Día 2
Amman - Aqaba
Después de una bonita primera noche teníamos que madrugar, ya que habíamos contratado un avión desde la capital del país hacía Aqaba y salía a las seis de la mañana. Este viaje lo hicimos con la compañía local Royal Jordania y como siempre en Asia sus aviones fueron perfectos, amplios, televisión en cada asiento, desayuno y trato exquisito, cuanto tienen que aprender las compañías europeas que se encuentran a años luz desfasadas comparadas con cualquier compañía del continente asiático.
Una vez en el aeropuerto de Aqaba habíamos quedado con nuestro hotel, Double Tree By Hilton Hotel, que pasasen a recogernos, ya que no hay autobuses de línea desde el aeropuerto a la ciudad. La primera idea había sido ir a bañarnos en el Mar Rojo, pero cuando llegamos el tiempo no era demasiado cálido, así que decidimos dar una vuelta por la ciudad para ver si el tiempo mejoraba.
Hay que reconocer que este lugar sólo se usa para dos cosas, la primera para probar las aguas cristalinas y llenas de coral del Mar Rojo y la segunda para poder llegar al desierto de Wadi Rum, porque tampoco hay nada más para hacer. Como estábamos haciendo tiempo decidimos ir a visitar la mezquita principal, Sharif Hussein Bin Ali. Es una de los pocos lugares sagrados que se pueden visitar en Jordania, pero su amabilidad y sus ganas de mostrar su cultura al resto del mundo nos enamoraron. Una vez dentro se nos comentó que iba a empezar la llamada a la oración y éramos invitados a presenciarla si queríamos, pero por respeto decidimos salirnos al patio y escuchar como el muecín hacía su particular rezo para avisar a los musulmanes que llega el momento de oración. Escuchar el retumbar de su voz, ver como la gente empezaba a llegar a la mezquita y darnos cuenta de que nos encontrábamos en Oriente Medio, hizo que disfrutásemos de uno de esos momentos que no se borran de la memoria.
Debido a que el tiempo no mejoraba y que las playas más bonitas estaban tan al sur que necesitamos medio de transporte decidimos deambular por las playas del centro y ver como la gente hacía vida en ellas. Al igual que en nuestra cultura la población de la ciudad se acerca a las playas a pasar el día, con comida y niños, pasando los días festivos de la mejor manera posibles. Hay que reconocer que debido a que vivimos en una zona costera, estás imágenes tampoco tenían mayor atractivo para nosotros, por lo que decidimos ir a llenar nuestro estomago con comida local y el restaurante elegido fue el famoso Syrian Palace Restaurant. Frente a la mezquita nos encontramos este restaurante local que recomiendan en todas la guías, tengo que reconocer que las vistas son muy buenas, el trato amable, pero la comida no fue la mejor de nuestro viaje.
El resto del día no había mucho para hacer por lo que nos dedicamos a dormir una buena siesta, deambular por la zona del centro y tomar un té en alguno de los restaurantes cerca de los hoteles. Para finalizar nuestro día decidimos cenar en otro restaurante de la zona, Papaya Restaurante and Cafe . Sin lugar a dudas fue mucho mejor que el anterior y el plato de cordero, llamado Kafta, estaba realmente delicioso, uno de los mejores del viajes.
Decidimos irnos al hotel a dormir, ya que al día siguiente nos esperaba nuestra aventura en el desierto de Wadi Rum.
Después de una bonita primera noche teníamos que madrugar, ya que habíamos contratado un avión desde la capital del país hacía Aqaba y salía a las seis de la mañana. Este viaje lo hicimos con la compañía local Royal Jordania y como siempre en Asia sus aviones fueron perfectos, amplios, televisión en cada asiento, desayuno y trato exquisito, cuanto tienen que aprender las compañías europeas que se encuentran a años luz desfasadas comparadas con cualquier compañía del continente asiático.
Una vez en el aeropuerto de Aqaba habíamos quedado con nuestro hotel, Double Tree By Hilton Hotel, que pasasen a recogernos, ya que no hay autobuses de línea desde el aeropuerto a la ciudad. La primera idea había sido ir a bañarnos en el Mar Rojo, pero cuando llegamos el tiempo no era demasiado cálido, así que decidimos dar una vuelta por la ciudad para ver si el tiempo mejoraba.
Hay que reconocer que este lugar sólo se usa para dos cosas, la primera para probar las aguas cristalinas y llenas de coral del Mar Rojo y la segunda para poder llegar al desierto de Wadi Rum, porque tampoco hay nada más para hacer. Como estábamos haciendo tiempo decidimos ir a visitar la mezquita principal, Sharif Hussein Bin Ali. Es una de los pocos lugares sagrados que se pueden visitar en Jordania, pero su amabilidad y sus ganas de mostrar su cultura al resto del mundo nos enamoraron. Una vez dentro se nos comentó que iba a empezar la llamada a la oración y éramos invitados a presenciarla si queríamos, pero por respeto decidimos salirnos al patio y escuchar como el muecín hacía su particular rezo para avisar a los musulmanes que llega el momento de oración. Escuchar el retumbar de su voz, ver como la gente empezaba a llegar a la mezquita y darnos cuenta de que nos encontrábamos en Oriente Medio, hizo que disfrutásemos de uno de esos momentos que no se borran de la memoria.
Debido a que el tiempo no mejoraba y que las playas más bonitas estaban tan al sur que necesitamos medio de transporte decidimos deambular por las playas del centro y ver como la gente hacía vida en ellas. Al igual que en nuestra cultura la población de la ciudad se acerca a las playas a pasar el día, con comida y niños, pasando los días festivos de la mejor manera posibles. Hay que reconocer que debido a que vivimos en una zona costera, estás imágenes tampoco tenían mayor atractivo para nosotros, por lo que decidimos ir a llenar nuestro estomago con comida local y el restaurante elegido fue el famoso Syrian Palace Restaurant. Frente a la mezquita nos encontramos este restaurante local que recomiendan en todas la guías, tengo que reconocer que las vistas son muy buenas, el trato amable, pero la comida no fue la mejor de nuestro viaje.
El resto del día no había mucho para hacer por lo que nos dedicamos a dormir una buena siesta, deambular por la zona del centro y tomar un té en alguno de los restaurantes cerca de los hoteles. Para finalizar nuestro día decidimos cenar en otro restaurante de la zona, Papaya Restaurante and Cafe . Sin lugar a dudas fue mucho mejor que el anterior y el plato de cordero, llamado Kafta, estaba realmente delicioso, uno de los mejores del viajes.
Decidimos irnos al hotel a dormir, ya que al día siguiente nos esperaba nuestra aventura en el desierto de Wadi Rum.