay un refresco de esa fruta que esta realmente bueno. No quiero engañar a nadie, el refresco era del estilo de Fanta, por lo que seguro que no llevaba nada de esa fruta, pero como sabor era delicioso. La fruta también la probamos y aunque su olor es bastante fuerte, su sabor no lo es tanto, pero tampoco es nada reseñable, son de esas cosas que se prueban y listo.
Después de estar mojados y con los pies reventados de todo el día, decidimos ir al hotel a descansar un poco en la piscina antes de ir a cenar. Nos tomamos una buena y refrescante cerveza, no bañamos y nos hicimos amigos del chico que servía las copas en el bar de la piscina. Como éramos los únicos turistas no tenía otra forma de practicar ingles que no fuese interactuando con nosotros.
Para finalizar la noche decidimos andar cerca del hotel para buscar con más calma algún sitio para cenar, pero como la noche anterior, después de buscar y buscar lugares para saciar nuestra hambre, acabamos en el mismo sitio de comida rápida que la noche anterior, dando por finalizado nuestra visita a la capital camboyana.
Para seguir con nuestro itinerario decidimos visitar el último templo que nos quedaba el Wat Phnom, una pagoda que se encuentra sobre una colina. Como vimos que estaba muy lejos y empezaba a llover decidimos parar a un tuk tuk para que nos llevase. Es un bonito templo que se encuentra al final de unas largas escaleras, justo cuando nos encontrábamos subiendo dichas escaleras nos empezó a caer un gran chaparrón por lo que tuvimos que entrar en el templo y cobijarnos. Encontramos a unos dos o tres personas más con nosotros, nos sentamos en una pared y no dedicamos a descansar tranquilamente. El silencio, la usencia casi completa de gente, el incienso y el sonido de la lluvia fuera le confirió a este momento un recuerdo único y casi mágico. Objetivamente no es más que una pequeña pagoda llena de figuras de buda, pero sin embargo mi recuerdo es de calidez y sosiego. Como siempre digo, cuanto menos turistas encuentre uno en estos lugares más se puede hacer una idea del lugar maravilloso donde se encuentra.
Como la lluvia seguí sin parar decidimos ir a visitar el Psar Thmei Mercado Central, que se encuentra realmente de camino a nuestro hotel. Como la mayoría de los mercados de asía era grande, caótico y lleno de copias de casi cualquier cosa, móviles, relojes, carteras, bolsos. También tiene un supermercado de estilo Mercadona y decidimos probar unos refrescos. Entre ellos uno estaba espectacular. Hay una fruta en estos lugares llamada Durían que huele realmente mal, tan mal, que en los hoteles de Bangkok estaba prohibida meterla en la habitación. Pues hay un refresco de esa fruta que esta realmente bueno. No quiero engañar a nadie, el refresco era del estilo de Fanta, por lo que seguro que no llevaba nada de esa fruta, pero como sabor era delicioso. La fruta también la probamos y aunque su olor es bastante fuerte, su sabor no lo es tanto, pero tampoco es nada reseñable, son de esas cosas que se prueban y listo.
Después de estar mojados y con los pies reventados de todo el día, decidimos ir al hotel a descansar un poco en la piscina antes de ir a cenar. Nos tomamos una buena y refrescante cerveza, no bañamos y nos hicimos amigos del chico que servía las copas en el bar de la piscina. Como éramos los únicos turistas no tenía otra forma de practicar ingles que no fuese interactuando con nosotros.
Para finalizar la noche decidimos andar cerca del hotel para buscar con más calma algún sitio para cenar, pero como la noche anterior, después de buscar y buscar lugares para saciar nuestra hambre, acabamos en el mismo sitio de comida rápida que la noche anterior, dando por finalizado nuestra visita a la capital camboyana.
Día 11
Phnom Penh - Siem Reap
Hoy nuestro nuevo destino era la ciudad de Siem Reap, por lo que después de un copioso desayuno en el hotel decidimos averiguar como ir. Habíamos leído que en la parada de autobuses del norte salen autobuses que tardan unas siete horas en hacer el trayecto, pero también hay pequeñas furgonetas que hacen el trayecto en menos de cinco horas. Debido a la falta de información en la inexistente oficina de turismo preguntamos en el hotel, y como siempre en Asia el empleado conocía una agencia que nos podía servir. Después de una llamada por teléfono nos confirmaron que podíamos ir a Siem Reap en una furgoneta por el módico precio de diez euros cada uno, perfecto. Si algo hay de maravilloso en Asia es que los empleados de los hoteles se desviven por ayudarte, estoy seguro que no es un acto altruista sino que las compañías los tienen en "nómina", pero por pagar un dólar más para el turistas es una comodidad aplastante no tener que deambular por la ciudad buscando agencias para todo.
A la hora acordada apareció en nuestra puerta un señor con tuk tuk, que nos llevo a nosotros y nuestras mochilas a la puerta de la agencia, donde tuvimos que esperar unos minutos hasta que llegase nuestra furgoneta de recoger a otros clientes. Nos sentamos en los últimos huecos libres, que aunque no era la mejor furgoneta que he probado tampoco fue la peor, por lo que no puedo quejarme. El conductor tenía prisa por ver a su familia en Siem Reap porque se paso la mitad del trayecto por el carril izquierdo adelantando y aunque yo me pase la mitad del viaje durmiendo, cada vez que abría los ojos veía que nos encontrábamos adelantando a alguien. Hicimos una parada de rigor para estirar las piernas y tomar un refresco, volviendo a nuestro lugar en la furgoneta para terminar nuestro trayecto.
