Croacia - Bosnia i Herzegovina - Montenegro 2015
Desde hacía mucho tiempo tenía en mente visitar Sarajevo, no se muy bien porque, pero me atraía mucho la idea. Quizás fuese porque tenía recuerdos de la guerra de los balcanes, yo aún era un niño, pero sin lugar a dudas se quedo marcada en mis retinas todos los reportajes de Arturo Perez Reverte y de otros tantos reporteros de guerra que grababan sus imagines esquivando coches en llamas y camiones blindados de la ONU.
La verdad es que cuando llegué a la capital de Bosnia me puede dar cuenta de que había mucho más de lo que yo imaginaba, pensaba encontrar un lugar como Belgrado, oscuro, sombrío, con edificios antiguos y decrépitos, sin embargo es una de las ciudades más vivas y espectaculares que he visitado en Europa.
Nuestra entrada al país la hicimos por su vecino Croacia, ya que los vuelos de Madrid - Dubrovnik estaban muy bien de precio y de paso visitábamos la ciudad más turística de este país. Aunque no puedo decir que no me gusto, porque es una verdadera maravilla de ciudad medieval, si tengo que recomendar que tengáis paciencia con los centenares de turistas que se agolpan en cada heladería o cada cafetería procedente de los cruceros por el mediterráneo.
La visita a Montegro fue un capricho mio, ya que como estábamos tan cerca y es un destino tan desconocido tenía curiosidad, y tengo que decir que no es nada del otro mundo. Su capital es la nada más absoluta y aunque el país tiene algún monasterio y parque natural interesante, no lo puedo considerar un destino de primer nivel.
En general puedo decir que Bosnia me sorprendió gratamente, el sur de Croacia es como estar en la costa mediterránea de Italia o España y Montenegro no tiene realmente muchas cosas para visitar.
La verdad es que cuando llegué a la capital de Bosnia me puede dar cuenta de que había mucho más de lo que yo imaginaba, pensaba encontrar un lugar como Belgrado, oscuro, sombrío, con edificios antiguos y decrépitos, sin embargo es una de las ciudades más vivas y espectaculares que he visitado en Europa.
Nuestra entrada al país la hicimos por su vecino Croacia, ya que los vuelos de Madrid - Dubrovnik estaban muy bien de precio y de paso visitábamos la ciudad más turística de este país. Aunque no puedo decir que no me gusto, porque es una verdadera maravilla de ciudad medieval, si tengo que recomendar que tengáis paciencia con los centenares de turistas que se agolpan en cada heladería o cada cafetería procedente de los cruceros por el mediterráneo.
La visita a Montegro fue un capricho mio, ya que como estábamos tan cerca y es un destino tan desconocido tenía curiosidad, y tengo que decir que no es nada del otro mundo. Su capital es la nada más absoluta y aunque el país tiene algún monasterio y parque natural interesante, no lo puedo considerar un destino de primer nivel.
En general puedo decir que Bosnia me sorprendió gratamente, el sur de Croacia es como estar en la costa mediterránea de Italia o España y Montenegro no tiene realmente muchas cosas para visitar.
Ubicación
Itinerario
Consejos y advertencias
- Para entrar en los tres países sólo es necesario la presentación del DNI. En la fecha que realicé el viaje tanto en Bosnia como en Montenegro el tiempo para permanecer en el país es de 90 días, tiempo más que suficiente para conocer en profundidad sus ciudades y costumbres.
- Normalmente alquilo un coche para desplazarme, pero debido a que los lugares que quería visitar tenían fácil acceso con autobús y los precios de los billetes son muy baratos decidimos hacer nuestro viaje en transporte público. Para ir de Dubrovnik a Mostar no hay más que acudir a la estación de autobuses de la ciudad, que se encuentra en la calle Obala Ivana Pavla II junto al puerto donde atracan los cruceros. El autobús sale a las 08:00 y el coste es de 16 euros, pero si queréis aseguraros de que no haya cambiado el horario podéis preguntarlo en la oficina de turismo que se encuentra al lado de la fuente principal de la ciudad amurallada. Para ir de Mostar a Sarajevo también hay un autobús directo que por 10 euros os dejará en la estación bosnia de Sarajevo, el trayecto es de dos horas y media. El problema radica en si queréis ir a Montenegro o Serbia. Os comento esto porque Sarajevo tiene dos estaciones de autobuses, una es para los trayectos hacia la propia Bosnia y Croacia, mientras que la otra es para los destinos de Montenegro y Serbia. Esta segunda esta escrita en caracteres cirílicos y se encuentra en una zona de origen serbio a la que no podréis llegar en autobús de línea. Lo mejor es que solicitéis un transporte a vuestro hotel. Nuestro autobús salió a las 08:15 y el billete costaba 18 euros. El único problema es que el trayecto es cercado a 8 horas y se hace realmente pesado. Era un autobús muy viejo, lleno hasta arriba y por unas carreteras de montaña que no parábamos de ir de un lado a otro. Fue uno de los peores trayectos en autobús que hice en mi vida. Por último el trayecto de Kotor a Dubrovnik apenas es de unas 2 horas y media, costando el billete 14 euros. Hay que tener en cuenta también que perdemos tiempo en los pases fronterizos.
- Normalmente alquilo un coche para desplazarme, pero debido a que los lugares que quería visitar tenían fácil acceso con autobús y los precios de los billetes son muy baratos decidimos hacer nuestro viaje en transporte público. Para ir de Dubrovnik a Mostar no hay más que acudir a la estación de autobuses de la ciudad, que se encuentra en la calle Obala Ivana Pavla II junto al puerto donde atracan los cruceros. El autobús sale a las 08:00 y el coste es de 16 euros, pero si queréis aseguraros de que no haya cambiado el horario podéis preguntarlo en la oficina de turismo que se encuentra al lado de la fuente principal de la ciudad amurallada. Para ir de Mostar a Sarajevo también hay un autobús directo que por 10 euros os dejará en la estación bosnia de Sarajevo, el trayecto es de dos horas y media. El problema radica en si queréis ir a Montenegro o Serbia. Os comento esto porque Sarajevo tiene dos estaciones de autobuses, una es para los trayectos hacia la propia Bosnia y Croacia, mientras que la otra es para los destinos de Montenegro y Serbia. Esta segunda esta escrita en caracteres cirílicos y se encuentra en una zona de origen serbio a la que no podréis llegar en autobús de línea. Lo mejor es que solicitéis un transporte a vuestro hotel. Nuestro autobús salió a las 08:15 y el billete costaba 18 euros. El único problema es que el trayecto es cercado a 8 horas y se hace realmente pesado. Era un autobús muy viejo, lleno hasta arriba y por unas carreteras de montaña que no parábamos de ir de un lado a otro. Fue uno de los peores trayectos en autobús que hice en mi vida. Por último el trayecto de Kotor a Dubrovnik apenas es de unas 2 horas y media, costando el billete 14 euros. Hay que tener en cuenta también que perdemos tiempo en los pases fronterizos.
Costes
Aquí marco los costes que nosotros tuvimos durante el viaje, pero estos dependen mucho de los tipos de hoteles que elijáis. Nosotros no somos muy sibaritas con los hoteles por los que estuvimos en hoteles céntricos y en buenas condiciones, aunque no son ningún cinco estrellas.
Avión: Vuelo directo Madrid -Dubrovnik con la compañía Norwegian. 127 €
Hoteles: Total por persona: 181 €
- Guest House Tomasi: 51 € habitación doble. Una noche. 25,50€ por persona y noche.
- Villa Globus: 30 € habitación doble, una noche. 15 € por persona y noche.
- Halvat Guesthouse: 152 € habitación doble, dos noche. 76 € por persona y dos noche.
- Ramada Podgorica: 65 € habitación doble, una noche. 32,50 € por persona y noche
- Hotel Rendez Vous: 50 € por habitación doble, una noche. 25 € por persona y noche.
- Guest House Tomasi: 51 € por habitación doble, una noche. 25,50 € por persona y noche.
Autobuses: Total por persona: 44 €
- Dubrovnik - Mostar: 16 €
- Mostar - Sarajevo: 10 €
- Sarajevo - Podgorica: 18 €
- Kotor - Dubrovnik: 14 €
Guias: Total por persona: 129,50 € por persona
- Explicación del Sarajevo otomano: 55 € dos personas. 27,50 € por persona
- Tour sobre la guerra: 54 € dos persona. 27 € por persona.
- Visita del monasterio de Ostrog: 50 € dos persona. 25 € por persona.
- Visita de Cetinje, Parque Natural de Lovcen, Mausoleo de Njegos y Kotor: 150 € dos persona. 75 € por persona.
Autobus Aeropuerto de Dubrovnik al centro: 6 € por persona.
Traslado Dubrovnik - Aeropuerto: 35 € dos personas. 17,50 € por persona.
Traslado aeropuerto de Madrid: 30 € dos personas. 15 € por persona.
Tren Alicante - Madrid: 80 €
Barco desde Dubrovnik a Lokrum: 12 € por persona.
Restaurantes: 120 € por persona.
Monumentos: 35 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 767 €
Avión: Vuelo directo Madrid -Dubrovnik con la compañía Norwegian. 127 €
Hoteles: Total por persona: 181 €
- Guest House Tomasi: 51 € habitación doble. Una noche. 25,50€ por persona y noche.
- Villa Globus: 30 € habitación doble, una noche. 15 € por persona y noche.
- Halvat Guesthouse: 152 € habitación doble, dos noche. 76 € por persona y dos noche.
- Ramada Podgorica: 65 € habitación doble, una noche. 32,50 € por persona y noche
- Hotel Rendez Vous: 50 € por habitación doble, una noche. 25 € por persona y noche.
- Guest House Tomasi: 51 € por habitación doble, una noche. 25,50 € por persona y noche.
Autobuses: Total por persona: 44 €
- Dubrovnik - Mostar: 16 €
- Mostar - Sarajevo: 10 €
- Sarajevo - Podgorica: 18 €
- Kotor - Dubrovnik: 14 €
Guias: Total por persona: 129,50 € por persona
- Explicación del Sarajevo otomano: 55 € dos personas. 27,50 € por persona
- Tour sobre la guerra: 54 € dos persona. 27 € por persona.
- Visita del monasterio de Ostrog: 50 € dos persona. 25 € por persona.
- Visita de Cetinje, Parque Natural de Lovcen, Mausoleo de Njegos y Kotor: 150 € dos persona. 75 € por persona.
Autobus Aeropuerto de Dubrovnik al centro: 6 € por persona.
Traslado Dubrovnik - Aeropuerto: 35 € dos personas. 17,50 € por persona.
Traslado aeropuerto de Madrid: 30 € dos personas. 15 € por persona.
Tren Alicante - Madrid: 80 €
Barco desde Dubrovnik a Lokrum: 12 € por persona.
Restaurantes: 120 € por persona.
Monumentos: 35 €
TOTAL COSTE DEL VIAJE POR PERSONA: 767 €
¡¡¡¡¡EN CONSTRUCCIÓN!!!!!
Hoteles
- Dubrovnik: Guest House Tomasi
Si queremos estar en el mismo centro del casco antiguo de la ciudad de Dubrovnik esta puede ser una gran opción. Es una casa regentada por una mujer y su hija. La casa por fuera es como todas las de esa zona, de piedra y antigua pero por dentro esta toda restaurada. Nosotros tuvimos una habitación con un cuarto de baño todo nuevo, una cama nueva muy cómoda y un pequeño salón con sofá, mesa y una nevara. Tanto ella como su hija son muy amables y como estuve el primer y último día del viaje cuando volvimos a la ciudad nos estaba esperando con una tarta casera que había cocinado para nosotros. Un bonito lugar en el mismo corazón de la ciudad.
Booking.
Tripadvisor.
- Mostar: Villa Globus
Nos gusta alojarnos en hoteles más bien pequeños o familiares y éste es uno de esos casos donde acertamos de pleno. Era una pequeña casa a cinco minutos del centro, donde su dueño alquila digamos que habitaciones. Nada más llegar tenía la habitación perfectamente preparada y se desvivió por explicarnos cosas de la ciudad, nos dio un mapa y nos aconsejó lugares donde cenar. Todo estaba realmente limpio y cuidado y el precio no podía ser mejor.
Booking.
Tripadvisor.
- Sarajevo: Halvat Guesthouse
Ubicado en la parte otomana de la ciudad a unos pocos pasos de la Mezquita y la plaza. Una acogedora, bonita y silenciosa casa donde descansar y sentirse como si Sarajevo fuese la ciudad donde uno vive. Fue perfecta, un desayuno muy bueno, una atención increíble y unas habitaciones muy bonitas y limpias. Las críticas de las webs son inmejorables y la verdad es que se las tienen ganadas, visitamos para comer uno de los restaurantes que nos recomendaron y fue una muy grata sorpresa. No dudes ni un segundo en hospedarte en este fabuloso lugar.
Booking.
Trip_advisor.
- Podgorica: Ramada Podgorica
Este hotel se encuentra ubicado relativamente cerca del centro. No es más que un hotel nuevo como si de un NH o AC se tratase, por lo que no tiene mucho que comentar. El desayuno estuvo bien y todo correcto.
Booking.
Trip_advisor.
- Kotor: Hotel Rendez Vouz
Si quieres estar en el mismo centro de Kotor este es tu hotel, aunque para mí fue uno de los peores hoteles en los que he estado nunca. El trato fue desagradable, la habitación pequeña y sucia, el cuarto de baño desastroso y un olor realmente desagradable. He dormido en cientos de sitios y suelo estar encantado con casi todos, éste es un ejemplo de las veces que me equivoco eligiendo hotel. Sin lugar a dudas no volvería nunca a este hotel y te recomendaría que eligieses otro para tu estancia en esta bonita ciudad.
Booking.
Trip_advisor.
Si queremos estar en el mismo centro del casco antiguo de la ciudad de Dubrovnik esta puede ser una gran opción. Es una casa regentada por una mujer y su hija. La casa por fuera es como todas las de esa zona, de piedra y antigua pero por dentro esta toda restaurada. Nosotros tuvimos una habitación con un cuarto de baño todo nuevo, una cama nueva muy cómoda y un pequeño salón con sofá, mesa y una nevara. Tanto ella como su hija son muy amables y como estuve el primer y último día del viaje cuando volvimos a la ciudad nos estaba esperando con una tarta casera que había cocinado para nosotros. Un bonito lugar en el mismo corazón de la ciudad.
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- Mostar: Villa Globus
Nos gusta alojarnos en hoteles más bien pequeños o familiares y éste es uno de esos casos donde acertamos de pleno. Era una pequeña casa a cinco minutos del centro, donde su dueño alquila digamos que habitaciones. Nada más llegar tenía la habitación perfectamente preparada y se desvivió por explicarnos cosas de la ciudad, nos dio un mapa y nos aconsejó lugares donde cenar. Todo estaba realmente limpio y cuidado y el precio no podía ser mejor.
Booking.
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- Sarajevo: Halvat Guesthouse
Ubicado en la parte otomana de la ciudad a unos pocos pasos de la Mezquita y la plaza. Una acogedora, bonita y silenciosa casa donde descansar y sentirse como si Sarajevo fuese la ciudad donde uno vive. Fue perfecta, un desayuno muy bueno, una atención increíble y unas habitaciones muy bonitas y limpias. Las críticas de las webs son inmejorables y la verdad es que se las tienen ganadas, visitamos para comer uno de los restaurantes que nos recomendaron y fue una muy grata sorpresa. No dudes ni un segundo en hospedarte en este fabuloso lugar.
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- Podgorica: Ramada Podgorica
Este hotel se encuentra ubicado relativamente cerca del centro. No es más que un hotel nuevo como si de un NH o AC se tratase, por lo que no tiene mucho que comentar. El desayuno estuvo bien y todo correcto.
