Japón - Hong Kong 2016
Tengo que reconocer que nunca me atrajo la idea de visitar el país del sol naciente, ya que para mi Asia es el caos de la India o la tranquilidad de Laos, sin embargo por circunstancias de la vida tengo dos buenos amigos allí y no podía seguir prorrogando más mi viaje.
Indudablemente es un país sorprendente en muchas aspectos, sus baños termales, sus hoteles capsulas, sus comidas extravagantes, pero todo está un poco enmascarado por sus rascacielos, sus metros, sus rápidos trenes y sus kilómetros de asfalto que cubren sus gigantescas ciudades.
Siempre busco experiencias nuevas en mis viajes y poder visitar a mis amigos Yasu y Asato en sus pueblos fue grandiosos, poder conocer a sus familias, dormir en sus casa, es algo que nunca olvidaré y realmente fue mi objetivo prioritario del viaje, pero entiendo que esto es algo que el viajero normal no puede vivir, por lo que la experiencia en Japón no será la misma.
Si tenéis tiempo en vuestro viaje os recomiendo saliros de los destinos típicos como Tokyo, Kyoto, Nagoya, Osaka.... y visitar el Japón tradicional de las aldeas en las montañas o de los pequeños pueblos pesqueros, porque realmente veréis un país diferente del que la mayoría de turistas ve.
Por otro lado uno de mis grandes sueños era visitar la milenaria China y siendo mi cuarta vez en Asia creía fundamental pasar aunque fuese sólo un día recorriendo las calles de alguna de sus ciudades, por lo que decidí volar con Catay Pacific y hacer una escala de un día en Hong Kong.
La ciudad o mejor dicho el archipiélago me encantó, es exactamente lo que yo espero de una ciudad asiática, caos, gente, mercados callejeros, barcos antiguos, comercios con fachadas destrozadas,....
Cada una de las islas es diferente, mientras que en Lantau uno puede perderse entre sus montañas verdes y sus templos budistas en Hong Kong uno puede quedarse boquiabierto admirando los rascacielos o uno puede ir al continente y dejarse llevar por los regateos en los mercados de Kowloon, esto si era por fin mi mágica Asia.
Indudablemente es un país sorprendente en muchas aspectos, sus baños termales, sus hoteles capsulas, sus comidas extravagantes, pero todo está un poco enmascarado por sus rascacielos, sus metros, sus rápidos trenes y sus kilómetros de asfalto que cubren sus gigantescas ciudades.
Siempre busco experiencias nuevas en mis viajes y poder visitar a mis amigos Yasu y Asato en sus pueblos fue grandiosos, poder conocer a sus familias, dormir en sus casa, es algo que nunca olvidaré y realmente fue mi objetivo prioritario del viaje, pero entiendo que esto es algo que el viajero normal no puede vivir, por lo que la experiencia en Japón no será la misma.
Si tenéis tiempo en vuestro viaje os recomiendo saliros de los destinos típicos como Tokyo, Kyoto, Nagoya, Osaka.... y visitar el Japón tradicional de las aldeas en las montañas o de los pequeños pueblos pesqueros, porque realmente veréis un país diferente del que la mayoría de turistas ve.
Por otro lado uno de mis grandes sueños era visitar la milenaria China y siendo mi cuarta vez en Asia creía fundamental pasar aunque fuese sólo un día recorriendo las calles de alguna de sus ciudades, por lo que decidí volar con Catay Pacific y hacer una escala de un día en Hong Kong.
La ciudad o mejor dicho el archipiélago me encantó, es exactamente lo que yo espero de una ciudad asiática, caos, gente, mercados callejeros, barcos antiguos, comercios con fachadas destrozadas,....
Cada una de las islas es diferente, mientras que en Lantau uno puede perderse entre sus montañas verdes y sus templos budistas en Hong Kong uno puede quedarse boquiabierto admirando los rascacielos o uno puede ir al continente y dejarse llevar por los regateos en los mercados de Kowloon, esto si era por fin mi mágica Asia.
Ubicación
Itinerario
Consejos y advertencias
- Para entrar en Japón o Hong Kong no necesitáis visado por lo que os ahorraréis ese trámite, sin embargo si quieres entrar a China y pasar más tiempo si necesitaréis solicitar un visado de entrada.
- Para reservar hoteles siempre uso Booking.com, pero sin embargo cuando uno se adentra en el continente asiático es mucho más fácil y cómodo usar Agoda.com ya que encontraréis muchas más hoteles que en Booking.com, sobre todo si pensáis aventuraros en zonas más rurales.
- La seguridad en estos dos países es total. En Japón vayas por donde vayas todo es tranquilo, la gente es muy agradable y no vi ni en una sola ocasión nada que me pusiese atento o preocupado. Deambule por las calles por la noche, entre en barrios un poco más "raros" y nada, la verdad es que la amabilidad y el trato de los japoneses en ejemplar. En Hong Kong no tuve tampoco ningún problema, pero si se me advirtió que podía encontrarme con carteristas, pero que país del mundo esta exento de estos pequeños problemas.
- Desplazarse por Japón es relativamente fácil debido a la cantidad de trenes y metros que tiene, por lo que no habrá problemas de visitar cualquier parte del país, sin embargo los precios de estos trasportes son muy elevados. La manera más barata es sacarse la Japan Rail Pass Es un pase de duración determinada para poder coger cierto tipo de trenes y metros. Si vas a desplazarte mucho te sale muy bien de precio, aunque te limita un poco en el tipo de trenes que puedes coger, eso sí, no te preocupes porque esta incluido el Shinkansen (tren bala).
- En Japón no habla inglés casi nadie y con eso me refiero a que en muchos de los hoteles los recepcionistas no sabían ni una palabra. Debido a eso es cierto que limita mucho el contacto con los japoneses y aunque intentan ayudarte por la calle es difícil comunicarte mínimamente con ellos.
- Para reservar hoteles siempre uso Booking.com, pero sin embargo cuando uno se adentra en el continente asiático es mucho más fácil y cómodo usar Agoda.com ya que encontraréis muchas más hoteles que en Booking.com, sobre todo si pensáis aventuraros en zonas más rurales.
- La seguridad en estos dos países es total. En Japón vayas por donde vayas todo es tranquilo, la gente es muy agradable y no vi ni en una sola ocasión nada que me pusiese atento o preocupado. Deambule por las calles por la noche, entre en barrios un poco más "raros" y nada, la verdad es que la amabilidad y el trato de los japoneses en ejemplar. En Hong Kong no tuve tampoco ningún problema, pero si se me advirtió que podía encontrarme con carteristas, pero que país del mundo esta exento de estos pequeños problemas.
- Desplazarse por Japón es relativamente fácil debido a la cantidad de trenes y metros que tiene, por lo que no habrá problemas de visitar cualquier parte del país, sin embargo los precios de estos trasportes son muy elevados. La manera más barata es sacarse la Japan Rail Pass Es un pase de duración determinada para poder coger cierto tipo de trenes y metros. Si vas a desplazarte mucho te sale muy bien de precio, aunque te limita un poco en el tipo de trenes que puedes coger, eso sí, no te preocupes porque esta incluido el Shinkansen (tren bala).
- En Japón no habla inglés casi nadie y con eso me refiero a que en muchos de los hoteles los recepcionistas no sabían ni una palabra. Debido a eso es cierto que limita mucho el contacto con los japoneses y aunque intentan ayudarte por la calle es difícil comunicarte mínimamente con ellos.
Hoteles
- Yamanaka: Hanatsubaki.
Perdido a las afueras del pequeño pueblo de Yamanaka se encuentra este ryokan con onsen natural. Es como si estuvieseis en una casa de los dibujos animados que hemos visto miles de veces en la televisión cuando éramos pequeños. Cuando llegas a la habitación tienes un kimono, con el que no sólo podrás andar por el hotel, sino que está preparado para poder salir al pueblo y deambular por sus calles. Si estáis perdidos por los Alpes Japoneses y os apetece una experiencia auténtica os recomiendo este ryokan con onsen que hará las delicias de los más exigentes. El único problema es que no se puede reservar por Booking ni Agoda
Booking. (no existe)
Agoda. (no existe)
Tripadvisor.
- Kyoto: Kyoto Central Inn.
Este hotel se encuentra ubicado en una situación inmejorable a sólo diez minutos de la famosa y tradicional calle de Gion, sin embargo es un hotel occidental. Se encuentra en un edificio y ocupa una planta de éste, siendo exactamente iguales que a los nuestros en Europa. El cuarto de baño es pequeño pero suficiente, mientras que las camas son muy cómodas y todo el hotel está realmente limpio y cuidado. Si tu presupuesto no te permite hospedarte todas las noches en magníficos hoteles estilo ryokan os recomiendo éste en la ciudad de Kyoto.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Osaka: Capsule Inn Osaka.
Si hay algo que todos hemos visto en películas o fotos son los hoteles capsula de Japón, y tengo que reconocer que fue una experiencia inolvidable. En concreto éste de Osaka es el primero que se hizo en Japón y sólo se permite la entrada a hombres, por lo que si eres mujer o viajas con tu pareja deberías buscar otro diferente, pero por el contrario si viajas solo o con amigos te recomiendo que pases por lo menos una noche en este hotel para sentirte un verdadero japonés.
Booking. (no existe)
Agoda.
Tripadvisor.
- Osaka: Osaka Tokyu REI Hotel.
Estamos nuevamente ante un bonito, nuevo y típico hotel de estilo europeo. Como el de Kyoto todo estaba limpio, la habitación era bastante amplia y estaba ubicado en la zona centro de la ciudad. En todo momento los empleados del hotel fueron muy amables y solucionaron cualquier problema que nos pudo surgir. Las camas eran muy cómoda y el cuarto de baño era como cualquiera de nuestros a hoteles, a excepción del váter que como siempre estaba calentito y te podías dar una "agüita".
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Tokyo: Ueno First City Hotel.
El último hotel que escogimos en Japón era uno económico ubicado por la zona de Ueno, que es un barrio de Tokyo. La ciudad no tiene un centro en sí mismo debido al descomunal tamaño, por lo que no importa mucho el lugar donde duermas. El hotel nuevamente era europeo y cumplía todos los requisitos que uno necesita, limpieza, tranquilidad y buen trato, por lo que no dudéis en escogerlo. El wifi era perfecto y tenía una boca de metro a diez minutos andando. Por último también tenia una estación de trenes y autobuses cerca desde la que salía un tren directo al aeropuerto de Narita.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
Perdido a las afueras del pequeño pueblo de Yamanaka se encuentra este ryokan con onsen natural. Es como si estuvieseis en una casa de los dibujos animados que hemos visto miles de veces en la televisión cuando éramos pequeños. Cuando llegas a la habitación tienes un kimono, con el que no sólo podrás andar por el hotel, sino que está preparado para poder salir al pueblo y deambular por sus calles. Si estáis perdidos por los Alpes Japoneses y os apetece una experiencia auténtica os recomiendo este ryokan con onsen que hará las delicias de los más exigentes. El único problema es que no se puede reservar por Booking ni Agoda
Booking. (no existe)
Agoda. (no existe)
Tripadvisor.
- Kyoto: Kyoto Central Inn.
Este hotel se encuentra ubicado en una situación inmejorable a sólo diez minutos de la famosa y tradicional calle de Gion, sin embargo es un hotel occidental. Se encuentra en un edificio y ocupa una planta de éste, siendo exactamente iguales que a los nuestros en Europa. El cuarto de baño es pequeño pero suficiente, mientras que las camas son muy cómodas y todo el hotel está realmente limpio y cuidado. Si tu presupuesto no te permite hospedarte todas las noches en magníficos hoteles estilo ryokan os recomiendo éste en la ciudad de Kyoto.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Osaka: Capsule Inn Osaka.
Si hay algo que todos hemos visto en películas o fotos son los hoteles capsula de Japón, y tengo que reconocer que fue una experiencia inolvidable. En concreto éste de Osaka es el primero que se hizo en Japón y sólo se permite la entrada a hombres, por lo que si eres mujer o viajas con tu pareja deberías buscar otro diferente, pero por el contrario si viajas solo o con amigos te recomiendo que pases por lo menos una noche en este hotel para sentirte un verdadero japonés.
Booking. (no existe)
Agoda.
Tripadvisor.
- Osaka: Osaka Tokyu REI Hotel.
Estamos nuevamente ante un bonito, nuevo y típico hotel de estilo europeo. Como el de Kyoto todo estaba limpio, la habitación era bastante amplia y estaba ubicado en la zona centro de la ciudad. En todo momento los empleados del hotel fueron muy amables y solucionaron cualquier problema que nos pudo surgir. Las camas eran muy cómoda y el cuarto de baño era como cualquiera de nuestros a hoteles, a excepción del váter que como siempre estaba calentito y te podías dar una "agüita".
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
- Tokyo: Ueno First City Hotel.
El último hotel que escogimos en Japón era uno económico ubicado por la zona de Ueno, que es un barrio de Tokyo. La ciudad no tiene un centro en sí mismo debido al descomunal tamaño, por lo que no importa mucho el lugar donde duermas. El hotel nuevamente era europeo y cumplía todos los requisitos que uno necesita, limpieza, tranquilidad y buen trato, por lo que no dudéis en escogerlo. El wifi era perfecto y tenía una boca de metro a diez minutos andando. Por último también tenia una estación de trenes y autobuses cerca desde la que salía un tren directo al aeropuerto de Narita.
Booking.
Agoda.
Tripadvisor.
Día 1
Madrid - Hong Kong - Tokyo - Yamanaka
Todo viaje tiene un principio y cuando uno quiere ir a Asia sabe que debe pasar las primeras horas o días deambulando por aeropuertos internacionales. En esta ocasión mi vuelo consistía en ir de Madrid a Hong Kong y desde allí a Tokyo, pero como en este caso quería ir directamente a casa de mis amigos tuve que coger otro vuelo en llegar a Tokyo, esta vez con la compañía japonesa ANA en dirección a Komatsu.
