Día 1
Madrid - Atenas
Nuestro avión salía a las seis y media desde Madrid, por lo que llegamos al aeropuerto de Atenas sobre las once, con la posibilidad de aprovechar nuestro primer día en la capital de Grecia.
Lo primero fue coger la línea 3 del metro desde el aeropuerto y salirnos en la parada de metro de Syntagma, que no sólo esta en el mismo centro de Atenas, sino que hasta nuestro hotel había unos cinco minutos a pie. Para esta aventura elegimos el Hotel Adonis, céntrico, cómodo y con unos empleados muy serviciales, por el precio y la ubicación nos pareció perfecto.
Ya era hora de probar la comida local y nos habían recomendado el , O Glikis,ideal para un picoteo frío y alejarse un poco de las hordas de turistas que deambulan por Atenas.
Acrópolis.
Después de tanto traslado y comida, era hora de empezar a conocer la ciudad y que mejor manero de hacerlo que subiendo a la parte alta y visitando el mundialmente famoso Acrópolis de Atenas. Para hacerlo hay muchas formas pero la mejor es ascender por la calles del Barrio de Anafiotika, ya que os dará la sensación que estáis recorriendo una de las islas griegas rodeadas de los colores azules y blancos tan característicos de esas construcciones. Esto es así porque este pequeño recoveco de la ciudad fue construido por habitantes de la isla griega Anafi y lo que hicieron fue recrear su tierra en esas pequeñas casas.
Una vez cruzado dicho barrio se accede a la puerta del Acrópolis y entramos en él, previo pago de la entrada. Como se indica en el apartado de consejos es mejor comprar la entrada conjunta de Atenas. Cuando entramos en el conjunto arquitectónico lo primero que vemos es la Puerta de Beule y tras ella el imponente Partenón, que aunque casi completamente destruido uno puede hacer una idea de como fue antaño. Frente a él y a nuestra izquierda vemos las famosas columnas del Erecteión donde todo el mundo está buscando una buena instantánea. Aquí lo mejor es pasear sin rumbo y dejarse llevar por los sentimiento que uno vaya teniendo, que en mi caso no fueron muchos, ya que está tan destruido todo que cuesta hacerse una imagen de lo imponente que fue en su tiempo. Y si a eso añadimos la cantidad de grúas, casetas de construcción modernas y andamios, le quitan todo el ambiente clásico que pudiera tener. Uno no puede irse de Grecia sin visitar el Acrópolis de Atenas, pero la verdad es que hay decenas de lugares más espectaculares en el país heleno.
Nuestro avión salía a las seis y media desde Madrid, por lo que llegamos al aeropuerto de Atenas sobre las once, con la posibilidad de aprovechar nuestro primer día en la capital de Grecia.
Lo primero fue coger la línea 3 del metro desde el aeropuerto y salirnos en la parada de metro de Syntagma, que no sólo esta en el mismo centro de Atenas, sino que hasta nuestro hotel había unos cinco minutos a pie. Para esta aventura elegimos el Hotel Adonis, céntrico, cómodo y con unos empleados muy serviciales, por el precio y la ubicación nos pareció perfecto.
Ya era hora de probar la comida local y nos habían recomendado el , O Glikis,ideal para un picoteo frío y alejarse un poco de las hordas de turistas que deambulan por Atenas.
Acrópolis.
Después de tanto traslado y comida, era hora de empezar a conocer la ciudad y que mejor manero de hacerlo que subiendo a la parte alta y visitando el mundialmente famoso Acrópolis de Atenas. Para hacerlo hay muchas formas pero la mejor es ascender por la calles del Barrio de Anafiotika, ya que os dará la sensación que estáis recorriendo una de las islas griegas rodeadas de los colores azules y blancos tan característicos de esas construcciones. Esto es así porque este pequeño recoveco de la ciudad fue construido por habitantes de la isla griega Anafi y lo que hicieron fue recrear su tierra en esas pequeñas casas.
Una vez cruzado dicho barrio se accede a la puerta del Acrópolis y entramos en él, previo pago de la entrada. Como se indica en el apartado de consejos es mejor comprar la entrada conjunta de Atenas. Cuando entramos en el conjunto arquitectónico lo primero que vemos es la Puerta de Beule y tras ella el imponente Partenón, que aunque casi completamente destruido uno puede hacer una idea de como fue antaño. Frente a él y a nuestra izquierda vemos las famosas columnas del Erecteión donde todo el mundo está buscando una buena instantánea. Aquí lo mejor es pasear sin rumbo y dejarse llevar por los sentimiento que uno vaya teniendo, que en mi caso no fueron muchos, ya que está tan destruido todo que cuesta hacerse una imagen de lo imponente que fue en su tiempo. Y si a eso añadimos la cantidad de grúas, casetas de construcción modernas y andamios, le quitan todo el ambiente clásico que pudiera tener. Uno no puede irse de Grecia sin visitar el Acrópolis de Atenas, pero la verdad es que hay decenas de lugares más espectaculares en el país heleno.
Colina de Filopapos.
Después de pasearse por el Acrópolis lo mejor es bajar por el lateral y encarar la subida a la famosa colina de Filopapos. No es que sea un lugar increíble, simplemente sirve para poder hacer una foto perfecta de toda la zona antigua de la ciudad. Llevábamos desde las cuatro de la mañana en pie por lo que ya era el momento de sentarnos y tomar una cerveza bien fría. El lugar escogido fue Tailor's House, un bonito bar con mesas en la pequeña plaza de la Platela Agia Irini cerca de la famosa Iglesia de Kapnikarea.
Ya era hora de irnos a dormir pero antes de volver a nuestro hotel hicimos una parada en el restaurante Ta Bakaliarakia tou Damigou.