Después de unas cinco horas llegamos a nuestro destino y como siempre pasa nada mas bajar de la furgoneta decenas de conductores de tuk tuk nos esperaban como si de zombis se trataran. En primera instancia decidimos ir andando al hotel, pero debido a que estaba en unas calles céntricas y bastante laberínticas decidimos finalmente para a un hombre con tuk tuk y después de comentar la situación del hotel decidimos subirnos y nos dejamos llevar. Con la experiencia habitual de estos expertos trabajadores llegamos al hotel en unos minutos.
Hacemos el check in, vemos que el hotel tiene una piscina espectacular con unas buenas tumbonas y decidimos después de darnos una ducha ir a comer algo ya que tenemos bastante hambre. Desde nuestro hotel al centro hay unos diez minutos andando por lo que mientras paseamos empezamos a ver como es la ciudad y la verdad es que no augura nada bueno.
La diferencia con Phnom Penh es abismal. Esto esta lleno hasta arriba de turistas occidentales. Es cierto que es la sede del complejo arqueológico más importante del mundo, Angkor, pero no es menos cierto que esto es un Benidorm para occidentales. Pubs que anuncian que abren 24 horas, cafeterías más típicas de alicante que de un país asiático, precios en dólares totalmente desorbitados para el país que nos encontramos y hasta pizzerías donde ponen marihuana a sus comidas para dar un viaje divertido al turistas. Quizás en algún tiempo pasado esta ciudad tuvo su encanto, pero hoy en día no es más que un destino obligatorio para visitar Angkor. Mires donde mires ves mochileros occidentales con los pies encima de la mesa, mientras beben un litro de cerveza y fuman sus cigarrillos, donde están los locales?, donde están los comercios autóctonos? donde esta Asia?.
Una vez conocido esta ciudad llegamos al restaurante que teníamos señalado en nuestra guía Champey Restaurant. En una de las calles del centro cerca del mercado central se encuentra este delicioso restaurante. Hay que reconocer que la comida estaba realmente buena, su especialidad arroz con gambas y piña servido sobre media piña vaciada. Aunque todo lo que comimos fue espectacular su precio también lo fue ya que pagamos unos cuarenta dólares por todo. En occidente no es gran cosa, pero teniendo en cuenta de que estábamos en Camboya y que días antes habíamos estado comiendo por cinco o seis dólares, nos pareció un precio un poco excesivo.
Aunque la impresión de la ciudad seguía siendo la misma decidimos ir a visitar los templos que teníamos anotados para poder conocer un poco más este lugar. Fuimos al templo más famoso de la ciudad Wat Preah Prom Rath. Ciertamente es un lugar de recogimiento, sin prácticamente ningún turista y unos grabados sobre la vida de Buda que transmiten una paz y quietud difícil de encontrar en otra parte de la ciudad.
Con el calor que hacía y debido a que al día siguiente teníamos que madrugar para ver los templos de Angkor decidimos irnos a dar un baño a la piscina, cenar una pizza en uno de los cientos de restaurantes para turistas e irnos a dormir, ya que Synat (Nuestro guía) nos esperaba en la recepción del hotel a las 04:30.
Día 12
Siem Reap (Angkor)
A las 04:00 suena el despertador. Nervioso entro a la ducha, abro el grifo del agua fría y dejo que mi cuerpo se despierte con un sobresalto. Hoy es el día. Hoy visitaré por fin Angkor. Desde que era un niño había visto fotos de la gran ciudad perdida de Angkor, había leído artículos sobre estos templos y había fantaseado con pisar sus calles empedradas.
Bajamos al recibidor del hotel y puntual como un reloj se encuentra nuestro guía Synat. Nos saludamos y subimos a su tuk tuk. Recorremos la ciudad de Siem Reap de noche, no hay nadie en las calles, no se escucha nada, si acaso algún ruido de otro tuk tuk con turistas como nosotros. Salimos del laberinto de calles que supone la ciudad y enfilamos la gran avenida hacia nuestro destino. Esta completamente oscuro y aunque intento por todos los medios vislumbrar algo en el horizonte no consigo ver nada. Tengo que reconocerlo, estoy muy nervioso. Llegamos a las taquillas, bajamos del tuk tuk, hacemos unos diez minutos de cola y con nuestra entrada en las manos volvemos con Synat. Ya está. Todo esta preparado para mi gran día. Sigue la noche cerrada y no vemos nada pero ya nos vamos juntando con más tuk tuks. Llegamos a un lugar donde están parando todos los guías, nos bajamos y nos dice que sigamos a la muchedumbre. Subimos unos pequeños peldaños de piedra, no se donde estoy, no veo nada, pero ya sé que estoy pisando Angkor, lo noto bajo mis pies, lo palpo en el ambiente. Seguimos a la gente ya que algunos han sido más previsores que nosotros y llevan linternas. A nuestro lado aparece una gran barandilla de piedra, y frente a nosotros como si saliese de la nada aparece un pórtico. Lo cruzamos subiendo unas escaleras, ya estamos dentro, años esperando para visitar este lugar y por fin puedo sentir que estoy en el corazón de Angkor.