Después de más de venticuatro horas de vuelo llegué el aeropuerto y puntuales como un reloj suizo estaban mis dos amigos japoneses preparados para recogerme y enseñarme su magnífico país.
Después de una hora de coche llegamos al famoso pueblo de los Alpes Japoneses, Yamanaka Onsen. Su fama reside por los baños termamels (Conocidos en japón por el nombre de Onsen) donde gentes de todos los lugares de la zon acuden a realizar el ritual de los baños.
Es un pequeño pueblo de unos quinientos habitantes, que esta rodeado por montañas gigantescas, bosques espesos y casas de madera tradicionales de dos plantas, sin lugar a dudas un lugar donde perderse.
Vamos directamente al hotel que es de estilo japonés y se encuentra en las afueras del pueblo, en el cruce de un río y rodeado por un denso bosque, el famoso Hanatsubaki Hotel.
Es de estilo ryokan (estilo japonés) y nada más entrar uno no puede evitar pensar en dibujos como Sin Chan o Doraeon. El suelo es de madera y las puertas son de madera con papel, es exactamente como uno imagina una casa japonesa. En la habitación no hay ducha, que me extraña, pero tampoco le doy más importancia.
Llevo un día de viaje por lo que mis amigos deciden que debemos darnos un baño antes de cenar, cosa que agradezco enormemente.
Nos ponemos los quimonos que encontramos en la habitación y salimos al pasillo del hotel con ellos, subimos al ascensor y bajamos hasta la planta baja. En un primer momento me parece raro que vayamos así vestido, pero una vez recorrimos el hotel me di cuenta de que todos los clientes íbamos igual, por lo que debería ser costumbre en esta zona del país.
Una vez en la planta baja debemos andar unos pasos y subir a otro ascensor, con el que volvemos a descender otra planta y cuando se abre la puerta me doy cuenta de que estamos literalmente en la calle, es más estamos en un bosque. Dejamos nuestras zapatillas (que habían en la habitación estilo Tortugas Ninja) y nos ponemos unas de goma, bajamos unas rampas de piedra y nos encontramos con otra puerta. Dentro de esta hay una mujer que nos da unas toallas y nos explica algo en japonés, por supuesto yo no se nada de japonés pero mis amigos asienten a las explicaciones de esta. Entramos a una nueva habitación donde nos desnudamos completamente y nos ponemos un taparrabos de color verde, atravesamos por último una nueva puerta y nos encontramos con los baños onsen rodeados de un bosque y al lado de un bonito rio.
Sin lugar a dudas es un lugar mágico, todo alumbrado con unas grandes velas dentro de unos farolillos, todo el ambiente es mágico para poder disfrutar de unos baños relajantes, tengo que reconocer que después de la paliza de los tres aviones, me vino muy bien un poco de tranquilidad. El contraste entre el agua caliente de las termas y el aire fresco del ambiente, hacían del lugar algo único.
Después de un buen rato hicimos el itinerario al contrario. Entramos en la habitación nuevamente, tiramos los taparrabos en una cubeta, nos secamos y nos vestimos con el quimono, salimos a la habitación donde estaba la mujer y ésta nos ofreció un té frio para poder subir un poco la tensión de las aguas calientes en las que habíamos entrado. Finalmente deshicimos el camino por los ascensores, pero cual es mi sorpresa que en lugar de ir a la habitación para cambiarnos decidimos con toda naturalidad salir a la calle con los quimonos para ir a cenar, bueno yo hago lo que me digan y tengo que reconocer que cómodo iba un rato.
Para cenar fuimos al restaurante del padre de uno de mis amigos, Asato y tuvimos una deliciosa cena a base de sashimi, tempura y nabe. Sin lugar a dudas una deliciosa y sabrosa cena.
Como habíamos tomado un poco de sake no podíamos conducir y mis amigos decidieron pedir un taxi, cosa que aprobé para no tener que conducir un poco bebidos, pero aquí experimenté la primera sorpresa de este gran país, cuando llegó el taxi había una persona sentada en al asiento del copiloto, éste bajó le pidió las llaves del coche a mi amigo, mientras nosotros tres entrabamos en el mismo coche. El chico condujo el coche de mi amigo con nosotros tres dentro mientras que el taxista nos seguía. Una vez aparcado el coche en el hotel, el copiloto entro al taxi y previo pago se fueron. Por lo que me comentaron es habitual este tipo de prácticas, ya que consigues tener tu coche aparcado en la puerta de tu casa al día siguiente listo para ir al trabajo, sin lugar a dudas me pareció un gran negocio.
Llegamos a las habitaciones y nos dispusimos a dormir en los futones japoneses que habían colocado en nuestra habitación, tengo que reconocer que dormí de un tirón y eran realmente muy cómodos, quizás también influye que yo duermo muchas veces en el suelo en refugios, pero la verdad es que me pareció de lo más cómodo y beneficioso para la espalda.
Todo viaje tiene un principio y cuando uno quiere ir a Asia sabe que debe pasar las primeras horas o días deambulando por aeropuertos internacionales. En esta ocasión mi vuelo consistía en ir de Madrid a Hong Kong y desde allí a Tokyo, pero como en este caso quería ir directamente a casa de mis amigos tuve que coger otro vuelo en llegar a Tokyo, esta vez con la compañía japonesa ANA en dirección a Komatsu.
Después de más de venticuatro horas de vuelo llegué el aeropuerto y puntuales como un reloj suizo estaban mis dos amigos japoneses preparados para recogerme y enseñarme su magnífico país.
Después de una hora de coche llegamos al famoso pueblo de los Alpes Japoneses, Yamanaka Onsen. Su fama reside por los baños termamels (Conocidos en japón por el nombre de Onsen) donde gentes de todos los lugares de la zon acuden a realizar el ritual de los baños.
Es un pequeño pueblo de unos quinientos habitantes, que esta rodeado por montañas gigantescas, bosques espesos y casas de madera tradicionales de dos plantas, sin lugar a dudas un lugar donde perderse.
Vamos directamente al hotel que es de estilo japonés y se encuentra en las afueras del pueblo, en el cruce de un río y rodeado por un denso bosque, el famoso Hanatsubaki Hotel.
Es de estilo ryokan (estilo japonés) y nada más entrar uno no puede evitar pensar en dibujos como Sin Chan o Doraeon. El suelo es de madera y las puertas son de madera con papel, es exactamente como uno imagina una casa japonesa. En la habitación no hay ducha, que me extraña, pero tampoco le doy más importancia.
Llevo un día de viaje por lo que mis amigos deciden que debemos darnos un baño antes de cenar, cosa que agradezco enormemente.
Nos ponemos los quimonos que encontramos en la habitación y salimos al pasillo del hotel con ellos, subimos al ascensor y bajamos hasta la planta baja. En un primer momento me parece raro que vayamos así vestido, pero una vez recorrimos el hotel me di cuenta de que todos los clientes íbamos igual, por lo que debería ser costumbre en esta zona del país.
Una vez en la planta baja debemos andar unos pasos y subir a otro ascensor, con el que volvemos a descender otra planta y cuando se abre la puerta me doy cuenta de que estamos literalmente en la calle, es más estamos en un bosque. Dejamos nuestras zapatillas (que habían en la habitación estilo Tortugas Ninja) y nos ponemos unas de goma, bajamos unas rampas de piedra y nos encontramos con otra puerta. Dentro de esta hay una mujer que nos da unas toallas y nos explica algo en japonés, por supuesto yo no se nada de japonés pero mis amigos asienten a las explicaciones de esta. Entramos a una nueva habitación donde nos desnudamos completamente y nos ponemos un taparrabos de color verde, atravesamos por último una nueva puerta y nos encontramos con los baños onsen rodeados de un bosque y al lado de un bonito rio.
Sin lugar a dudas es un lugar mágico, todo alumbrado con unas grandes velas dentro de unos farolillos, todo el ambiente es mágico para poder disfrutar de unos baños relajantes, tengo que reconocer que después de la paliza de los tres aviones, me vino muy bien un poco de tranquilidad. El contraste entre el agua caliente de las termas y el aire fresco del ambiente, hacían del lugar algo único.
Después de un buen rato hicimos el itinerario al contrario. Entramos en la habitación nuevamente, tiramos los taparrabos en una cubeta, nos secamos y nos vestimos con el quimono, salimos a la habitación donde estaba la mujer y ésta nos ofreció un té frio para poder subir un poco la tensión de las aguas calientes en las que habíamos entrado. Finalmente deshicimos el camino por los ascensores, pero cual es mi sorpresa que en lugar de ir a la habitación para cambiarnos decidimos con toda naturalidad salir a la calle con los quimonos para ir a cenar, bueno yo hago lo que me digan y tengo que reconocer que cómodo iba un rato.
Para cenar fuimos al restaurante del padre de uno de mis amigos, Asato y tuvimos una deliciosa cena a base de sashimi, tempura y nabe. Sin lugar a dudas una deliciosa y sabrosa cena.
Como habíamos tomado un poco de sake no podíamos conducir y mis amigos decidieron pedir un taxi, cosa que aprobé para no tener que conducir un poco bebidos, pero aquí experimenté la primera sorpresa de este gran país, cuando llegó el taxi había una persona sentada en al asiento del copiloto, éste bajó le pidió las llaves del coche a mi amigo, mientras nosotros tres entrabamos en el mismo coche. El chico condujo el coche de mi amigo con nosotros tres dentro mientras que el taxista nos seguía. Una vez aparcado el coche en el hotel, el copiloto entro al taxi y previo pago se fueron. Por lo que me comentaron es habitual este tipo de prácticas, ya que consigues tener tu coche aparcado en la puerta de tu casa al día siguiente listo para ir al trabajo, sin lugar a dudas me pareció un gran negocio.
Llegamos a las habitaciones y nos dispusimos a dormir en los futones japoneses que habían colocado en nuestra habitación, tengo que reconocer que dormí de un tirón y eran realmente muy cómodos, quizás también influye que yo duermo muchas veces en el suelo en refugios, pero la verdad es que me pareció de lo más cómodo y beneficioso para la espalda.
Día 2
Yamanaka - Kanazawa
El despertador sonó sobre las seis y media de la mañana, ya que Asato tenía que ir a trabajar. Yasu y yo debíamos emprender nuestro camino hacía Kanazawa, pero antes de eso los tres bajamos nuevamente al onsen para poder relajar nuestros cuerpos con las aguas termales de esta región de Japón. Después del mismo ritual del día anterior Asato se marcho a su trabajo mientras que Yasu y yo nos dispusimos a ir a otra parte del hotel para terminar con el baño japonés. Entramos a una habitación grande donde nos desnudamos y cogimos una pequeña toalla, con la que pasamos a otra sala que tenía dos piscinas calientes y unos diez espejos con un pequeño taburete delante de cada uno. Yo no tenía ni idea de lo que había que hacer por lo que me dediqué a ver a mi amigo y seguir sus instrucciones a raja tabla.
Lo primero que hay que hacer es sentarse en el taburete y coger el pequeño cubo que hay frente a nosotros. Éste lo llenamos de agua con los mandos de la ducha que hay a nuestra derecha. Ahora procedemos a poner jabón en la pequeña toalla que llevamos y la mojamos en el calderito con agua. Dicha toalla se usa como una esponja, para restregarla por todo el cuerpo y limpiarlo entero. Una vez hecho esto deberemos proceder a mojarnos la cabeza con la alcachofa de la ducha para seguidamente lavarnos la cabeza con el champo que hay justo al lado. Para finalizar deberemos quitarnos todo el jabón del cuerpo y cabeza. Una vez listos entramos nuevamente en el baño de agua caliente y dejamos que nuestros poros y nuestra piel se relajen con este maravilloso ritual.
Yo no soy mucho de spas ni saunas, pero hay que decir que la tradición japonés del baño es un arte milenario y sienta realmente muy muy bien.
Antes de abandonar Yamanka nos fuimos frente al hotel que hay un pequeño templo sintoísta en honor a un árbol que hay junto a este templo. Dicho árbol es famoso porque tiene más de dos mil trescientos años, sin lugar a dudas cuando ves el tronco te das cuenta de que es un árbol milenario.
Estuvimos dando una vuelta por el pueblo y haciendo alguna foto de las casas, hasta que nos pusimos en marcha hacía Kanazawa, la capital de la región.
El despertador sonó sobre las seis y media de la mañana, ya que Asato tenía que ir a trabajar. Yasu y yo debíamos emprender nuestro camino hacía Kanazawa, pero antes de eso los tres bajamos nuevamente al onsen para poder relajar nuestros cuerpos con las aguas termales de esta región de Japón. Después del mismo ritual del día anterior Asato se marcho a su trabajo mientras que Yasu y yo nos dispusimos a ir a otra parte del hotel para terminar con el baño japonés. Entramos a una habitación grande donde nos desnudamos y cogimos una pequeña toalla, con la que pasamos a otra sala que tenía dos piscinas calientes y unos diez espejos con un pequeño taburete delante de cada uno. Yo no tenía ni idea de lo que había que hacer por lo que me dediqué a ver a mi amigo y seguir sus instrucciones a raja tabla.
Lo primero que hay que hacer es sentarse en el taburete y coger el pequeño cubo que hay frente a nosotros. Éste lo llenamos de agua con los mandos de la ducha que hay a nuestra derecha. Ahora procedemos a poner jabón en la pequeña toalla que llevamos y la mojamos en el calderito con agua. Dicha toalla se usa como una esponja, para restregarla por todo el cuerpo y limpiarlo entero. Una vez hecho esto deberemos proceder a mojarnos la cabeza con la alcachofa de la ducha para seguidamente lavarnos la cabeza con el champo que hay justo al lado. Para finalizar deberemos quitarnos todo el jabón del cuerpo y cabeza. Una vez listos entramos nuevamente en el baño de agua caliente y dejamos que nuestros poros y nuestra piel se relajen con este maravilloso ritual.