Booking.
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- Kotor: Hotel Rendez Vouz
Si quieres estar en el mismo centro de Kotor este es tu hotel, aunque para mí fue uno de los peores hoteles en los que he estado nunca. El trato fue desagradable, la habitación pequeña y sucia, el cuarto de baño desastroso y un olor realmente desagradable. He dormido en cientos de sitios y suelo estar encantado con casi todos, éste es un ejemplo de las veces que me equivoco eligiendo hotel. Sin lugar a dudas no volvería nunca a este hotel y te recomendaría que eligieses otro para tu estancia en esta bonita ciudad.
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Restaurantes
- Dubrovnik:
Lucin Kantun:
Ubicado en uno de los estrechos callejones en el centro de la ciudad de Dubrovnik prepara unos calamares rellenos indescriptibles. Bonito, acogedor y de trato muy agradable. Puedes tomarte unos pequeños y sabrosos platos o degustar algún plato principal. Nosotros pedimos diferentes platos, casi todos de pescado y no sabría decir cual me gustó más de todos. Lo bueno que tiene es que esta un poco alejado de la zona más turística y agobiante de la ciudad por lo que podréis degustar una deliciosa comida de una manera tranquila y distraída.
Trip_advisor.
Mea Culpa:
Una pizzería típica para los turistas. No es que estuviese mala y tampoco era muy cara, ya que la ciudad es realmente una locura con los precios para turistas, pero tampoco puedo decir que fuese una pizza sabrosa o extraordinaria. Yo probaría otros lugares un poco más alejados del centro histórico y quizás algo menos típico que una restaurante italiano. Para tomar algo si no se encuentra otra cosa tampoco está tan mal.
Trip_advisor.
Lokanda Peskarija:
Junto al puerto de la ciudad se encuentran mucho restaurantes donde ofrecen comida para los turistas que llegan de los cruceros, sin embargo en este lugar se come realmente muy bien a un precio muy asequible teniendo en cuenta el precio de los vecinos. Ante todo uno tiene que pedirse un buen plato de mejillones, porque están realmente sabrosos y si se tiene más hambre uno se puede deleitar con un increíble risoto di mare. Todo esto acompañado por el ruido del mar en un bonita noche de verano, harán de la cena un momento único e inolvidable.
Trip_advisor.
- Mostar:
National Restaurant Cevabdzinica Tima Irma:
En la calle principal de Mostar encontramos decenas de restaurantes dispuestos a saciar el apetito a todos aquellos turistas que vienen desde Dubrovnik a pasar un día en esta pequeña y bonita ciudad. Entre todos elegimos éste porque nos pareció muy acogedor y acertamos. Es un lugar con unas mesas puestas en al calle donde se puede pedir la especialidad del país, un cevapi, con cebolla y pan típico de la zona. La verdad es que toda la comida fue deliciosa y los precios como en toda Bosnia fue realmente barato. Si queréis tomar algo rápido sin complicaros la vida os lo recomiendo.
Trip_advisor.
Sadrvan:
Para cenar decidimos visitar este gran y concurrido restaurante ya que tiene un patio bonito donde saborear comida típica de la zona. No puedo decir que estuviese mal, pero tampoco me pareció gran cosa y más teniendo en cuenta que hay muchos restaurantes que dan al río con vistas más bonitas de la ciudad. Elegimos este porque había leído sobre él y parecía menos turístico, pero la verdad es que no repetiría, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de oferta gastronómica que hay en la ciudad.
Trip_advisor.
- Sarajevo:
Buregdzinica Sac:
Siempre viajo con los lugares donde quiero comer en una lista pero me gusta preguntar en los hoteles donde me hospedo por si me recomienda alguno, como dormíamos en un pequeño hotel familiar me atreví a preguntar y me recomendaron este lugar para comer un burek. Como soy muy de ir a donde me recomienda la gente local fui a comer y puedo asegurar que fue una grata y sabrosa sorpresa. Es una masa redonda llena de carne acompañada de un sabroso yogur y nuevamente por un precio irrisorio. Después averigüé en Tripadvisor que era muy famoso. Tiene mesas fuera para sentarte en la calle, ya que el bar es muy pequeño y dentro básicamente sirve para hacer cola para comprar la comida.
Trip_advisor.
Cevabdzinica Zeljo:
Cuando visitas Sarajevo sabes que acabaras probando el sabroso cevapi por lo que lo mejor es degustarlo en uno de los sitios más típicos del barrio antiguo, el Zeljo. No mires mucho la carta ya que prácticamente sólo ofrece ese plato, pero es más que suficiente para sentarte, pedir una ración de cevapi y degustarla bebiendo el delicioso vaso de yogur que te servirán junto al plato. No pierdas el tiempo buscando sitios caros y déjate sorprender por la cocina de los Balcanes.
Trip_advisor
- Veliko Tarnovo:
Han Hadji Nikoli Inn:
Todas las guías recomendaban este restaurante como el mejor de Veliko Tarnovo, y puedo dar fe que no se equivocaban. No solo fue el mejor de Veliko Tarnovo, sino que para nosotros fue el mejor de todo el viaje. Es un restaurante que podríamos llamar "caro", sería de los que en España no podrías visitar, pero en un país como Bulgaria donde todo es tan barato uno se lo puede permitir. Nosotros pedimos entrantes, un plato para cada uno, cerveza, una botella de vino y después de cenar un whisky para cada uno y nos costo todo treinta euros, vamos que estuvo muy bien. La comida inmejorable, el trato exquisito, un lugar donde te hacen una cata de vino, donde hay un camarero pendiente de ti en todo momento, donde hay más cubiertos de los que necesitas... vamos un festín por todo lo alto. Ya que era nuestra última noche de viaje nos dimos un homenaje. Realmente recomendado para todo el mundo, yo soy de gastar poco en los restaurante, pero si queréis romper un poco el presupuesto disfrutando de una gran cena, este es el lugar idóneo.
Trip_advisor.
Lucin Kantun:
Ubicado en uno de los estrechos callejones en el centro de la ciudad de Dubrovnik prepara unos calamares rellenos indescriptibles. Bonito, acogedor y de trato muy agradable. Puedes tomarte unos pequeños y sabrosos platos o degustar algún plato principal. Nosotros pedimos diferentes platos, casi todos de pescado y no sabría decir cual me gustó más de todos. Lo bueno que tiene es que esta un poco alejado de la zona más turística y agobiante de la ciudad por lo que podréis degustar una deliciosa comida de una manera tranquila y distraída.
Trip_advisor.
Mea Culpa:
Una pizzería típica para los turistas. No es que estuviese mala y tampoco era muy cara, ya que la ciudad es realmente una locura con los precios para turistas, pero tampoco puedo decir que fuese una pizza sabrosa o extraordinaria. Yo probaría otros lugares un poco más alejados del centro histórico y quizás algo menos típico que una restaurante italiano. Para tomar algo si no se encuentra otra cosa tampoco está tan mal.
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Lokanda Peskarija:
Junto al puerto de la ciudad se encuentran mucho restaurantes donde ofrecen comida para los turistas que llegan de los cruceros, sin embargo en este lugar se come realmente muy bien a un precio muy asequible teniendo en cuenta el precio de los vecinos. Ante todo uno tiene que pedirse un buen plato de mejillones, porque están realmente sabrosos y si se tiene más hambre uno se puede deleitar con un increíble risoto di mare. Todo esto acompañado por el ruido del mar en un bonita noche de verano, harán de la cena un momento único e inolvidable.
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- Mostar:
National Restaurant Cevabdzinica Tima Irma:
En la calle principal de Mostar encontramos decenas de restaurantes dispuestos a saciar el apetito a todos aquellos turistas que vienen desde Dubrovnik a pasar un día en esta pequeña y bonita ciudad. Entre todos elegimos éste porque nos pareció muy acogedor y acertamos. Es un lugar con unas mesas puestas en al calle donde se puede pedir la especialidad del país, un cevapi, con cebolla y pan típico de la zona. La verdad es que toda la comida fue deliciosa y los precios como en toda Bosnia fue realmente barato. Si queréis tomar algo rápido sin complicaros la vida os lo recomiendo.
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Sadrvan:
Para cenar decidimos visitar este gran y concurrido restaurante ya que tiene un patio bonito donde saborear comida típica de la zona. No puedo decir que estuviese mal, pero tampoco me pareció gran cosa y más teniendo en cuenta que hay muchos restaurantes que dan al río con vistas más bonitas de la ciudad. Elegimos este porque había leído sobre él y parecía menos turístico, pero la verdad es que no repetiría, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de oferta gastronómica que hay en la ciudad.
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- Sarajevo:
Buregdzinica Sac:
Siempre viajo con los lugares donde quiero comer en una lista pero me gusta preguntar en los hoteles donde me hospedo por si me recomienda alguno, como dormíamos en un pequeño hotel familiar me atreví a preguntar y me recomendaron este lugar para comer un burek. Como soy muy de ir a donde me recomienda la gente local fui a comer y puedo asegurar que fue una grata y sabrosa sorpresa. Es una masa redonda llena de carne acompañada de un sabroso yogur y nuevamente por un precio irrisorio. Después averigüé en Tripadvisor que era muy famoso. Tiene mesas fuera para sentarte en la calle, ya que el bar es muy pequeño y dentro básicamente sirve para hacer cola para comprar la comida.
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Cevabdzinica Zeljo:
Cuando visitas Sarajevo sabes que acabaras probando el sabroso cevapi por lo que lo mejor es degustarlo en uno de los sitios más típicos del barrio antiguo, el Zeljo. No mires mucho la carta ya que prácticamente sólo ofrece ese plato, pero es más que suficiente para sentarte, pedir una ración de cevapi y degustarla bebiendo el delicioso vaso de yogur que te servirán junto al plato. No pierdas el tiempo buscando sitios caros y déjate sorprender por la cocina de los Balcanes.
Trip_advisor
- Veliko Tarnovo:
Han Hadji Nikoli Inn:
Todas las guías recomendaban este restaurante como el mejor de Veliko Tarnovo, y puedo dar fe que no se equivocaban. No solo fue el mejor de Veliko Tarnovo, sino que para nosotros fue el mejor de todo el viaje. Es un restaurante que podríamos llamar "caro", sería de los que en España no podrías visitar, pero en un país como Bulgaria donde todo es tan barato uno se lo puede permitir. Nosotros pedimos entrantes, un plato para cada uno, cerveza, una botella de vino y después de cenar un whisky para cada uno y nos costo todo treinta euros, vamos que estuvo muy bien. La comida inmejorable, el trato exquisito, un lugar donde te hacen una cata de vino, donde hay un camarero pendiente de ti en todo momento, donde hay más cubiertos de los que necesitas... vamos un festín por todo lo alto. Ya que era nuestra última noche de viaje nos dimos un homenaje. Realmente recomendado para todo el mundo, yo soy de gastar poco en los restaurante, pero si queréis romper un poco el presupuesto disfrutando de una gran cena, este es el lugar idóneo.
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Día 1
Bucarest.
Nuestro primer día fue de viaje, el avión salia desde la ciudad de Alicante a las 21:45 por lo que llegaríamos al aeropuerto de Bucarest ( H. Coanda ) sobre las 01:55 horas. Habíamos visto que hay un autobús de línea que sale desde el aeropuerto y va parando en las calles principales, dicha linea es la 783, pero no tiene horario nocturno por lo que tendríamos que coger un taxi. Estuve mirando por internet cuanto podría costar un taxi para ir del aeropuerto al hotel y casi todas las webs macaban sobre 25 euros, por lo que me puse en contacto con mi hotel y me comento que nos podría mandar un coche por 20 euros. Por lo que cuando llegamos al aeropuerto ya teníamos un chico esperándonos.
La duración del trayecto fue aproximadamente media hora ya que el hotel se encontraba muy céntrico. Cuando finalmente llegamos en la recepción había un hombre durmiendo en un sofá y cuando intentamos despertarlo nos señalo una llave encima de la mesa, que por lo que supusimos sería la de nuestra habitación.
La habitación estuvo muy bien, había wifi, y aunque el cuarto de baño tenía alguna humedad no podemos ponerle pegas al hotel ya que estaba ubicado en el mismo centro a un precio muy barato, 19 euros la noche por persona.
Después de enviar un par de Whatsapp nos fuimos a dormir.
La duración del trayecto fue aproximadamente media hora ya que el hotel se encontraba muy céntrico. Cuando finalmente llegamos en la recepción había un hombre durmiendo en un sofá y cuando intentamos despertarlo nos señalo una llave encima de la mesa, que por lo que supusimos sería la de nuestra habitación.
La habitación estuvo muy bien, había wifi, y aunque el cuarto de baño tenía alguna humedad no podemos ponerle pegas al hotel ya que estaba ubicado en el mismo centro a un precio muy barato, 19 euros la noche por persona.
Después de enviar un par de Whatsapp nos fuimos a dormir.
Día 2
Bucarest.
Hoy iba a ser el único día que amaneceríamos y nos acostaríamos en la misma ciudad así que tendríamos tiempo más que de sobra para visitar la ciudad a conciencia. Lo primero que podemos apreciar de la ciudad es que estamos en Europa del este, los edificios no están restaurados, como si ocurre en la Europa occidental, no hay masificación de turistas, ni anuncios de museos y todo el mundo esta haciendo su vida sin prestar atención a un par de españoles con mochila. Es una ciudad para recorrerla a pie, la parte turística no es muy grande, por lo que se agradece estirar las piernas, sobre todo pensando en los kilómetros de coche que íbamos a recorrer durante la siguiente semana.
Dependerá de donde tengáis el hotel pero un buen punto de partida para recorrer la ciudad es ir a la B-Dul I C Bratianu y recorrerla en dirección a la Piata Unirii. Es un buen lugar para darse cuenta de que hay algo diferente en esta ciudad, algo que cambió la historia para siempre, la época comunista. Estamos en el mismo centro de la ciudad y bajando por la calle podemos ver a derecha e izquierda la típicas calles empedradas de los centros históricos de toda Europa, bonitos que duda cabe, pero iguales prácticamente todos. Aquí es, donde a mi entender, radica la belleza de esta ciudad, cuando llegamos a la Piata Unirii y miramos hacia nuestra derecha dejamos de ver calles empedradas para ver una avenida gigante con edificios enormes a los lados, unas fuentes que nos acompañan durante todo el trayecto por el medio y al fondo el imponente Palacio del Parlamento, locura realizada por el dictador Nicolae Ceausecu. Este es un buen lugar para apreciar como cambió Europa al otro lado del famoso Telón de Acero. A un lado tenemos casas de dos plantas en medio de calles empedradas casi laberínticas y al otro lado avenidas kilométricas con edificios de siete plantas destinados a los jefes de estado soviéticos y al fondo la casa de un megalomaníaco típico de aquella época. En pocos lugares de Europa podréis ver este contraste de forma tan espectacular.
El Palacio del Parlamento es el segundo edificio más grande del mundo, sólo superado por el Pentagono americano. Realmente tampoco se puede acceder por lo que con una foto de rigor será suficiente.
Por esta parte de la ciudad ya no hay nada más para ver, por lo que deberemos volver a la B-Dul I C Bratianu para seguir visitando la ciudad. Ahora en dirección contraria dejando la Piata Unirii a nuestra espalda deberemos callejear un poco por nuestra derecha para encontrar el Templo Coral. Esto es una Sinagoga Judía, nada espectacular y no pudimos verla por dentro porque los horarios eran muy reducidos y encima coincidió que era sábado.