Llegamos al foso que tantas veces he visto en las fotografías, y aunque aún es de noche ya se puede empezar a vislumbrar algo. Sin lugar a dudas ya veo el perfil del templo de Angkor Wat. Nos posicionamos entre los turistas para ver el amanecer en el templo religioso más grande del mundo. El ambiente es tranquilo, todo el mundo esta expectante, hay una gran cantidad de turistas, pero todos estamos boquiabiertos y no se escucha ni un murmullo. Por si no fuera suficiente la estampa que estoy viviendo, a lo lejos se escucha a unos monjes empezar con sus rezos, su forma de despertar a su espíritu antes de que el gran astro salga sobre la fachada principal del templo. El sol empieza a hacer su aparición, mientras los monjes siguen cantando y Angkor Wat va tomando forma sobre el horizonte. Todo el mundo empieza a sacar los móviles y comienza el ritual de las fotos, sin embargo yo no podía más que disfrutar de la estampa. Quería memorizar cada segundo de ese momento, cada instante quedaría grabado en mi retina de por vida, estaba viendo amanecer sobre Angkor Wat con treinta y tres años, los sueños están para cumplirlos y el mío se había cumplido demasiado joven.
Antes de que toda la muchedumbre decidiese dejar el foso, nosotros iniciamos el camino de cara al gran templo. No hay palabras para describir lo que viví ese día, da igual las fotos que hayáis visto, los artículos que hayáis leído, nadie esta preparado para vivir la experiencia de Angkor. Una vez dentro de Angkor Wat uno se hace idea de la magnitud de este lugar, decenas y decenas de pasadizos grabados, diferentes alturas, patios gigantes y lo más sorprendente de todo es que nadie sabe prácticamente nada de este lugar. Los historiadores hacen sus hipótesis, se imaginan sus leyendas, pero la realidad es que es un verdadero misterio.
Recorrer las decenas de templos que hay en el complejo es un experiencia única, perderse por los laberintos de Angkor Wat, deslumbrarse con las caras en el templo de Bayon, asombrarse con la naturaleza en el templo de Ta Prohm o deambular por los templos en forma de pirámide que parece que sean un camino hacia los dioses.
Por fortuna he viajado mucho, pero nunca vi nada parecido a este lugar. Me emocioné con el Taj Mahal, me maravilló el Coliseo romano y me sobrecogió las mezquitas en Turquía, pero mi experiencia en Angkor fue otra cosa, fue como reencontrarme con aquel niño que se sorprendía con todo, fue como volver a entender porque mi obsesión con viajar, sin lugar a dudas es un lugar que siempre llevare dentro de mi y al que volveré.
No voy a explicar templo por templo, ni que itinerario llevar, eso es algo que descubrirá cada uno llegado el momento.
Lo que si hay que comentar son dos detalles, el primero es cuanto debe durar la estancia en el complejo. Aquí hay mucha diversidad de opiniones, yo estuve un día realizando el llamado circuito largo. Se supone que hay dos circuitos, el corto y el largo. Tanto uno como otro tienen los templos principales y más famosos, pero el segundo tiene más templos que aunque secundarios también son muy interesantes. Yo estuve sólo un día, y la verdad es que me quede con un sabor de boca único, pero también hay que reconocer que estuve durante once horas subiendo y bajando escaleras, con un sol abrasador sobre mi espalda, con lo que quiero decir que si disponéis de más días tampoco es mala idea dedicar dos días a Angkor. La otra opción es un pase de tres días, personalmente me parece excesivo, creo que un día te dejará boquiabierto, dos lo harás más tranquilo, pero tres.... me da la sensación de que es demasiado tiempo. Pero bueno cada cual es libre. Yo sólo narro mi experiencia.
La segunda duda es siempre con quién ir. Hay dos tipos de guías, los que tienen tuk tuk y te llevan de templo en templo, te dan una pequeña explicación en la calle y tu ya entras sólo a los templos. O los guías que entran contigo a los templos y te explican todo con pelos y señales. Si vas un sólo día deberás elegir el primero, ya que con el segundo no creo que te de tiempo a verlo todo. También es cierto que los guías que entran a los templos son más conocedores de su historia, pero también son mucho más caros. Yo como solo iba un día elegí el que me llevaba en tuk tuk de templo en templo pero sin entrar en ellos. También lo contraté para mi segundo día en Siem Reap. Su nombre es Synat, habla español bien y puedes contactar con el por correo, explicarle lo que quieres hacer y él te dirá el presupuesto. Con nosotros fue muy muy amable y no puedo hacer más que recomendarlo: [email protected]. Nos cobró 55 dólares para dos personas durante dos días, uno en Angkor y otro viendo Beng Meala y el pueblo flotante de Kompong Phluk.
Sobre las seis de la tarde volvimos al templo Angkor Wat, para hacernos algunas fotos con la luz de la tarde y volvimos al hotel.
Después de la maravillosa paliza que nos habíamos dado decidimos darnos un largo y relajante baño en la piscina, tomar algo rápido en las calles cercanas al hotel y dormir a pierna suelta toda la noche, ya que al día siguiente teníamos otra buena madrugada con Synat.
Día 13
Siem Reap (Beng Mealea, Kompong Phluk)
El día no empezaba tan temprano como el anterior, pero sobre las siete de la mañana pasó a recogernos nuevamente nuestro guía con su tuk tuk. En esta ocasión íbamos a visitar el famoso templo Beng Mealea. Fuera del complejo de Angkor también se encuentran otras construcciones de la misma época, en concreto los dos mas famosos son el de Roulos y el de Beng Mealea. Como en principio no teníamos tiempo de visitar los dos nos decidimos por el de Beng Mealea, porque nos habían dicho que esta totalmente invadido por la selva y casi destruido del todo. Lo que se supone que se ve es como se encontraron los templos de Angkor antes de ser restaurados, pero no la verdad es que fue toda una decepción, no se si fue porque el día anterior nos habíamos maravillado con Angkor o porque realmente tampoco tiene mucho atractivo, pero no era lo que nos esperábamos.