Yo no soy mucho de spas ni saunas, pero hay que decir que la tradición japonés del baño es un arte milenario y sienta realmente muy muy bien.
Antes de abandonar Yamanka nos fuimos frente al hotel que hay un pequeño templo sintoísta en honor a un árbol que hay junto a este templo. Dicho árbol es famoso porque tiene más de dos mil trescientos años, sin lugar a dudas cuando ves el tronco te das cuenta de que es un árbol milenario.
Estuvimos dando una vuelta por el pueblo y haciendo alguna foto de las casas, hasta que nos pusimos en marcha hacía Kanazawa, la capital de la región.
Había llegado el momento de visitar la ciudad de Kanazawa, lugar donde vive la familia de mi amigo Yasu y destino de mis paquetes navideños que durante los últimos doce años había enviado a esa dirección. El trayecto desde Yamanaka a Kanazawa lo hicimos en coche y duró un poco más de una hora.
Ya en la ciudad antes de ir a comer decidimos visitar uno de los templos más famoso, el conocido como el Myoryuji, El templo del Ninja.
Es una casa de madera llena de trampas donde los intrusos que intentasen entrar se verían sorprendidos por escondites, escaleras falsas y demás artimañas para permitir al dueño salir sano y salvo. Este tipo de casas pertenecían a los conocidos como ninjas que eran los guerreros del jefe del castillo de la región. En este caso el clan que dominaba la zona de Kanazawa era muy importante por lo que tenía no sólo un ejercito de samuráis, sino también diferentes ninjas con los que podía contar para asesinar a su adversarios o ayudarle a defenderse cuando era atacado por los clanes rivales. Me pareció un lugar muy curioso, lo único es que tienes que llamar para reservar, lo pueden hacer desde tu hotel y no hay guía en inglés ni castellano, por lo que te darán un pequeño libreto con la traducción de las cosas que explica el guía y con eso te deberá bastar para entender los entresijos del lugar.
Ya en la ciudad antes de ir a comer decidimos visitar uno de los templos más famoso, el conocido como el Myoryuji, El templo del Ninja.
Es una casa de madera llena de trampas donde los intrusos que intentasen entrar se verían sorprendidos por escondites, escaleras falsas y demás artimañas para permitir al dueño salir sano y salvo. Este tipo de casas pertenecían a los conocidos como ninjas que eran los guerreros del jefe del castillo de la región. En este caso el clan que dominaba la zona de Kanazawa era muy importante por lo que tenía no sólo un ejercito de samuráis, sino también diferentes ninjas con los que podía contar para asesinar a su adversarios o ayudarle a defenderse cuando era atacado por los clanes rivales. Me pareció un lugar muy curioso, lo único es que tienes que llamar para reservar, lo pueden hacer desde tu hotel y no hay guía en inglés ni castellano, por lo que te darán un pequeño libreto con la traducción de las cosas que explica el guía y con eso te deberá bastar para entender los entresijos del lugar.
Ahora había llegado el momento de conocer a su familia y para ello fuimos a comer a un bonito y sabroso restaurante de Kanzawa que se encuentra ubicado en un famoso hotel Kanazawa Chaya. La comida fue simplemente perfecta y conocer a la familia de mi amigo era algo que esperaba desde hace mucho tiempo. El dialogo siempre tenía que pasar por Yasu ya que ni yo hablo japonés ni sus padres hablan español, pero todo resulto muy fluido e interesante. Pudimos conocernos un poco más y poner cara y voz a aquellas personas de las que tanto había escuchado hablar pero que nunca había podido conocer.
Finalizada la comida tocaba terminar de visitar los lugares más importantes de la ciudad por lo que en un principio el padre propuso que me llevaría a conocer el barrio de Nagamichi o también conocido como el barrio de los samuráis. Es una zona muy curiosa y bonita de ver ya que son casas grandes con jardines y amplios muros donde vivían antiguamente los samuráis de la zona. La mayoría de las casas pertenecen a personas particulares por lo que no se pueden acceder dentro de ellas, sin embargo sólo pasear por el bario ya merece la pena porque os dará la sensación de que estáis paseando por un decorado de las películas de Mizoguchi o Kurosawa.
Sus padres tenían cosas que hacer por la tarde por lo que se despidieron de nosotros mientras seguimos nuestra marcha por la capital de la región de Ishikawa. Nos dirigimos al Jardín Kenrokuen que antiguamente formada parte del jardín privado del jefe del castillo. Hay que pagar una entrada por lo que el lugar no esta masificado y se puede pasear con total tranquilidad. Todos los arboles, setos y plantas están perfectamente cuidadas dando una perfecta armonía al lugar. Hay un famoso puente de piedra que cruza un pequeño riachuelo en el que la gente se hace fotos, por lo que no podíamos ser menos y fuimos como todos los turistas japoneses a inmortalizar el momento.
Decidimos cruzar la calle para visitar el Castillo de Kanazawa. Desde fuera se puede ver una bonita muralla de piedra y unas zonas con tejados típicos de Japón, pero cuando entras dentro te das cuenta de que no hay realmente ningún castillo. Hace años se quemó y ahora mismo no hay nada, se supone que van a empezar a reconstruirlo y se terminará antes del dos mil veinte, pero a día de hoy no hay nada dentro de las murallas. Como es gratis entrar se puede dar una vuelta por la zona sobre todo porque por la parte de detrás hay un bonito jardín con puentes y pequeños lagos que harán las delicias de los amantes de este tipo de jardines.
Antes de seguir con nuestro paseo por la ciudad cruzamos por el famoso Museo de Arte Moderno y fotografiamos su famosa piscina de cristal donde se puede estar en el fondo y ver a los que pasean por arriba. Nosotros no pagamos la entrada sino que deambulamos cruzándolo e hicimos la foto a la piscina desde arriba, no soy muy amante de los museos de arte moderno y menos si solo tengo diez días para recorrer Japón.
Para terminar nuestro paseó turístico a esta maravillosa ciudad decidimos irnos a tomar un té y visitar su barrio más famoso, Higashichaya Old Town que es la zona antigua de la ciudad. Parecido a la zona de Gion en Kyoto, las calles de este lugar están llenas de casas pequeñas de dos alturas donde en la planta baja esta el negocio familiar y en la primera planta la vivienda de los propietarios. Hoy en día los negocios están más orientados hacía los turistas que a los japoneses pero es un bonito lugar para pasear y dejar caer la noche para ver como se encienden sus farolillos y descubrir su centro histórico de noche.
Finalizada la comida tocaba terminar de visitar los lugares más importantes de la ciudad por lo que en un principio el padre propuso que me llevaría a conocer el barrio de Nagamichi o también conocido como el barrio de los samuráis. Es una zona muy curiosa y bonita de ver ya que son casas grandes con jardines y amplios muros donde vivían antiguamente los samuráis de la zona. La mayoría de las casas pertenecen a personas particulares por lo que no se pueden acceder dentro de ellas, sin embargo sólo pasear por el bario ya merece la pena porque os dará la sensación de que estáis paseando por un decorado de las películas de Mizoguchi o Kurosawa.
Sus padres tenían cosas que hacer por la tarde por lo que se despidieron de nosotros mientras seguimos nuestra marcha por la capital de la región de Ishikawa. Nos dirigimos al Jardín Kenrokuen que antiguamente formada parte del jardín privado del jefe del castillo. Hay que pagar una entrada por lo que el lugar no esta masificado y se puede pasear con total tranquilidad. Todos los arboles, setos y plantas están perfectamente cuidadas dando una perfecta armonía al lugar. Hay un famoso puente de piedra que cruza un pequeño riachuelo en el que la gente se hace fotos, por lo que no podíamos ser menos y fuimos como todos los turistas japoneses a inmortalizar el momento.
Decidimos cruzar la calle para visitar el Castillo de Kanazawa. Desde fuera se puede ver una bonita muralla de piedra y unas zonas con tejados típicos de Japón, pero cuando entras dentro te das cuenta de que no hay realmente ningún castillo. Hace años se quemó y ahora mismo no hay nada, se supone que van a empezar a reconstruirlo y se terminará antes del dos mil veinte, pero a día de hoy no hay nada dentro de las murallas. Como es gratis entrar se puede dar una vuelta por la zona sobre todo porque por la parte de detrás hay un bonito jardín con puentes y pequeños lagos que harán las delicias de los amantes de este tipo de jardines.
Antes de seguir con nuestro paseo por la ciudad cruzamos por el famoso Museo de Arte Moderno y fotografiamos su famosa piscina de cristal donde se puede estar en el fondo y ver a los que pasean por arriba. Nosotros no pagamos la entrada sino que deambulamos cruzándolo e hicimos la foto a la piscina desde arriba, no soy muy amante de los museos de arte moderno y menos si solo tengo diez días para recorrer Japón.
Para terminar nuestro paseó turístico a esta maravillosa ciudad decidimos irnos a tomar un té y visitar su barrio más famoso, Higashichaya Old Town que es la zona antigua de la ciudad. Parecido a la zona de Gion en Kyoto, las calles de este lugar están llenas de casas pequeñas de dos alturas donde en la planta baja esta el negocio familiar y en la primera planta la vivienda de los propietarios. Hoy en día los negocios están más orientados hacía los turistas que a los japoneses pero es un bonito lugar para pasear y dejar caer la noche para ver como se encienden sus farolillos y descubrir su centro histórico de noche.
Aún con el cansancio del vuelo del día anterior y con la paliza de visitas de ese día decidimos ir a casa de Yasu a descansar y prepararnos para la cena. Ëste era uno de los momentos más esperados por mí, ya que tenía ganas de estar en una casa tradicional japonesa y conocer al resto de la familia de mi amigo.
Sabía que vivían con su abuela de noventa y un años y pensé que le haría ilusión conocer a un occidental pero cual fue mi sorpresa cuando descubrí que la mujer había viajado por medio mundo y nada más conocerme me trajo un álbum con algunos de sus viajes, en concreto me enseño dos álbumes llenos de fotos de su viaje a Marruecos.
También estaba su hermana con su marido y su hijo de un año, al que no pude evitar coger y jugar un rato con él.
Después de las presentaciones pertinentes les entregué los regalos que había traído desde España y la verdad es que todos se quedaron con la boca abierta y les gustaron mucho, sabía de la tradición de los regalos en los japoneses y la verdad es que acerté de lleno, ya que todos se pasaron la noche con una sonrisa de oreja a oreja.
Finalmente nos sentamos a la mesa y cenamos un plato de arroz gigante con una sopa miso que estaba para chuparse los dedos, durante toda la velada Yasu estuvo traduciendo y todo el mundo me estuvo contando cosas, preguntando y explicándome cosas de su increíble cultura. Sin lugar a dudas fue uno de los mejores momentos del viaje, me hicieron sentir como uno más de la familia.
Antes de dormir quedamos con Asato que salía del trabajo y nos tomamos un refresco de melón, que aunque no estaba muy bueno tenía un sabor diferente a lo que estamos acostumbrados aquí.
Nuevamente en su casa volví a dormir por segunda noche consecutiva en un futon japonés y mi espalda nuevamente disfruto de la experiencia.
Sabía que vivían con su abuela de noventa y un años y pensé que le haría ilusión conocer a un occidental pero cual fue mi sorpresa cuando descubrí que la mujer había viajado por medio mundo y nada más conocerme me trajo un álbum con algunos de sus viajes, en concreto me enseño dos álbumes llenos de fotos de su viaje a Marruecos.
También estaba su hermana con su marido y su hijo de un año, al que no pude evitar coger y jugar un rato con él.
Después de las presentaciones pertinentes les entregué los regalos que había traído desde España y la verdad es que todos se quedaron con la boca abierta y les gustaron mucho, sabía de la tradición de los regalos en los japoneses y la verdad es que acerté de lleno, ya que todos se pasaron la noche con una sonrisa de oreja a oreja.
Finalmente nos sentamos a la mesa y cenamos un plato de arroz gigante con una sopa miso que estaba para chuparse los dedos, durante toda la velada Yasu estuvo traduciendo y todo el mundo me estuvo contando cosas, preguntando y explicándome cosas de su increíble cultura. Sin lugar a dudas fue uno de los mejores momentos del viaje, me hicieron sentir como uno más de la familia.
Antes de dormir quedamos con Asato que salía del trabajo y nos tomamos un refresco de melón, que aunque no estaba muy bueno tenía un sabor diferente a lo que estamos acostumbrados aquí.
Nuevamente en su casa volví a dormir por segunda noche consecutiva en un futon japonés y mi espalda nuevamente disfruto de la experiencia.
Día 3
Kanazawa - Kyoto
El día iba a ser largo por lo que decidimos madrugar. En esta ocasión no hubo onsen, pero me duche de manera parecida en el cuarto de aseo de la casa de mi amigo. Una vez duchado y vestido me acerqué a la mesa para el desayuno y observé que habían preparado un delicioso manjar para la primera comida del día. Ensalada fresca, sopa miso, arroz y salmón, con este tipo de desayuno uno puede empezar el día con fuerza. Por lo que averigüé durante el desayuno las verduras eran de la huerta justo al lado de la casa que cultivaba y recogía la abuela todos los días.