Para seguir disfrutando de la ciudad nos debemos dirigir a la otra parte de la calle principal y entrar al casco antiguo de Bucarest. En esta parte podréis visitar la Iglesia Ortodoxa Stavropoleos. Pequeña pero bonita, nos servirá para ir haciéndonos una idea de como son estas iglesias.
Llegados este punto y si el tiempo en el que habéis viajado os lo permite os daréis cuenta de que estáis rodeados de bares con bonitas terrazas en la zona peatonal de la ciudad, por lo que es el mejor momento para saborear una cerveza casera del lugar.
Dependerá de donde tengáis el hotel pero un buen punto de partida para recorrer la ciudad es ir a la B-Dul I C Bratianu y recorrerla en dirección a la Piata Unirii. Es un buen lugar para darse cuenta de que hay algo diferente en esta ciudad, algo que cambió la historia para siempre, la época comunista. Estamos en el mismo centro de la ciudad y bajando por la calle podemos ver a derecha e izquierda la típicas calles empedradas de los centros históricos de toda Europa, bonitos que duda cabe, pero iguales prácticamente todos. Aquí es, donde a mi entender, radica la belleza de esta ciudad, cuando llegamos a la Piata Unirii y miramos hacia nuestra derecha dejamos de ver calles empedradas para ver una avenida gigante con edificios enormes a los lados, unas fuentes que nos acompañan durante todo el trayecto por el medio y al fondo el imponente Palacio del Parlamento, locura realizada por el dictador Nicolae Ceausecu. Este es un buen lugar para apreciar como cambió Europa al otro lado del famoso Telón de Acero. A un lado tenemos casas de dos plantas en medio de calles empedradas casi laberínticas y al otro lado avenidas kilométricas con edificios de siete plantas destinados a los jefes de estado soviéticos y al fondo la casa de un megalomaníaco típico de aquella época. En pocos lugares de Europa podréis ver este contraste de forma tan espectacular.
El Palacio del Parlamento es el segundo edificio más grande del mundo, sólo superado por el Pentagono americano. Realmente tampoco se puede acceder por lo que con una foto de rigor será suficiente.
Por esta parte de la ciudad ya no hay nada más para ver, por lo que deberemos volver a la B-Dul I C Bratianu para seguir visitando la ciudad. Ahora en dirección contraria dejando la Piata Unirii a nuestra espalda deberemos callejear un poco por nuestra derecha para encontrar el Templo Coral. Esto es una Sinagoga Judía, nada espectacular y no pudimos verla por dentro porque los horarios eran muy reducidos y encima coincidió que era sábado.
Para seguir disfrutando de la ciudad nos debemos dirigir a la otra parte de la calle principal y entrar al casco antiguo de Bucarest. En esta parte podréis visitar la Iglesia Ortodoxa Stavropoleos. Pequeña pero bonita, nos servirá para ir haciéndonos una idea de como son estas iglesias.
Llegados este punto y si el tiempo en el que habéis viajado os lo permite os daréis cuenta de que estáis rodeados de bares con bonitas terrazas en la zona peatonal de la ciudad, por lo que es el mejor momento para saborear una cerveza casera del lugar.
Después de refrescarnos con una buena cerveza acompañada de los típicos nachos de la ciudad ( no entendí muy bien porque en todos los sitios nos ponían nachos con queso ) no dirigimos a la zona norte de la ciudad. Si seguimos callejeando por el casco antiguo llegaremos a la calle Victoriei donde nos encontraremos de frente con el Museo Nacional de Historia. Debido a que no soy mucho de museos no tengo ni idea que podréis encontrar dentro, pero supongo que será como en todos los museos del mundo, trozos de historia del país donde os encontráis. En la puerta es curioso ver una estatua de Trajano, con hacerse una foto junto a él será más que suficiente.
Si queremos ver más el ambiente de la ciudad nos deberemos dirigir al Jardín Cismigiu. Si es fin de semana os encontrareis un bonito parque lleno de puestos de comida casera, de arte de la zona y de ropa, eso si tendréis que hacer un poquito de cola para saborear alguno de estos manjares. Nosotros nos comimos una mazorca de maíz ya que era el sitio donde meno cola había.
Saliendo por la puerta este del parque nos dirigimos directamente a la famosa Piata Revolutiei. Aquí hay dos edificios que vale la pena ver por su historia, uno es el edificio del Comité Central del Partido Comunista Rumano y el otro la sede de la KGB. Este último lo encontraremos fácil ya que hoy alberga el hotel Athenee Palace.
Ahora había llegado el momento de ir a comer, en esta ocasión todas las guías recomendaban La Ceaunu' Crapt. Como ya explico arriba, no fue ninguna cosa del otro mundo.
Después de comer y como buenos españoles decidimos volver al Jardín Cismigiu para darnos una buena y merecida siesta, pero antes de ir pasamos por una de las iglesias más antiguas de la ciudad la capilla de Kretulezsk. Para verla hay que volver a la Piata Revolutiei, ponerse de espaldas al edificio del Partido Comunista y veremos una pequeña iglesia en un parque. No se muy bien porque este lugar no esta en las guías de viaje, pero es un lugar tranquilo y confortable, con una bonita capilla llena de frescos, interesante lugar.
Hay alguna que otra cosa más para ver en Bucarest, pero con un día decidimos que ya era suficiente, volvimos al hotel y nos preparamos para una gran cena, en uno de los mejores lugares que vimos durante el viaje, el famoso Caru' cu Bere ( explicado en la parte de restaurantes ).
Una vez que tuvimos el estamos llego fuimos buscando algunos lugares para tomar algo que habíamos encontrado por internet, pero unos estaban cerrados y otros demasiado llenos, por lo que dando una vuelta nuevamente por el centro histórico de la ciudad nos sentamos en una terraza con sofás y buena música donde pudimos degustar un buen Jack Daniel`s.
De camino al hotel recorrimos el casto antiguo en dirección norte y acabamos en la Piata Uniersitatii, lugar de encuentro de los universitarios donde había un buen ambiente ya que era sábado por la noche.
Después de este primer y ajetreado día decidimos irnos a dormir para poder madrugar y enfrentarnos a las carreteras rumanas.
Si queremos ver más el ambiente de la ciudad nos deberemos dirigir al Jardín Cismigiu. Si es fin de semana os encontrareis un bonito parque lleno de puestos de comida casera, de arte de la zona y de ropa, eso si tendréis que hacer un poquito de cola para saborear alguno de estos manjares. Nosotros nos comimos una mazorca de maíz ya que era el sitio donde meno cola había.
Saliendo por la puerta este del parque nos dirigimos directamente a la famosa Piata Revolutiei. Aquí hay dos edificios que vale la pena ver por su historia, uno es el edificio del Comité Central del Partido Comunista Rumano y el otro la sede de la KGB. Este último lo encontraremos fácil ya que hoy alberga el hotel Athenee Palace.
Ahora había llegado el momento de ir a comer, en esta ocasión todas las guías recomendaban La Ceaunu' Crapt. Como ya explico arriba, no fue ninguna cosa del otro mundo.
Después de comer y como buenos españoles decidimos volver al Jardín Cismigiu para darnos una buena y merecida siesta, pero antes de ir pasamos por una de las iglesias más antiguas de la ciudad la capilla de Kretulezsk. Para verla hay que volver a la Piata Revolutiei, ponerse de espaldas al edificio del Partido Comunista y veremos una pequeña iglesia en un parque. No se muy bien porque este lugar no esta en las guías de viaje, pero es un lugar tranquilo y confortable, con una bonita capilla llena de frescos, interesante lugar.
Hay alguna que otra cosa más para ver en Bucarest, pero con un día decidimos que ya era suficiente, volvimos al hotel y nos preparamos para una gran cena, en uno de los mejores lugares que vimos durante el viaje, el famoso Caru' cu Bere ( explicado en la parte de restaurantes ).
Una vez que tuvimos el estamos llego fuimos buscando algunos lugares para tomar algo que habíamos encontrado por internet, pero unos estaban cerrados y otros demasiado llenos, por lo que dando una vuelta nuevamente por el centro histórico de la ciudad nos sentamos en una terraza con sofás y buena música donde pudimos degustar un buen Jack Daniel`s.
De camino al hotel recorrimos el casto antiguo en dirección norte y acabamos en la Piata Uniersitatii, lugar de encuentro de los universitarios donde había un buen ambiente ya que era sábado por la noche.
Después de este primer y ajetreado día decidimos irnos a dormir para poder madrugar y enfrentarnos a las carreteras rumanas.
Día 3
Transilvania
Hoy tocaba visitar Transilvania con su mítico castillo del Conde Drácula. Nosotros teníamos reservado un coche en el aeropuerto con AVIS, y para llegar allí hay que coger el autobús número 783 (para más explicaciones leer el apartado de "consejos y advertencias"). La idea era después de Bran ir a comer a Brasov, para más tarde cruzar la frontera entre Rumanía y Bulgaria para dormir en el primer pueblo llamado Ruse.
La distancia entre Bucarest y Bran es de solo 180 km, pero debido al estado de las carreteras y el tráfico se tardará unas 3 horas y media en poder llegar a vuestro destino. Al principio del trayecto iréis pasando por decenas de pueblos que tendréis que cruzar con la consiguiente reducción de velocidad y por lo tanto de pérdida de tiempo, una vez que os acerquéis a los Cárpatos la estampa cambiará, ya no habrá tantos pueblos y la planicie infinita de Bucarest, cambiará por unas pequeñas colinas llenas de verde.
Que nadie se haga la idea de que va a visitar el castillo de Drácula de las películas, un lugar sombrío rodeados de grandes montañas con sus escarpadas cimas, nada más lejos de la realidad. La zona que veréis de los Cárpatos no es más que una sucesión de pequeñas colinas, llenas de césped, con pequeños y acogedores pueblos.
Cuando entréis a Bran os daréis cuenta que es el lugar más turístico de Rumanía. Cientos de coches aparcados en lugares habilitados a tal fin. Decenas de turistas saliendo de los autobuses en dirección al famoso castillo.
Si vais pronto podréis evitar las terribles colas, ya que si se os ocurre ir en fin de semana o sobre las 13:00 preparados para hacer una hora de cola.
La entrada cuesta 25 RON y si pagas 5 más te dejarán ver la sala de torturas. Desde fuera hay un par de fotos bonitas, ya que el castillo esta en alto sobre un pequeño risco, pero una vez dentro..... no hay mucho que ver. En España tenemos cientos de castillos más bonitos que este. Hay un patio interior, una sala de torturas con instrumentos de la inquisición, habitaciones llenas de muebles antiguos y un pequeños pasadizo escondido detrás de una librería.... nada del otro mundo. Esta claro que si estás en Bucarest y tienes tiempo, vale la pena ir por ver la zona, pero si vas muy apurado de tiempo, no es un destino imprescindible.
Lo mejor del viaje a Bran viene cuando se sale del castillo, ya que fuera esta lleno de puestos de comida, donde podréis degustar desde el placinte ( pasteles de hojaldre rellenos de fruta, requesón y carne) o el mici ( rollos de carne picada de cerdo con especias y aderezado con mostaza casera), sin olvidar los puestos de queso donde si os gustan podréis comprar un par y saciar vuestro apetito hasta la llegada de la comida. Si por el contrario os gusta más lo dulce, hay un aperitivo especialmente sabroso llamado trdelnik ( que se puede comer con solo, con nueces, coco o chocolate).
Ahora tocaba ir a comer a Brasov, la distancia entre Bran y Brasov es de 30 kilómetros que los hicimos en poco mas de 50 minutos. Este pueblo es muy turístico, pero también muy bonito. Ya que es un sitio lleno de visitantes aparcar no es fácil, si veis que no encontráis aparcamiento podéis subir hacia la zona alta donde se coge el telecabina, porque allí habían muchos huecos y eran gratuitos.
Desde esa zona se puede apreciar perfectamente el casco antiguo de la ciudad, un ejemplo perfecto de pueblo medieval. Antes de visitar nada fuimos directamente a comer en el restaurante Bistro de L'Arte ( explicado en el apartado de restaurantes más arriba ), donde nos sirvieron una suculenta comida de estilo francés. Visitar el pueblo es muy rápido ya que no hay mucho que ver, a cinco minutos del restaurante nos encontramos con la Piata Sfatului, bonito lugar para pasear o si nos hemos quedado con hambre degustar un postre típico de Transilvania. Justo al lado nos encontramos la Iglesia Negra, que como su nombre indica esta oscurecida por el tipo de piedra con la que se construyo. Nosotros no pudimos entrar ya que se encontraba cerrada, pero por fuera se puede apreciar su grandeza. Es la mayor iglesia gótica que hay entre Viena y Estambul. Hay alguna cosa más para ver, pero en principio tampoco vale la pena estar mucho más tiempo, sobre todo si se va de paso. No obstante también se recomienda subir en el telecabina para visitar la colina Warthe, dependerá del tiempo del que dispongáis.
La distancia entre Bucarest y Bran es de solo 180 km, pero debido al estado de las carreteras y el tráfico se tardará unas 3 horas y media en poder llegar a vuestro destino. Al principio del trayecto iréis pasando por decenas de pueblos que tendréis que cruzar con la consiguiente reducción de velocidad y por lo tanto de pérdida de tiempo, una vez que os acerquéis a los Cárpatos la estampa cambiará, ya no habrá tantos pueblos y la planicie infinita de Bucarest, cambiará por unas pequeñas colinas llenas de verde.
Que nadie se haga la idea de que va a visitar el castillo de Drácula de las películas, un lugar sombrío rodeados de grandes montañas con sus escarpadas cimas, nada más lejos de la realidad. La zona que veréis de los Cárpatos no es más que una sucesión de pequeñas colinas, llenas de césped, con pequeños y acogedores pueblos.
Cuando entréis a Bran os daréis cuenta que es el lugar más turístico de Rumanía. Cientos de coches aparcados en lugares habilitados a tal fin. Decenas de turistas saliendo de los autobuses en dirección al famoso castillo.
Si vais pronto podréis evitar las terribles colas, ya que si se os ocurre ir en fin de semana o sobre las 13:00 preparados para hacer una hora de cola.
La entrada cuesta 25 RON y si pagas 5 más te dejarán ver la sala de torturas. Desde fuera hay un par de fotos bonitas, ya que el castillo esta en alto sobre un pequeño risco, pero una vez dentro..... no hay mucho que ver. En España tenemos cientos de castillos más bonitos que este. Hay un patio interior, una sala de torturas con instrumentos de la inquisición, habitaciones llenas de muebles antiguos y un pequeños pasadizo escondido detrás de una librería.... nada del otro mundo. Esta claro que si estás en Bucarest y tienes tiempo, vale la pena ir por ver la zona, pero si vas muy apurado de tiempo, no es un destino imprescindible.
Lo mejor del viaje a Bran viene cuando se sale del castillo, ya que fuera esta lleno de puestos de comida, donde podréis degustar desde el placinte ( pasteles de hojaldre rellenos de fruta, requesón y carne) o el mici ( rollos de carne picada de cerdo con especias y aderezado con mostaza casera), sin olvidar los puestos de queso donde si os gustan podréis comprar un par y saciar vuestro apetito hasta la llegada de la comida. Si por el contrario os gusta más lo dulce, hay un aperitivo especialmente sabroso llamado trdelnik ( que se puede comer con solo, con nueces, coco o chocolate).
Ahora tocaba ir a comer a Brasov, la distancia entre Bran y Brasov es de 30 kilómetros que los hicimos en poco mas de 50 minutos. Este pueblo es muy turístico, pero también muy bonito. Ya que es un sitio lleno de visitantes aparcar no es fácil, si veis que no encontráis aparcamiento podéis subir hacia la zona alta donde se coge el telecabina, porque allí habían muchos huecos y eran gratuitos.