Es pasear por un pequeño templo, casi completamente destruido y tiene unas pasarelas artificiales por su parte alta para poder recorrerlo. Una cosa que me gusto es que estábamos completamente solos y si daba un poco la sensación de ser un Indiana Jones encontrando templos perdidos, pero tampoco es una cosa que pueda recomendar. Lo mejor de todo fue el trayecto que hicimos para llegar. Es un largo camino, pero se pasa cerca de pequeños pueblos, de aldeas con cabañas tradicionales y de campos de arroz realmente espectaculares. Por lo que mi recomendación es que si tienes tiempo puede ser bonito por el lugar, pero sino tienes suficientes días es mejor dedicarlos a otra cosa.
Una vez visitado este lugar nos dirigimos al pueblo flotante de Kompong Phluk, que al no ser el más visitado de la zona teníamos la esperanza de que no estuviese plagado de occidentales haciendo cola. Realmente fue una recomendación de Synat y hay que reconocer que fue todo un acierto, porque prácticamente éramos los únicos occidentales de la zona. El tuk tuk te deja en medio de la nada, donde hay como unas pequeñas casas prefabricadas, donde cuatro camboyanos te preguntan cuantos turistas sois. Te cobran y te dan un ticket. Una vez que lo tienes en la mano, no sabes exactamente a donde dirigirte, pero uno de ellos se puso a gritar y apareció ante nosotros un chico camboyano realmente joven, con un ademan de la mano nos indicó que le siguiésemos hasta una embarcación de madera que se encontraba rodeada de otras decenas de embarcaciones similares.
Como no habían más turistas por el momento, el chico decidió empezar a sacar la barca del lugar y poner rumbo rio arriba. Durante el transcurso del trayecto se ven casas sujetadas por columnas gigantes donde residen los habitantes del pueblo. Es curioso no solo ver casas particulares, sino también el colegio. Como el chico hablaba ingles le estuve preguntando algunas cosas, como a que se dedicaban en el pueblo, cuanto tiempo llevaban recibiendo turistas, y la verdad es que respondió todo con una sonrisa de oreja a oreja. En un momento del trayecto nuestro conductor paro la embarcación cerca de otra, le dio un dinero y seguimos nuestra marcha, le pregunte que había pasado y me dijo que él no tenía embarcación propia porque no tenía dinero, pero se la alquilaba a otra persona para poder ayudar a su familia con ingresos extras. Le había pagado su parte del alquiler del día al propietario de la embarcación.
Después de un rato de paseo por el pueblo y admirar sus casas nos llevaron a un embarcadero donde había un pequeño restaurante, nos dijeron que tenían el mejor pescado de Camboya, que todo estaba muy barato, pero la verdad es que no teníamos hambre. Justo en ese edificio había un hombre que nos dijo si queríamos ir en una pequeña barca acompañada por dos mujeres a recorrer el bosque inundado, en principio nos pareció una trampa para turistas, pero después de regatear nos lo dejaron en diez dólares a los dos, por lo que llegamos ese punto no íbamos de dejar de probarlo por ese dinero. Sin lugar a dudas fue la experiencia más espectacular del lugar. La atracción consiste en lo siguiente, meterte en una pequeña barca que se medio hunde con tu peso, una mujer joven remando detrás y una más mayor remando delante. Y lo mejor es que el paseo transcurre por un manglar completamente inundado. Si a esto le añadimos que no coincidimos con nadie más en los veinte minutos que duro la travesía y que la mujer muy simpática se puso a cantar una canción tradicional camboyana hizo de ese ratito un momento mágico. La tranquilidad que se transmitía en el lugar, mezclado con las decenas de imagines que uno ha visto de este tipo de embarcaciones en el sureste asiático, hicieron del trayecto una agradable y sorprendente aventura. Justo antes de llegar a donde estaban los edificios le dimos una propina a la mujer, ya que aunque la experiencia fue muy buena, daba la sensación todo de un poco de mafia para los turistas y seguro que esa pobre mujer se pasaba el día remando por un mísero salario. Su cara de alegría y su decenas de palabras de agradecimiento, que no entendimos, corroboró mi teoría de que no serían un trabajo muy bien remunerado.
Nuevamente en la embarcación con el chico, seguimos nuestro camino, poco a poco el río se iba ensanchando, cada vez las orillas estaban más lejos, hasta que llegó un momento salimos del río y dio la sensación de que acabábamos de llegar al mar. Estaba claro que no podía ser el mar porque estábamos muy lejos, pero sólo se veía agua por todos los lados, ni una sola señal de tierra mirases donde mirases. Le pregunte sorprendido donde estábamos y me respondió que estábamos en el Tonle Sap el lago más grande del sureste asiático. He visto decenas de lagos, más grandes, más pequeños.... pero esto fue toda una sorpresa, ya que me parecía que estaba en el mar y mi mente no era capaz de razonar que estaba en un lago tan grande que no se veía ninguna orilla, ninguna casa, ninguna señal de vida más allá de la inmensidad del agua.
Una vez admirado este gran lugar, volvimos nuevamente al inicio. Ya que el chico se había portado tan bien, nos había explicado todo con una sonrisa y nos había contado su historia decidí darle también propina. Se puso tan contento que cometió la mayor imprudencia de su vida, me ofreció conducir su embarcación. Yo por supuesto sin pensármelo un segundo acepté y me dedique a conducir de lado a lado del río procurando no matar a nadie. El chico parecía divertirse mucho con la situación tanto que me alentó a que fuese más rápido y acabamos adelantando a otra embarcación de unos turistas occidentales que al ver a nuestro chico sentado en la esquina del barco y un occidental conduciendo la barca se pusieron todos a hacer fotos como locos. Finalmente llegamos al puerto, nos despedimos de nuestro amigo el barquero y volvimos con Synat.
