La mochila de Pepe
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Día 5
Petra
Desde hace muchos años había soñado en pasar un día recorriendo la ciudad de Petra y había llegado el momento. Una de las grandes dudas que me surgió a la hora de preparar el viaje fue si valdría la pena alquilar un guía o verlo por mi cuenta y la verdad es que no vale la pena ver la ciudad acompañado, ya que todo lo que se puede ver se explica facilmente en las guías de viaje y si necesitas algún local para llegar a algún lugar más escondido puedes contratar en el momento a algún niño guía que hay en todo el monumento.
Para ir del hotel a la entrada de Petra decidimos hacerlo andando, pero cual fue nuestra sorpresa cuando por casualidad vemos que un taxi se para junto a nosotros, baja la ventanilla y nos saluda, era el chico del taxi del día anterior, nos dijo que subiésemos y que nos dejaba sin coste alguno en la entrada de Petra, porque ese día iba a buscar unos clientes a un hotel cerca de las taquillas de Petra. Con una sonrisa de oreja a oreja aceptamos y llegamos en unos minutos a la entrada de la ciudad del desierto.
Debido a que la noche anterior ya habíamos recorrido el Siq y nos habíamos maravillado con el Tesoro pudimos hacer este camino más tranquilamente disfrutando de las increíbles paredes del cañón. Cuando ya estamos cerca nuevamente del Tesoro fue inevitable que volviésemos a estar nerviosos, y ver nuevamente el recinto donde está ubicado el primer monumento de la ciudad provocó que el corazón volviese a darnos un pequeño vuelco. Como habíamos llegado pronto, el sol iba a empezar a deslizarse por la famosa fachada y un chico se nos acercó para decirnos que nos podía llevar a lo alto del cañón y enseñarnos las mejores vistas del Tesoro. Ya había leído en internet y visto en fotos que se puede visitar las altas cornisas de las paredes del Siq y sacar unas increíbles fotos de las fachadas del tesoro, por lo que después de discutir un poco con el chaval decidimos dejarnos llevar y ver hasta donde podíamos ascender en las alturas de Petra.
El chico nos llevo por una pared de roca por donde empezamos a subir por una serie de piedras y rocas ayudándonos de las manos, debido a que la altura cada vez era mayor teníamos que estar muy pendientes de donde poner los pies a cada paso. Pasamos tramos aéreos, escaleras de maderas rotas e incuso puentes de madera carcomidos por el paso del tiempo, pero la verdad es que vale la pena poder ascender por esa montaña agreste y encontrarse frente al monumento a unos treinta metros del suelo.
Una vez en lo alto el chico se esmeró en hacernos fotos con el Templo a nuestras espaldas para poder ganarse bien la propina que le habíamos dado.
Cuando estábamos bajando hacia el monumento del Templo, el chico nos dijo que por unos pocos dinares más nos podría llevar al lugar más alto de Petra, el conocido como Altar de los Sacrifios. Yo tenia el mapa en mi cabeza y sabía que si bajaba nuevamente hasta la parte llana de la ciudad debería volver a ascender todo para subir a los sacrificios, por lo que le dijimos que sí y empezamos a correr detrás del chaval para no perderlo.
Mientras duró la ruta de montaña entre piedras, sendas y trepadas el chico nos contó que era guía de la ciudad de Petra desde hacía ya unos cuantos años y que todos los días intentaba conseguir el máximo número de clientes para ayudar con la compra de comida para su madre y sus hermanos. También organizaba subidas en burro al Monasterio de Petra, vamos que era todo un pequeño empresario. En nuestro mundo occidental, estos niños están en la escuela aprendiendo, pero en estos lugares aún hay niños que maduran a una edad muy temprana y se les agudiza el ingenio para poder sobrevivir.
Después de más de media hora de subes y bajas llegamos a la zona más alta de Petra, el lugar donde se hacían los rituales de animales para agradar a los dioses y poder vivir en paz. En este punto había una pequeña tienda para tomar el te y comprar alguna botella de agua, y así poder contemplar las maravillosas vistas del lugar.
Para finalizar la pequeña travesía con nuestro guía improvisado descendimos cientos de escalones para llegar nuevamente a suelo llano y encontrarnos junto al teatro romano.

Al lado del teatro romano sale un camino con carteles indicativos que llega hasta uno de los monumentos más increíbles de la ciudad, el famoso Monasterio de Petra. Inicialmente fue una tumba de uno de los reyes de la ciudad pero más tarde se utilizó como lugar de culto, por lo que se conoce con ese nombre. El camino es un regalo en sí mismo, ya que deberéis ascender sus más de ochocientos escalones para encontrarnos frente a frente con otra pared tallada en la misma roca. Durante el trascurso del ascenso a los escalones os encontrareis con tiendas improvisadas de regalos para turistas, pequeñas cantinas para comprar agua y burros que bajan vacíos después de haber dejado a los turistas en la zona más alta.
Una vez en el monasterio hay otro camino que se aleja un poco más de la ciudad y donde pudimos disfrutar de unas bonitas vistas de toda la zona de cañones de la parte final de las ruinas y también podréis divisar desde allí el país vecino de Israel.
Decidimos descansar un poco en la cantina que hay frente al monasterio ya que aunque el camino de vuelta es de bajada ya teníamos las piernas un poco machadas. Una vez terminado los escalones quedan un pequeño y llano paseo hasta el famoso teatro romano. Desde allí ya no hace falta subir nuevamente al altar de los sacrificios, sino que se puede ir por una senda y visitar las tumbas reales. Son construcciones gigantescas donde se enterraban las personas ricas de la ciudad. Mientras que las que hay detrás del teatro son pequeñas y sin ninguna ostentación, las llamadas tumbas reales son enormes, con tallados increíbles y enormes por dentro.
Para finalizar nuestra visita a la increíble ciudad de Petra volvimos a salir por la plaza principal y nos dejamos deslumbrar nuevamente con el inolvidable Tesoro de Petra. Recorrimos cansados, pero satisfechos el barranco del Siq y decidimos tomar un poco de hummus y un agua fresquita en un famoso bar que hay nada más salir del complejo de Petra, el famoso Cave Bar.
Para finalizar el día decidimos darnos una merecida ducha para quitarnos toda la área y volvimos a cenar en el famoso restaurante Al Wadi Restaurant, donde degustamos un sabroso Kafta de cordero.

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