Desde esa zona se puede apreciar perfectamente el casco antiguo de la ciudad, un ejemplo perfecto de pueblo medieval. Antes de visitar nada fuimos directamente a comer en el restaurante Bistro de L'Arte ( explicado en el apartado de restaurantes más arriba ), donde nos sirvieron una suculenta comida de estilo francés. Visitar el pueblo es muy rápido ya que no hay mucho que ver, a cinco minutos del restaurante nos encontramos con la Piata Sfatului, bonito lugar para pasear o si nos hemos quedado con hambre degustar un postre típico de Transilvania. Justo al lado nos encontramos la Iglesia Negra, que como su nombre indica esta oscurecida por el tipo de piedra con la que se construyo. Nosotros no pudimos entrar ya que se encontraba cerrada, pero por fuera se puede apreciar su grandeza. Es la mayor iglesia gótica que hay entre Viena y Estambul. Hay alguna cosa más para ver, pero en principio tampoco vale la pena estar mucho más tiempo, sobre todo si se va de paso. No obstante también se recomienda subir en el telecabina para visitar la colina Warthe, dependerá del tiempo del que dispongáis.
La idea inicial cuando empezamos a preparar el viaje era ir a dormir a Sofía, pero nos dimos cuenta de que estaba muy lejos y se nos haría muy tarde, sin contar ya la paliza que supondría de coche, por lo que decidimos dividir el viaje en dos etapas. Esta noche haríamos la mitad del trayecto, cruzando la frontera entre Rumanía y Bulgaría, por lo que pasaríamos la noche en el pueblo de Ruse. La distancia entre Brasov y Ruse es de 269 km y tardamos cerca de 5 horas. Habíamos calculado menos tiempo, pero la carretera que circunvala Bucarest es una carretera de un solo carril como si de una comarcal española se tratase, por lo que estaba llena de camiones que nos hicieron el trayecto mucho más lento.
Decidimos cruzar la frontera por este punto porque hay un puente para cruzar el Danubio y esta abierto 24 horas al día. Muchos otros puntos de cruce es mediante ferry, solo abren ciertas horas al día y tienen preferencia los camiones, por lo que no quisimos arriesgar y nos fuimos por donde todas las webs nos recomendaban.
Cruzar la frontera es fácil, presentando el pasaporte o DNI y la documentación del coche no nos pusieron mayor problema. En la parte rumana tuvimos que pagar el peaje del puente y allí ni siquiera nos solicitaron documentación.
Como no teníamos ninguna intención de visitar Ruse sino que simplemente buscamos un sitio para dormir a mitad camino entre Brasos y Sofia no llegamos a entrar al pueblo, sino que nos quedamos a dormir en el típico hotel de carretera. En este caso era el Family Hotel Familya, como ya explique en el apartado de hoteles, si es como nosotros para pasar unas horas vale la pena, pero si queréis pasar más tiempo por Ruse, elegid otra opción, más cercana y mejor. Cuando llegamos no había nada abierto en el hotel, por lo que con un poco de pan que llevábamos en la mochila y el queso que habíamos comprado en Bran hicimos una improvisada cena antes de irnos a dormir sobre las 22:00
Decidimos cruzar la frontera por este punto porque hay un puente para cruzar el Danubio y esta abierto 24 horas al día. Muchos otros puntos de cruce es mediante ferry, solo abren ciertas horas al día y tienen preferencia los camiones, por lo que no quisimos arriesgar y nos fuimos por donde todas las webs nos recomendaban.
Cruzar la frontera es fácil, presentando el pasaporte o DNI y la documentación del coche no nos pusieron mayor problema. En la parte rumana tuvimos que pagar el peaje del puente y allí ni siquiera nos solicitaron documentación.
Como no teníamos ninguna intención de visitar Ruse sino que simplemente buscamos un sitio para dormir a mitad camino entre Brasos y Sofia no llegamos a entrar al pueblo, sino que nos quedamos a dormir en el típico hotel de carretera. En este caso era el Family Hotel Familya, como ya explique en el apartado de hoteles, si es como nosotros para pasar unas horas vale la pena, pero si queréis pasar más tiempo por Ruse, elegid otra opción, más cercana y mejor. Cuando llegamos no había nada abierto en el hotel, por lo que con un poco de pan que llevábamos en la mochila y el queso que habíamos comprado en Bran hicimos una improvisada cena antes de irnos a dormir sobre las 22:00
Día 4
Sofía
Hoy vamos a destinar todo el día a la visita de la capital de Bulgaría, Sofía. Nos despertamos en Ruse sobre las 06:00 de la mañana, como no teníamos nada para desayunar hicimos el check out y pusimos rumbo a nuestra siguiente ciudad. La distancia entre Ruse y Sofía es de unos 310 km que tardamos en hacer unas 4 horas y media. Las carreteras en Bulgaria a diferencia de Rumanía son buenas, y no solo eso sino que hay un par de autovías recién inaguradas. Desde Ruse hasta Pleven fueron carreteras en buen estado pero de un solo carril, pero desde Pleven hasta Sofía pudimos coger una autovía en perfecto estado que nos hizo el trayecto mucho más rápido y cómodo.
Sofía es una ciudad muy cómoda para pasear y no parecía peligrosa, pero como llevábamos un coche con matrícula de Rumanía preferimos dejar el coche en un aparcamiento vigilado. Nuestro hotel, aunque céntrico y barato no tenía ese servicio por lo que encontramos por internet un aparcamiento subterráneo, vigilado y 24 horas abierto. Para todo aquel que le interese esta en el Blv Todor Aleksandrov 13, justo delante de la estatua famosa que tiene alas. Nosotros dijimos que íbamos a pasar todo el día y nos cobraron unos 15 euros, te dan un recibo y cuando vuelvas a recogerlo se lo enseñas al vigilante y te deja salir.
Una vez que tuvimos el coche a buen recaudo nos dirigimos al hotel a dejar las maletas, este se encontraba en el mismo centro, Rila Hotel. Como llegamos demasiado pronto no tenían las habitaciones preparadas por lo que decidimos dejar las maletas en recepción y empezar nuestra visitar turística.
Lo primero que podemos apreciar en la ciudad es que ya nos estamos alejando de las grandes y turísticas capitales europeas. Aquí no hay aglomeraciones de turistas, ni colas enormes para entrar a los lugares señalados en las guías. Aquí podréis deambular por la ciudad sintiendo ya un poco que estáis en una de los países fronterizos de Europa. La ciudad como tal no es muy grande, por lo que no recomiendo más de un día en ella.
Ya que el hotel estaba al lado fuimos primero a visitar la Plaza de Sveta Nedelya con su catedral ortodoxa que da nombre a la plaza. En este pequeño y tranquila plaza encontramos a una mujer con unos ramilletes en la mano. Nos empezó a hablar en búlgaro y supusimos que quería que le comprásemos algún ramillete. Por lo que se ve se compran fuera de la catedral las flores y se ofrecen por alguien difunto dentro. Nosotros nos acercamos a la mujer y le compramos unas flores, ella muy contenta empezó a hablar con nosotros sonriendo como si la entendieses, pero realmente no entendimos ni una sola palabra. Después de una foto con la mujer decidimos seguir nuestro viaje.
Una de las imagines con mayor contraste de la ciudad se puede ver desde esta plaza, ya que unos metros más abajo en otra pequeña plaza se encuentra la mezquita de la ciudad. Por lo que en una misma foto podemos tener una catedral ortodoxa junto a una mezquita viviendo en total normalidad. Esto son algunos de los contrastes que podemos encontrar en esta parte de Europa.
Avanzamos calle abajo para ver de cerca la Mezquita de Banya Bashi que se encuentra justo en enfrente de los baños minerales de la ciudad. Dicha mezquita estaba en reformas, por lo que no pudimos entrar y nos limitamos a hacer una foto.
Si nos ponemos de espaldas a la mezquita y a los baños y seguimos rectos hacia la calle Ekzarh Yosif podremos ver otro templo religioso de la tercera religión más extendida, el judaísmo. La Sinagoga de Sofia, como todas en Europa, tiene un horario muy reducido de visitas, por lo que nos fue imposible también entrar dentro. El barrio que la rodea no tiene nada de especial, por lo que si no podéis entrar después de una bonita foto deberemos dirigirnos nuevamente a la plaza de la mezquita.
Desde aquí volvemos nuevamente a la plaza Sveta Nedelya, ya que nuestra siguiente parada será la plaza Nezavisimost. Para llegar a ella bastará con que nos pongamos en la parte de atrás de la Catedral de Sveta Nedelya y crucemos la plaza.
El día que nosotros visitamos la ciudad era el día de la independencia de Bulgaria, por lo que pudimos asistir a una marcha militar y un homenaje a los caídos de las últimas guerras. Como antiguo país soviético estos actos se los conocen muy bien y fue muy curioso de ver, sobre todo por un coro de mujeres que cantaban una canción que parecía un himno, quizás fuese el himno de Bulgaria.
En esta plaza se puede ver también un edificio que perteneció al Partido Comunista Bulgaro y que ahora alberga el Banco Nacional Bulgaro.
Sofía es una ciudad muy cómoda para pasear y no parecía peligrosa, pero como llevábamos un coche con matrícula de Rumanía preferimos dejar el coche en un aparcamiento vigilado. Nuestro hotel, aunque céntrico y barato no tenía ese servicio por lo que encontramos por internet un aparcamiento subterráneo, vigilado y 24 horas abierto. Para todo aquel que le interese esta en el Blv Todor Aleksandrov 13, justo delante de la estatua famosa que tiene alas. Nosotros dijimos que íbamos a pasar todo el día y nos cobraron unos 15 euros, te dan un recibo y cuando vuelvas a recogerlo se lo enseñas al vigilante y te deja salir.
Una vez que tuvimos el coche a buen recaudo nos dirigimos al hotel a dejar las maletas, este se encontraba en el mismo centro, Rila Hotel. Como llegamos demasiado pronto no tenían las habitaciones preparadas por lo que decidimos dejar las maletas en recepción y empezar nuestra visitar turística.
Lo primero que podemos apreciar en la ciudad es que ya nos estamos alejando de las grandes y turísticas capitales europeas. Aquí no hay aglomeraciones de turistas, ni colas enormes para entrar a los lugares señalados en las guías. Aquí podréis deambular por la ciudad sintiendo ya un poco que estáis en una de los países fronterizos de Europa. La ciudad como tal no es muy grande, por lo que no recomiendo más de un día en ella.
Ya que el hotel estaba al lado fuimos primero a visitar la Plaza de Sveta Nedelya con su catedral ortodoxa que da nombre a la plaza. En este pequeño y tranquila plaza encontramos a una mujer con unos ramilletes en la mano. Nos empezó a hablar en búlgaro y supusimos que quería que le comprásemos algún ramillete. Por lo que se ve se compran fuera de la catedral las flores y se ofrecen por alguien difunto dentro. Nosotros nos acercamos a la mujer y le compramos unas flores, ella muy contenta empezó a hablar con nosotros sonriendo como si la entendieses, pero realmente no entendimos ni una sola palabra. Después de una foto con la mujer decidimos seguir nuestro viaje.
Una de las imagines con mayor contraste de la ciudad se puede ver desde esta plaza, ya que unos metros más abajo en otra pequeña plaza se encuentra la mezquita de la ciudad. Por lo que en una misma foto podemos tener una catedral ortodoxa junto a una mezquita viviendo en total normalidad. Esto son algunos de los contrastes que podemos encontrar en esta parte de Europa.
Avanzamos calle abajo para ver de cerca la Mezquita de Banya Bashi que se encuentra justo en enfrente de los baños minerales de la ciudad. Dicha mezquita estaba en reformas, por lo que no pudimos entrar y nos limitamos a hacer una foto.
Si nos ponemos de espaldas a la mezquita y a los baños y seguimos rectos hacia la calle Ekzarh Yosif podremos ver otro templo religioso de la tercera religión más extendida, el judaísmo. La Sinagoga de Sofia, como todas en Europa, tiene un horario muy reducido de visitas, por lo que nos fue imposible también entrar dentro. El barrio que la rodea no tiene nada de especial, por lo que si no podéis entrar después de una bonita foto deberemos dirigirnos nuevamente a la plaza de la mezquita.
Desde aquí volvemos nuevamente a la plaza Sveta Nedelya, ya que nuestra siguiente parada será la plaza Nezavisimost. Para llegar a ella bastará con que nos pongamos en la parte de atrás de la Catedral de Sveta Nedelya y crucemos la plaza.
El día que nosotros visitamos la ciudad era el día de la independencia de Bulgaria, por lo que pudimos asistir a una marcha militar y un homenaje a los caídos de las últimas guerras. Como antiguo país soviético estos actos se los conocen muy bien y fue muy curioso de ver, sobre todo por un coro de mujeres que cantaban una canción que parecía un himno, quizás fuese el himno de Bulgaria.
En esta plaza se puede ver también un edificio que perteneció al Partido Comunista Bulgaro y que ahora alberga el Banco Nacional Bulgaro.
Ahora desde la plaza deberéis de coger la calle principal Tsar Osvoboditel y dirigiros a la impresionante Catedral Aleksander Nevski. En la misma calle que estáis os encontrareis la pequeña Iglesia rusa Sveti Nikolai. Llena de pinturas en tus paredes, es un bonito lugar para apreciar la belleza de las pequeñas iglesias ortodoxas.
Siguiendo nuestro camino llegaremos a la imponente Catedral Aleksander Nevski. Esta gran catedral ortodoxa sorprenderá no solo por la magnitud de la misma sino por la belleza de sus frescos. Esta catedral esta construida en honor a los 200.000 soldados rusos que fallecieron en la guerra de la independencia entre Bulgaria y Turquía.
Mirando de frente a la entrada principal si miramos a nuestra izquierda veremos un pequeño edificio, que es una pequeña iglesia, la Sveta Sofia. Es la iglesia más antigua de la ciudad y el nombre de la capital de Bulgaria viene por este centro religioso. Cuando nosotros entramos estaban realizando una misa, la cual tenía un coro en directo que con la acústica de la iglesia hizo que se nos pusieran los pelos como escarpias.
Después de este paseo entre las iglesias de Sofia vamos a la calle principal que se llama Vitosha. Para llegar aquí deberemos volver a la plaza Sveta Nedelya y veremos una calle principal peatonal que acaba en un parque.
Llegados esta hora decidimos comer y buscamos un restaurante que nos recomendaban llamado Hadjidraganov's Cellar ubicado en la calle Hristo Belchev 18, que es paralela a la calle Vithosa. La comida esta buena y variada, para más indicaciones mirar el apartado de restaurantes.
Con el estomago lleno decidimos ir a ver la última parte de la ciudad que nos quedaba y era la plaza Bulgaria. Esta se encuentra al final de la calle Vitosha y lo único que hay que ver es un edificio de la época soviética, el Palacio de Congresos Socialista. Es un edificio de la época soviética que se usaba para dar fiestas y congresos para los comisarios del partido. Hoy en día esta un poco destartalado y lo usan para algunas conferencias. No esta de más verlo, aunque no tiene mayor interés.
Después de esto empezó a caer una tromba terrible de agua, por lo que nos dirigimos a una terraza cubierta en la calle Vitosha y nos tomamos unas buenas cervezas acompañadas de nachos. No hay mucho más para visitar por la ciudad, apenas algún que otro edificio de la época comunista y algún barrio curioso, pero nosotros ya teníamos suficiente por un día.
Estábamos cansados y al día siguiente nos esperaba un día duro, por lo que cenamos en la misma calle en un italiano tan malo que no recuerdo ni el nombre y nos fuimos al hotel a descansar.