Nuevamente el camino a Siem Reap fue muy divertido y fructífero, ya que vimos otras aldeas, gente haciendo la vida cotidiana y la ausencia casi total de turistas occidentales, es cierto que la mayor parte de los turistas van directamente a Siem Reap para ver los templos de Angkor y una vez vistos huyen de aquí sin plantearse nada más.
Después de cruzar Camboya de norte a sur, tengo que reconocer que es un país que ofrece mucho más que los templos de Angkor, pero tener en tu país el complejo arqueológico más importante del mundo hace que el resto pase desapercibido. También hay una parte buena en esto y que debido al interés de los turistas el resto del país se encuentra en un estado aún virgen, a diferencia de Tailandia o Vietnam, donde ya empieza a ser difícil diferenciar lo que es local o lo que se inventó para el turista.
Nuevamente en Siem Reap, nos fuimos al hotel, nos deleitamos con un refrescante baño en la piscina y nos fuimos a cenar. Esta ocasión fuimos al Genevieve`s Restaurant. La comida como siempre muy buena, pero el precio fuera de lugar teniendo en cuenta el lugar del mundo donde estábamos. Justo al lado de este, pegado pared con pared, hay un restaurante moderno, que no aparece ni en Tripadvisor ni el LonelyPlanet, donde podréis tomar pizzas o hamburguesas si os apetece, pero vuelvo a reiterar que la comida en el sureste asiático esta realmente sabrosa y variada.
Con el estomago lleno y los pies destrozados nos fuimos al hotel para preparar nuestra vuelta a la capital de Tailandia.
Día 14
Siem Reap - Bangkok
Hoy debíamos salir de Camboya y dirigirnos nuevamente hacía Bangko, parar empezar a terminar esta maravillosa aventura. Mi experiencia en la capital de Tailandia no fue muy buena, pero me propuse ver la ciudad con una mirada diferente.
El avión salía a las doce y cuarto, por lo que por primera vez pudimos degustar el desayuno que estaba incluido en el hotel y la verdad es que fue toda una sorpresa porque estaba realmente espectacular. A base de zumo, café, dulces caseros y tostadas, todo aderezado con unas mermeladas caseras, la verdad es que fue un descubrimiento de última hora.
Desde el hotel llamaron a un chico con un tuk tuk y nos llevó directamente al aeropuerto. En esta ocasión volábamos con la compañía Air Asia y la verdad es que no pudo ser mejor. Puntual, un buen avión, gran trato y sin problemas en la facturación. La verdad es que moverse en avión por Asia es un verdadero lujo, nada que ver con nuestras terribles compañías low cost que te tratan como a ganado y sin ningún tipo de miramientos.
El avión no nos dejo en el aeropuerto internacional, sino en el llamado Don Muang. Había leído que la mejor manera de ir al centro sin estafas es ir a la compañía que se encuentra dentro del aeropuerto, así lo hicimos. Todo correcto, nos preguntaron a donde íbamos, le dimos los datos del hotel, nos cobró la cantidad estipulada y nos dio un ticket con el número de taxi que teníamos que coger. Muy bien, todo parecía perfecto. Salimos del aeropuerto, encontramos el taxi y montamos en él, le enseñamos nuestro recibo y nos dispusimos a descansar en el coche, ingenuos. Nada más salir del aeropuerto el hombre, paró en un arcén de la carretera y nos dijo que teníamos que pagarle más dinero, yo le pregunte que por qué, a lo que el respondió que porque era así. No llevaba ni cinco minutos en el país y otra vez me estaban intentado tomar el pelo, pero esta vez no iba a ceder, nos pusimos a gritar tanto el conductor como yo, cada uno en su idioma. Después de unos cinco minutos de berreos se dio cuenta de que no iba a pagar ni un solo dólar de mi bolsillo, no por rata, sino por dignidad, por lo que volvió a arrancar el coche y nos llevó a nuestro hotel, no sin antes maldecirnos unas diez veces.
En esta ocasión nos hospedamos en el Nouvo City Hotel, estaba muy céntrico y realmente bien. Es un hotel completamente occidental, del estilo de un NH, me gusto mucho para ser nuestras últimas noches y poder descansar bien, pero el precio también era muy occidental.
Habíamos desayunado hace unas cuantas horas por lo que decidimos ir frente al hotel que había encontrado unos restaurante para comer. En esta ocasión fuimos al Cozy House Restaurant donde comimos un increíble plato de pasta casera, con todo tipo de especias. Como esta fuera de la zona turística pagamos un precio irrisorio por toda nuestra comida sintiéndonos saciados y con un gran sabor de boca.
Nuevamente con el estomago lleno decidimos andar un poco hacía el centro, pero en esta ocasión nos dirigimos a la zona de Tha Phra Athit. Este es un embarcadero en el río para coger el barco que nos cruce al otro lado para ir a ver el templo de Wat Arun. Para poder aclararse con el barco, justo a la entrada tienes un mapa gigante con los diferentes número de barcos que puedes coger y a donde se dirige cada uno. Seguramente si has comprado una guía para llevarte haya una explicación más concreta pero si no tienes dicha guía debes saber que los barcos van por colores, por lo que te tienes que fijar si el color que coges hace el itinerario que tu deseas. Digamos que es una especie de metro, primero averigua a donde quieres ir y con respecto a eso deberás esperar a un barco con bandera de un color o de otra. El precio es realmente simbólico para los turistas ya que el viaje cuesta menos de un dólar, por lo que es el medio de transporte más barato, rápido y bonito de la ciudad, pero claro solo se puede usar para ir a los sitios que se encuentren en las laderas de los ríos.