Durante ese magnífico momento hubo conservaciones de muchos tipos, sin embargo la que más me llamó la atención fue cuando la abuela me contó como vivió la época de la segunda guerra mundial. Sus historias de la guerra y como tuvo que emigrar a Kanazawa me pusieron los pelos de punta, generando un momento único en el viaje, realmente ésto era lo que quería vivir cuando decidí visitar a mis amigos, no era ver templos, comprar fricadas o viajar en el tren bala, lo que quería era poder experimentar una bonita experiencia con gente del lugar.
El día iba a ser largo por lo que decidimos madrugar. En esta ocasión no hubo onsen, pero me duche de manera parecida en el cuarto de aseo de la casa de mi amigo. Una vez duchado y vestido me acerqué a la mesa para el desayuno y observé que habían preparado un delicioso manjar para la primera comida del día. Ensalada fresca, sopa miso, arroz y salmón, con este tipo de desayuno uno puede empezar el día con fuerza. Por lo que averigüé durante el desayuno las verduras eran de la huerta justo al lado de la casa que cultivaba y recogía la abuela todos los días.
Durante ese magnífico momento hubo conservaciones de muchos tipos, sin embargo la que más me llamó la atención fue cuando la abuela me contó como vivió la época de la segunda guerra mundial. Sus historias de la guerra y como tuvo que emigrar a Kanazawa me pusieron los pelos de punta, generando un momento único en el viaje, realmente ésto era lo que quería vivir cuando decidí visitar a mis amigos, no era ver templos, comprar fricadas o viajar en el tren bala, lo que quería era poder experimentar una bonita experiencia con gente del lugar.
Después de estos maravillosos días en los pueblos de los Alpes japoneses pusimos rumbo a la zona centro del país donde se encuentran las ciudades más turísticas, nuestra primera parada Kyoto.
Desde el pueblo de Kanazawa tardamos más de tres horas en llegar a la antigua capital imperial del país, allí tuvimos que aparcar en un parking cerca de la estación de trenes y esperamos a una amiga de Yasu, Maki que nos haría de guía durante nuestro primer día de viaje por esta sorprendente ciudad.
Puntual como siempre, apareció ante nosotros una chica risueña, pequeña y tranquila que desde el primer momento se desvivió por mostrarnos la ciudad donde había vivido sus cuatro años universitarios.
Nuestro primer objetivo del día iba a ser visitar el famoso bosque de bambú. Debido a que este lugar no se encuentra precisamente dentro de la ciudad tuvimos que coger el tren, no sabría deciros que tren cogimos pero lo mejor es preguntar en el puesto de información de la estación, ya que con un sólo tren y unas cuentas paradas podréis llegar sin problemas.
Una vez fuera del tren lo que veréis es un barrio lleno de turistas en el que todos vamos a visitar el mismo lugar. Hay un mapa e indicaciones de la zona, por lo que no tiene ninguna perdida, eso sí había más gente que en la guerra.
Se tarda unos cinco minutos en llegar al inicio del camino y la verdad es que impresiona un poco, verse rodeado de tallos de bambú más altos que un árbol donde la luz casi no se filtra entre sus ramas. Para los turístas es más imprsionante, si cabe ya, que no estamos acostumbrados a este tipo de arboles y sorprende bastante elevar la vista hacia el cielo y darse cuenta de que no podemos casi ver el final de estos gigantescos árboles.
Puedes seguir el camino de bambú hacía diferentes templos para seguir haciendo fotos o puedes recorrerlo simplemente dejándote perder por ese mágico lugar y deambular por las calles adyacentes donde viven en perfecta armonía con esta sorpresa de la naturaleza.
Nuestro primer objetivo de Kyoto ya lo teníamos en la mochila por lo que decidimos volver a coger el tren para ir al centro de la ciudad, en uno de los momentos que íbamos en el tren todos los móviles empezaron a emitir un sonido estridente y la gente se quedó con cara de póker, sobre todo yo, que no sabía que pasaba, cuando pregunté a mi amigo me dijo que había sido una alarma de terremoto que nos avisaba de que se iba a producir uno fuerte por nuestra zona, y así sucedió, pudimos sentir como el suelo se movió sobre nuestros pies, pero no pasó a mayores y pude vivir un aviso de terremotos sin incidentes importantes.
Ya de vuelta nos decidimos a visitar el templo de Kiyomizu-dera pero justo cuando llegamos estaban cerrando, tampoco había problema porque teníamos todo el día siguiente para poder volver por esta zona, lo que si hicimos es dirigirnos al famoso barrio de Gion, es como sería originalmente la ciudad con sus casas de madera de dos plantas donde se combinan los negocios locales con los restaurantes modernos, para nosotros que veníamos de pueblos en los Alpes Japoneses tampoco nos llamó excesivamente la atención.
Cerca de la zona se encuentra un bonito templo el Yasaka Shrine, donde uno puede pasear tranquilamente mientras ve como los locales acuden para encender incienso o escribir deseos en pequeños papeles para intentar tener buena fortuna ya sea en el amor, los estudios o en el trabajo.
Entre esta zona de Gion y el templo de Kiyomizu-dera también hay un curioso y pequeño templo llamado Yasui-Konpiragu, donde hay una piedra con un agujero en su parte baja que tenemos que cruzar en las dos direcciones, primero de cara al templo y después volver a pasar en dirección contraria para espantar la mala suerte. Una vez hecho esto debes escribir en un papel algún deseo y pegarlo sobre la roca que has cruzado, asegurándote que se te cumplirá o bueno eso creen ellos.
Para finalizar este largo día decidimos irnos a cenar a la zona centro donde nos habían recomendado probar un okonomiyaki en el famoso Kyo Chabana Kyotoekimae, sin lugar a dudas fue todo un acierto y ya con el estomago lleno nos fuimos al hotel a descansar que al día siguiente teníamos un duro día de visita de templos.
Desde el pueblo de Kanazawa tardamos más de tres horas en llegar a la antigua capital imperial del país, allí tuvimos que aparcar en un parking cerca de la estación de trenes y esperamos a una amiga de Yasu, Maki que nos haría de guía durante nuestro primer día de viaje por esta sorprendente ciudad.
Puntual como siempre, apareció ante nosotros una chica risueña, pequeña y tranquila que desde el primer momento se desvivió por mostrarnos la ciudad donde había vivido sus cuatro años universitarios.
Nuestro primer objetivo del día iba a ser visitar el famoso bosque de bambú. Debido a que este lugar no se encuentra precisamente dentro de la ciudad tuvimos que coger el tren, no sabría deciros que tren cogimos pero lo mejor es preguntar en el puesto de información de la estación, ya que con un sólo tren y unas cuentas paradas podréis llegar sin problemas.
Una vez fuera del tren lo que veréis es un barrio lleno de turistas en el que todos vamos a visitar el mismo lugar. Hay un mapa e indicaciones de la zona, por lo que no tiene ninguna perdida, eso sí había más gente que en la guerra.
Se tarda unos cinco minutos en llegar al inicio del camino y la verdad es que impresiona un poco, verse rodeado de tallos de bambú más altos que un árbol donde la luz casi no se filtra entre sus ramas. Para los turístas es más imprsionante, si cabe ya, que no estamos acostumbrados a este tipo de arboles y sorprende bastante elevar la vista hacia el cielo y darse cuenta de que no podemos casi ver el final de estos gigantescos árboles.
Puedes seguir el camino de bambú hacía diferentes templos para seguir haciendo fotos o puedes recorrerlo simplemente dejándote perder por ese mágico lugar y deambular por las calles adyacentes donde viven en perfecta armonía con esta sorpresa de la naturaleza.
Nuestro primer objetivo de Kyoto ya lo teníamos en la mochila por lo que decidimos volver a coger el tren para ir al centro de la ciudad, en uno de los momentos que íbamos en el tren todos los móviles empezaron a emitir un sonido estridente y la gente se quedó con cara de póker, sobre todo yo, que no sabía que pasaba, cuando pregunté a mi amigo me dijo que había sido una alarma de terremoto que nos avisaba de que se iba a producir uno fuerte por nuestra zona, y así sucedió, pudimos sentir como el suelo se movió sobre nuestros pies, pero no pasó a mayores y pude vivir un aviso de terremotos sin incidentes importantes.
Ya de vuelta nos decidimos a visitar el templo de Kiyomizu-dera pero justo cuando llegamos estaban cerrando, tampoco había problema porque teníamos todo el día siguiente para poder volver por esta zona, lo que si hicimos es dirigirnos al famoso barrio de Gion, es como sería originalmente la ciudad con sus casas de madera de dos plantas donde se combinan los negocios locales con los restaurantes modernos, para nosotros que veníamos de pueblos en los Alpes Japoneses tampoco nos llamó excesivamente la atención.
Cerca de la zona se encuentra un bonito templo el Yasaka Shrine, donde uno puede pasear tranquilamente mientras ve como los locales acuden para encender incienso o escribir deseos en pequeños papeles para intentar tener buena fortuna ya sea en el amor, los estudios o en el trabajo.
Entre esta zona de Gion y el templo de Kiyomizu-dera también hay un curioso y pequeño templo llamado Yasui-Konpiragu, donde hay una piedra con un agujero en su parte baja que tenemos que cruzar en las dos direcciones, primero de cara al templo y después volver a pasar en dirección contraria para espantar la mala suerte. Una vez hecho esto debes escribir en un papel algún deseo y pegarlo sobre la roca que has cruzado, asegurándote que se te cumplirá o bueno eso creen ellos.
Para finalizar este largo día decidimos irnos a cenar a la zona centro donde nos habían recomendado probar un okonomiyaki en el famoso Kyo Chabana Kyotoekimae, sin lugar a dudas fue todo un acierto y ya con el estomago lleno nos fuimos al hotel a descansar que al día siguiente teníamos un duro día de visita de templos.
Día 4
Kyoto - Osaka
Nuevamente el hotel fue todo un acierto por parte de la organización de mis amigos japoneses y pudimos descansar plácidamente toda la noche, ya por la mañana el desayuno estaba incluido y se servía en un Starbucks que había en la planta baja del hotel, por lo que nos tomamos un sándwich y un zumo y nos dispusimos a conocer la famosa ciudad de los mil templos (realmente tiene dos mil setecientos templos).
El primero de la lista era el Fushimi Inari Taisha, o también conocido por el templo de los toris. Como era muy temprano apenas encontramos turistas y la verdad es que se estaba muy a gusto. Es un bonito lugar porque realmente es una montaña donde el camino hacía su cima esta llena de las famosas puertas sintoístas, los toris, donde la tradición cuenta que separan el suelo sagrado del suelo que no lo es. Nada más empezar la visita se traspasa una de estas puertas gigantes y hay un mapa donde explica como seguir el itinerario.
Se puede subir hasta la cima de la montaña siguiendo este itinerario, pero por falta de tiempo nosotros sólo llegamos hasta la mitad, durante todo el recorrido habían pequeños templos o santuarios donde gente que había aportado dinero podía poner su nombre sobre piedras o sobre algunos de los cientos de toris que se encuentran repartido por toda la montaña. Tengo que reconocer que éste fue uno de los templos que más me gusto de toda la ciudad, aunque para llegar a este lugar hace falta coger el tren, uno de los problemas de Kyoto es que cada templo famoso esta en una parte diferente de la ciudad por lo que se pierde mucho tiempo de traslado.
Nuevamente cogimos el tren para volver al centro y visitar el templo que el día anterior habíamos encontrado cerrado, siendo éste uno de los más visitados de la ciudad, el Kiyomizu-dera que aunque bonito, estaba tan lleno de gente que no se podía ni dar un paso sin chocarse con alguien. Lo más famoso de este lugar es su balcón que está construido sobre una zona boscosa y que impresiona con las vistas que tiene de todo el lugar. El resto del templo son colas para hacerse una foto con un cuenco gigante que suena al golpearlo o probar el agua que sale de la montaña que como el nombre del templo indica es "agua pura". Es necesario visitar este templo pero para mi gusto estaba demasiado masificado.
Cuando salgáis del templo y os dirijáis hacía la calle principal para coger el autobús deberéis estar atentos de girar a la derecha en uno de los momentos para pasar por la zona más bonita de toda la ciudad, la llamada Sannenzaka Ninenzaka. Es como un pequeño barrio donde aún permanecen las casas típicas de dos plantas, con el suelo empedrado y un unas bonitas e inclinadas escaleras que dan nombre a la zona. Para aquellos que no lo sepan la traducción del nombre del barrio es algo así como "muerte rápida", debido a la inclinación de las escaleras quiere decir que si te caes por ese lugar tu muerte esta asegurada y de forma muy rápida. Esto es sólo una anécdota, pero aconsejo pasar por el lugar y hacerse un par de fotos de rigor.
Nuevamente el hotel fue todo un acierto por parte de la organización de mis amigos japoneses y pudimos descansar plácidamente toda la noche, ya por la mañana el desayuno estaba incluido y se servía en un Starbucks que había en la planta baja del hotel, por lo que nos tomamos un sándwich y un zumo y nos dispusimos a conocer la famosa ciudad de los mil templos (realmente tiene dos mil setecientos templos).
El primero de la lista era el Fushimi Inari Taisha, o también conocido por el templo de los toris. Como era muy temprano apenas encontramos turistas y la verdad es que se estaba muy a gusto. Es un bonito lugar porque realmente es una montaña donde el camino hacía su cima esta llena de las famosas puertas sintoístas, los toris, donde la tradición cuenta que separan el suelo sagrado del suelo que no lo es. Nada más empezar la visita se traspasa una de estas puertas gigantes y hay un mapa donde explica como seguir el itinerario.
Se puede subir hasta la cima de la montaña siguiendo este itinerario, pero por falta de tiempo nosotros sólo llegamos hasta la mitad, durante todo el recorrido habían pequeños templos o santuarios donde gente que había aportado dinero podía poner su nombre sobre piedras o sobre algunos de los cientos de toris que se encuentran repartido por toda la montaña. Tengo que reconocer que éste fue uno de los templos que más me gusto de toda la ciudad, aunque para llegar a este lugar hace falta coger el tren, uno de los problemas de Kyoto es que cada templo famoso esta en una parte diferente de la ciudad por lo que se pierde mucho tiempo de traslado.