Siguiendo nuestro camino llegaremos a la imponente Catedral Aleksander Nevski. Esta gran catedral ortodoxa sorprenderá no solo por la magnitud de la misma sino por la belleza de sus frescos. Esta catedral esta construida en honor a los 200.000 soldados rusos que fallecieron en la guerra de la independencia entre Bulgaria y Turquía.
Mirando de frente a la entrada principal si miramos a nuestra izquierda veremos un pequeño edificio, que es una pequeña iglesia, la Sveta Sofia. Es la iglesia más antigua de la ciudad y el nombre de la capital de Bulgaria viene por este centro religioso. Cuando nosotros entramos estaban realizando una misa, la cual tenía un coro en directo que con la acústica de la iglesia hizo que se nos pusieran los pelos como escarpias.
Después de este paseo entre las iglesias de Sofia vamos a la calle principal que se llama Vitosha. Para llegar aquí deberemos volver a la plaza Sveta Nedelya y veremos una calle principal peatonal que acaba en un parque.
Llegados esta hora decidimos comer y buscamos un restaurante que nos recomendaban llamado Hadjidraganov's Cellar ubicado en la calle Hristo Belchev 18, que es paralela a la calle Vithosa. La comida esta buena y variada, para más indicaciones mirar el apartado de restaurantes.
Con el estomago lleno decidimos ir a ver la última parte de la ciudad que nos quedaba y era la plaza Bulgaria. Esta se encuentra al final de la calle Vitosha y lo único que hay que ver es un edificio de la época soviética, el Palacio de Congresos Socialista. Es un edificio de la época soviética que se usaba para dar fiestas y congresos para los comisarios del partido. Hoy en día esta un poco destartalado y lo usan para algunas conferencias. No esta de más verlo, aunque no tiene mayor interés.
Después de esto empezó a caer una tromba terrible de agua, por lo que nos dirigimos a una terraza cubierta en la calle Vitosha y nos tomamos unas buenas cervezas acompañadas de nachos. No hay mucho más para visitar por la ciudad, apenas algún que otro edificio de la época comunista y algún barrio curioso, pero nosotros ya teníamos suficiente por un día.
Estábamos cansados y al día siguiente nos esperaba un día duro, por lo que cenamos en la misma calle en un italiano tan malo que no recuerdo ni el nombre y nos fuimos al hotel a descansar.
Día 5
Sofía - Monasterio de Rila - Plovdiv
Hoy nos levantamos sobre las 07:00 de la mañana ya que nuestro destino era Plovdiv pero antes ibamos a ir al complejo monástico de Rila. Una vez realizado el check out nos dirigimos en dirección al parking donde habíamos dejado el coche el día anterior, de camino compramos el desayuno para poder comernoslo en el coche de camino a Rila. La distancia desde Sofia al monasterio es de unos 112 km, que teniendo en cuenta que teníamos que salir de Sofia y que las carreteras del monasterio son de montaña y no podíamos correr mucho, tardamos aproximadamente 2 horas en realizar el trayecto.
Salir de Sofia no es muy caótico tratándose de la capital del país, pero tampoco es como si condujésemos por Austria o Alemania, ya que en las escasas horas que estuvimos conduciendo por la ciudad vimos dos accidentes, aunque tampoco de gravedad.
Para ir a Rila hay que coger la autovía que va hacia el sur, por lo que parte del trayecto se hace cómodamente, hasta que se llega a la salida de Rila donde empezamos a conducir por carreteras secundarias cruzando pequeños reductos poblacionales que no se podrían catalogar ni de pueblos.
El recorrido es bonito ya que conducimos de cara hacia los montes de los Balcanes, rodeados de campos de cultivo y la más absoluta tranquilidad. La carretera va poco a poco cogiendo altura, y vamos adentrandonos más en los montes donde se ubica el monasterio.
Una vez llegamos a Rila, no es más que cuatro casas, debemos seguir la carretera saliendo del pueblo en dirección a las montañas. No hay perdida posible en este tramo ya que solo hay una carretera, pero anteriormente hemos realizado muchas bifurcaciones, por lo que sin gps será un poco complejo llegar hasta aquí.
La carretera empieza a ser sinuosa y notamos como la temperatura va descendiendo rápidamente, ya que aunque no subiremos a tanta altura la montaña más alta de los alrededores es el Monte Musala con 2.925 m de altura.
Después de seguir la carretera durante más de veinte minutos llegamos a una planicie ancha y ya vemos la puerta del monasterio. Es una zona de aparcamiento amplia, donde se nota que esta preparada también para la visita de autobuses, ya que es una visita típica que se hace de un día desde Sofia. Cuando nosotros estuvimos apenas habías turistas, no solo por ser Octubre, sino también porque el tiempo estaba muy cerrado. Justo en el parking hay una caseta de madera donde hay un vigilante que nos cobrará por dejar el coche aparcado.
Lo primero que vemos desde el parking es la puerta de un monasterio, que tampoco impresiona mucho. Después de la foto de rigor cruzamos el arco de entrada y es entonces cuando el corazón se nos para y la boca se queda abierta. Nos encontramos de frente con un patio inmenso, lleno de arcos bajos de color blanco y oscuro, que contrasta más si cabe con el día oscuro que nos hace. Vemos decenas de puertas que imaginamos que darán a habitaciones y salas, monjes pasar por los estrechos pasillos y en medio del patio una bonita y decorada iglesia ortodoxa.
Una de las cosas que transmite este lugar es tranquilidad y reposo, uno podría ahora mismo sentarse sobre el suelo, respirar profundamente y dejarse llevar. Olvidarse del estrés, de los cabreos incluso de los problemas cotidianos que a todos nos atacan de vez en cuando. Sin lugar a dudas es un lugar de paz. Si levantamos la vista desde el patio lo que vemos son montañas altas, con sus cimas nevadas, eso sí la temperatura ha bajado hasta unos fríos 7 grados, mientras que ayer en Sofia íbamos casi en manga corta.
Empezamos a tomar fotos desde todos los ángulos dando vueltas al patio alrededor de la iglesia, intentado captar lo que estamos viendo y sintiendo, pero eso es dificil y más para gente inexperta en el arte de captar sensaciones con una cámara de fotos. Después de deambular por el patio aún asombrados por la belleza del complejo, entramos a la pequeña iglesia que ocupa el lugar central del patio. Como la mayoría de iglesias ortodoxas sus paredes están decoradas con pinturas lo que le da una calidez que no tienen las cristianas, si a seo le añadimos decenas de velas sobre enormes candelabros y que fuera de la iglesia el día cada vez está más encapotado, nos podemos hacer una idea del ambiente que se respira en el lugar. No puedo dejar de imaginar todos los libros que he leído sobre monasterios y mi mente se deja llevar imaginando que dan las cuatro de la mañana y esta pequeña capilla se llena de monjes reciente levantados, rezando en voz alta o recitando cantos que pondrían la piel de gallina a cualquiera. Para formar parte de lugar encendemos una velas dentro de la capilla para rendir homenaje a familiares ya fallecidos y poder sentirnos parte de ese lugar.
Este complejo da la posibilidad de pasar una noche en una habitación, es una experiencia que no pudimos hacer ya que nuestro viaje no constaba de muchos días, pero tengo que decir que si vais sobrados de tiempo puede ser una aventura inolvidable.
Después de hacer decenas de fotos desde todos los ángulos posibles salimos del recinto por la otra puerta, buscando un puesto de comida que nos habían recomendado para probar comida casera, pero por las fechas en las que nos encontrabamos estaba cerrado, pero aprovechamos en paseo para comprar unas postales a una mujer que las vendía en un pequeño puesto de regalo.
De camino al coche volvimos a cruzar el patio interior y nos asombramos por última vez de este monasterio perdido en la montañas balcánicas.
Salir de Sofia no es muy caótico tratándose de la capital del país, pero tampoco es como si condujésemos por Austria o Alemania, ya que en las escasas horas que estuvimos conduciendo por la ciudad vimos dos accidentes, aunque tampoco de gravedad.
Para ir a Rila hay que coger la autovía que va hacia el sur, por lo que parte del trayecto se hace cómodamente, hasta que se llega a la salida de Rila donde empezamos a conducir por carreteras secundarias cruzando pequeños reductos poblacionales que no se podrían catalogar ni de pueblos.
El recorrido es bonito ya que conducimos de cara hacia los montes de los Balcanes, rodeados de campos de cultivo y la más absoluta tranquilidad. La carretera va poco a poco cogiendo altura, y vamos adentrandonos más en los montes donde se ubica el monasterio.
Una vez llegamos a Rila, no es más que cuatro casas, debemos seguir la carretera saliendo del pueblo en dirección a las montañas. No hay perdida posible en este tramo ya que solo hay una carretera, pero anteriormente hemos realizado muchas bifurcaciones, por lo que sin gps será un poco complejo llegar hasta aquí.
La carretera empieza a ser sinuosa y notamos como la temperatura va descendiendo rápidamente, ya que aunque no subiremos a tanta altura la montaña más alta de los alrededores es el Monte Musala con 2.925 m de altura.
Después de seguir la carretera durante más de veinte minutos llegamos a una planicie ancha y ya vemos la puerta del monasterio. Es una zona de aparcamiento amplia, donde se nota que esta preparada también para la visita de autobuses, ya que es una visita típica que se hace de un día desde Sofia. Cuando nosotros estuvimos apenas habías turistas, no solo por ser Octubre, sino también porque el tiempo estaba muy cerrado. Justo en el parking hay una caseta de madera donde hay un vigilante que nos cobrará por dejar el coche aparcado.
Lo primero que vemos desde el parking es la puerta de un monasterio, que tampoco impresiona mucho. Después de la foto de rigor cruzamos el arco de entrada y es entonces cuando el corazón se nos para y la boca se queda abierta. Nos encontramos de frente con un patio inmenso, lleno de arcos bajos de color blanco y oscuro, que contrasta más si cabe con el día oscuro que nos hace. Vemos decenas de puertas que imaginamos que darán a habitaciones y salas, monjes pasar por los estrechos pasillos y en medio del patio una bonita y decorada iglesia ortodoxa.
Una de las cosas que transmite este lugar es tranquilidad y reposo, uno podría ahora mismo sentarse sobre el suelo, respirar profundamente y dejarse llevar. Olvidarse del estrés, de los cabreos incluso de los problemas cotidianos que a todos nos atacan de vez en cuando. Sin lugar a dudas es un lugar de paz. Si levantamos la vista desde el patio lo que vemos son montañas altas, con sus cimas nevadas, eso sí la temperatura ha bajado hasta unos fríos 7 grados, mientras que ayer en Sofia íbamos casi en manga corta.
Empezamos a tomar fotos desde todos los ángulos dando vueltas al patio alrededor de la iglesia, intentado captar lo que estamos viendo y sintiendo, pero eso es dificil y más para gente inexperta en el arte de captar sensaciones con una cámara de fotos. Después de deambular por el patio aún asombrados por la belleza del complejo, entramos a la pequeña iglesia que ocupa el lugar central del patio. Como la mayoría de iglesias ortodoxas sus paredes están decoradas con pinturas lo que le da una calidez que no tienen las cristianas, si a seo le añadimos decenas de velas sobre enormes candelabros y que fuera de la iglesia el día cada vez está más encapotado, nos podemos hacer una idea del ambiente que se respira en el lugar. No puedo dejar de imaginar todos los libros que he leído sobre monasterios y mi mente se deja llevar imaginando que dan las cuatro de la mañana y esta pequeña capilla se llena de monjes reciente levantados, rezando en voz alta o recitando cantos que pondrían la piel de gallina a cualquiera. Para formar parte de lugar encendemos una velas dentro de la capilla para rendir homenaje a familiares ya fallecidos y poder sentirnos parte de ese lugar.
Este complejo da la posibilidad de pasar una noche en una habitación, es una experiencia que no pudimos hacer ya que nuestro viaje no constaba de muchos días, pero tengo que decir que si vais sobrados de tiempo puede ser una aventura inolvidable.
Después de hacer decenas de fotos desde todos los ángulos posibles salimos del recinto por la otra puerta, buscando un puesto de comida que nos habían recomendado para probar comida casera, pero por las fechas en las que nos encontrabamos estaba cerrado, pero aprovechamos en paseo para comprar unas postales a una mujer que las vendía en un pequeño puesto de regalo.
De camino al coche volvimos a cruzar el patio interior y nos asombramos por última vez de este monasterio perdido en la montañas balcánicas.
Emprendemos nuevamente la marcha con destino a Plovdiv, no sin antes hacer una parada en el pueblo de Rila para llenar el coche de comida. La distancia entre el monasterio y Plovdiv es de unos 209 km los que tardaremos 3 horas y media en recorrer. Un tramo del camino se hará por carreteras secundarias mientras que la segunda parte del mismo podremos usar una de las nuevas autovías que tiene el país.
Cuando llegamos a la ciudad ya teníamos pensado donde dejar el coche, ya que como hemos comentado en un par de ocasiones llevamos matrícula de Rumanía, por lo que buscamos aparcamientos vigilados. En esta ocasión con más razón ya que el día que pasamos en Turquía también tendremos que dejar el coche en el aparcamiento.
Después de buscar por internet muchas zonas para aparcar nos informan que el mejor y más céntrico es el de la calle Tsar Boris III Obedinitel 125, frente al Hotel Trimontium Princess de Plovdiv. Este hotel también es Casino, por lo que tiene un aparcamiento vigilado y muy amplio. Al entrar decimos que queremos dejarlo un par de días y nos dan un sitio muy visible en la misma fachada del hotel por lo que esta muy vigilado.
Nuestro hotel en la ciudad es Hotel Allur que esta en la misma calle del aparcamiento a solo cinco minutos andando. Ya esta explicado en la sección de hoteles, pero bueno es sencillo para pasar unas horas en él.
Lo que hicimos una vez realizado el check in es irnos a comer. Todas las guías recomendaban ir a comer al XIX Vek y la verdad es que fue un acierto. Nos pedimos unos platos variados para poder probar diferentes cosas y hay que reconocer que todos estaban realmente buenos. Uno de ellos era carne a la brasa que la hicieron muy bien, por lo que pudimos degustar comida típica de la zona. Los postres estaban muy bien y en ellos se notaba la influencia turca, ya que estamos en la zona que es frontera con el país vecino.
Después de comer fuimos directamente a la estación de autobuses del sur de la ciudad que se llama Yug. Desde el restaurante hay unos quince minutos andando por lo que nos viene bien para bajar la comida. En la estación hay muchos carteles que anuncian billetes para ir a Estambul pero nosotros habíamos leído en internet que la compañia Metro Turizm también pasa por Edirne. Hay una caseta de la compañía donde podrán informaros de los billetes para el día siguiente y podréis comprar los billetes. El precio para ir a Edirne es un poco más barato que a Estambul y hay que reconocer que el autobús es impresionante.
Debido ya las horas que eran no pudimos visitar mucho la ciudad, fuimos al centro para hacer un par de fotos a la Mezquita de Dzhumaya y el estadio romano, que se encuentran uno enfrente del otro. Dimos un par de vueltas por las calles del casco antiguo y tomamos una cerveza en el Naylona, es un curioso pub que tiene el techo con un agujero por lo que si llueve o hace frío suponemos que la gente no se lo pasará muy bien, pero como era otoño se podía estar cómodamente en el local.
Hay más cosas para visitar en la ciudad, como un anfiteatro romano, unas ruinas y algunas iglesias ortodoxas, pero no puedo hacer un análisis más amplio ya que no tuvimos tiempo de más. Para terminar la noche nos fuimos a un bar que estaba por la zona del hotel, por la calle Maria Luiza, y después de una copa nos fuimos al hotel a descansar.