Sin lugar a dudas es una bonita experiencia, se quiera cruzar el río o no. También se puede desembarcar en la misma orilla pero mucho más al sur o norte, ahorrándote las kilométricas colas de la capital.
Una vez en el otro lado fuimos directamente a visitar el templo de Wat Arun. Debido a que lo estaban restaurando no pudimos acceder a todo el recinto. Por lo que se ve el templo esta construido con miles de pequeños fragmentos decorativos por lo que cada poco tiempo tienen que estar en restauración. Aún así y todo me pareció un bonito templo, no sólo por la estructura del mismo y las vistas del río sino también por la ausencia casi total de turistas. Fue como estar en un pequeño remanso de paz en medio de la caótica Bangkok.
Después de disfrutar de una tranquilidad poco frecuente en esta ciudad volvemos al centro a dar una vuelta y se nos ocurre que no hemos hecho las compras pertinentes, por lo que decidimos ir al famoso centro comercial MBK . Como estábamos en el centro tuvimos que coger un tuk tuk para sortear los cientos de coches que se agolpan alrededor de las calles principales. Una vez dentro del centro comercial uno puede literalmente volverse loco, ya que hay miles de tiendas de todo tipo. Pero no imaginéis un centro comercial occidental, sino que en un edificio gigante han metido miles de tiendecitas de la calle para vender cualquier cosa que puedas imaginar, desde fundas para móviles, hasta maletas pasando por souvenirs. En la parte alta esta la zona tecnológica donde puedes comprar iphones falsos, samsungs de última tecnología o móviles chinos como Xiaomi. Es un sitio que si os sobra tiempo es curioso visitarlo por lo diferente que es con respecto a nuestros centros comerciales, pero si tenéis el tiempo justo, tampoco os perdéis gran cosa.
Para volver al centro decidimos coger el SKY train y la verdad es que es una verdadera pasada, sobre todo porque se nos hizo de noche y pudimos ver todo Bangkok iluminado sobre los railes de este tren.
Una vez llegados a la última estación estamos muy alejados del lugar donde queremos ir a tomar algo que es la famosa y mítica Khao San Road donde se supone que es el lugar de excelencia para los mochileros. Para poder llegar la única manera que tenemos es en taxi, por lo que en medio de la lluvia empezamos a intentar parar uno, pero cada vez que les comento que quiero taxímetro gritan algo y arrancan dejándome sobre la calle. Después de más de diez intentos y viendo que mi paciencia empieza a desparecer decido ceder al chantaje de esta trampa para turistas y pacto un precio desorbitado para volver al centro e ir a la famosa calle. Tengo que reconocer que la predisposición de estas personas para estafar al turista esta fuera de cualquier lógica, no me opongo a que me inflen el precio de las cosas, a dejar propina si el servicio es bueno o a tener que regatear, pero el tener que estar en todo momento atento a que no te tomen por un pardillo, es algo que sólo he vivido en esta trampa para turistas llamada Bangkok.
Una vez en la calle la primera impresión es buena, una calle repleta de gente, carteles en idioma local, puestos por todos los lados, pero una vez recorrida de punta a punta uno se da cuenta lo que realmente es, un Benidorm para occidentales. Lo que han conseguido aquí es una mezcla de carteles luminosos atrayentes, combinado con cervecerías o pubs más propios de Barcelona que de un país asiático. Todas las mesas están ocupadas por occidentales, la mayoría americanos con las mismas pintas que nosotros, bermudas, chanclas y barba de una semana. Para no ser menos hacemos lo que se supone que tenemos que hacer, sentarnos en la terraza de una cervecería y pedimos unas cervezas. Justo a nuestro lado hay una mesa de dos chicos de Shangai que no paran de pedir cerveza, tanta piden que les regalan chupitos de tequila. El problema es que nunca han visto lo de la sal y el limón y no entienden nada, por lo que les ayudamos y aquí empieza nuestra perdición. Como cualquier otro turista caemos en la trampa de la bebida barata y la fiesta y claudicamos, tanto es así que no puedo asegurar a ciencia cierta cómo acabo encontrando el hotel.
Para volver al centro decidimos coger el SKY train y la verdad es que es una verdadera pasada, sobre todo porque se nos hizo de noche y pudimos ver todo Bangkok iluminado sobre los railes de este tren.
Una vez llegados a la última estación estamos muy alejados del lugar donde queremos ir a tomar algo que es la famosa y mítica Khao San Road donde se supone que es el lugar de excelencia para los mochileros. Para poder llegar la única manera que tenemos es en taxi, por lo que en medio de la lluvia empezamos a intentar parar uno, pero cada vez que les comento que quiero taxímetro gritan algo y arrancan dejándome sobre la calle. Después de más de diez intentos y viendo que mi paciencia empieza a desparecer decido ceder al chantaje de esta trampa para turistas y pacto un precio desorbitado para volver al centro e ir a la famosa calle. Tengo que reconocer que la predisposición de estas personas para estafar al turista esta fuera de cualquier lógica, no me opongo a que me inflen el precio de las cosas, a dejar propina si el servicio es bueno o a tener que regatear, pero el tener que estar en todo momento atento a que no te tomen por un pardillo, es algo que sólo he vivido en esta trampa para turistas llamada Bangkok.