Nuevamente cogimos el tren para volver al centro y visitar el templo que el día anterior habíamos encontrado cerrado, siendo éste uno de los más visitados de la ciudad, el Kiyomizu-dera que aunque bonito, estaba tan lleno de gente que no se podía ni dar un paso sin chocarse con alguien. Lo más famoso de este lugar es su balcón que está construido sobre una zona boscosa y que impresiona con las vistas que tiene de todo el lugar. El resto del templo son colas para hacerse una foto con un cuenco gigante que suena al golpearlo o probar el agua que sale de la montaña que como el nombre del templo indica es "agua pura". Es necesario visitar este templo pero para mi gusto estaba demasiado masificado.
Cuando salgáis del templo y os dirijáis hacía la calle principal para coger el autobús deberéis estar atentos de girar a la derecha en uno de los momentos para pasar por la zona más bonita de toda la ciudad, la llamada Sannenzaka Ninenzaka. Es como un pequeño barrio donde aún permanecen las casas típicas de dos plantas, con el suelo empedrado y un unas bonitas e inclinadas escaleras que dan nombre a la zona. Para aquellos que no lo sepan la traducción del nombre del barrio es algo así como "muerte rápida", debido a la inclinación de las escaleras quiere decir que si te caes por ese lugar tu muerte esta asegurada y de forma muy rápida. Esto es sólo una anécdota, pero aconsejo pasar por el lugar y hacerse un par de fotos de rigor.
Por tercera vez en el día tuvimos que coger el autobús y recorrer cerca de una hora las calles de la ciudad para poder ir a nuestro siguiente destino El Templo del Pabellón de Oro. Tengo que reconocer sinceramente que a mi fue el que menos me gustó de todos y hasta podría decir que es totalmente imprescidible. El complejo consta de un lago, un pequeño sendero con arboles y un templo con las paredes cubiertas por láminas de oro. No es que fuese feo ni muchísimo menos, pero comparado con otros increíbles templos este me pareció poca cosa. Como en todos los anteriores estaba abarrotado de gente intentando sacar la mejor foto del lugar y eso también es cierto que es un punto que no me suele gustar mucho en las zonas que visito, digamos que no estoy muy acostumbrado en mis viajes a pelearme con turistas para sacar una simple foto de un templo con un lago.
Desde aquí nos dirigimos al templo que más ilusión me hacía y la verdad es que no me decepcionó, Ryoan-ji. Como templo en sí no es gran cosa, un pequeño paseo, un gran lago y una estructura de madera nada reseñable, pero en su interior se encuentra el famoso jardín seco zen. Habréis visto miles de fotos de este lugar que tiene más de quinientos años y que fue construido por un monje para la ayuda a la meditación, simplemente espectacular. Tuve mucha suerte ya que aunque había turistas no estaba ni mucho menos masificado, por lo que pude sentarme durante unos minutos en un extremo del jardín para contemplarlo con serenidad y apreciar la belleza innata del lugar. Este lugar tiene algo, es como una paz que te recorre, es como ver un lago con las hondas que provocan las rocas pero sin que se muevan sobre el agua, no se muy bien como explicarlo pero sí puedo asegurar que para mi es un templo de obligada visita en la ciudad de Kyoto.
Para finalizar nuestra visita a la ciudad decidimos ir al Castillo Nijo y recorrer sus bonitos jardines y pabellones, pero antes hicimos una parada en la cadena de restaurantes más famosos de Japón para tomar su especialidad el ramen. El restaurante Tenkaippin Nijoekimae, se encuentra a espaldas de la zona del castillo y tiene una carta tanto en japonés como en inglés, tengo que reconocer que fue el mejor ramen que me tomé durante mi viaje al país del sol naciente.
Una vez dentro del castillo de la ciudad se puede admirar sobre todo el interior, donde el jefe de samuráis o emperador recibía a los comerciantes ya fuesen occidentales o asiáticos para cerrar tratos y darles un recibimiento digno después del larguísimo viaje que tenían que hacer para llegar a Japón. Es curioso y aunque hay muchos turistas se puede ver con bastante comodidad. Después de salir de las salas interiores se puede dar un paseo por los jardines donde hay un lago y arboles, pero carece de mucho atractivo si lo comparamos con el interior.
Finalmente habíamos cumplido los pronósticos y habíamos podido visitar todos los templos que nos habíamos propuestos, por lo que volvimos al hotel, recogimos nuestras mochilas y nos marchamos en tren a nuestro siguiente destino Osaka.
Desde aquí nos dirigimos al templo que más ilusión me hacía y la verdad es que no me decepcionó, Ryoan-ji. Como templo en sí no es gran cosa, un pequeño paseo, un gran lago y una estructura de madera nada reseñable, pero en su interior se encuentra el famoso jardín seco zen. Habréis visto miles de fotos de este lugar que tiene más de quinientos años y que fue construido por un monje para la ayuda a la meditación, simplemente espectacular. Tuve mucha suerte ya que aunque había turistas no estaba ni mucho menos masificado, por lo que pude sentarme durante unos minutos en un extremo del jardín para contemplarlo con serenidad y apreciar la belleza innata del lugar. Este lugar tiene algo, es como una paz que te recorre, es como ver un lago con las hondas que provocan las rocas pero sin que se muevan sobre el agua, no se muy bien como explicarlo pero sí puedo asegurar que para mi es un templo de obligada visita en la ciudad de Kyoto.
Para finalizar nuestra visita a la ciudad decidimos ir al Castillo Nijo y recorrer sus bonitos jardines y pabellones, pero antes hicimos una parada en la cadena de restaurantes más famosos de Japón para tomar su especialidad el ramen. El restaurante Tenkaippin Nijoekimae, se encuentra a espaldas de la zona del castillo y tiene una carta tanto en japonés como en inglés, tengo que reconocer que fue el mejor ramen que me tomé durante mi viaje al país del sol naciente.
Una vez dentro del castillo de la ciudad se puede admirar sobre todo el interior, donde el jefe de samuráis o emperador recibía a los comerciantes ya fuesen occidentales o asiáticos para cerrar tratos y darles un recibimiento digno después del larguísimo viaje que tenían que hacer para llegar a Japón. Es curioso y aunque hay muchos turistas se puede ver con bastante comodidad. Después de salir de las salas interiores se puede dar un paseo por los jardines donde hay un lago y arboles, pero carece de mucho atractivo si lo comparamos con el interior.
Finalmente habíamos cumplido los pronósticos y habíamos podido visitar todos los templos que nos habíamos propuestos, por lo que volvimos al hotel, recogimos nuestras mochilas y nos marchamos en tren a nuestro siguiente destino Osaka.
El trayecto entre la ciudad de Kyoto a Osaka dura poco más de media hora en tren, pero el cambió que se produce entre las dos ciudades es realmente radical. Cuando sales de la estación de Osaka te enfrentas a cientos de personas andando sin un control aparente y decenas de edificios iluminados que dan un aire futurista a esta "pequeña" ciudad japonesa. Tengo que reconocer que el cambió me gustó, el pasar de un lugar tranquilo y sosegado a una urbe llena de vida y carteles luminosos, estos son algunos de los contrastes que tiene este país. Tanto me gustó que puedo decir que le tengo más cariño a esta ciudad que a la gigantesca Tokyo.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos al hotel, que estaba en el mismo centro y a diez minutos andando de la estación de trenes. Para nuestra primera noche habíamos decidido hacer el friki y dormir en una de las capsulas que tanto habíamos visto por internet. Para ello nos alojamos en el primer hotel cápsula de Japón, Capsule Inn Osaka, que fue todo un acierto. Éste en concreto sólo era para hombres, pero hay más donde si pueden entrar también las mujeres y tengo que reconocer que fue una de las experiencias más curiosas que tuve durante todo mi viaje. Cuando te registras te dan una llave con una taquilla donde tienes que dejar tu maleta o mochila, es bastante grande, pero si llevas una maleta grande de viaje no creo que quepa, yo como siempre viaje con mochila no tuve ningún problema. Una vez abandonado tu mochila en la taquilla tienes que coger un ascensor para subir a la siguiente planta y entrar en la zona para dormir. Allí tienes que buscar tu número de capsula y entrar intentando hacer el menor ruido posible, ya que al ser de plástico si te mueves mucho no dejarás descansar a la persona que duerme debajo de ti. Cierto es que el habitáculo es estrecho, pero si tienes un tamaño medio no tendrás ningún problema en pasar la noche durmiendo como un lirón. Yo lo recomiendo encarecidamente pero también digo que si eres una persona que sufre de claustrofobia es mejor que descartes dormir en este lugar, porque la verdad es que te puede resultar una experiencia negativa en lugar de una pequeña aventura en este país.
Como ya estábamos un poco cansados decidimos movernos por la zona donde teníamos el hotel que es la parte de la estación de trenes conocida como Umeda. Éste lugar esta lleno de restaurantes con sus luces animándote a entrar, karaokes llenos de gente y algún lugar recreativo, sin lugar a dudas es una parte muy viva de la ciudad. Después de una cena suculenta en uno de los restaurantes de la zona decidimos irnos a dormir que al día siguiente también nos esperaba un gran día.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos al hotel, que estaba en el mismo centro y a diez minutos andando de la estación de trenes. Para nuestra primera noche habíamos decidido hacer el friki y dormir en una de las capsulas que tanto habíamos visto por internet. Para ello nos alojamos en el primer hotel cápsula de Japón, Capsule Inn Osaka, que fue todo un acierto. Éste en concreto sólo era para hombres, pero hay más donde si pueden entrar también las mujeres y tengo que reconocer que fue una de las experiencias más curiosas que tuve durante todo mi viaje. Cuando te registras te dan una llave con una taquilla donde tienes que dejar tu maleta o mochila, es bastante grande, pero si llevas una maleta grande de viaje no creo que quepa, yo como siempre viaje con mochila no tuve ningún problema. Una vez abandonado tu mochila en la taquilla tienes que coger un ascensor para subir a la siguiente planta y entrar en la zona para dormir. Allí tienes que buscar tu número de capsula y entrar intentando hacer el menor ruido posible, ya que al ser de plástico si te mueves mucho no dejarás descansar a la persona que duerme debajo de ti. Cierto es que el habitáculo es estrecho, pero si tienes un tamaño medio no tendrás ningún problema en pasar la noche durmiendo como un lirón. Yo lo recomiendo encarecidamente pero también digo que si eres una persona que sufre de claustrofobia es mejor que descartes dormir en este lugar, porque la verdad es que te puede resultar una experiencia negativa en lugar de una pequeña aventura en este país.
Como ya estábamos un poco cansados decidimos movernos por la zona donde teníamos el hotel que es la parte de la estación de trenes conocida como Umeda. Éste lugar esta lleno de restaurantes con sus luces animándote a entrar, karaokes llenos de gente y algún lugar recreativo, sin lugar a dudas es una parte muy viva de la ciudad. Después de una cena suculenta en uno de los restaurantes de la zona decidimos irnos a dormir que al día siguiente también nos esperaba un gran día.
Día 5
Osaka - Nara - Osaka
Pasar la noche en el hotel capsula fue toda una experiencia y mucho más cómodo de lo que había leído. Cierto es que yo duermo hasta de pie, pero mis vecinos se portaron realmente muy bien, no hicieron ruido, ni molestaron, hay que reconocer que el respeto al projimo en Japón esta muy extendido.
La mañana también fue muy divertida ya que como el primer día en Yamanaka tuvimos que ir a un baño comunitario para poder asearnos. Ahora ya conocía el ritual, por lo que sin problemas pude lavarme entero en sus rituales mañaneros.
Hoy habíamos quedado a medio día nuevamente con Maki, que al ser de Osaka nos enseñaría perfectamente esta ciudad, por lo que decidimos madrugar y visitar la cercana Nara por nuestra cuenta.
Antes de marcharnos hicimos el cambio del hotel, ya que en el hotel capsula sólo íbamos a pasar una noche por la experiencia pero la segunda la pasaríamos en un hotel a cinco minutos del anterior y que ya era de estilo occidental, Osaka Tokyu REI Hotel.
Como no teníamos tiempo para desayunar nos compramos para el camino unos onigiris que teníamos pensado comérnoslos en el tren de camino a la primera capital del país Nara, pero debido a que el tren estaba hasta los topes tuvimos que comérnoslos una vez que llegamos. El trayecto apenas son unos cuarenta y cinco minutos, pero la verdad es que el tren estaba hasta los topes, al ser sábado mucha gente había decidido ir a pasar el día a esta pequeña población.
Lo que hoy es una pequeña población, si la comparamos con el resto del país, fue la primera capital de la época del Japón feudal, por lo que esta llena de antiguos templos que se pueden recoger fácilmente en una mañana.
Lo primero que nos llama la atención nada mas llegar con el tren es la cantidad de ciervos que hay en todas partes, debido a que es una ciudad rodeada de bosques estos animales empezaron a deambular por la ciudad y como los turistas les daban de comer poco a poco fueron acercándose más ciervos por lo que hoy en día es conocida esta ciudad por la cantidad enorme de estos animales en estado semisalvaje que hay. Aunque troquelados viven en total libertad y deambulan tanto por el bosque como por la ciudad, pudiéndose uno sacar una bonita foto mientras acaricia o juega con algunos de los pequeños cervatillos que encontraremos a nuestro paso por sus verdes calles.