Cuando llegamos a la ciudad ya teníamos pensado donde dejar el coche, ya que como hemos comentado en un par de ocasiones llevamos matrícula de Rumanía, por lo que buscamos aparcamientos vigilados. En esta ocasión con más razón ya que el día que pasamos en Turquía también tendremos que dejar el coche en el aparcamiento.
Después de buscar por internet muchas zonas para aparcar nos informan que el mejor y más céntrico es el de la calle Tsar Boris III Obedinitel 125, frente al Hotel Trimontium Princess de Plovdiv. Este hotel también es Casino, por lo que tiene un aparcamiento vigilado y muy amplio. Al entrar decimos que queremos dejarlo un par de días y nos dan un sitio muy visible en la misma fachada del hotel por lo que esta muy vigilado.
Nuestro hotel en la ciudad es Hotel Allur que esta en la misma calle del aparcamiento a solo cinco minutos andando. Ya esta explicado en la sección de hoteles, pero bueno es sencillo para pasar unas horas en él.
Lo que hicimos una vez realizado el check in es irnos a comer. Todas las guías recomendaban ir a comer al XIX Vek y la verdad es que fue un acierto. Nos pedimos unos platos variados para poder probar diferentes cosas y hay que reconocer que todos estaban realmente buenos. Uno de ellos era carne a la brasa que la hicieron muy bien, por lo que pudimos degustar comida típica de la zona. Los postres estaban muy bien y en ellos se notaba la influencia turca, ya que estamos en la zona que es frontera con el país vecino.
Después de comer fuimos directamente a la estación de autobuses del sur de la ciudad que se llama Yug. Desde el restaurante hay unos quince minutos andando por lo que nos viene bien para bajar la comida. En la estación hay muchos carteles que anuncian billetes para ir a Estambul pero nosotros habíamos leído en internet que la compañia Metro Turizm también pasa por Edirne. Hay una caseta de la compañía donde podrán informaros de los billetes para el día siguiente y podréis comprar los billetes. El precio para ir a Edirne es un poco más barato que a Estambul y hay que reconocer que el autobús es impresionante.
Debido ya las horas que eran no pudimos visitar mucho la ciudad, fuimos al centro para hacer un par de fotos a la Mezquita de Dzhumaya y el estadio romano, que se encuentran uno enfrente del otro. Dimos un par de vueltas por las calles del casco antiguo y tomamos una cerveza en el Naylona, es un curioso pub que tiene el techo con un agujero por lo que si llueve o hace frío suponemos que la gente no se lo pasará muy bien, pero como era otoño se podía estar cómodamente en el local.
Hay más cosas para visitar en la ciudad, como un anfiteatro romano, unas ruinas y algunas iglesias ortodoxas, pero no puedo hacer un análisis más amplio ya que no tuvimos tiempo de más. Para terminar la noche nos fuimos a un bar que estaba por la zona del hotel, por la calle Maria Luiza, y después de una copa nos fuimos al hotel a descansar.
Día 6
Edirne
El autobús hacia Edirne salía sobre las 09:00 de la mañana por lo que nos levantamos pronto para poder hacer el check out, llevar las mochilas grandes al maletero del coche y desayunar algo antes de ir a la parada.
Después de tomar algo en una cafetería en la misma calle del hotel, llegamos nuevamente a la parada y esperamos ansiosos que llegase nuestro autobús. Ya había cruzado la frontera croata-serbia con un autobús completamente destartalado por lo que pensé que en esta ocasión sería similar, pero sin embargo cual fue mi sorpresa cuando vi aparcar en la plaza destinada a Estambul a un autobús completamente nuevo. Es cierto que el billete eran 30 euros y que el trayecto hasta su destino en Estambul es largo, pero me sorprendió gratamente. Por dentro era el más lujoso autobús que había visto, no solo tenía pantalla para ver películas y para jugar a videojuégos, sino que también tenía wifi. Una vez puesto en marcha nos dieron una botella de agua y unos dulces, para hacernos el camino más agradable.
Habíamos calculado que la duración del trayecto contando la aduana sería de unas 3 horas, pero nos equivocábamos. Debido a la situación geopolítica en la que se encuentra esta zona el tramite de la aduana fue terrible. En esos momentos los países como Syria, Libia e Iran estaban atrayendo a nuevos yihadistas de occidente por lo que el paso natural con Europa era la frontera turca. Por ese motivo estuvimos en la aduana parados 2 horas y media. Nos revisaron todo, nos hicieron bajar las maletas, pasarlas por rayos x, descargar todo el autobús y encima metieron al autobús en una máquina enorme de rayos x. Todo esto junto con que no eramos el único autobús de la aduana hizo que el trámite fuese tremendamente lento.
Lo primero que hice al subir al autobús fue avisar a la azafata que no íbamos a Estambul, sino que queríamos parar lo más cercanos a Edirne, por lo que una vez cruzado la frontera volvía recordárselo y ella me comentó que en unos minutos nos pararían. La azafata hablaba inglés pero no era muy fluido, por lo que no podía entender perfectamente lo que intentaba decirnos. Una vez de nuevo en la autovía llegamos a una gasolinera y nos dijeron que nosotros nos tendríamos que quedar allí y básicamente buscarnos la vida para llegar a la ciudad, y lo más importante es que al día siguiente deberíamos estar exactamente en ese punto a las 09:00 de la mañana para volver a coger el autobús de camino a Bulgaria. Tengo que reconocer que esto es el tipo de cosas que me encanta en los viajes, ya que siempre son experiencias nuevas.
Entramos en la estación de servicio que era grande con restaurante y todo, pero como no era de extrañar nadie hablaba inglés por lo que preguntar como llegar a la ciudad fue una quimera. Como pudimos entender e imaginar fue que nos fuésemos al otro lado de la autovía y parasemos a alguien. Ya que eramos tres chicos y estábamos cerca de la ciudad decidimos que hacer autostop podía ser una buena idea. Cuando empezamos a buscar un papel en nuestras mochilas para poner el nombre de la ciudad paso un taxi, con la suerte que iba vacío. Cuando nos vio llamarle se paro en la cuneta de la autovía y le dijimos como pudimos que íbamos a Edirne y él nos hizo un gesto como que subiésemos, por lo que sin perder más tiempo entramos en el taxi.
No hablaba mucho ingles, pero le explique el hotel que teníamos reservado y le enseñe la guía donde salía el hotel, después de llamar a su central dijo que nos podía hasta la misma puerta. Después de un par de acelerones en medio de la ciudad y un par de volantazos por las calles zig zagueantes llegamos ala misma puerta del hotel.
En esta ocasión nos alojamos en el Trakay City Hotel. Era bonito, acogedor, con wifi y lo más importante céntrico. Estaba a unos minutos andando de la principal atracción de la ciudad la Mezquita Selimiye Camii. Lo primero que se puede apreciar de la ciudad es que es una mezcla entre Europa y Asia. Tiene el bullicio callejero de Asia, nadie esta en sus casas todo el mundo esta andando o tomando te en la puerta de los negocios. No hay tiendas típicas de ropa y electrónica, sino hay tiendas llenas de cosas por todos lados, donde los tenderos toman bebidas con los amigos en la misma puerta, sin preocuparse por las ventas. El olor es diferente se mezclan los olores del tráfico denso y caótico con las especias típicas de la carne. Un bonito contraste llegando nosotros desde Europa. Pero tampoco nos confundamos no es como estar en medio de las calle de Hanoi o Nueva Delhi, hay un cierto orden, un cierto ambiente que nos recuerda continuamente a Europa, es un buen lugar para empezar a experimentar las maravillas del continente asiático y sus calles llenas de contrastes.
Después de todo el viaje en autobús ya teníamos realmente mucha hambre así que nos dirigimos hacía la zona centro de la ciudad donde se encuentra la mezquita más impresionante de la ciudad Selimiye Camii. De camino vimos un puesto de comida, que había decenas de ellos, y nos tomamos una carne de cordero especiada espectacular, acompañada de pan turco y algunos trozos de picante y cebolla. No se si era por el hambre que llevábamos pero el plato nos supo a gloria.
Después de tomar algo en una cafetería en la misma calle del hotel, llegamos nuevamente a la parada y esperamos ansiosos que llegase nuestro autobús. Ya había cruzado la frontera croata-serbia con un autobús completamente destartalado por lo que pensé que en esta ocasión sería similar, pero sin embargo cual fue mi sorpresa cuando vi aparcar en la plaza destinada a Estambul a un autobús completamente nuevo. Es cierto que el billete eran 30 euros y que el trayecto hasta su destino en Estambul es largo, pero me sorprendió gratamente. Por dentro era el más lujoso autobús que había visto, no solo tenía pantalla para ver películas y para jugar a videojuégos, sino que también tenía wifi. Una vez puesto en marcha nos dieron una botella de agua y unos dulces, para hacernos el camino más agradable.
Habíamos calculado que la duración del trayecto contando la aduana sería de unas 3 horas, pero nos equivocábamos. Debido a la situación geopolítica en la que se encuentra esta zona el tramite de la aduana fue terrible. En esos momentos los países como Syria, Libia e Iran estaban atrayendo a nuevos yihadistas de occidente por lo que el paso natural con Europa era la frontera turca. Por ese motivo estuvimos en la aduana parados 2 horas y media. Nos revisaron todo, nos hicieron bajar las maletas, pasarlas por rayos x, descargar todo el autobús y encima metieron al autobús en una máquina enorme de rayos x. Todo esto junto con que no eramos el único autobús de la aduana hizo que el trámite fuese tremendamente lento.
Lo primero que hice al subir al autobús fue avisar a la azafata que no íbamos a Estambul, sino que queríamos parar lo más cercanos a Edirne, por lo que una vez cruzado la frontera volvía recordárselo y ella me comentó que en unos minutos nos pararían. La azafata hablaba inglés pero no era muy fluido, por lo que no podía entender perfectamente lo que intentaba decirnos. Una vez de nuevo en la autovía llegamos a una gasolinera y nos dijeron que nosotros nos tendríamos que quedar allí y básicamente buscarnos la vida para llegar a la ciudad, y lo más importante es que al día siguiente deberíamos estar exactamente en ese punto a las 09:00 de la mañana para volver a coger el autobús de camino a Bulgaria. Tengo que reconocer que esto es el tipo de cosas que me encanta en los viajes, ya que siempre son experiencias nuevas.
Entramos en la estación de servicio que era grande con restaurante y todo, pero como no era de extrañar nadie hablaba inglés por lo que preguntar como llegar a la ciudad fue una quimera. Como pudimos entender e imaginar fue que nos fuésemos al otro lado de la autovía y parasemos a alguien. Ya que eramos tres chicos y estábamos cerca de la ciudad decidimos que hacer autostop podía ser una buena idea. Cuando empezamos a buscar un papel en nuestras mochilas para poner el nombre de la ciudad paso un taxi, con la suerte que iba vacío. Cuando nos vio llamarle se paro en la cuneta de la autovía y le dijimos como pudimos que íbamos a Edirne y él nos hizo un gesto como que subiésemos, por lo que sin perder más tiempo entramos en el taxi.
No hablaba mucho ingles, pero le explique el hotel que teníamos reservado y le enseñe la guía donde salía el hotel, después de llamar a su central dijo que nos podía hasta la misma puerta. Después de un par de acelerones en medio de la ciudad y un par de volantazos por las calles zig zagueantes llegamos ala misma puerta del hotel.
En esta ocasión nos alojamos en el Trakay City Hotel. Era bonito, acogedor, con wifi y lo más importante céntrico. Estaba a unos minutos andando de la principal atracción de la ciudad la Mezquita Selimiye Camii. Lo primero que se puede apreciar de la ciudad es que es una mezcla entre Europa y Asia. Tiene el bullicio callejero de Asia, nadie esta en sus casas todo el mundo esta andando o tomando te en la puerta de los negocios. No hay tiendas típicas de ropa y electrónica, sino hay tiendas llenas de cosas por todos lados, donde los tenderos toman bebidas con los amigos en la misma puerta, sin preocuparse por las ventas. El olor es diferente se mezclan los olores del tráfico denso y caótico con las especias típicas de la carne. Un bonito contraste llegando nosotros desde Europa. Pero tampoco nos confundamos no es como estar en medio de las calle de Hanoi o Nueva Delhi, hay un cierto orden, un cierto ambiente que nos recuerda continuamente a Europa, es un buen lugar para empezar a experimentar las maravillas del continente asiático y sus calles llenas de contrastes.
Después de todo el viaje en autobús ya teníamos realmente mucha hambre así que nos dirigimos hacía la zona centro de la ciudad donde se encuentra la mezquita más impresionante de la ciudad Selimiye Camii. De camino vimos un puesto de comida, que había decenas de ellos, y nos tomamos una carne de cordero especiada espectacular, acompañada de pan turco y algunos trozos de picante y cebolla. No se si era por el hambre que llevábamos pero el plato nos supo a gloria.
Con el estomago lleno nos dirigimos a la mezquita Selimiye Cami. A diferencia de países como India o Marruecos, aquí si podemos visitar las mezquitas por dentro incluso aunque se encuentren rezando dentro. Nos dirigimos a lo que se puede decir que es la marte trasera de la mezquita donde hay un cementerio antiguo, desde aquí hacemos las primeras fotos, que debido al tamaño del monumento hace imposible que podamos sacar todos sus minaretes enteros. Para acceder a ella hay que ir por el lateral situado al oeste, entrar primero al patio donde uno se lava los pies y manos, nosotros no lo hicimos, pero los musulmanes todos dedicaban su tiempo a limpiar su pies y manos para entrar limpios a la mezquita. Una vez en el patio la puerta esta abierta pero cubierta por una lona de cuero para evitar que entre la luz y los ruidos del exterior. Nos descalzamos y nos preparamos para acceder al templo, descorrimos la lona de cuero y entramos a un lugar de paz.
He entrado a diferentes templos, cristianos, hindús, tibetanos, pero era la primera vez que entraba a una mezquita de estas características y la verdad es que es sobrecogedor. Nada más cruzar la puerta vemos que el suelo esta adornado con alfombras, donde se puede apreciar perfectamente los lugares destinados para que cada uno rece. A mitad de la sala esta el lugar donde el Iman reza y en los laterales los lugares destinados al rezo de las mujeres. Pero lo más impresionante es cuando alzas la vista al techo y ves su impresionante cúpula, más ancha incluso que la de Santa Sofia en Estambul, y todo decorado con inscripciones en árabe que hacen referencia al corán. Da una sensación de calidez y tranquilidad que invita a sentarse en la alfombra y disfrutar del momento.
Debido a que en este lugar no encontramos prácticamente ningún turista la sensación fue más impactante, ya que veías como la gente hacía vida dentro de la mezquita. A diferencia de nuestras iglesias donde solo se va a rezar allí la gente iba con sus hijos para charlar con sus conocidos. Se sentaban en diferentes partes de la mezquita y dialogaban mientras sus hijos corrían por la mezquita, familiarizándose con un lugar donde de mayores irán a rezar y charlar. Esta costumbre la comparten con los hindús donde sus templos también se usan para la conciliación de la vida.
Aún teniendo en cuenta que no había turistas, nadie se extraño de nuestra presencia ni nos prestó la menor atención por lo que pudimos deambular por la mezquita tranquilamente y hacer tantas fotos como nos placiera.