Una vez en la calle la primera impresión es buena, una calle repleta de gente, carteles en idioma local, puestos por todos los lados, pero una vez recorrida de punta a punta uno se da cuenta lo que realmente es, un Benidorm para occidentales. Lo que han conseguido aquí es una mezcla de carteles luminosos atrayentes, combinado con cervecerías o pubs más propios de Barcelona que de un país asiático. Todas las mesas están ocupadas por occidentales, la mayoría americanos con las mismas pintas que nosotros, bermudas, chanclas y barba de una semana. Para no ser menos hacemos lo que se supone que tenemos que hacer, sentarnos en la terraza de una cervecería y pedimos unas cervezas. Justo a nuestro lado hay una mesa de dos chicos de Shangai que no paran de pedir cerveza, tanta piden que les regalan chupitos de tequila. El problema es que nunca han visto lo de la sal y el limón y no entienden nada, por lo que les ayudamos y aquí empieza nuestra perdición. Como cualquier otro turista caemos en la trampa de la bebida barata y la fiesta y claudicamos, tanto es así que no puedo asegurar a ciencia cierta cómo acabo encontrando el hotel.
Día 15
Bangkok
La idea de hoy era coger un tren en dirección a la ciudad antigua de Ayutthaya, pero debido a la complicación de la noche anterior, ni nos sonó el despertador ni estábamos en condiciones de emprender ningún viaje en tren.
Como necesitábamos un día de tranquilidad y sosiego decidimos ir al famoso Parque Lumpini, para ver si podíamos ver un poco de naturaleza y estar un poco alejados de las muchedumbres de la ciudad. El inicio de nuestra nueva visita no fue muy esperanzados, nuevamente discutimos con los taxistas y el trayecto duro hora y media rodeados de pitos, coches, contaminación y unas vistas de ladrillos. Tanto era el trafico que el taxistas no pudo casi ni parar a dejarnos, en medio de un monumental atasco en un puente, tuvimos que bajarnos y hacer el resto del camino andando, que la verdad nos apetecía después de pasar tanto tiempo sentando en ese taxi.
El día no esta marchando muy bien, sin embargo la visita a este parque cambió mi visión de la ciudad. Es un lugar de paz, remanso, naturaleza y sobre todo running. En una de las zonas del parque había gente corriendo, podías ver a gente joven, mayor, asiática, occidental, y uno empieza a imaginar como sería vivir en esa ciudad agobiante, estresante y caótica, pero teniendo un lugar como este para poder disfrutar de algo de deporte perdido del mundo. Algo que añade más espectacularidad al parque es que esta rodeado de rascacielos, por lo que el contraste de la paz del lugar, los arboles gigantes y el fondo de edificios que no terminan, hacen de este lugar un idílico paraíso dentro de la capital de Tailandia.
Hoy nos habíamos tomado el día con tranquilidad, primero porque ya llevábamos muchos días de viaje y empezábamos a notar el cansancio de los madrugones y pateadas, y segundo porque llevábamos un poco de resaca. No sabíamos muy bien donde ir a cenar, pero recordamos que habíamos visto un restaurante bastante curioso en el centro comercial MBK que era una mezcla de comida tailandesa y japonesa, por lo que decidimos ir a probar. Volvimos a coger el SKY Train y sin agobios llegamos nuevamente al centro comercial y de allí directamente al Sukishi Buffete. Es un restaurante de buffet libre que por diez dólares puedes comer todo lo que quieras. El sistema es el siguiente, te sientas frente a una cinta transportadora y delante tuyo hay como un hornillo. En él depositan una cazuela con el caldo que tu hayas elegido y empiezas a cocinarte tu propia comida. Es más un restaurante para gente joven que va a pasar el día en el centro comercial, pero la verdad es que estaba muy bueno. Podías cocinar al punto que quisieses y como mi olla estaba llena de un caldo picante, todo estaba realmente muy sabroso.
Terminada nuestra deliciosa cena decidimos volvernos directamente al hotel, porque ya empezábamos a notar los estragos del cansancio, resaca y sueño.
Día 16
Bangkok - Madrid
Después de desayunar en el mismo restaurante frente al hotel donde habíamos comido el día anterior, no fuimos dirección al Palacio Real, ya que era uno de los monumentos importantes de la ciudad que aún no habíamos podido ver. La verdad es que pocos sitios me han decepcionado tanto como este. Lo primero que ves al llegar es una inmensa cola para poder entrar al recinto, después tienes que hacer otra todavía más larga para sacar las entradas y por fin una última cola, esta vez kilométrica, para poder entrar en el palacio. Una vez dentro no cambia mucho el ambiente, cientos de personas empujándose unas a otras para poder dar un paso, ver un trozo de templo y con mucha suerte hacer una foto. No se como será ver este lugar vació y si tendrá algún encanto, pero la verdad es que a mi me pareció una tomadura de pelo. Recorrimos todo el recinto de la mejor manera posible y sin empujar a mucha gente, hicimos un par de fotos horribles y nos dispusimos a salir de esa terrible trampa para turistas. No recuerdo ahora bien cual fue el precio pero me pareció terriblemente caro, por lo que entre el coste desorbitado del lugar, lo poco interesante de la visita y la aglomeración de gente, me pareció un sitio realmente desechable, aunque entiendo que todo el mundo que va a Bangkok decide ir a ver este Palacio.