Realmente la ciudad esta llena de templos y puedes pasar todo un día recorriendo tranquilamente sus calles, pero nosotros no teníamos mucho tiempo, así que aparte de dar de comer a los ciervos fuimos directamente a su templo principal Todaiji, que alberga el buda más grande del país. Aunque hayas visto decenas de templos y budas en Kyoto vale la pena disfrutar de este gigantesco templo y de sus estatuas en el interior, no sólo de la principal, sino también de los guardianes de Nio que custodian las puertas de acceso al complejo.
Nosotros no tuvimos mucho más tiempo, pero incluso para una visita rápida vale la pena, ya que el templo en sí mismo ya vale una visita a esta pequeña población cercana a Osaka.
La mañana también fue muy divertida ya que como el primer día en Yamanaka tuvimos que ir a un baño comunitario para poder asearnos. Ahora ya conocía el ritual, por lo que sin problemas pude lavarme entero en sus rituales mañaneros.
Hoy habíamos quedado a medio día nuevamente con Maki, que al ser de Osaka nos enseñaría perfectamente esta ciudad, por lo que decidimos madrugar y visitar la cercana Nara por nuestra cuenta.
Antes de marcharnos hicimos el cambio del hotel, ya que en el hotel capsula sólo íbamos a pasar una noche por la experiencia pero la segunda la pasaríamos en un hotel a cinco minutos del anterior y que ya era de estilo occidental, Osaka Tokyu REI Hotel.
Como no teníamos tiempo para desayunar nos compramos para el camino unos onigiris que teníamos pensado comérnoslos en el tren de camino a la primera capital del país Nara, pero debido a que el tren estaba hasta los topes tuvimos que comérnoslos una vez que llegamos. El trayecto apenas son unos cuarenta y cinco minutos, pero la verdad es que el tren estaba hasta los topes, al ser sábado mucha gente había decidido ir a pasar el día a esta pequeña población.
Lo que hoy es una pequeña población, si la comparamos con el resto del país, fue la primera capital de la época del Japón feudal, por lo que esta llena de antiguos templos que se pueden recoger fácilmente en una mañana.
Lo primero que nos llama la atención nada mas llegar con el tren es la cantidad de ciervos que hay en todas partes, debido a que es una ciudad rodeada de bosques estos animales empezaron a deambular por la ciudad y como los turistas les daban de comer poco a poco fueron acercándose más ciervos por lo que hoy en día es conocida esta ciudad por la cantidad enorme de estos animales en estado semisalvaje que hay. Aunque troquelados viven en total libertad y deambulan tanto por el bosque como por la ciudad, pudiéndose uno sacar una bonita foto mientras acaricia o juega con algunos de los pequeños cervatillos que encontraremos a nuestro paso por sus verdes calles.
Realmente la ciudad esta llena de templos y puedes pasar todo un día recorriendo tranquilamente sus calles, pero nosotros no teníamos mucho tiempo, así que aparte de dar de comer a los ciervos fuimos directamente a su templo principal Todaiji, que alberga el buda más grande del país. Aunque hayas visto decenas de templos y budas en Kyoto vale la pena disfrutar de este gigantesco templo y de sus estatuas en el interior, no sólo de la principal, sino también de los guardianes de Nio que custodian las puertas de acceso al complejo.
Nosotros no tuvimos mucho más tiempo, pero incluso para una visita rápida vale la pena, ya que el templo en sí mismo ya vale una visita a esta pequeña población cercana a Osaka.
Nuevamente cogimos el tren para volver a Osaka y empezar a disfrutar de una de las ciudades que más me gusto de Japón. Podemos decir que está dividida en diferentes barrios donde podremos disfrutar de su maravillosa gastronomía ya que esta ciudad esta considerada la "cocina" del país, con una carta de comidas casi infinita pero donde predominan dos por encima de todos el takoyaki y el okonomiyaki.
El primer barrio que visitamos fue el Shinsaibashi, un lugar lleno de tiendas para hacer cualquier tipo de compra. Algunas de sus calles están cubiertas y casi toda la gente joven decide venir a este lugar para poder disfrutar de un ambiente de caos rodeado de centros recreativos, tiendas frikis y demás particularidades japonesas. Si seguimos por esta calle acabaremos en la ladera del río junto al famoso cartel del corredor que nos indica que estamos entrando en el barrio de Dotonbori, donde los carteles luminosos y los muñecos en la parte alta de los restaurantes nos dejarán sin habla. Este lugar consta de diferentes calles repletas de cientos de restaurantes que harán las delicias de los paladares más exigentes y como plato estrella de esta zona esta el famoso takoyaki (tako=pulpo, yaki=fue), una bolas rellenas de pulpo con una salsa de soja deliciosa, sin lugar a dudas un verdadero manjar que se suele comer en puestos de la calle y muy muy caliente.
Por la misma zona encontramos el barrio más joven y animado de toda la ciudad donde podremos ver como la nueva generación viste sus ropas más llamativas y como la vida se abre camino en esta sorprendente ciudad, estamos hablando del barrio Amerika Mura. Una zona totalmente diferentes a las otras donde la gente queda directamente para tomar algo por la calle, ir de compras a las tiendas mercadillo o elegir alguno de los mangas que encontraremos por las calles.
Después de visitar estos tres barrios andando, ya que están cerca unos de otros, cogemos el tren para acercarnos a otros de los barrios que me enamoró de esta ciudad el barrio de Shinsekai. Podemos decir que este lugar es una mezcla de lo viejo y lo retro dominado en su centro por una estructura de hierro en forma de torre, la famosa Tsutenkaku. Llegado este punto ya teníamos mucha hambre por lo que decidimos ir a comer a uno de los restaurantes franquicia que hay en la ciudad de Osaka donde se pueden probar los típicos pinchos, que son una de las comidas más típicas de la ciudad, el famoso Ganso Kushikatsu Daruma. Pudimos probar decenas de pinchos rebozados, de verduras, pescado, carne, queso... todo aderezado por una sabrosa salsa donde había que mojarlo todo, pero con una regla, sólo se podía mojar una cosa cada vez, es decir nada de meter la comida mordida en la salsa. Me pareció muy razonable, sobre todo teniendo en cuenta de que la salsa no se cambia durante el día.
Con el estomago lleno y después de haber visitado la ciudad a conciencia volvimos a la zona de Umeda, donde teníamos el hotel e hicimos lo que aman hacer todos los japoneses, pasamos tres horas metidos en un karaoke. Puedo decir que en España no soy muy fan de estos sitios, pero en Japón tenía que probarlo, y aunque sigue sin convencerme ver a mis amigos viviendo intensamente las canciones famosas de su país o deleitándome con canciones de dibujos como Heidi, Doraemon o Dragon Ball, hizo que pasase una noche de lo más curiosa.
Finalmente nos fuimos a dormir ya que al día siguiente teníamos que madrugar para coger el tren con destino a nuestra última ciudad de Japón, su capital, Tokyo.
El primer barrio que visitamos fue el Shinsaibashi, un lugar lleno de tiendas para hacer cualquier tipo de compra. Algunas de sus calles están cubiertas y casi toda la gente joven decide venir a este lugar para poder disfrutar de un ambiente de caos rodeado de centros recreativos, tiendas frikis y demás particularidades japonesas. Si seguimos por esta calle acabaremos en la ladera del río junto al famoso cartel del corredor que nos indica que estamos entrando en el barrio de Dotonbori, donde los carteles luminosos y los muñecos en la parte alta de los restaurantes nos dejarán sin habla. Este lugar consta de diferentes calles repletas de cientos de restaurantes que harán las delicias de los paladares más exigentes y como plato estrella de esta zona esta el famoso takoyaki (tako=pulpo, yaki=fue), una bolas rellenas de pulpo con una salsa de soja deliciosa, sin lugar a dudas un verdadero manjar que se suele comer en puestos de la calle y muy muy caliente.
Por la misma zona encontramos el barrio más joven y animado de toda la ciudad donde podremos ver como la nueva generación viste sus ropas más llamativas y como la vida se abre camino en esta sorprendente ciudad, estamos hablando del barrio Amerika Mura. Una zona totalmente diferentes a las otras donde la gente queda directamente para tomar algo por la calle, ir de compras a las tiendas mercadillo o elegir alguno de los mangas que encontraremos por las calles.
Después de visitar estos tres barrios andando, ya que están cerca unos de otros, cogemos el tren para acercarnos a otros de los barrios que me enamoró de esta ciudad el barrio de Shinsekai. Podemos decir que este lugar es una mezcla de lo viejo y lo retro dominado en su centro por una estructura de hierro en forma de torre, la famosa Tsutenkaku. Llegado este punto ya teníamos mucha hambre por lo que decidimos ir a comer a uno de los restaurantes franquicia que hay en la ciudad de Osaka donde se pueden probar los típicos pinchos, que son una de las comidas más típicas de la ciudad, el famoso Ganso Kushikatsu Daruma. Pudimos probar decenas de pinchos rebozados, de verduras, pescado, carne, queso... todo aderezado por una sabrosa salsa donde había que mojarlo todo, pero con una regla, sólo se podía mojar una cosa cada vez, es decir nada de meter la comida mordida en la salsa. Me pareció muy razonable, sobre todo teniendo en cuenta de que la salsa no se cambia durante el día.
Con el estomago lleno y después de haber visitado la ciudad a conciencia volvimos a la zona de Umeda, donde teníamos el hotel e hicimos lo que aman hacer todos los japoneses, pasamos tres horas metidos en un karaoke. Puedo decir que en España no soy muy fan de estos sitios, pero en Japón tenía que probarlo, y aunque sigue sin convencerme ver a mis amigos viviendo intensamente las canciones famosas de su país o deleitándome con canciones de dibujos como Heidi, Doraemon o Dragon Ball, hizo que pasase una noche de lo más curiosa.
Finalmente nos fuimos a dormir ya que al día siguiente teníamos que madrugar para coger el tren con destino a nuestra última ciudad de Japón, su capital, Tokyo.
Día 6
Osaka - Tokyo
La última ciudad japonesa que íbamos a visitar en este viaje era su capital, Tokyo. Para llegar a ella desde Osaka decidimos tomar el famoso tren Shinkansen (tren bala) que hizo el trayecto entre las dos ciudades en menos de tres horas. La velocidad es una de las características de este tren, pero yo me quedo con la comodidad que había dentro, ya que entre asientos uno podía hasta casi tumbarse totalmente y en la dimensión del tren en sí, que no se veía el final de los vagones en ningún momento.
Durante nuestro trayecto pasamos cerca del Monte Fuji que apareció majestuoso en el horizonte rodeado de un cinturón de nubes, una espinita me quedó dentro con no poder ascenderlo, pero este viaje fue casi relámpago.
Una vez en la estación de Tokyo fuimos directamente al hotel para poder hacer el check in y sobre todo dejar las mochilas que llevábamos, en esta ocasión nos hospedamos en el Ueno First City Hotel que se encuentra ubicado cercano a una boca de metro.
Ya era la hora de comer por lo que nos fuimos directamente a la reserva que teníamos para visitar el famoso restaurante Gonpachi Shibuya que debe su éxito, en parte, por haber sito utilizado como escenario para la película Kill Bill. La verdad es que aunque no fuera por esto el lugar era realmente bonito y la comida extraordinaria. A la salida pudimos ver fotos de clientes famosos y en una pequeña vitrina hay una foto con Quentin Tarantino, el director de la película.
Finalizada la comida y con el estomago lleno tuvimos que coger un taxi porque se nos hacía tarde para visitar el Museo Ghibli. Yo no soy un fan consagrado de las películas de dibujos animando, pero si tengo que reconocer que películas como Totoro o El viaje de Chihiro me gustaron mucho, por lo que decidimos ir a pasar una tarde en este lugar, eso si, previa compra de entradas ya que hay que reservarlas con más de un mes de antelación. Dentro las primeras plantas están diseñadas para enseñar a los adultos como nacieron las películas de dibujos, y tengo que reconocer que todo parece mágico, sin embargo las plantas superiores están hechas para los más pequeños, con peluches gigantes del gato bus o el muñeco de la película El Castillo en el Cielo. Sin lugar a dudas un museo diferente.
Volvimos nuevamente al centro, aunque esta vez en metro, y paramos en el barrio de Shibuya, para poder hacer una foto, un video y vivir lo que se siente cruzando el paso de cebra más concurrido del mundo, el famoso Shibuya Pedestrian Scramble, ya que estábamos por esta zona dimos una vuelta por este animado barrio y comprobamos de primera mano la afición de los japoneses por las compras de moda.
Durante nuestro trayecto pasamos cerca del Monte Fuji que apareció majestuoso en el horizonte rodeado de un cinturón de nubes, una espinita me quedó dentro con no poder ascenderlo, pero este viaje fue casi relámpago.
Una vez en la estación de Tokyo fuimos directamente al hotel para poder hacer el check in y sobre todo dejar las mochilas que llevábamos, en esta ocasión nos hospedamos en el Ueno First City Hotel que se encuentra ubicado cercano a una boca de metro.
Ya era la hora de comer por lo que nos fuimos directamente a la reserva que teníamos para visitar el famoso restaurante Gonpachi Shibuya que debe su éxito, en parte, por haber sito utilizado como escenario para la película Kill Bill. La verdad es que aunque no fuera por esto el lugar era realmente bonito y la comida extraordinaria. A la salida pudimos ver fotos de clientes famosos y en una pequeña vitrina hay una foto con Quentin Tarantino, el director de la película.
Finalizada la comida y con el estomago lleno tuvimos que coger un taxi porque se nos hacía tarde para visitar el Museo Ghibli. Yo no soy un fan consagrado de las películas de dibujos animando, pero si tengo que reconocer que películas como Totoro o El viaje de Chihiro me gustaron mucho, por lo que decidimos ir a pasar una tarde en este lugar, eso si, previa compra de entradas ya que hay que reservarlas con más de un mes de antelación. Dentro las primeras plantas están diseñadas para enseñar a los adultos como nacieron las películas de dibujos, y tengo que reconocer que todo parece mágico, sin embargo las plantas superiores están hechas para los más pequeños, con peluches gigantes del gato bus o el muñeco de la película El Castillo en el Cielo. Sin lugar a dudas un museo diferente.
