Día 6
Wadi Musa - Mar Muerto
Hoy teníamos que seguir nuestro viaje hacía el norte del país por lo que tocaba adentrarnos en el mar muerto. Nuestra idea inicialmente era ir directamente al complejo hotelero para disfrutar de las aguas terapéuticas del lugar pero el chico con el que contratamos el trayecto nos comentó que nos podía llevar de camino al castillo de Karak, lugar de peregrinación de los cruzados. Después de pensarlo nos dimos cuenta de que podía ser una buena oportunidad y decidimos visitar dichas ruinas.
Durante todo el trayecto el chico estuvo hablando con nosotros, contándonos anécdotas de su vida y explicándonos todo lo que veíamos por los cristales. Al igual que al día anterior cuando nos llevo de Wadi Rum a Wadi Musa se porto fabulosamente bien y estuvo todo el rato pendiente de nosotros.
Cuando llegamos a la puerta del Castillo templario de Karak, el taxista nos acompañó a la puerta y nos ayudó a sacar las entradas. Nos comentó que teníamos una hora para ver tranquilamente el castillo.
Pasear por un castillo construido por los cruzados es algo curioso, sus torreones, sus pasillos escondidos en el interior y sus amplias zonas donde seguramente organizaban cenas multitudinarias, hacen de dicha visita algo curioso de ver. Durante una hora deambulamos por las ruinas, haciendo fotos e imaginando como sería la vida en ese época, aunque la verdad es que si te pilla de paso me parece una buena opción para ver algo diferente, pero si te tienes que desviar mucho de tu rumbo no me parece ninguna cosa del otro mundo perderte este castillo.
Después de salir del castillo compramos unas provisiones en una tienda del pueblo y nos dispusimos a reiniciar nuestro camino hacia el Mar Muerto.
Debido a que este lugar es el punto más bajo de la tierra (450 metros por debajo del nivel del mar) todo el rato la carretera era en descenso con pequeños precipios a los lados, vamos lo que viene siendo una carretera de montaña de toda la vida.
Antes de llegar al hotel paramos cerca del Mar para hacer una foto de rigor desde las alturas y lo que nos dimos cuenta es que el mar se notaba como aceitoso y la verdad es que no estaba demasiado limpio.
Una vez que llegamos al hotel tuvimos que cambiar nuestras habitaciones porque no nos daban las nuestras hasta las tres de la tarde, por lo que tuvimos que pagar un poco más por unas habitaciones con vistas al mar y a las piscinas del hotel. Cogimos nuestros bañadores y nos dispusimos a meternos en las aguas salinas del Mar Muerto. Sin lugar a dudas es una experiencia curiosa, debido a las sales del agua parece que estés entrando a una mezcla de agua y aceite y como sale en las fotos nada más dejar tu cuerpo flotar no puedes hundirte en el agua, cosa que tampoco te recomiendo. Hicimos las fotos de rigor, me puse lodo de la orilla y me lo limpie nuevamente con las aguas del mar, vamos lo que viene siendo una turistada completa.
Debido a que no hay ciudad en el Mar Muerto, ya no podíamos hacer nada más en el hotel y como no era verano las piscinas tampoco estaban para que nos diésemos un baño en ellas, por lo que pasamos la tarde haciendo algunas fotos, leyendo un rato y descansando los pies del día anterior de Petra.
La gente me pregunta si me gusto el Mar Muerto, la verdad es que no. Está claro que ya que estás en esta parte del mundo tienes que venir a verlo, bañarte y notar como son sus aguas, pero la verdad es que el hotel estaba lleno de familias de origen ruso que habían venido para pasar unos días haciéndose tratamientos para la piel. Sin lugar a dudas si alguien me preguntase que no tiene tiempo y debe dejar algo, yo recomendaría no visitar el Mar Muerto, ya que es más algo turístico por la fama del lugar que algo realmente interesante de hacer o ver.
Como no se puede salir del hotel, ya que no hay nada fuera, tuvimos que cenar en el complejo hotelero, que aunque no estuvo mal, tampoco era para tirar cohetes.