Aunque el lugar invitaba a quedarse un rato más debíamos seguir nuestro camino porque aún quedaban muchas cosas que visitar. Salimos nuevamente por le patio oeste y nos dirigimos hacia la calle principal donde había que visitar otra mezquita, esta más pequeña que la anterior. La que habíamos visitado era la mezquita principal de la ciudad pero en cada barrio tienen una mezquita para que la gente pueda ir a rezar. En esta ocasión fuimos a la Eski Cami, pequeña mezquita cerca de la calle principal, una vez visto la anterior sabíamos que sería difícil que nos deslumbrase otro templo de la ciudad, pero no equivocábamos, ya que aunque como edificio este segundo no tenía nada de especial, si nos encontramos con una situación nueva y fue que se estaba rezando dentro. Entramos en silencio y sabiendo que no podíamos hacer fotos durante el tiempo del rezo, pero la imagen nos volvió a sobrecoger. El Iman al fondo orando, mientras que los fieles repetían el final del rezo mientras posados de rodillas en el suelo se agachaban y se levantaban para realizar el tradicional rezo musulmán. Es una imagen que hemos visto cientos de veces en las películas, pero poder vivirlo en primera persona fue una grata experiencia, aún retumban en mis oídos la voz fuerte y seca del Iman recitando el Corán.
Nos quedaba ver un par de cosas aún en la ciudad por lo que nos dirigimos primero al complejo Sultan II Bayezid Kulliyesi. Este lugar esta al norte de la ciudad y era el lugar de oración y descanso del sultán. De camino pasamos por la mezquita Uc Serefeli Cami, antes de la principal esta era la más importante de la ciudad pero desde que se construyó la impresionante Selimiye, esta esta relegada a un segundo plano. Se puede entrar y visitar, pero queda empequeñecida por su hermana mayor.
Después de salir de la ciudad vemos un puente y los minaretes del complejo al otro lado. Debido a que estaba oscureciendo tampoco quisimos usar mucho tiempo en el lugar. La mezquita esta muy bonita y el complejo en sí es de visita obligatoria, pero es cierto que debido a que casi no existen turistas estas parte de la ciudad no esta muy cuidada. Ya no lo digo por la ciudad en sí, sino porque el complejo no sabes por donde entrar, ni lo que hay que visitar, vamos es para dar un paseo y disfrutar de donde se está, sabiendo que estamos a miles de kilómetros de casa y disfrutando de una cultura y arquitectura grandiosas.
He entrado a diferentes templos, cristianos, hindús, tibetanos, pero era la primera vez que entraba a una mezquita de estas características y la verdad es que es sobrecogedor. Nada más cruzar la puerta vemos que el suelo esta adornado con alfombras, donde se puede apreciar perfectamente los lugares destinados para que cada uno rece. A mitad de la sala esta el lugar donde el Iman reza y en los laterales los lugares destinados al rezo de las mujeres. Pero lo más impresionante es cuando alzas la vista al techo y ves su impresionante cúpula, más ancha incluso que la de Santa Sofia en Estambul, y todo decorado con inscripciones en árabe que hacen referencia al corán. Da una sensación de calidez y tranquilidad que invita a sentarse en la alfombra y disfrutar del momento.
Debido a que en este lugar no encontramos prácticamente ningún turista la sensación fue más impactante, ya que veías como la gente hacía vida dentro de la mezquita. A diferencia de nuestras iglesias donde solo se va a rezar allí la gente iba con sus hijos para charlar con sus conocidos. Se sentaban en diferentes partes de la mezquita y dialogaban mientras sus hijos corrían por la mezquita, familiarizándose con un lugar donde de mayores irán a rezar y charlar. Esta costumbre la comparten con los hindús donde sus templos también se usan para la conciliación de la vida.
Aún teniendo en cuenta que no había turistas, nadie se extraño de nuestra presencia ni nos prestó la menor atención por lo que pudimos deambular por la mezquita tranquilamente y hacer tantas fotos como nos placiera.
Aunque el lugar invitaba a quedarse un rato más debíamos seguir nuestro camino porque aún quedaban muchas cosas que visitar. Salimos nuevamente por le patio oeste y nos dirigimos hacia la calle principal donde había que visitar otra mezquita, esta más pequeña que la anterior. La que habíamos visitado era la mezquita principal de la ciudad pero en cada barrio tienen una mezquita para que la gente pueda ir a rezar. En esta ocasión fuimos a la Eski Cami, pequeña mezquita cerca de la calle principal, una vez visto la anterior sabíamos que sería difícil que nos deslumbrase otro templo de la ciudad, pero no equivocábamos, ya que aunque como edificio este segundo no tenía nada de especial, si nos encontramos con una situación nueva y fue que se estaba rezando dentro. Entramos en silencio y sabiendo que no podíamos hacer fotos durante el tiempo del rezo, pero la imagen nos volvió a sobrecoger. El Iman al fondo orando, mientras que los fieles repetían el final del rezo mientras posados de rodillas en el suelo se agachaban y se levantaban para realizar el tradicional rezo musulmán. Es una imagen que hemos visto cientos de veces en las películas, pero poder vivirlo en primera persona fue una grata experiencia, aún retumban en mis oídos la voz fuerte y seca del Iman recitando el Corán.
Nos quedaba ver un par de cosas aún en la ciudad por lo que nos dirigimos primero al complejo Sultan II Bayezid Kulliyesi. Este lugar esta al norte de la ciudad y era el lugar de oración y descanso del sultán. De camino pasamos por la mezquita Uc Serefeli Cami, antes de la principal esta era la más importante de la ciudad pero desde que se construyó la impresionante Selimiye, esta esta relegada a un segundo plano. Se puede entrar y visitar, pero queda empequeñecida por su hermana mayor.
Después de salir de la ciudad vemos un puente y los minaretes del complejo al otro lado. Debido a que estaba oscureciendo tampoco quisimos usar mucho tiempo en el lugar. La mezquita esta muy bonita y el complejo en sí es de visita obligatoria, pero es cierto que debido a que casi no existen turistas estas parte de la ciudad no esta muy cuidada. Ya no lo digo por la ciudad en sí, sino porque el complejo no sabes por donde entrar, ni lo que hay que visitar, vamos es para dar un paseo y disfrutar de donde se está, sabiendo que estamos a miles de kilómetros de casa y disfrutando de una cultura y arquitectura grandiosas.
Una vez visitado los lugares más emblemáticos que aparecían en todas las guías, nos fuimos andando nuevamente al centro. Recorrer esta ciudad a pie es una experiencia en si misma, ya que el contraste entre occidente y oriente es visible en cada una de sus calles.
Volvimos a la plaza de la mezquita Selimiye y desde allí fuimos a la calle Saraclar Cad, donde se encuentra en Bazar cubierto Ali Pasa. Aunque nada tiene que ver con los grandes bazares de Estambul o con la viva medina de Marakech, es un lugar tranquilo donde se puede adquirir algún recuerdo de la ciudad. Saliendo por la parte sur del bazar nos encontramos con las calles más concurridas y vivas de la ciudad, ya que hay puestos de todo tipo, de pescado, carne, especies, verduras,..
En esta calle también se puede apreciar las edificaciones tradicionales de Edirne, que constan de una casa de madera, normalmente de dos alturas, donde debajo esta el comercio y arriba la vivienda del comerciante. Si se es goloso se puede probar casi cualquier cosas dulce en las decenas de pastelerías que encontraran en esta calle, la verdad es que el trabajo de los pasteleros de este lugar es sorprendente, ya que la variedad de dulces que habían era sorprendente. Desde los típicos pasteles que vemos en nuestro país, hasta las típicas pastas árabes de hojaldre y pistacho, pasando por toda la repostería francesa que uno pueda imaginar.
Siguiendo hacia el sur por la calle llegamos nuevamente al río y a un puente que si lo cruzamos llegamos a una especie de parque con restaurantes. En estos momentos ya era completamente de noche y no sabíamos muy bien hacia donde íbamos, por lo que hicimos lo que cualquier español, entramos a un bar.
Queríamos probar un té típico de allí, pero como estábamos completamente fuera del centro de una ciudad nada turística podréis imaginar que el nivel de ingles del camarero era cero. En lugar era como una tasca amplia con mesas y sillas, una pequeña barra, un patio interior y una tele gigante retransmitiendo un partido de baloncesto. Había lo que parecía un camarero y cuatro amigos de este charlando tranquilamente, hasta que nos vieron entrar, con mochilas y cara de no haber parado en todo el día. Muy amablemente se nos acercó y como pude le intente pedir un té. No entendía nada de lo que me decía ya que no se nada de turco pero la sonrisa que tenía en su cara me daba a entender que sabía lo que queríamos. Después de unos minutos sin entendernos nada entre nosotros, se fue y hablo con uno de sus amigos que con otra sonrisa de oreja a oreja se fue corriendo del bar. Nos sentamos en la mesa mientras empezamos a dudar de si nos servirían algo. Sacamos la guía para decidir donde íbamos a cenar mientras nuestros amigos estaban tomando alguna bebida desconocida para nosotros en unas mesas cerca de la barra. Cuando ya no sabíamos si irnos o quedarnos, entro otra vez corriendo el amigo que se había marchado y trajo tres copiosos vasos llenos de té, que aunque no estaban malos eran de sobre y claro uno no es lo que espera en ese país. Nos los tomamos amigablemente, pagamos la cuenta y nos fuimos, no sin antes dedicar una agradable y sincera sonrisa a nuestro amigo.
Aquí los sitios para cenar cierran sobre las 21:00, por lo que ya era hora de ir a probar otra comida turca tan deliciosa como la de a medio día. Fuimos callejeando para encontrar los restaurantes que me había apuntado pero algunos estaban cerrados y otros no pudimos encontrarlos, por lo que al final medio perdidos encontramos un lugar que no parecía estar mal. Íbamos decididos a probar el famoso Kofte de Edirne, y el lugar que elegimos no tenía, sino que era más bien como un kebab con todo para llevar. Le comenté que queríamos probar el kofte y en perfecto inglés nos dijo que para eso tendríamos que ir tres bares más abajo y pedir en un lugar que él nos indicó. El chico hablaba perfectamente inglés porque había estado viviendo en Alemania mucho tiempo y nos recomendó un gran lugar para saborear comida típica. Nos sentamos en la terraza del lugar y pedimos kofte, que es una mezcla entre albóndigas secas y hamburguesa de cordero. Para ser sinceros no estaba malo, pero comparado con el cordero especiado de por la mañana, era un poco insulso. Como aperitivo nos pusieron un pan con picante para mojar que haría las delicias de todo aquel que ame la comida con sabor a oriente.
Después de una buena cena y antes de ir al hotel para descansar volvimos a la plaza de la mezquita Selimiye para hacer unas fotos con la iluminación nocturna. Ya casi sin gente por la calle y a oscuras decidimos volver al hotel para enviar un par de whatsapps y descansar, ya que el día siguiente sería un día largo.
Volvimos a la plaza de la mezquita Selimiye y desde allí fuimos a la calle Saraclar Cad, donde se encuentra en Bazar cubierto Ali Pasa. Aunque nada tiene que ver con los grandes bazares de Estambul o con la viva medina de Marakech, es un lugar tranquilo donde se puede adquirir algún recuerdo de la ciudad. Saliendo por la parte sur del bazar nos encontramos con las calles más concurridas y vivas de la ciudad, ya que hay puestos de todo tipo, de pescado, carne, especies, verduras,..
En esta calle también se puede apreciar las edificaciones tradicionales de Edirne, que constan de una casa de madera, normalmente de dos alturas, donde debajo esta el comercio y arriba la vivienda del comerciante. Si se es goloso se puede probar casi cualquier cosas dulce en las decenas de pastelerías que encontraran en esta calle, la verdad es que el trabajo de los pasteleros de este lugar es sorprendente, ya que la variedad de dulces que habían era sorprendente. Desde los típicos pasteles que vemos en nuestro país, hasta las típicas pastas árabes de hojaldre y pistacho, pasando por toda la repostería francesa que uno pueda imaginar.
Siguiendo hacia el sur por la calle llegamos nuevamente al río y a un puente que si lo cruzamos llegamos a una especie de parque con restaurantes. En estos momentos ya era completamente de noche y no sabíamos muy bien hacia donde íbamos, por lo que hicimos lo que cualquier español, entramos a un bar.
Queríamos probar un té típico de allí, pero como estábamos completamente fuera del centro de una ciudad nada turística podréis imaginar que el nivel de ingles del camarero era cero. En lugar era como una tasca amplia con mesas y sillas, una pequeña barra, un patio interior y una tele gigante retransmitiendo un partido de baloncesto. Había lo que parecía un camarero y cuatro amigos de este charlando tranquilamente, hasta que nos vieron entrar, con mochilas y cara de no haber parado en todo el día. Muy amablemente se nos acercó y como pude le intente pedir un té. No entendía nada de lo que me decía ya que no se nada de turco pero la sonrisa que tenía en su cara me daba a entender que sabía lo que queríamos. Después de unos minutos sin entendernos nada entre nosotros, se fue y hablo con uno de sus amigos que con otra sonrisa de oreja a oreja se fue corriendo del bar. Nos sentamos en la mesa mientras empezamos a dudar de si nos servirían algo. Sacamos la guía para decidir donde íbamos a cenar mientras nuestros amigos estaban tomando alguna bebida desconocida para nosotros en unas mesas cerca de la barra. Cuando ya no sabíamos si irnos o quedarnos, entro otra vez corriendo el amigo que se había marchado y trajo tres copiosos vasos llenos de té, que aunque no estaban malos eran de sobre y claro uno no es lo que espera en ese país. Nos los tomamos amigablemente, pagamos la cuenta y nos fuimos, no sin antes dedicar una agradable y sincera sonrisa a nuestro amigo.
Aquí los sitios para cenar cierran sobre las 21:00, por lo que ya era hora de ir a probar otra comida turca tan deliciosa como la de a medio día. Fuimos callejeando para encontrar los restaurantes que me había apuntado pero algunos estaban cerrados y otros no pudimos encontrarlos, por lo que al final medio perdidos encontramos un lugar que no parecía estar mal. Íbamos decididos a probar el famoso Kofte de Edirne, y el lugar que elegimos no tenía, sino que era más bien como un kebab con todo para llevar. Le comenté que queríamos probar el kofte y en perfecto inglés nos dijo que para eso tendríamos que ir tres bares más abajo y pedir en un lugar que él nos indicó. El chico hablaba perfectamente inglés porque había estado viviendo en Alemania mucho tiempo y nos recomendó un gran lugar para saborear comida típica. Nos sentamos en la terraza del lugar y pedimos kofte, que es una mezcla entre albóndigas secas y hamburguesa de cordero. Para ser sinceros no estaba malo, pero comparado con el cordero especiado de por la mañana, era un poco insulso. Como aperitivo nos pusieron un pan con picante para mojar que haría las delicias de todo aquel que ame la comida con sabor a oriente.
Después de una buena cena y antes de ir al hotel para descansar volvimos a la plaza de la mezquita Selimiye para hacer unas fotos con la iluminación nocturna. Ya casi sin gente por la calle y a oscuras decidimos volver al hotel para enviar un par de whatsapps y descansar, ya que el día siguiente sería un día largo.
Día 7
Edirne - Plovdiv - Veliko Tarnovo
Nos levantamos pronto ya que nos quedaba una cosa por hacer antes de salir de Turquía y era saborear un delicioso desayuno turco que estaba recomendado en todas las guías que leímos. La chica de recepción del hotel no entendía nada inglés por lo que buscamos la palabra frontera en internet y señalando una pegatina de taxi que había en el mostrador de recepción le hicimos entender que queríamos un taxi a las 10:00 para poner rumbo a la frontera.
El lugar donde recomendaban para desayunar estaba cerrado, pero el día anterior habíamos visto una cafetería muy grande y moderna en la calle Sarcalar Cad. Dejando a la espalda la calle Talat Pasa Cad y bajando por la calle Sarcalar Cad esta moderna cafetería se encontraba a mano izquierda, definitivamente habíamos acertado con nuestro instinto.