Volvimos nuevamente al centro, aunque esta vez en metro, y paramos en el barrio de Shibuya, para poder hacer una foto, un video y vivir lo que se siente cruzando el paso de cebra más concurrido del mundo, el famoso Shibuya Pedestrian Scramble, ya que estábamos por esta zona dimos una vuelta por este animado barrio y comprobamos de primera mano la afición de los japoneses por las compras de moda.
Yasu tenía que volverse a la ciudad donde trabaja, Nagoya, por lo tuvimos que ir a acompañarlo a la estación de autobuses, pero antes de esos Asato tenía preparada una sorpresa, nos llevó a la calle Godzilla Street. Esto es una de las cosas que me ha encantado de este país, no tienen ningún problema en ponerle el nombre de un personaje de películas a la calle principal de la capital de su país. Y lo mejor no es el nombre, sino que en lo alto de un edificio hay un Godzilla gigante que parece que este chafando los edificios de la ciudad, sin lugar a dudas es una atracción turística que uno no debe perderse.
Una vez saludado a Godzilla fuimos directamente a la estación de autobuses y con un sincero abrazo nos despedimos de nuestro amigo Yasu, a la espera de volver a verlo por tierras españolas.
Una vez saludado a Godzilla fuimos directamente a la estación de autobuses y con un sincero abrazo nos despedimos de nuestro amigo Yasu, a la espera de volver a verlo por tierras españolas.
Día 7
Tokyo
Hoy tocaba visitar durante todo el día la capital del país por lo que como todos los días lo primero que hicimos fue madrugar, ducharnos e ir a tomar un delicioso y copioso desayuno japonés. En esta ocasión fue a base de arroz, sopa miso, pescado y huevo crudo, todo un manjar para empezar el día con energía.
Con el estomago lleno empezamos la visita por el barrio tradicional de la ciudad, Asakusa. Aquí podréis ver una ciudad diferente, con zonas verdes, pequeños templos y casas de dos alturas, aunque siempre de fondo se pueden apreciar los rascacielos de la ciudad. Entre los reductos de un Japón ya desaparecido se puede visitar el templo más antiguo del país, el Senso-ji. Consta de una estructura de madera típica de la mayoría de templos japoneses donde a la entrada podremos disfrutar de los rituales de purificación. En esta ocasión había un incensario que desprendía humo y antes de entrar debías lanzarte a la cara con las manos un poco de humo para tener buena suerte y alejar a los malos espíritus, yo que soy muy obediente lo hice con devoción, tanta que casi acabo asfixiándome con tanto humo. Al rededor del recinto hay otras bonitas estructuras antiguas, como imágenes de budas, pequeñas "capillas" o jardines bien cuidados. De camino a la otra puerta hay un bonito paseo adoquinado donde a ambos lados hay pequeñas casetas con regalos típicos para los turistas.
Ya llevábamos muchos días conociendo lo que queda del Japón tradicional, por lo que ahora empezaba la parte del viaje más friki y que mejor sitio que hacerlo que visitando la estatua gigante de Gundam en el Gundam Front Tokyo. Para llegar a esta parte de la ciudad tendréis que coger un metro y después un tren aéreo desde el que podréis ver un Tokio muy diferente y que os llevará a un centro comercial donde se encuentra la figura gigante de este anime japonés. Yo realmente ni conocía los dibujos, pero hacerse una foto con un robot gigante en medio de una ciudad era una cosa friki que me apetecía hacer. Ya que estáis en esta parte de la ciudad podéis visitar la Bahía de Tokio y tocar el Océano Pacífico, sobre todo si es la primera vez que visitáis este continente.
Toda esta parte se conoce como el barrio de Odaiba y es un buen lugar para relajarse del caos urbano de Tokio. Aquí podréis ver tiendas, restaurantes, el puente del arco iris, el edificio de la cadena que emitió Dragon Ball y hasta una réplica de la estatua de la libertad.
Nuestro siguiente destino iba a ser el distrito manga, pero antes teníamos que llenar el estomago y que mejor que hacerlo con un "arroz y ternera" o también conocido como el plato estrella de los dibujos de Musculman. Yo crecí con los dibujos manga que hacían por la televisión y siempre recuerdo que el personaje principal de esos dibujos decía que le encantaba el "arroz am bou", por lo que pregunté a Asato si podíamos probar esa comida que aún no había degustado y su respuesta como siempre fue positiva y me llevó a un sitio donde era típico la preparación de ese plato. El restaurante era pequeño pero curioso, había como una barra larga en medio del restaurante y se comía por los dos lados de la barra, quedando el hueco de en medio para que el camarero pudiese servir nuestro platos. Como era un restaurante especializado en ese tipo de comida sólo se servían dos cosas, arroz con ternera y anguila. Yo me pedí el primero y Asato el segundo, y la verdad el mío estaba delicioso, pero el suyo no tanto. Como muchos lugares para comer en Japón era un sitio para comer en cinco minutos y seguir trabajando, porque prácticamente todos los clientes iban en traje y se comieron su bol de arroz en menos de cinco minutos, por el contrario nosotros íbamos en vaqueros y yo degusté tranquilamente mi delicioso plato.
Hoy tocaba visitar durante todo el día la capital del país por lo que como todos los días lo primero que hicimos fue madrugar, ducharnos e ir a tomar un delicioso y copioso desayuno japonés. En esta ocasión fue a base de arroz, sopa miso, pescado y huevo crudo, todo un manjar para empezar el día con energía.
Con el estomago lleno empezamos la visita por el barrio tradicional de la ciudad, Asakusa. Aquí podréis ver una ciudad diferente, con zonas verdes, pequeños templos y casas de dos alturas, aunque siempre de fondo se pueden apreciar los rascacielos de la ciudad. Entre los reductos de un Japón ya desaparecido se puede visitar el templo más antiguo del país, el Senso-ji. Consta de una estructura de madera típica de la mayoría de templos japoneses donde a la entrada podremos disfrutar de los rituales de purificación. En esta ocasión había un incensario que desprendía humo y antes de entrar debías lanzarte a la cara con las manos un poco de humo para tener buena suerte y alejar a los malos espíritus, yo que soy muy obediente lo hice con devoción, tanta que casi acabo asfixiándome con tanto humo. Al rededor del recinto hay otras bonitas estructuras antiguas, como imágenes de budas, pequeñas "capillas" o jardines bien cuidados. De camino a la otra puerta hay un bonito paseo adoquinado donde a ambos lados hay pequeñas casetas con regalos típicos para los turistas.
Ya llevábamos muchos días conociendo lo que queda del Japón tradicional, por lo que ahora empezaba la parte del viaje más friki y que mejor sitio que hacerlo que visitando la estatua gigante de Gundam en el Gundam Front Tokyo. Para llegar a esta parte de la ciudad tendréis que coger un metro y después un tren aéreo desde el que podréis ver un Tokio muy diferente y que os llevará a un centro comercial donde se encuentra la figura gigante de este anime japonés. Yo realmente ni conocía los dibujos, pero hacerse una foto con un robot gigante en medio de una ciudad era una cosa friki que me apetecía hacer. Ya que estáis en esta parte de la ciudad podéis visitar la Bahía de Tokio y tocar el Océano Pacífico, sobre todo si es la primera vez que visitáis este continente.
Toda esta parte se conoce como el barrio de Odaiba y es un buen lugar para relajarse del caos urbano de Tokio. Aquí podréis ver tiendas, restaurantes, el puente del arco iris, el edificio de la cadena que emitió Dragon Ball y hasta una réplica de la estatua de la libertad.
Nuestro siguiente destino iba a ser el distrito manga, pero antes teníamos que llenar el estomago y que mejor que hacerlo con un "arroz y ternera" o también conocido como el plato estrella de los dibujos de Musculman. Yo crecí con los dibujos manga que hacían por la televisión y siempre recuerdo que el personaje principal de esos dibujos decía que le encantaba el "arroz am bou", por lo que pregunté a Asato si podíamos probar esa comida que aún no había degustado y su respuesta como siempre fue positiva y me llevó a un sitio donde era típico la preparación de ese plato. El restaurante era pequeño pero curioso, había como una barra larga en medio del restaurante y se comía por los dos lados de la barra, quedando el hueco de en medio para que el camarero pudiese servir nuestro platos. Como era un restaurante especializado en ese tipo de comida sólo se servían dos cosas, arroz con ternera y anguila. Yo me pedí el primero y Asato el segundo, y la verdad el mío estaba delicioso, pero el suyo no tanto. Como muchos lugares para comer en Japón era un sitio para comer en cinco minutos y seguir trabajando, porque prácticamente todos los clientes iban en traje y se comieron su bol de arroz en menos de cinco minutos, por el contrario nosotros íbamos en vaqueros y yo degusté tranquilamente mi delicioso plato.
Por fin pude ir a visitar el barrio de Akihabara y la verdad es que aunque curioso no me pareció tan espectacular como me habían contado. Básicamente el barrio son calles pequeñas entrelazadas con otras grandes donde hay cientos de edificios gigantes llenos de manga y máquinas recreativas. Entramos en las de comics primero y la verdad es que eran edificios de seis o siete plantas llenos completamente de mangas, supongo que si eres un fan de esto te puede impresionar, pero a mi realmente no me dijo nada. En otros de estos enormes edificios pasaba lo mismo pero con máquinas recreativas, soy más fan de esta parte y la verdad es que me gusto jugar al famoso juego de mi infancia "Street Fighter 2", pero tampoco puedo decir que me supuso una experiencia demasiado enriquecedora.
Como se estaba acabando el tiempo en el país del sol naciente y me quedaban por ver un par de cosas nos fuimos directamente a otro barrio de la ciudad, el famoso
Ueno, que es un lugar lleno de tiendas de ropa de segunda mano y de algunos lugares para picar algo. Me pareció un barrio curioso de la ciudad y diferente de lo que había visto hasta entonces.
Como toda ciudad de este estilo había que verla por la noche y desde altura, para ello se puede visitar de forma completamente gratuita el
Tokyo Metropolitan Government, que es un edificio gubernamental donde se puede subir con asecensor a la última planta y hacer desde allí tantas fotos como uno quiera al perfil completamente futurista de la ciudad.
Ya había llegado la hora de cenar y nos fuimos a un pequeño barrio, que parece más un pueblo que un barrio en sí, Tsukishima. Este lugar esta lleno de restaurantes donde uno puede degustar dos manjares de la zona, el Moja y el Okonomiyaki, sin lugar a dudas aunque los dos están muy buenos, quizás sea más fan del segundo. Lo bonito del lugar es sus comercios de dos alturas y la calle principal llena de gente buscando un hueco libre para sentarse en el suelo y empezar a cocinar su propia comida, ya que las mesas son planchas calientes para poder preparar la comida a gusto del cliente.
Había llegado mi última noche en Japón y debido a que teníamos que madrugar al día siguiente nos fuimos directamente al hotel.
Como se estaba acabando el tiempo en el país del sol naciente y me quedaban por ver un par de cosas nos fuimos directamente a otro barrio de la ciudad, el famoso
Ueno, que es un lugar lleno de tiendas de ropa de segunda mano y de algunos lugares para picar algo. Me pareció un barrio curioso de la ciudad y diferente de lo que había visto hasta entonces.
Como toda ciudad de este estilo había que verla por la noche y desde altura, para ello se puede visitar de forma completamente gratuita el
Tokyo Metropolitan Government, que es un edificio gubernamental donde se puede subir con asecensor a la última planta y hacer desde allí tantas fotos como uno quiera al perfil completamente futurista de la ciudad.
Ya había llegado la hora de cenar y nos fuimos a un pequeño barrio, que parece más un pueblo que un barrio en sí, Tsukishima. Este lugar esta lleno de restaurantes donde uno puede degustar dos manjares de la zona, el Moja y el Okonomiyaki, sin lugar a dudas aunque los dos están muy buenos, quizás sea más fan del segundo. Lo bonito del lugar es sus comercios de dos alturas y la calle principal llena de gente buscando un hueco libre para sentarse en el suelo y empezar a cocinar su propia comida, ya que las mesas son planchas calientes para poder preparar la comida a gusto del cliente.
Había llegado mi última noche en Japón y debido a que teníamos que madrugar al día siguiente nos fuimos directamente al hotel.
Día 8
Tokyo - Hong Kong - Madrid
Nuestro avión con destino a Hong Kong salía a las 09:25 por lo que tuvimos que madrugar para ducharnos e ir a la estación a por el tren. Cerca del hotel estaba la estación de trenes de Okachimachi Eki y desde aquí salía un tren que te dejaba directamente en el aeropuerto, siendo la duración del viaje un poco menos de una hora. Despende de la terminal a la que vayas ten cuidado porque puede que si no te des prisa en bajarte acabes en la siguiente como nos pasó a nosotros.
Una vez en la terminal correcta y habiendo facturado, me despedí con un sincero abrazo de Asato y le dije que le esperaba en Alicante para seguir nuestras aventuras en tierras españolas.
Nuevamente estaba en un avión, pero esta vez con destino a China, un lugar que siempre he soñado en visitar, y aunque esta vez sólo iba a poder estar doce horas, me sentía extrañamente ilusionado. El trayecto duró unas cinco horas, pero después de la paliza que llevaba encima de avión y sabiendo que iba a entrar en China se me pasó enseguida, también ayudó que me vi dos películas para amenizar el trayecto.