Hoy teníamos que seguir nuestro viaje hacía el norte del país por lo que tocaba adentrarnos en el mar muerto. Nuestra idea inicialmente era ir directamente al complejo hotelero para disfrutar de las aguas terapéuticas del lugar pero el chico con el que contratamos el trayecto nos comentó que nos podía llevar de camino al castillo de Karak, lugar de peregrinación de los cruzados. Después de pensarlo nos dimos cuenta de que podía ser una buena oportunidad y decidimos visitar dichas ruinas.
Durante todo el trayecto el chico estuvo hablando con nosotros, contándonos anécdotas de su vida y explicándonos todo lo que veíamos por los cristales. Al igual que al día anterior cuando nos llevo de Wadi Rum a Wadi Musa se porto fabulosamente bien y estuvo todo el rato pendiente de nosotros.
Cuando llegamos a la puerta del Castillo templario de Karak, el taxista nos acompañó a la puerta y nos ayudó a sacar las entradas. Nos comentó que teníamos una hora para ver tranquilamente el castillo.
Pasear por un castillo construido por los cruzados es algo curioso, sus torreones, sus pasillos escondidos en el interior y sus amplias zonas donde seguramente organizaban cenas multitudinarias, hacen de dicha visita algo curioso de ver. Durante una hora deambulamos por las ruinas, haciendo fotos e imaginando como sería la vida en ese época, aunque la verdad es que si te pilla de paso me parece una buena opción para ver algo diferente, pero si te tienes que desviar mucho de tu rumbo no me parece ninguna cosa del otro mundo perderte este castillo.
Después de salir del castillo compramos unas provisiones en una tienda del pueblo y nos dispusimos a reiniciar nuestro camino hacia el Mar Muerto.
Debido a que este lugar es el punto más bajo de la tierra (450 metros por debajo del nivel del mar) todo el rato la carretera era en descenso con pequeños precipios a los lados, vamos lo que viene siendo una carretera de montaña de toda la vida.
Antes de llegar al hotel paramos cerca del Mar para hacer una foto de rigor desde las alturas y lo que nos dimos cuenta es que el mar se notaba como aceitoso y la verdad es que no estaba demasiado limpio.
Una vez que llegamos al hotel tuvimos que cambiar nuestras habitaciones porque no nos daban las nuestras hasta las tres de la tarde, por lo que tuvimos que pagar un poco más por unas habitaciones con vistas al mar y a las piscinas del hotel. Cogimos nuestros bañadores y nos dispusimos a meternos en las aguas salinas del Mar Muerto. Sin lugar a dudas es una experiencia curiosa, debido a las sales del agua parece que estés entrando a una mezcla de agua y aceite y como sale en las fotos nada más dejar tu cuerpo flotar no puedes hundirte en el agua, cosa que tampoco te recomiendo. Hicimos las fotos de rigor, me puse lodo de la orilla y me lo limpie nuevamente con las aguas del mar, vamos lo que viene siendo una turistada completa.
Debido a que no hay ciudad en el Mar Muerto, ya no podíamos hacer nada más en el hotel y como no era verano las piscinas tampoco estaban para que nos diésemos un baño en ellas, por lo que pasamos la tarde haciendo algunas fotos, leyendo un rato y descansando los pies del día anterior de Petra.
La gente me pregunta si me gusto el Mar Muerto, la verdad es que no. Está claro que ya que estás en esta parte del mundo tienes que venir a verlo, bañarte y notar como son sus aguas, pero la verdad es que el hotel estaba lleno de familias de origen ruso que habían venido para pasar unos días haciéndose tratamientos para la piel. Sin lugar a dudas si alguien me preguntase que no tiene tiempo y debe dejar algo, yo recomendaría no visitar el Mar Muerto, ya que es más algo turístico por la fama del lugar que algo realmente interesante de hacer o ver.
Como no se puede salir del hotel, ya que no hay nada fuera, tuvimos que cenar en el complejo hotelero, que aunque no estuvo mal, tampoco era para tirar cohetes.