El desayuno turco ( pongo foto más abajo ) consistía en pan, mermelada de todos los tipos, panal de abeja, una crema para acompañar el panal de sabor amarga, tomates, pepinos, cinco variedades de quesos diferentes, un huevo frito, algo parecido a salami caliente, olivas, pastel de hojalde con pistachos y tanto té como fueses capaz de beberte. Un manjar difícilmente de superar, tanto por lo saludable como por lo sabroso.
El lugar donde recomendaban para desayunar estaba cerrado, pero el día anterior habíamos visto una cafetería muy grande y moderna en la calle Sarcalar Cad. Dejando a la espalda la calle Talat Pasa Cad y bajando por la calle Sarcalar Cad esta moderna cafetería se encontraba a mano izquierda, definitivamente habíamos acertado con nuestro instinto.
El desayuno turco ( pongo foto más abajo ) consistía en pan, mermelada de todos los tipos, panal de abeja, una crema para acompañar el panal de sabor amarga, tomates, pepinos, cinco variedades de quesos diferentes, un huevo frito, algo parecido a salami caliente, olivas, pastel de hojalde con pistachos y tanto té como fueses capaz de beberte. Un manjar difícilmente de superar, tanto por lo saludable como por lo sabroso.
Después de ese manjar turco volvimos al hotel con tiempo, para averiguar si la recepcionista nos había conseguido un taxi. Una vez allí recogimos nuestras mochilas y cual fue la agradable sorpresa cuando vimos que teníamos un taxista esperando en la puerta. Muy simpático nos acompaño al taxi, subimos las mochilas y cuando empezamos a intentar explicarle donde nos tenía que llevar, no entendió nada, pero sin quitar la sonrisa de la cara nos indicó que subiesemos que llamaría a un amigo. Una vez dentro y con el taxi en marcha, el hombre llamó a un amigo que hablaba inglés y me pasó el teléfono, con la buena suerte de que este hablaba perfectamente inglés y le pude explicar que nos tenía que llevar a una gasolinera que había en la frontera con Bulgaria. Una vez todo aclarado mientras nos llevaba de camino a nuestro destino, con un inglés difícil de entender, no dijo que Edirne era bonito, pero nada comparable a la gran Estambul.
Cuando divisamos la gasolinera le hice indicaciones para que nos dejase allí, ya que la azafata del autobús nos dijo que para volver tendríamos que esperarles allí.
Después de más de una hora de espera llegó un autobús de la compañía con la que viajamos por lo que lo paramos y nos acercamos para subir, pero cual fue nuestra sorpresa cuando al mirar los billetes que le entregue nos dijo que no era ese autobús y que el nuestro pasaría en una hora.
Tirados en la estación de servicio que se ve en las fotos, esperamos una hora más a que pasase nuestro autobús. Siempre te queda la duda de si pasaría o no, ya que daba la sensación de que estábamos tirados en medio de la nada.
Al cabo de otra hora y media apareció otro autobús de la compañía, nos acercamos con incertidumbre para preguntar, y como siempre con una sonrisa de oreja a oreja nos confirmaron que este era el bueno. Subimos y a los cinco minutos volvimos a bajar para cruzar la frontera con Bulgaria. Por suerte esta vez no fue el trámite tedioso que tuvimos que soportar a la ida por lo que en poco más de cuarenta minutos estábamos nuevamente en suelo búlgaro con destino a Plovdiv.
Una vez allí fuimos directamente al aparcamiento donde habíamos dejado el coche y como pudimos comprobar estaba perfectamente cuidado. Metimos las mochilas en el coche y pusimos rumbo hacía nuestra última ciudad, Veliko Tarnovo.
Ya era tarde por lo que los planes de poder visitar la ciudad de Dimitrovgrad se fueron al traste, ya que siendo las 17:00 no podíamos demorar más nuestra salida hacia Veliko Tarnovo, pero por lo que pude leer en internet si tenéis tiempo suficiente es un bueno lugar para empaparse de la historia de la Unión Soviética.
El primer tramo es una autovía completamente nueva donde hay tramos de tres carriles, por lo que la conducción se hace cómoda y tranquila, pero una vez a la zona de Stara Zagora empieza una carretera de montaña que pasa entre bosques. Es un paisaje bonito, pero queda un poco empañado por la cantidad de tráfico que encontramos y sobre todo de camiones que usan esa ruta para cruzar Bulgaria hacia el norte. Este quizás fue el peor tramo de conducción en Bulgaria ya que los coches nos adelantaban por los dos lados sin tener ninguna visibilidad, con el consiguiente riesgo de colisionar de frente con uno de los tantos camiones que transitaban la carretera. No quiero que nadie se asuste ni decida no alquilar un coche por mis comentarios, pero quiero que este claro que conducir por estos lugares no es como hacerlo por Europa occidental.
Después de unas tres horas y media de trayecto llegamos por fin a Veliko Tarnovo. Lo primero que hicimos fue directamente al hotel que teníamos reservado, cuando llegamos a recepción nos atendió directamente la dueña del establecimiento, pero como era de esperar no hablaba nada de ingles, por lo que al final con señas conseguimos hacer el check in. La habitación estaba bien y el cuarto de baño también, un hotel pequeño pero agradable y sobre todo bien de precio.
Cuando divisamos la gasolinera le hice indicaciones para que nos dejase allí, ya que la azafata del autobús nos dijo que para volver tendríamos que esperarles allí.
Después de más de una hora de espera llegó un autobús de la compañía con la que viajamos por lo que lo paramos y nos acercamos para subir, pero cual fue nuestra sorpresa cuando al mirar los billetes que le entregue nos dijo que no era ese autobús y que el nuestro pasaría en una hora.
Tirados en la estación de servicio que se ve en las fotos, esperamos una hora más a que pasase nuestro autobús. Siempre te queda la duda de si pasaría o no, ya que daba la sensación de que estábamos tirados en medio de la nada.
Al cabo de otra hora y media apareció otro autobús de la compañía, nos acercamos con incertidumbre para preguntar, y como siempre con una sonrisa de oreja a oreja nos confirmaron que este era el bueno. Subimos y a los cinco minutos volvimos a bajar para cruzar la frontera con Bulgaria. Por suerte esta vez no fue el trámite tedioso que tuvimos que soportar a la ida por lo que en poco más de cuarenta minutos estábamos nuevamente en suelo búlgaro con destino a Plovdiv.
Una vez allí fuimos directamente al aparcamiento donde habíamos dejado el coche y como pudimos comprobar estaba perfectamente cuidado. Metimos las mochilas en el coche y pusimos rumbo hacía nuestra última ciudad, Veliko Tarnovo.
Ya era tarde por lo que los planes de poder visitar la ciudad de Dimitrovgrad se fueron al traste, ya que siendo las 17:00 no podíamos demorar más nuestra salida hacia Veliko Tarnovo, pero por lo que pude leer en internet si tenéis tiempo suficiente es un bueno lugar para empaparse de la historia de la Unión Soviética.
El primer tramo es una autovía completamente nueva donde hay tramos de tres carriles, por lo que la conducción se hace cómoda y tranquila, pero una vez a la zona de Stara Zagora empieza una carretera de montaña que pasa entre bosques. Es un paisaje bonito, pero queda un poco empañado por la cantidad de tráfico que encontramos y sobre todo de camiones que usan esa ruta para cruzar Bulgaria hacia el norte. Este quizás fue el peor tramo de conducción en Bulgaria ya que los coches nos adelantaban por los dos lados sin tener ninguna visibilidad, con el consiguiente riesgo de colisionar de frente con uno de los tantos camiones que transitaban la carretera. No quiero que nadie se asuste ni decida no alquilar un coche por mis comentarios, pero quiero que este claro que conducir por estos lugares no es como hacerlo por Europa occidental.
Después de unas tres horas y media de trayecto llegamos por fin a Veliko Tarnovo. Lo primero que hicimos fue directamente al hotel que teníamos reservado, cuando llegamos a recepción nos atendió directamente la dueña del establecimiento, pero como era de esperar no hablaba nada de ingles, por lo que al final con señas conseguimos hacer el check in. La habitación estaba bien y el cuarto de baño también, un hotel pequeño pero agradable y sobre todo bien de precio.
Era nuestra última noche de viaje, por lo que decidimos darnos un merecido homenaje. Habíamos leído que el mejor restaurante de la ciudad era el Han Hadji Nikoli Inn, que aunque caro para ser de Bulgaria no se salía de un presupuesto de un restaurante español. Pedimos diferentes entrantes típicos acompañados de una sabrosas cervezas, seguimos con unos exquisitos platos de carne regados con un vino tinto de la zona y terminamos con unos Jack Daniel`s para dar por finalizado nuestro gran viaje. La comida era exquisita y tuvimos con nosotros a un camarero se preocupada de que en todo momento nuestras copas no estuviesen vacías. Este tipo de restaurantes en España nos habría salido por un ojo de la cara, pero aquí pagamos treinta euros por cabeza y cenamos como unos auténticos reyes.
Con el estomago lleno y bien regado nos fuimos caminando al hotel, dimos un par de vueltas por las calles, pero debido a la falta de iluminación de estas no pudimos ver absolutamente nada.
Con el estomago lleno y bien regado nos fuimos caminando al hotel, dimos un par de vueltas por las calles, pero debido a la falta de iluminación de estas no pudimos ver absolutamente nada.
Día 8
Veliko Tarnovo - Bucarest - Alicante
Nos despertamos por la mañana acompañados por el tintineo de las gotas de lluvia. No contábamos con ellas, ya que queríamos visitar la ciudad hoy por la mañana. Bajamos a recepción y no entendemos para nada lo que nos comenta la mujer que es encuentra trabajando en ella, por lo que decidimos ir a buscar nuestro desayuno por nuestra cuenta. Cerca del hotel vemos un lugar parecido a un bar/cafetería, por lo que nos sentamos en ella y pedimos unos cafes, tostadas y zumo. Estamos en un porche donde vemos que toda la ciudad esta llena de una niebla espesa y una cortina de lluvia que nos nos deja apreciar lo bonito del lugar. Después de desayunar sigue lloviendo por lo que decidimos hacer unas fotos de camino al hotel y poner rumbo a Rumanía, ya que con este tiempo no sabemos como vamos a encontrarnos la carreteras.
Nuestro avión sale desde el aeropuerto de Bucarest a las 18:30 y la distancia entre esta ciudad y la capital de Rumanía es aproximadamente de 3 horas. Como no tenemos ni idea de si tendremos problemas para cruzar la frontera a la vuelta o como encontraremos las carreteras hemos decidido emprender la marcha, si llegamos con tiempo hemos visto que en el norte de la ciudad de Bucarest hay un pueblo con un lago, por lo que podemos plantearnos la posibilidad de ir a pasar un rato en ese lugar.
Volvemos a la carretera de montaña que traíamos ayer, porque seguimos conduciendo hacia el norte, hacia Bulgaria. Nuevamente nos encontramos en el inmenso puente que cruza en Danubio y como en el camino de ida no nos ponen ningún problema, pagamos el peaje y continuamos nuestro camino. En la aduana nos paran el coche, nos miran y no nos solicitan ni documentación, ya que ven que la matrícula de nuestro vehículo es de su país por lo que entienden que estuvimos con ellos unos días atrás.
Las carreteras siguen igual, llenas de tráfico, sin señales, sin rotondas y con el asfalto muy deteriorado, por lo que no se hace nada agradable conducir por ellas. El aeropuerto esta en el norte de la ciudad por lo que el GPS nos indica que vayamos por la circunvalación para no tener que entrar en la capital. Todos imaginamos una vía como las M40 de Madrid, nada más lejos de la realidad, lo que nos encontramos fue una carretera comarcal de un carril para cada sentido y con intersecciones. Todos los caminos que van del norte de Europa al sur pasar por aquí por lo que os podéis hacer una idea de la cantidad de trafico lento que nos encontramos, lo que inicialmente suponía unas tres horas, fueron más de cinco, menos mal que íbamos con tiempo de sobra.
La zona de Avis en el aeropuerto tampoco estaba dentro, por lo que no nos acordábamos a la perfección donde debíamos dejar el coche, esto unido a la hora que era decidimos ir a devolver el coche y pasar nuestra última hora esperando en el aeropuerto, dando gracias por llegar sanos y salvos.
Devolvimos el coche sin mayor problema y sin ningún cargo extra en nuestra tarjeta de crédito, por lo que el miniautobús nos volvió a dejar en la zona de salidas de aeropuerto.
Deambulamos durante una hora y nos tiramos en una sillas que habían, después de una semana sin parar ya necesitábamos un rato de tranquilidad.
En el tiempo previsto embarcamos en el avión de Wizz Air, compañía al estilo Ryanair, buen precio y rapidez. No pudimos sentarnos juntos por que estaba completamente lleno, aunque como anécdota puedo contar que una mujer se sentó en la salida de emergencia y cuando vieron que estaba embarazada me solicitaron que le cambiara mi lugar, yo encantado porque me pase todo el viaje de vuelta con las piernas bien estiradas y leyendo tranquilamente un buen libro sobre la vida en la capital de Bulgaria.
Finalmente estábamos en Alicante, habíamos disfrutado de un viaje que había salido según lo planeado pero ya estábamos hablando de donde sería nuestro próximo destino.
Volvemos a la carretera de montaña que traíamos ayer, porque seguimos conduciendo hacia el norte, hacia Bulgaria. Nuevamente nos encontramos en el inmenso puente que cruza en Danubio y como en el camino de ida no nos ponen ningún problema, pagamos el peaje y continuamos nuestro camino. En la aduana nos paran el coche, nos miran y no nos solicitan ni documentación, ya que ven que la matrícula de nuestro vehículo es de su país por lo que entienden que estuvimos con ellos unos días atrás.
Las carreteras siguen igual, llenas de tráfico, sin señales, sin rotondas y con el asfalto muy deteriorado, por lo que no se hace nada agradable conducir por ellas. El aeropuerto esta en el norte de la ciudad por lo que el GPS nos indica que vayamos por la circunvalación para no tener que entrar en la capital. Todos imaginamos una vía como las M40 de Madrid, nada más lejos de la realidad, lo que nos encontramos fue una carretera comarcal de un carril para cada sentido y con intersecciones. Todos los caminos que van del norte de Europa al sur pasar por aquí por lo que os podéis hacer una idea de la cantidad de trafico lento que nos encontramos, lo que inicialmente suponía unas tres horas, fueron más de cinco, menos mal que íbamos con tiempo de sobra.
La zona de Avis en el aeropuerto tampoco estaba dentro, por lo que no nos acordábamos a la perfección donde debíamos dejar el coche, esto unido a la hora que era decidimos ir a devolver el coche y pasar nuestra última hora esperando en el aeropuerto, dando gracias por llegar sanos y salvos.
Devolvimos el coche sin mayor problema y sin ningún cargo extra en nuestra tarjeta de crédito, por lo que el miniautobús nos volvió a dejar en la zona de salidas de aeropuerto.
Deambulamos durante una hora y nos tiramos en una sillas que habían, después de una semana sin parar ya necesitábamos un rato de tranquilidad.
En el tiempo previsto embarcamos en el avión de Wizz Air, compañía al estilo Ryanair, buen precio y rapidez. No pudimos sentarnos juntos por que estaba completamente lleno, aunque como anécdota puedo contar que una mujer se sentó en la salida de emergencia y cuando vieron que estaba embarazada me solicitaron que le cambiara mi lugar, yo encantado porque me pase todo el viaje de vuelta con las piernas bien estiradas y leyendo tranquilamente un buen libro sobre la vida en la capital de Bulgaria.
Finalmente estábamos en Alicante, habíamos disfrutado de un viaje que había salido según lo planeado pero ya estábamos hablando de donde sería nuestro próximo destino.