Para entrar en Hong Kong durante un día no hace falta ningún tipo de visado, por lo que rellené el documento típico de entrada y me puse en la cola de inmigración. Tengo que reconocer que estaba hasta nervioso por cruzar esa aduana pero el trámite resulto ser más sencillo de lo previsto. Me hicieron una foto con el ordenador, me revisaron el pasaporte y me sellaron la tarjeta de inmigración que había rellenado y por fin después de muchos años soñando con este país, aquí estaba.
Como tampoco tenía mucho tiempo que perder lo tenía todo apuntado y memorizado, por lo que mi primera misión era ir en la línea verde del metro a la estación de Tsing Yi, desde aquí tendría que coger la naranja en dirección a Tsung Chung. Las líneas del metro están de colores pero si vais a estar sólo un día con conocer la verde que es la de Hong Kong - Aeropuerto y la naranja para ver al buda gigante es más que suficiente. Los metros aquí son nuevos, te anuncian cada parada y en muchos tramos son aéreos, ya que al ser Hong Kong un archipiélago no se puede tampoco excavar hasta el infinito en el suelo marino.
Nada más salir de la zona de inmigración hay un mostrador que vende los billetes de la línea verde, por lo que le puedes decir donde te vas a bajar y donde te vas a subir nuevamente para volver al aeropuerto y ellos te darán un billete con esas paradas, la verdad es que es realmente sencillo y práctico.
Una vez que llegamos a Tsung Chung tendremos que salir de la estación y dirigirnos al famoso telecabina que nos llevará a ver el famoso Buda Gigante. Cuando lleguemos a las taquillas hay dos precios, si queremos ir en el normal será unos 180 dólares de Hong Kong (18 euros) pero si por el contrario queremos la experiencia completa deberemos pagar 255 dólares de HK (25 euros). La diferencia radica en que el segundo tiene el suelo de cristal y podréis admirar las bonitas vistas de la isla de Lantau.
El trayecto dura aproximadamente media hora, por lo que debemos sentarnos tranquilamente y disfrutar de una de las mejores vistas de la zona del pacífico. Cuando nos deje nuestro telecabina ya podremos divisar el Gran Buda y nos podemos dirigir directamente hacia él. Esta zona es muy turística con restaurantes, tiendas de regalos y cines de proyecciones de películas, como yo no tenía tiempo para todo eso me limité a ir a las escaleras, hacerme una foto y como cualquier otro budista a subir concienzudamente todas las escaleras hasta llegar a los pies de esta maravillosa representación de Buda.
Cuando ya pude respirar después de la subida y había hecho suficientes fotos decidí volver al telecabina porque tenía el tiempo justo. Cual fue mi sorpresa cuando llegué que había dos colas, una para el normal y otro para el suelo de cristal, y las dos eran muy diferentes, mientras que en la mía no había nada de cola, en la otra la gente no cabía en la zona de espera, agradecí a la fortuna haber elegido el suelo de cristal porque sino hubiese pasado una hora perdida esperando mi telecabina.
Nuevamente en la estación de metro cogí la línea naranja, pero esta vez en dirección a Hong Kong.
Nuestro avión con destino a Hong Kong salía a las 09:25 por lo que tuvimos que madrugar para ducharnos e ir a la estación a por el tren. Cerca del hotel estaba la estación de trenes de Okachimachi Eki y desde aquí salía un tren que te dejaba directamente en el aeropuerto, siendo la duración del viaje un poco menos de una hora. Despende de la terminal a la que vayas ten cuidado porque puede que si no te des prisa en bajarte acabes en la siguiente como nos pasó a nosotros.
Una vez en la terminal correcta y habiendo facturado, me despedí con un sincero abrazo de Asato y le dije que le esperaba en Alicante para seguir nuestras aventuras en tierras españolas.
Nuevamente estaba en un avión, pero esta vez con destino a China, un lugar que siempre he soñado en visitar, y aunque esta vez sólo iba a poder estar doce horas, me sentía extrañamente ilusionado. El trayecto duró unas cinco horas, pero después de la paliza que llevaba encima de avión y sabiendo que iba a entrar en China se me pasó enseguida, también ayudó que me vi dos películas para amenizar el trayecto.
Para entrar en Hong Kong durante un día no hace falta ningún tipo de visado, por lo que rellené el documento típico de entrada y me puse en la cola de inmigración. Tengo que reconocer que estaba hasta nervioso por cruzar esa aduana pero el trámite resulto ser más sencillo de lo previsto. Me hicieron una foto con el ordenador, me revisaron el pasaporte y me sellaron la tarjeta de inmigración que había rellenado y por fin después de muchos años soñando con este país, aquí estaba.
Como tampoco tenía mucho tiempo que perder lo tenía todo apuntado y memorizado, por lo que mi primera misión era ir en la línea verde del metro a la estación de Tsing Yi, desde aquí tendría que coger la naranja en dirección a Tsung Chung. Las líneas del metro están de colores pero si vais a estar sólo un día con conocer la verde que es la de Hong Kong - Aeropuerto y la naranja para ver al buda gigante es más que suficiente. Los metros aquí son nuevos, te anuncian cada parada y en muchos tramos son aéreos, ya que al ser Hong Kong un archipiélago no se puede tampoco excavar hasta el infinito en el suelo marino.
Nada más salir de la zona de inmigración hay un mostrador que vende los billetes de la línea verde, por lo que le puedes decir donde te vas a bajar y donde te vas a subir nuevamente para volver al aeropuerto y ellos te darán un billete con esas paradas, la verdad es que es realmente sencillo y práctico.
Una vez que llegamos a Tsung Chung tendremos que salir de la estación y dirigirnos al famoso telecabina que nos llevará a ver el famoso Buda Gigante. Cuando lleguemos a las taquillas hay dos precios, si queremos ir en el normal será unos 180 dólares de Hong Kong (18 euros) pero si por el contrario queremos la experiencia completa deberemos pagar 255 dólares de HK (25 euros). La diferencia radica en que el segundo tiene el suelo de cristal y podréis admirar las bonitas vistas de la isla de Lantau.
El trayecto dura aproximadamente media hora, por lo que debemos sentarnos tranquilamente y disfrutar de una de las mejores vistas de la zona del pacífico. Cuando nos deje nuestro telecabina ya podremos divisar el Gran Buda y nos podemos dirigir directamente hacia él. Esta zona es muy turística con restaurantes, tiendas de regalos y cines de proyecciones de películas, como yo no tenía tiempo para todo eso me limité a ir a las escaleras, hacerme una foto y como cualquier otro budista a subir concienzudamente todas las escaleras hasta llegar a los pies de esta maravillosa representación de Buda.
Cuando ya pude respirar después de la subida y había hecho suficientes fotos decidí volver al telecabina porque tenía el tiempo justo. Cual fue mi sorpresa cuando llegué que había dos colas, una para el normal y otro para el suelo de cristal, y las dos eran muy diferentes, mientras que en la mía no había nada de cola, en la otra la gente no cabía en la zona de espera, agradecí a la fortuna haber elegido el suelo de cristal porque sino hubiese pasado una hora perdida esperando mi telecabina.
Nuevamente en la estación de metro cogí la línea naranja, pero esta vez en dirección a Hong Kong.
Una vez que uno sale de la estación del metro lo primero que llama la atención son los rascacielos que nos rodean. Era mi primera vez en una ciudad de este estilo y la verdad es que el primer impacto es divertido, ya que hemos visto este tipo de ciudades tantas veces en el cine que se hace curioso, pero quizás lo mejor es que cuando bajas la vista tienes ante ti una ciudad china con sus recovecos y sus calles empinadas.
Mi primera misión era recorrer el famoso barrio Soho lleno de restaurantes, tiendas y pubs donde poder degustar cualquier deliciosa comida local. Estas calles tan empinadas, mezcladas con los aromas de Asia y las vistas del Pacífico hacen de Hong Kong un lugar único.
Recorrí el barrio durante un buen rato dejándome perder por sus calles, sus olores y su magnífico ambiente hasta que llegue a mi siguiente destino casi por casualidad el templo Man Mo. Es un pequeño y tranquilo lugar donde relajarse durante unos minutos antes de volver a la vorágine de las calles de esta increíble ciudad.
Tenía el tiempo muy justo pero quería visitar la zona continental de Hong Kong, no quería irme sin "tocar tierra" por lo que me dispuse a ir al puerto y preguntar por un ferry para poder cruzar hacía la zona conocida como Kowloon. Lo primero que te sorprende es que como todos los rascacielos están en la isla desde la que venimos cada vez que el ferry se aleja tenemos una vista mejores del perfil impresionante de la ciudad. Cuando llegamos a la estación del ferry lo primero que hago es recorrer el puerto para ir a la conocida Tsim Sha Tsui East que no es más que la costa de la zona continental, pero desde la que se pueden hacer unas fotos de los rascacielos espectaculares.
Para terminar mi día en China decido ir al barrio tradicional Mongkok, siendo un nuevo contraste de la ciudad. Aquí estábamos en una zona de edificios no muy altos llenos de luces de neón con letras chinas anunciando casi cualquier cosa que podáis imaginar. Esto si que es realmente lo que uno imagina que debe ver cuando visita este país milenario. También podréis encontrar mercados en la calle para comprar casi cualquier cosa y zonas enteras llenas de puestos de comida en la calle para no pasar hambre.
Ya no tenía tiempo para más por lo que fui a la estación de Kowloon donde se encuentra la línea verde que me llevó en unos quince minutos directamente al aeropuerto.
Sólo pude pasar diez horas en esta ciudad, pero sus contrastes dejaron huella en mi, pensar que puedes pasar de la tranquilidad budista en la isla de Lantau a los rascacielos de Hong Kong y deambular por los barrios tradicionales de Kowloon, todo esto convierten a esta ciudad en una de las más espectaculares y bonitas de las grandes urbes asiáticas.
Mi primera misión era recorrer el famoso barrio Soho lleno de restaurantes, tiendas y pubs donde poder degustar cualquier deliciosa comida local. Estas calles tan empinadas, mezcladas con los aromas de Asia y las vistas del Pacífico hacen de Hong Kong un lugar único.
Recorrí el barrio durante un buen rato dejándome perder por sus calles, sus olores y su magnífico ambiente hasta que llegue a mi siguiente destino casi por casualidad el templo Man Mo. Es un pequeño y tranquilo lugar donde relajarse durante unos minutos antes de volver a la vorágine de las calles de esta increíble ciudad.
Tenía el tiempo muy justo pero quería visitar la zona continental de Hong Kong, no quería irme sin "tocar tierra" por lo que me dispuse a ir al puerto y preguntar por un ferry para poder cruzar hacía la zona conocida como Kowloon. Lo primero que te sorprende es que como todos los rascacielos están en la isla desde la que venimos cada vez que el ferry se aleja tenemos una vista mejores del perfil impresionante de la ciudad. Cuando llegamos a la estación del ferry lo primero que hago es recorrer el puerto para ir a la conocida Tsim Sha Tsui East que no es más que la costa de la zona continental, pero desde la que se pueden hacer unas fotos de los rascacielos espectaculares.
Para terminar mi día en China decido ir al barrio tradicional Mongkok, siendo un nuevo contraste de la ciudad. Aquí estábamos en una zona de edificios no muy altos llenos de luces de neón con letras chinas anunciando casi cualquier cosa que podáis imaginar. Esto si que es realmente lo que uno imagina que debe ver cuando visita este país milenario. También podréis encontrar mercados en la calle para comprar casi cualquier cosa y zonas enteras llenas de puestos de comida en la calle para no pasar hambre.
Ya no tenía tiempo para más por lo que fui a la estación de Kowloon donde se encuentra la línea verde que me llevó en unos quince minutos directamente al aeropuerto.
Sólo pude pasar diez horas en esta ciudad, pero sus contrastes dejaron huella en mi, pensar que puedes pasar de la tranquilidad budista en la isla de Lantau a los rascacielos de Hong Kong y deambular por los barrios tradicionales de Kowloon, todo esto convierten a esta ciudad en una de las más espectaculares y bonitas de las grandes urbes asiáticas.
Conclusiones
Esta fue la primera vez que visite la Asia más occidentalizada y tengo que reconocer que tengo un sabor agridulce del viaje. Mientras que conocer a la familia de Yasu y Asato, recorrer sus pueblos juntos, perderme en una pequeña aldea de los Alpes japoneses o dormir en un hotel capsula me encantó, el resto del país no me ha llegado tan dentro como esperaba.
Sus templos son espectaculares, sus gentes son encantadores y cuidan hasta el más mínimo detalle de todo, pero me ha dado la sensación de que muchas cosas se parecían a occidente, la imagen que me quedo es un país parecido a los nuestros con muchas curiosidades propias de los japoneses.
Tengo que reconocer que la Asia de la India o Laos no tiene cabida en este país y aunque seguro que hay pueblos maravillosos alejados de las grandes ciudades tengo que ser sincero conmigo mismo ya que Kyoto o Tokyo no me dejaron un gran sabor de boca.
Por el contrario Hong Kong me impresionó mucho y me pareció una de las urbes asiáticas más espectaculares que he recorrido.
Sus templos son espectaculares, sus gentes son encantadores y cuidan hasta el más mínimo detalle de todo, pero me ha dado la sensación de que muchas cosas se parecían a occidente, la imagen que me quedo es un país parecido a los nuestros con muchas curiosidades propias de los japoneses.
Tengo que reconocer que la Asia de la India o Laos no tiene cabida en este país y aunque seguro que hay pueblos maravillosos alejados de las grandes ciudades tengo que ser sincero conmigo mismo ya que Kyoto o Tokyo no me dejaron un gran sabor de boca.
Por el contrario Hong Kong me impresionó mucho y me pareció una de las urbes asiáticas más espectaculares que he recorrido.