Para despedirnos acorde con esta ciudad decidimos dar una vuelta por el barrio Chino de Bangkok, ya que es para mi el lugar más auténtico y asiático de la ciudad. Estuvimos recorriendo sus calles sin rumbo fijo y encontramos el famoso Columpio Gigante que marca una de las entradas al barrio. No es nada del otro mundo, simplemente una escultura gigante en forma de columpio. Se supone que en algunos momentos se pone en marcha, pero yo lo vi parado y parecía más una escultura de una rotonda española que otra cosa.
Cuando ya estábamos decidiendo irnos a alguna lado a tomar algo fresquitos nos dimos cuenta que justo frente a este monumento había un templo, nos acercamos para curiosear un poco y cual fue nuestra sorpresa que nos encontramos dentro de un lugar de recogimiento y paz. El nombre del templo es Wat Suthat y tiene decenas de imágenes de buda doradas donde la gente rezaba o pedía cosas arrodillada frente a ellas. En la parte principal del reciento había un templo enorme lleno de gente asistiendo a una ceremonia budista donde un hombre recitaba versos y habían ofrendas florales. Nos quedamos un rato y la verdad es que fue un momento muy tranquilo y bonito en medio de la caótica Bangkok.
Nuestro vuelo era a las 20:40, pero teniendo en cuenta el tráfico de la ciudad decidimos ir hacía el hotel, para recoger nuestras cosas, pedir un taxi y dirigirnos al aeropuerto.
Los trámites en el aeropuerto fueron sencillos y rápidos, nuestro vuelo salió en hora y nuestra escala en el aeropuerto de Doha fue sin incidentes. A las 08:10 de la mañana del día siguiente estábamos aterrizando en Madrid, con tiempo suficiente para coger nuestro tren dirección a Alicante.
Cuando ya estábamos decidiendo irnos a alguna lado a tomar algo fresquitos nos dimos cuenta que justo frente a este monumento había un templo, nos acercamos para curiosear un poco y cual fue nuestra sorpresa que nos encontramos dentro de un lugar de recogimiento y paz. El nombre del templo es Wat Suthat y tiene decenas de imágenes de buda doradas donde la gente rezaba o pedía cosas arrodillada frente a ellas. En la parte principal del reciento había un templo enorme lleno de gente asistiendo a una ceremonia budista donde un hombre recitaba versos y habían ofrendas florales. Nos quedamos un rato y la verdad es que fue un momento muy tranquilo y bonito en medio de la caótica Bangkok.
Nuestro vuelo era a las 20:40, pero teniendo en cuenta el tráfico de la ciudad decidimos ir hacía el hotel, para recoger nuestras cosas, pedir un taxi y dirigirnos al aeropuerto.
Los trámites en el aeropuerto fueron sencillos y rápidos, nuestro vuelo salió en hora y nuestra escala en el aeropuerto de Doha fue sin incidentes. A las 08:10 de la mañana del día siguiente estábamos aterrizando en Madrid, con tiempo suficiente para coger nuestro tren dirección a Alicante.
Conclusiones
Ha sido mi tercera visita a este maravilloso continente y no puedo más que decir palabras positivas y bonitas de este lugar. Sus gentes, sus templos, su forma de vida, todo me atrae de este mundo que nunca llegas a comprender del todo.
Todo ha sido perfecto, pero sin lugar a dudas la tranquilidad, la belleza y la ausencia de turistas de Laos me ha enamorado. Es el país más olvidado del sureste asiático, ya que no tiene las playas de Tailandia, ni los monumentos de Camboya ni la estructura turística de Vietnam, pero quizás por todo eso sea por lo que me ha dejado sin palabras.
La otra parte inolvidable de mi viaje fue el conjunto arqueológico de Angkor. Da igual lo que yo relate aquí o las fotos que hayáis visto, la única manera de entender este lugar es ponerse frente a sus puertas y mirar hacia arriba. No hay nada que se le parezca, nada que le haga sombra, ni lugares como el Taj-Mahal le pueden discutir ser el complejo de monumentos arqueológicos más importantes del mundo. No he visitado Egipto y quizás sea el único lugar comparable a este.
Si estas dudando entre ir a un continente u otro, lo único que te puedo decir es que si aún no has estado en Asia no pierdas la oportunidad de conocer un mundo que te sorprenderá a cada paso, un mundo que te embriagará con sus olores, en definitiva, un mundo que quedará grabado en tu retina para siempre.
Todo ha sido perfecto, pero sin lugar a dudas la tranquilidad, la belleza y la ausencia de turistas de Laos me ha enamorado. Es el país más olvidado del sureste asiático, ya que no tiene las playas de Tailandia, ni los monumentos de Camboya ni la estructura turística de Vietnam, pero quizás por todo eso sea por lo que me ha dejado sin palabras.
La otra parte inolvidable de mi viaje fue el conjunto arqueológico de Angkor. Da igual lo que yo relate aquí o las fotos que hayáis visto, la única manera de entender este lugar es ponerse frente a sus puertas y mirar hacia arriba. No hay nada que se le parezca, nada que le haga sombra, ni lugares como el Taj-Mahal le pueden discutir ser el complejo de monumentos arqueológicos más importantes del mundo. No he visitado Egipto y quizás sea el único lugar comparable a este.
Si estas dudando entre ir a un continente u otro, lo único que te puedo decir es que si aún no has estado en Asia no pierdas la oportunidad de conocer un mundo que te sorprenderá a cada paso, un mundo que te embriagará con sus olores, en definitiva, un mundo que quedará grabado en tu retina para siempre.